{"id":11747,"date":"2000-08-15T00:00:00","date_gmt":"2000-08-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11747"},"modified":"2012-11-18T19:18:30","modified_gmt":"2012-11-19T01:18:30","slug":"estrellas_y_borrascas-2","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2000\/estrellas_y_borrascas-2\/","title":{"rendered":"Estrellas y borrascas"},"content":{"rendered":"
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Gaston R\u00e9buffat. Estrellas y borrascas: seis paredes norte<\/i>. Editorial Juventud, Barcelona. 1955. 160 p\u00e1ginas. Sin ISBN.<\/p>\n\n\n
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“…las Calanques, junto al mar, en donde ha nacido en m\u00ed el amor al viento y a los grandes espacios, a las estrellas y las borrascas, a las flores y a los bosques, al olor y al sabor de todas esas cosas.” (p. 10)<\/i> <\/td>\n<\/tr>\n<\/table>\n

Un muchacho se prepara para hacer el descubrimiento de su vida: “A los diecisiete a\u00f1os me preparaba a afrontar la alta monta\u00f1a, que hab\u00eda entrevisto cuatro a\u00f1os antes gracias a una escapatoria. Pasaba las vacaciones en Ailefroide y desde all\u00ed segu\u00ed a distancia y, sin decirles nada, a tres alpinistas que sub\u00edan al refugio Caron. As\u00ed divis\u00e9 la Barre des Ecrins, y por primera vez en mi vida me hall\u00e9 ante una gran cumbre.” (p. 21)<\/p>\n

Gast\u00f3n R\u00e9buffat es ese muchacho, aquel que despu\u00e9s de su primer ascenso a la Barre des Ecrins como regalo de cumplea\u00f1os en donde sinti\u00f3 “ese miedo que averg\u00fcenza y paraliza” (p. 28) siguiera subiendo monta\u00f1as hasta tomar una decisi\u00f3n importante: “He so\u00f1ado con ascensiones durante a\u00f1os y a\u00f1os, mientras resid\u00eda en Marsella, y cada invierno esperaba impaciente la llegada del mes de julio. Por fin sonaba la hora de emprender la marcha hacia Ailefroide o Chamonix. Pasaba algunos d\u00edas en las cumbres; luego ten\u00eda que esperar un a\u00f1o m\u00e1s. Hasta que, por \u00faltimo, decid\u00ed vivir para siempre en la monta\u00f1a y me hice gu\u00eda.” (p. 7)<\/p>\n

Gu\u00eda profesional, procura siempre ir m\u00e1s all\u00e1 de donde los dem\u00e1s han llegado porque “…no queremos conformarnos con poner los pies en las huellas marcadas por nuestros predecesores, sino ser dignos de su herencia.” (p. 92)<\/p>\n

De esta forma, escala seis paredes norte de los Alpes, las m\u00e1s importantes: el Espol\u00f3n Walker de las Grandes Jorasses, el Piz Badile, el Petit Dru, el Cervino, la Cima Grande di Lavaredo y la Eigerwand. No son s\u00f3lo nombres de monta\u00f1as, sino todo un curr\u00edculum del alpinista de mediados del siglo veinte, cuando pocos han hecho estas ascensiones aunque muchos las desean. As\u00ed, al escalar la Walker, no le basta la escalada: “…he so\u00f1ado demasiado con esta pared, durante varios a\u00f1os, para conformarme con una sencilla ascensi\u00f3n; descubrirla es lo que deseo. En toda ascensi\u00f3n no cuenta solamente la escalada y el panorama, sino tambi\u00e9n su misterio.” (p. 36)<\/p>\n

Se trata no s\u00f3lo de una ascensi\u00f3n, sino de un descubrimiento: “En la pr\u00e1ctica del alpinismo, una importante parte del placer proviene del descubrimiento.” (p. 101). Es un ambiente de pioneros en los que entrar a escalar a una pared sin informaci\u00f3n es m\u00e1s relevante que la escalada misma: “Como en la Walker en 1945, volv\u00ed a emprender un itinerario de Cassin, sin saber nada, o casi nada, de este itinerario: en la Walker no sab\u00eda nada; en el Badile conoc\u00eda una ficha t\u00e9cnica, pero exist\u00eda el ambiente de un macizo extranjero, alejado y completamente desconocido para m\u00ed. Mejor sentirse «Cassin» al pie de las grandes paredes que he escalado, con su deseo de conquista y su voluntad, pero tambi\u00e9n, ante todo, con su amor. Todo lo dem\u00e1s se os dar\u00e1 por a\u00f1adidura: el placer de la escalada bajo todas sus formas, y la victoria.”(p. 52-53)<\/p>\n

A lo largo de las escaladas reafirma su vocaci\u00f3n de gu\u00eda y descubre con intensidad aquella parte del alpinismo que no se puede explicar: “Una cuerda une entonces a dos seres que no tienen m\u00e1s que una vida… dos hombres no pueden sentirse extra\u00f1os cuando comparten la misma suerte, buena o mala.” (p. 9) “La cordada es algo maravilloso por su esp\u00edritu de caridad. Sin embargo, estoy solo para vencer esta hendidura, estoy solo para escalarla. Mi compa\u00f1ero se encuentra veinte metros m\u00e1s abajo. ¡Qu\u00e9 ca\u00edda si resbalara! All\u00ed est\u00e1 la cuerda, hermosa y, no obstante, in\u00fatil. Pero no me ver\u00eda capaz de escalar sin ella, sin amistad; esta cuerda conforta el coraz\u00f3n.” (p. 39)<\/p>\n

Libro cl\u00e1sico que motiv\u00f3 a muchos alpinistas de la \u00e9poca porque tiene las fichas t\u00e9cnicas de las paredes de las que habla, Estrellas y borrascas<\/i> es tambi\u00e9n la forma de ver la monta\u00f1a, que se puede leer entre l\u00edneas, pero muy resaltadas: “Pero luego el hombre se adapta. Ha empezado por ser un espectador de un mundo desacostumbrado, y este mundo se convierte poco a poco en el suyo.” (p. 133) “El hombre descubre que este viento, esta nieve y este fr\u00edo no son enemigos, sino obst\u00e1culos.” (p. 134)\n<\/div>\n

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Uno de los libros clásicos del montañismo escrito por Gaston Rébuffat. Seis paredes norte de los Alpes ascendidas por una persona que, nacido cerca del mar, se convierte en guía de montaña de Chamonix. Además de ser el clásico que motivó a más montañistas durante casi 20 años, se descubre en Rébuffat una facilidad de lenguaje que lo hizo prácticamente el poeta de la montaña durante ese tiempo. Más allá del contenido literario, está la visión de un montañista que ama por encima de todas las cosas su profesión de guía.<\/p>\n<\/td>\n

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