{"id":11724,"date":"2002-04-15T00:00:00","date_gmt":"2002-04-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11724"},"modified":"2012-11-23T17:46:46","modified_gmt":"2012-11-23T23:46:46","slug":"mi_mundo_vertical","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2002\/mi_mundo_vertical\/","title":{"rendered":"Mi mundo vertical"},"content":{"rendered":"
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Jerzy Kukuczka. Mi mundo vertical<\/i>. Ediciones Desnivel, Madrid, 2001. 298 p\u00e1ginas. ISBN: 84-95760-231<\/p>\n

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No me basta con estar s\u00f3lo en las monta\u00f1as, no basta con estar en una expedici\u00f3n. Considero que si se va a las monta\u00f1as tiene que ser con alg\u00fan objetivo, y ese objetivo es subir la monta\u00f1a. (p 287-288)<\/p>\n

Las regulaciones del permiso para conquistar monta\u00f1as me han parecido siempre, y me parecen, una cosa antinatural, incluso est\u00fapida. Cuando viajo a las monta\u00f1as, sin tener en cuenta si son monta\u00f1as pakistan\u00edes o nepal\u00edes, me siento como en casa. Considero que subo a la monta\u00f1a porque me gusta hacerlo, porque quiero. Y si ya estoy en esa monta\u00f1a, entonces la siento como propia. Cualquier norma que diga: por aqu\u00ed puedes ir, y no por ah\u00ed, me da risa. Es como decir: el aire que hay en mi huerto es m\u00edo, as\u00ed que no respires. (p. 67)<\/p>\n

No eres el segundo, eres grande.<\/p>\n

Telegrama de Messner a Kukuczka, 1987<\/p><\/blockquote>\n<\/blockquote>\n

En este telegrama, Messner reconoce a Kukuczka como el segundo hombre en alcanzar la cima de las catorce monta\u00f1as de ocho mil metros. Sin embargo, diez a\u00f1os antes, el Nanga Parbat hab\u00eda rechazado a Kukuczka y con ello, segu\u00eda siendo un monta\u00f1ista con un historial deportivo de monta\u00f1as altas reducido y no poco exento de escollos.<\/p>\n

“S\u00f3lo es preciso decir algo sobre alguien en alg\u00fan sitio y en determinado momento, sobre todo al o\u00eddo, y el tufo persigue a la persona obstinadamente.” (p. 14) “…yo, al fin y al cabo, al que en mi pa\u00eds me persegu\u00eda el tufillo, que siempre volaba tras de m\u00ed, de que no era capaz de enfrentarme a las monta\u00f1as altas…” (p. 22) Pero hab\u00eda “algo dentro de m\u00ed que me impulsaba a apostar fuerte. Para m\u00ed s\u00f3lo contaban las m\u00e1s<\/i>. \u00danicamente esto me atra\u00eda de veras.” (p. 22)<\/p>\n

Pero para \u00e9l, se hab\u00eda abierto una puerta y su mentalidad hab\u00eda cambiado: “Me consuela solamente el descubrimiento de que los Himalayas son tambi\u00e9n para las personas. Que alg\u00fan d\u00eda volver\u00e9 a las monta\u00f1as m\u00e1s altas. Deb\u00eda regresar. Y regres\u00e9. Y despu\u00e9s escrib\u00ed este libro.” (p. 7)<\/p>\n

As\u00ed empieza a esforzarse una y otra vez por ir a una monta\u00f1a del Himalaya, ganando el imprescindible dinero pintando chimeneas de las f\u00e1bricas o haciendo muchas otras labores de organizaci\u00f3n. Su primer ocho mil, el Lhotse, es muy significativo pues a pesar de haberlo ascendido por la ruta normal y sin ox\u00edgeno, descubre algo que le apasionar\u00eda en adelante:<\/p>\n

