{"id":11760,"date":"2001-11-01T00:00:00","date_gmt":"2001-11-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11760"},"modified":"2012-11-20T16:55:15","modified_gmt":"2012-11-20T22:55:15","slug":"cerro_torre_pared_oeste","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2001\/cerro_torre_pared_oeste\/","title":{"rendered":"Cerro Torre, pared oeste"},"content":{"rendered":"
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Casimiro Ferrari. Cerro Torre, pared oeste<\/i>. Editorial RM, Barcelona. 1983, 180 p\u00e1ginas. ISBN: 84-7204-106-9<\/p>\n

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Los hombres de la pampa y los indios dicen que aqu\u00ed, en este preciso lugar, nacen los vientos del mundo…<\/i><\/p>\n

El Cerro es una monta\u00f1a s\u00f3lo para el c\u00f3ndor.<\/i><\/p><\/blockquote>\n<\/blockquote>\n

Es la parte m\u00e1s meridional del continente americano. Ah\u00ed, los vientos corren con una fuerza legendaria. El Cabo de Hornos es famoso entre los marinos por ser uno de los retos m\u00e1s importantes. La Patagonia es famosa entre los escaladores y alpinistas por la misma raz\u00f3n: sus retos son importantes; no comparables ni siquiera con el territorio de Alaska, los cientos de monta\u00f1as de roca y hielo se yerguen, seg\u00fan Terray, como “la m\u00e1s espectacular convulsi\u00f3n que la corteza terrestre haya lanzado hacia el cielo”. <\/p>\n

La historia de las ascensiones al Cerro Torre inicia en 1957, cuando Bonatti y Mauri exploran la pared por su flanco oeste y otra expedici\u00f3n italiana lo hace desde el noreste. Al a\u00f1o siguiente, Cesare Maestri regresa y junto con Toni Egger dice haber escalado la monta\u00f1a. Egger muri\u00f3 durante el descenso en un alud. Pero posteriores expediciones declaran que los datos no concuerdan y en los c\u00edrculos especializados se duda abiertamente de la ascensi\u00f3n de Maestri, tal como dudaran del ascenso al McKinley por Frederick Cook.<\/p>\n

As\u00ed las cosas, las expediciones se repiten pero ninguna tiene \u00e9xito. El tema de Cerro Torre es precisamente el ascenso por su cara oeste, pero Ferrari se cuida muy bien de hablar de un “primer ascenso” porque “…creo que entrar en estas pol\u00e9micas no est\u00e1 en el esp\u00edritu de un alpinista: dudar de lo que uno declara es dudar de toda la historia del alpinismo.” (p. 94) Sin embargo, est\u00e1 considerado como el primer ascenso al Cerro Torre.<\/p>\n

El ascenso es dif\u00edcil ya desde la aproximaci\u00f3n a la monta\u00f1a y si se habla de campamentos intermedios se debe tener cuidado de no compararlos con aquellos del Himalaya en donde se colocan en la monta\u00f1a. Estos campamentos en la Patagonia se instalan en el acercamiento a la monta\u00f1a. Dificultades t\u00e9cnicas: fuertes vientos, nevadas copiosas, tiempo inestable, y una pared enorme cuyo granito se recubre en cosa de minutos por una capa de nieve. Y esto cansa a los alpinistas italianos que se han adentrado en el hielo continental hasta el Cerro Torre para conmemorar el centenario de la fundaci\u00f3n de la secci\u00f3n del Club Alpino Italiano (CAI) de Lecho:<\/p>\n

“En realidad, todos nos sentimos fatigados, pero ninguno de nosotros da muestras de sufrimiento o incomodidad. Discutimos detalladamente nuestros planes de escalada para forzar la pared terminal: no es nuestra costumbre y tampoco obedece a nuestra mentalidad fiel al alpinismo tradicional escalar con mal tiempo, pero yo estoy convencido de que debemos adaptarnos al ambiente, ganar altura paso a paso esperando que el tiempo mejore, si queremos conquistar el Torre.” (p. 134)<\/p>\n

