{"id":11849,"date":"2001-08-15T00:00:00","date_gmt":"2001-08-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11849"},"modified":"2003-07-04T00:00:00","modified_gmt":"2003-07-04T00:00:00","slug":"el_escalador","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2001\/el_escalador\/","title":{"rendered":"EL ESCALADOR"},"content":{"rendered":"
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Son gigantes cazadores las montañas. Sentadas y en la
mano la barbilla, observan a su presa que se acerca. Si el escalador
es prudente, rectificará sus planes antes de arriesgar
la vida yendo demasiado lejos; pero a veces la prudencia le
abandona.<\/p>\n

La cima está cerca y la retirada puede ser difícil
y peligrosa. Hace un esfuerzo supremo que espera ha de servirle
para alcanzar un asidero vital. Sus dedos se tienden hacia arriba
y fracasa; no ha logrado cogerse de la cornisa salvadora. La
mano resbala lentamente y se da cuenta que ha perdido el equilibrio.
Es posible que caiga; es posible también que el destino
sea amable con él y le permita recobrar el equilibrio
tras de una angustiosa batalla.<\/p>\n

Las rodillas temblorosas golpean la piedra y le ponen en trance
de caer; mueve los dedos con cautela tentando a su alrededor,
siempre en busca de un nuevo apoyo. Al fin descubre algo que
puede ayudarle a mantener el equilibrio hasta que haya alcanzado
un asidero más alto y seguro. Al risco asido, helado
por el soplo del viento, el paso percibe de la muerte, la dura
camarada.<\/p>\n

Todo es preferible a la inacción. Ha llegado el momento
de hacer un esfuerzo desesperado. Frente, ojos, mentón,
pies y manos, libran una batalla en la que se disputan su vida
la resistencia y la gravedad. Vacila un instante, ya e abismo
que se abre a sus pies se dispone a devorarlo. Pero en aquel
preciso momento consigue asirse a una fisura que el sol y los
vientos, dioses indiferentes hicieron al comienzo de los siglos.<\/p>\n

Ahora, jadeante, sin aliento, con las uñas arrancadas
y la frente bañada en sudor, consigue izar el cuerpo,
y al fin recompensado por esa reacción exquisita de la
seguridad que sucede al terror, mas intensa que el alivio que
se experimenta al cesar unos dolores de agonía.<\/p>\n

Y así los ecos aún perduran, deja los abismos
en la sombra; la paz de la montaña, la pasión
y el tumulto se detienen bajo el brillante sol que ya declina. <\/p>\n

© Alpinismo, revista mensual. Tomo 2, número
13, octubre 14 de 1950. Páginas 25-30.<\/div>\n

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