“No he contado todo lo que en esos momentos estaba viviendo. No he dicho que hac\u00eda buen tiempo y que, de pronto, me daba pena separarme de la monta\u00f1a que tanto esfuerzo me hab\u00eda costado. Me sent\u00eda bien all\u00ed. Me met\u00ed al saco de dormir, estuvimos hablando. S\u00f3lo entonces me di cuenta de que el esfuerzo hab\u00eda terminado con \u00e9xito. Que lo hab\u00eda logrado.” (p. 25)<\/p>\n

Para 1983, Messner, con nueve ochomiles en su haber, declara que ascender\u00e1 los catorce y Kukuczka toma la idea pero algo modificada:<\/p>\n

“Era consciente de que, tras el Cho Oyu me hab\u00edan empezado a tratar como el que segu\u00eda a Reinhold Messner, y ten\u00eda posibilidades. Cuando me hablaban de ello all\u00ed, hac\u00eda gestos de desagrado, en realidad poco pod\u00eda seguirle, pues para que yo pudiera ganar esta carrera tendr\u00edan que encerrar a Reinhold en su castillo alpino, y a m\u00ed permitirme hacer lo que quisiera en los Himalayas. Pero eso no quer\u00eda decir que me rindiera. No, para nada. Y es que el «fumarse» durante un solo invierno dos ochomiles no lo hab\u00eda logrado nadie en la historia del alpinismo mundial. Era una proeza, de eso me daba cuenta. Esta «carrera» con Messner hab\u00eda surgido por s\u00ed sola. Me hab\u00eda entregado a ella sin estar convencido de sus reglas. No porque hubiera «despegado» con tanto retraso en relaci\u00f3n a mi rival. La persecuci\u00f3n misma por las altas monta\u00f1as, por las v\u00edas normales, s\u00f3lo para que entraran en la «cuenta» no me interesaba. Sin embargo me fascinaba la idea de catorce nuevas v\u00edas en los catorce ochomiles. Lo llevaba a cabo con pasi\u00f3n. Una nueva ruta o hacerla en invierno, un lugar donde nadie hubiera estado nunca. Era un precio que merec\u00eda la pena pagar. Un verdadero juego. Y la carrera con Messner me ayudaba a realizar este plan.” (p. 140)<\/p>\n

Y m\u00e1s que una competencia, Kukuczka declara abiertamente los problemas que pasaba frecuentemente para poder ir a una expedici\u00f3n, siendo ciudadano de un pa\u00eds con muchas restricciones:<\/p>\n

“La depresi\u00f3n comenz\u00f3 a adue\u00f1arse de todo. Pasado cierto tiempo sentimos que se vislumbraban ciertas posibilidades, y a\u00fan as\u00ed los deportistas segu\u00edan march\u00e1ndose. Nosotros tambi\u00e9n est\u00e1bamos arrestados en la Asociaci\u00f3n para la Difusi\u00f3n de la Cultura F\u00edsica y del Deporte…” (p. 61-62)<\/p>\n

“Surgi\u00f3 una nueva dificultad ante nosotros realmente dif\u00edcil de salvar. Las compras… El llevarlas a cabo, en el a\u00f1o 1981, en las tiendas, arrasadas de cualquier mercanc\u00eda, resultaba absurdo. Hab\u00eda graves problemas con todo. Incluso la mermelada.” (p. 44) Y cuando logra conseguir lo que necesita, la gente lo rodea. “So\u00f1aba con llegar de forma furtiva al fiat 126, arrojar estos tesoros al interior y marcharme. Pero parec\u00eda del todo imposible. Se junt\u00f3 un buen gent\u00edo; la gente empujaba, las preguntas y las propuestas de compra se hicieron cada vez m\u00e1s impacientes, poco amistosas.” (p. 45)<\/p>\n

Sin embargo, las expediciones se marchan de una manera o de otra, siempre regateando con la gente por diez rupias o haciendo lo imposible por conseguir mil d\u00f3lares, sin los cuales no podr\u00edan salir.<\/p>\n