Los problemas t\u00e9cnicos se resuelven pronto pero el ascenso a la cima lo retarda el mal tiempo y con ello viene la escasez de v\u00edveres, combustible y entusiasmo. Ellos, que hab\u00edan pensado en llegar todos juntos a la cima, deciden separarse cuando la comida es tan escasa que a\u00fan dejando a los cuatro que llegar\u00e1n, alcanza s\u00f3lo para “tres o cuatro d\u00edas como m\u00e1ximo” (p. 144) La elecci\u00f3n de quienes subir\u00e1n a la pared es tomada por el grupo: quienes bajan lo han decidido as\u00ed para dar mayor oportunidad a quienes se quedan.<\/p>\n

Los d\u00edas que transcurren en el diminuto campamento son de hambre: “Le digo a Daniele que cuente una vez m\u00e1s las latas de carne que quedan en la mochila que tenemos fuera de la tienda. Daniele entra y me dice el n\u00famero exacto. Despu\u00e9s, riendo, se dirige a Pino, su compa\u00f1ero de tienda: “Si hubiera dicho una menos, ¡nos la habr\u00edamos podido comer t\u00fa y yo!”.” (p. 156)<\/p>\n

Estar con hambre en la Patagonia es un riesgo. “…me doy cuenta de que no estamos luchando contra una monta\u00f1a hostil, sino contra nosotros mismos.” (p. 158) pero Ferrari recuerda las palabras que Walter Bonatti le dijera: “Si quieres escalar el Torre, has de tener mucha paciencia e intentar avanzar incluso con el mal tiempo.” (p. 132)<\/p>\n

El \u00faltimo d\u00eda de comida el tiempo se apacigua. Es una ventana de buen tiempo que deben aprovechar. “Estamos indecisos: no podemos malgastar las \u00faltimas energ\u00edas cometiendo errores. Estamos aqu\u00ed incomunicados del resto del mundo y de nuestros compa\u00f1eros: un accidente, incluso peque\u00f1o, podr\u00eda tener graves consecuencias.” (p. 160)<\/p>\n

Y la decisi\u00f3n fue bien tomada, porque llegan a la cima los cuatro:<\/p>\n

“Ahora se alza frente a m\u00ed un muro muy vertical y lo supero efectuando una progresi\u00f3n oblicua hacia la derecha. Empujadas por el viento, las nubes pasan a gran velocidad sobre mi cabeza: despu\u00e9s de este salto no deber\u00eda haber m\u00e1s.<\/p>\n

“Los \u00faltimos veinte metros que recorro antes de llegar a una gran plataforma ya no me parecen dif\u00edciles. ¡En torno a m\u00ed no hay nada, estoy en la cima! Son las cinco y cuarenta y cinco de la tarde del d\u00eda 13 de enero [1975]: ¡estoy en la cima del Torre!” (p. 163-164)<\/p>\n

Pese a contener una ascensi\u00f3n especialmente dif\u00edcil, el estilo de narraci\u00f3n es bastante parco y deja poco sabor; adem\u00e1s, no ofrece una perspectiva panor\u00e1mica de lo que est\u00e1 pasando, pues est\u00e1 escrita a la manera de un diario personal y ofrece una descripci\u00f3n pormenorizada de la ruta por la que ascienden. En un cap\u00edtulo donde se hace una breve rese\u00f1a de las expediciones al Cerro Torre (curiosamente insertado a la mitad del libro) uno puede apreciar las tentativas a la monta\u00f1a. Por desgracia se reducen a los intentos italianos. El pr\u00f3logo, escrito por Miguel \u00c1ngel Gallego, contiene una rese\u00f1a un poco m\u00e1s amplia, pero breve, aunque proporciona la fecha de la expedici\u00f3n de Walter Bonatti y Carlo Mauri en el mismo a\u00f1o de la de Maestri-Egger. <\/div>\n

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\n El Cerro Torre, esa aguja de granito que se yergue cercana al Fitz Roy de la Patagonia, fue considerado escalado cuando Cesare Maestri regresó a la base de la pared y dijo que él, junto con su compañero Toni Egger, habían llegado a la cima. Expediciones posteriores dieron cuenta de que esto no había sido cierto. Así, pues, el Cerro Torre quedaba intacto. Esta es la reseña del primer ascenso por su pared oeste, precisamente la que intentaran Walter Bonatti y Carlo Mauri en su primer intento de 1957.<\/p>\n<\/td>\n

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