{"id":11754,"date":"2001-01-03T00:00:00","date_gmt":"2001-01-03T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11754"},"modified":"2012-11-18T19:12:01","modified_gmt":"2012-11-19T01:12:01","slug":"las_paredes_del_destino","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2001\/las_paredes_del_destino\/","title":{"rendered":"Las paredes del destino"},"content":{"rendered":"
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Jeanmi Asselin. Las paredes del destino<\/i>. Ediciones Desnivel, Madrid. 1994. 166 p\u00e1ginas. ISBN: 84-87746-33-0<\/p>\n\n\n
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Existe la muerte en la monta\u00f1a, pero a\u00fan m\u00e1s existe la vida.<\/i><\/p>\n<\/td>\n<\/tr>\n<\/table>\n

“Hace doce a\u00f1os perd\u00ed a un amigo mientras escalaba la cara norte de las Courtes, en el macizo del Mont Blanc, en invierno. A menudo pienso en \u00e9l, en las ascensiones que habr\u00eda podido realizar, en las monta\u00f1as que habr\u00eda podido conocer, en la nieve que habr\u00eda podido tocar. Fue en parte ese condicionante, ese “habr\u00eda”, el motivo que me impuls\u00f3 a reunir este conjunto de textos bajo el t\u00edtulo de Las paredes del destino. Una idea muy simple sirve de hilo conductor para todas estas historias: “una pasi\u00f3n puede acarrear la muerte”.” (p. 9) “Este lapsus asesino toca a muchos alpinistas; al evocarlo en estas Paredes del destino, act\u00fao un poco como esos curanderos que sanan la enfermedad con la propia enfermedad y alejan la mala suerte jugando a domarla.” (p. 10)<\/p>\n

Con esta idea, Jeanmi Asselin narra de forma literaria accidentes en diferentes monta\u00f1as, aunque los narrados del Eiger, el Everest, el famoso accidente del Pilar de Fr\u00e8ney y la tragedia del K2 de 1986 son quiz\u00e1 los \u00fanicos que responden a su idea original. Los dem\u00e1s est\u00e1n un poco fuera de la l\u00ednea declarada y algunos son m\u00e1s una biograf\u00eda corta que “una muerte acarreada por una pasi\u00f3n”. <\/p>\n

El libro es, sin embargo, interesante y en particular llama la atenci\u00f3n el cap\u00edtulo 10, “Los prisioneros del Grand Plateau” en donde parece haber una justificaci\u00f3n del libro. Es ah\u00ed, en la torpeza de las maniobras para rescatar a dos hombres que se hab\u00edan perdido en el Mont Blanc, que se siente la indefensi\u00f3n del monta\u00f1ismo del a\u00f1o 1956. En ese entonces <\/p>\n

“…el comit\u00e9 de direcci\u00f3n de los gu\u00edas de Chamonix ha rogado “que se dirija una llamada de atenci\u00f3n ampliamente difundida a aquellos alpinistas que, por esp\u00edritu de competici\u00f3n, ignoran las condiciones de la monta\u00f1a en sus marchas de ida o vuelta, y para aquellos otros que, por vanidad, emprenden ascensiones por encima de sus posibilidades, pues tanto los unos como los otros incrementan de forma gratuita los riesgos a los que han de exponerse los socorristas, al contar de antemano con su bienintencionada intervenci\u00f3n…”” (p. 130-131) “…todo el sistema de rescate, basado en la generosidad, el altruismo, la entrega personal, la solidaridad y el sentimiento, est\u00e1 caduco.” (p. 131) <\/p>\n

El resultado: los dos alpinistas que esperaban ser rescatados perecen despu\u00e9s de ocho d\u00edas de espera y un sinn\u00famero de errores humanos. <\/p>\n

Y es Lionel Terray quien levanta la voz: “Admito que muchos gu\u00edas no hayan manifestado entusiasmo por exponer sus vidas lanz\u00e1ndose al rescate de j\u00f3venes tan temerarios, pero lo que no admito, es que se impida actuar a los voluntarios y que, tomada la decisi\u00f3n de realizar operaciones de rescate, se dirijan \u00e9stas con incoherencia…” (p. 144)<\/p>\n

Quiz\u00e1 el cap\u00edtulo m\u00e1s importante, pues aunque Bonatti lo narra en Monta\u00f1as de una vida<\/i>, este es otro punto de vista, m\u00e1s impersonal y generalizado. “Hoy en d\u00eda, el socorrismo en la monta\u00f1a es una organizaci\u00f3n casi ejemplar, y en parte es a Jean y a François, a la cordada de Brenva, a quien se la debemos.” (p. 147) <\/p>\n

Las paredes del destino<\/i> es un libro curioso pues parece recrearse m\u00e1s en la muerte que en una idea fija. La muerte de Tita Piaz, el “Diablo de los Dolomitas”, no se produce en monta\u00f1a; la de Lionel Terray y Louis Lachenal, no tienen similitudes con las otras narradas en el libro. <\/p>\n

Sin embargo, hay algo detr\u00e1s que es importante rescatar: “Existe la muerte en la monta\u00f1a, pero a\u00fan m\u00e1s existe la vida.” (p. 109) Despu\u00e9s de todo, “Acercarse es familiarizarse. No con la monta\u00f1a, sino con la propia angustia.” (p. 113) <\/p>\n

\n Erratas<\/b> <\/p>\n

P\u00e1gina 63, al final del tercer p\u00e1rrafo, el pie de p\u00e1gina 10 est\u00e1 en la p\u00e1gina anterior.\n<\/div>\n

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La mayoría de la gente tiene la idea de que el montañismo es peligroso y los montañistas nos empeñamos en asegurar que no es así pues hay una gran brecha entre el peligro y el riesgo. ¿Por qué entonces escribir un libro con accidentes de montaña que recuerdan y refuerzan la idea que se combate?<\/p>\n<\/td>\n

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