Hay algo notorio en cada uno de los relatos de Kukuczka y es el sentirse en una situaci\u00f3n de la cual no se puede salir: “S\u00f3lo quer\u00eda que comprendiera que hab\u00edamos ido demasiado lejos, que ya no se pod\u00eda decir: «Yo ya no juego, me voy a casa». Se trataba de la lucha por la vida.” (p. 224)<\/p>\n

En cada una de sus ascensiones se trata justamente de una escalada de gran dificultad o en invierno, cuando las condiciones son m\u00e1s dif\u00edciles y el cuerpo se desgasta m\u00e1s r\u00e1pidamente, pero “Siempre me cuesta mucho hacerme a la idea de la renuncia. Cuando todo iba cada vez mas lento, m\u00e1s lento, cuando Wojtek dec\u00eda de repente: «Fin. No podemos. Bajamos.», ya no hab\u00eda m\u00e1s que discutir. A m\u00ed me resultaba m\u00e1s dif\u00edcil, ten\u00eda que agotar todos los argumentos ante m\u00ed mismo y as\u00ed poder decir: «Por supuesto. No hay ninguna posibilidad. Fin. Volvemos.»” (p. 52)<\/p>\n

En el Nanga Parbat, la monta\u00f1a que lo hab\u00eda rechazado ya cerca de la cumbre, “Por vez primera conozco a algunos mejicanos: Carlos Carsolio y Elza Avile. ¿Qu\u00e9 valor pod\u00eda tener gente tan joven, nacidos en el pa\u00eds de los cactus? Bueno, ya lo ver\u00edamos.” (p. 145) De ah\u00ed surgir\u00eda precisamente la carrera himalayista de Carlos Carsolio, a quien posteriormente Kukuczka menciona:<\/p>\n

“S\u00f3lo Carlos se negaba:<\/p>\n

“?No comer\u00e9, no ten\u00e9is que incluirme en los c\u00e1lculos de las provisiones, pero voy con vosotros. Tengo que ir, es mi \u00fanica oportunidad de ser el primer mejicano en subir a un ocho mil.<\/p>\n

“Carlos era terriblemente ambicioso. Y junto a nosotros se convirti\u00f3 en un gran himalayista. ¿Y qu\u00e9 se pod\u00eda hacer con un cabezota as\u00ed?” (p. 155)<\/p>\n

Su trayectoria en el Himalaya es rapid\u00edsima, dentro de expediciones muy ligeras y econ\u00f3micas que le permiten moverse con facilidad y lograr sus objetivos, pero al mismo tiempo adquiere una filosof\u00eda que le ser\u00e1 muy \u00fatil y que no compaginar\u00e1 con muchos de los monta\u00f1istas que van al Himalaya:<\/p>\n

“Ellos [sus compa\u00f1eros de expedici\u00f3n al mando de Herrligkoffer al K2] ten\u00edan otra mentalidad. Les val\u00eda con subir la monta\u00f1a, ya lo consideraban un gran motivo de gloria, con eso era suficiente. Y luego, a casa rapidito. Intent\u00e9 comprenderles pero nuestros caracteres no ten\u00edan nada que ver. Se mov\u00edan en distintas direcciones. Ã?l era gu\u00eda alpino, ten\u00eda sus propios clientes, le bastaba con coronar el K-2. Para sus clientes esto significaba tanto que ninguno se atrever\u00eda ya a poner en duda el camino por el que les condujera. Y lo que es m\u00e1s, a muchos les bastaba con que tuviera escrito en el letrero que hab\u00edan participado en una expedici\u00f3n al K-2, que hab\u00eda[n] estado con nosotros. En l\u00edneas generales pod\u00eda permitirse sufrir un poco, aunque no demasiado. Pod\u00eda tener alguna aventura para poder luego contarlo con el paso de los a\u00f1os. Pero sobre todo nada de arriesgar demasiado. Una aventura s\u00ed, pero nada de riesgo…” (p. 194)<\/p>\n

Su actividad deportiva le lleva tambi\u00e9n a ser cr\u00edtico con los medios de difusi\u00f3n:<\/p>\n

