{"id":12115,"date":"2004-07-15T00:00:00","date_gmt":"2004-07-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=12115"},"modified":"2012-11-17T23:17:22","modified_gmt":"2012-11-18T05:17:22","slug":"ideario_135","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2004\/ideario_135\/","title":{"rendered":"Ideario 135"},"content":{"rendered":"
Veinticinco a\u00f1os m\u00e1s tarde ni mi mochila ni el resto del equipo eran tampoco de \u00faltima generaci\u00f3n. Consegu\u00eda pisar la cima del Everest, y cre\u00eda haber alcanzado el "fin" que tanto hab\u00eda estado persiguiendo. Me equivoqu\u00e9: no estar\u00eda no en aquella cumbre no en ninguna otra. Vivir la monta\u00f1a, \u00e9se era el fin.<\/p>\n
Chus Lago<\/p>\n
\n Escalamos para sentirnos vivos. Escalamos para luchar contra nuestro miedo instintivo, escalamos para sentir y entender la textura y la fisonom\u00eda de nuestro mundo. Escalamos para tener sed, porque pertenecemos a esa extra\u00f1a especie que necesita tener sed… para apreciar el agua. Escalamos porque es verdad. Porque la naturaleza nos platea unas reglas claras donde s\u00f3lo una mezcla de humildad, determinaci\u00f3n y solidaridad garantizan el disfrute y la seguridad.<\/p>\n
Miguel \u00c1ngel G. Gallego<\/p>\n
\n Al recordar mis promesas de dejar de escalar y mi incapacidad para cumplirlas —a pesar de tener ni\u00f1os peque\u00f1os y de que se me hubieran muerto varios compa\u00f1eros— he reconocido que no s\u00f3lo escalo por la soledad, la belleza, el ejercicio f\u00edsico o los lazos de amistad que encuentro en las monta\u00f1as, tambi\u00e9n lo hago porque me atrae el peligro. Ha sido una reflexi\u00f3n serena.<\/p>\n
Jim Wickwire<\/p>\n
\n Escalar, como cualquier actividad exigente, te va atrayendo cada vez m\u00e1s a su territorio, un territorio que a menudo no es m\u00e1s ancho que el hilillo azulado de un corredor de hielo. A cambio de ese extraordinario sacrificio de energ\u00eda, la escaladora recibe visiones de la tierra. En el momento que antecede a un movimiento dif\u00edcil, puede desviar la cabeza de lo que tiene directamente ante ella y la belleza —o ser\u00e1 el miedo— la deja abierta y expuesta. Sus ojos son los ojos de Dios, la tierra fluye dentro de ella y la atraviesa como si fuera un r\u00edo.<\/p>\n
Maureen O’Neill<\/p>\n<\/div>\n