{"id":12208,"date":"2004-11-01T00:00:00","date_gmt":"2004-11-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12208"},"modified":"2004-10-29T00:00:00","modified_gmt":"2004-10-29T00:00:00","slug":"de_nuevo_al_mar","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2004\/de_nuevo_al_mar\/","title":{"rendered":"De nuevo al mar"},"content":{"rendered":"
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El mar, después de tanto tiempo, sigue lamiendo los recovecos de la memoria. Ahí está el rugir de las olas al romperse en el arrecife del Caribe o las amplias olas del Golfo de México, o los esteros de Celestún y Ría Lagartos. Ahí, pero aquí dentro también. Es por eso que de nuevo vamos al mar, para sentir las olas y escuchar el mar de cerca y saber que no es sólo un recuerdo. Estar mojado y ya. Así de sencillo, con el sol a cuestas, la playa a un lado y el compañero en algún lugar no muy lejano. <\/p>\n

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\"\"Mares de México<\/em> inició como una invitación de un capitán a navegar. Después de esa experiencia de once días navegando en mar abierto día y noche, el mar se quedó dentro de mí. Imposible sacarlo. Fue entonces que retomé un proyecto que Carlos Aragón y yo habíamos formado: navegar alrededor de la Península de Yucatán en canoas de madera tradicionales. Pero, ¿era viable? No: era demasiado caro, así que se detuvo. <\/p>\n

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Fue con Alejandro Niz que el proyecto reinició. Me enseñó a navegar en un kayak, a no desesperarme cuando remaba e iba dando vueltas y la técnica de autorrescate más socorrida. Eso me dio seguridad y después de meses, partimos. Éramos dos y queríamos navegar hasta Coatzacoalcos, pero dos cosas lo habrían de impedir: Alejandro se lastimó una mano y tuvo que desistir en el quinto día de viaje. Yo seguí solo y llegué hasta Cancún, agotado de remar contra el viento de la temporada de nortes. Ése fue el segundo factor. <\/p>\n

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Año y medio después, retomamos el proyecto. Porque para cuando salimos hacia el primer viaje, ya no se trataba sólo de dar la vuelta a la Península de Yucatán, sino de navegar todo el litoral mexicano. Navegar en kayak es mucho más lento que en una lancha de motor o en un velero. Pero tendríamos la ventaja de sumergirnos en el ambiente marítimo, de convivir con los pescadores, con la gente que vive cotidianamente en el mar. <\/p>\n

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\"\"Nos encontramos con sorpresas, pero quizá la más grata fue que la gente de mar nos recibía de una forma distinta a como lo hacía cuando llegábamos de tierra. La razón: llegábamos por mar. Es decir: compartíamos con ellos eso que llaman “la mar”, en femenino. Sabíamos de la sed y preguntábamos cosas que sólo entre hombres de mar se hablan: corrientes marinas, vientos, distancias, tiempos… Y nos acercábamos a ellos. Nos dejaban entrar en su mundo con una gran facilidad. <\/p>\n

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¿Qué buscamos al navegar todo el litoral mexicano? Un récord deportivo es quizá lo que llame la atención a todo mundo, pues nadie lo ha hecho antes y, por supuesto, ningún mexicano. Pero va más allá de remar día y noche pensando en cubrir una distancia: es explorar aquella zona donde mar y tierra se unen y que también pertenece a México. Porque a pesar de tener once mil kilómetros de costa, en nuestro país hay una cultura marina prácticamente nula y la gente, incluidos nosotros, cuando comenzamos, le teníamos miedo de sólo pensar en estar en medio de las olas. <\/p>\n

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Once mil kilómetros se dicen fácil y rápido pero había que buscar tiempo para hacerlo. Tiempo personal y encontrar las ventanas de buen tiempo a lo largo del año para poder hacerlo, que son pocas y muy breves. Así que lo planteamos por etapas, una expedición por cada etapa, aunque en el 2002 hicimos dos etapas de las planeadas en una sola expedición: habíamos recuperado la distancia perdida en la primera ocasión. <\/p>\n

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\"\"Ahora, Mares de México<\/em> está por reiniciarse. La partida es el día 8 de noviembre con rumbo a la frontera de México con Estados Unidos, en la desembocadura del Río Bravo. El objetivo es navegar hasta el Puerto de Veracruz para, después de aproximadamente mil kilómetros de navegación a remo, dar término a la primera gran etapa del Proyecto: habremos terminado con ello el litoral del Atlántico y podremos pensar en ir a otro mar: el de Cortés o el Pacífico. Esta vez también va con nosotros Abraham Levy y Andés Serra. Seremos ya cuatro los involucrados en el proyecto. ¿Habrá más? Esperamos que sí. <\/p>\n

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Quedan miles de kilómetros por navegar y muchos más descubrimientos que hacer. Pero eso lo sabremos hasta que hayamos regresado de dar una palada tras otra, de ver volar las gaviotas robándole los peces a los pelícanos, de platicar con la gente, de pasar sed y cansancio, de apresurarse cada vez más por esa urgencia de llegar ya al objetivo y sentirse dichosos cuando ponemos finalmente pie en tierra y decimos: “Objetivo cumplido”. <\/p>\n

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