“En situaciones as\u00ed no hay nada que hacer, cada periodista hace lo que quiere. Unos logran excusar esta avidez de sangre, otros no. considero que desde este punto de vista los periodistas polacos tienen mucho que aprender.” (p. 186)<\/p>\n

Rutas nuevas, ascensos invernales, pero Kukuczka sigue en pos de la carrera de los ochomiles hasta que recibe por radio la noticia:<\/p>\n

“?Ayer, el famoso alpinista Reinhold Messner lleg\u00f3 a la cima del Lhotse. Es el primer ser humano que ha subido a las catorce monta\u00f1as m\u00e1s altas del mundo…<\/p>\n

“El en el comedor se hizo el silencio, en medio del cual ya nadie prestaba atenci\u00f3n a las siguientes noticias que llegaban de la radio. Como si mis amigos quisieran mostrar su respeto por lo que yo deb\u00eda estar pasando en estos momentos…<\/p>\n

“Not\u00e9 todas las miradas clavadas en m\u00ed… Ten\u00eda que contestar algo. Y dije:<\/p>\n

“?Ma\u00f1ana salimos para arriba…<\/p>\n

“Ese momento se me qued\u00f3 grabado. Ya sab\u00eda que Reinhold estaba en el Makalu, que ten\u00eda permiso para el Lhotse. Sab\u00eda que no iba a tener problemas de traslado, porque en situaciones as\u00ed utiliza el helic\u00f3ptero. Y sab\u00eda que no ten\u00eda ning\u00fan obst\u00e1culo para terminar su «colecci\u00f3n». Sub\u00eda a los sucesivos ochomiles por la v\u00eda normal, era un alpinista excelente. Tendr\u00eda que haber tenido muy mala suerte para no alcanzar su objetivo. Un objetivo que ten\u00eda un enorme valor, y no s\u00f3lo deportivo.<\/p>\n

“Esperaba la noticia, pero ahora que la hab\u00eda recibido, pese a todo, me puse triste. Y es que \u00e9l era el primero.” (p. 218-219)<\/p>\n

Lo que le pesar\u00eda estar en segundo sitio lo manifiesta en una conferencia de prensa:<\/p>\n

“Durante uno de los encuentros con la prensa, en Italia, alguien pregunt\u00f3 c\u00f3mo valoraba mi haza\u00f1a como el segundo tras Messner. Contest\u00e9 con la pregunta: «¿Hay alguien en la sala que recuerde qui\u00e9n lleg\u00f3 en segundo lugar al Everest?» Nadie lo recordaba.” (p. 288)<\/p>\n

Finalmente, llega a la cima del Shisha Pangma y es ah\u00ed donde por primera vez se manifiesta sorprendido:<\/p>\n

“Nunca, ni siquiera en mis sue\u00f1os m\u00e1s atrevidos, hubiera podido imaginarme que el ep\u00edlogo iba a desarrollarse en un escenario tan maravilloso. Estaba de pie, en la cima de mi \u00faltimo ocho mil. El \u00faltimo abalorio de mi rosario himalayo. Lo hab\u00eda conseguido.” (p. 275)<\/p>\n

“Y no era capaz d dar rienda suelta a la felicidad proporcional a esta experiencia. En teor\u00eda, \u00e9sta deber\u00eda ser catorce veces mayor que la conquista de las consecutivas cumbres. Estaba un poco aturdido por todo esto. El hombre no est\u00e1 preparado para alegrarse en todas las situaciones. S\u00f3lo una vez, durante el descenso del Nanga Parbat se me ocurri\u00f3 llegar a la cumbre [sic] dando un salto y con los brazos levantados en se\u00f1al de triunfo. Fue algo que lament\u00e9: me cost\u00f3 mucho esfuerzo y despu\u00e9s me dije a m\u00ed mismo que no lo repetir\u00eda nunca.<\/p>\n

“¿Y por qu\u00e9 no era capaz, incluso en un momento como \u00e9ste, de alegrarme espont\u00e1neamente, de veras? En lugar de eso descend\u00eda con pensamientos espantosamente sensatos: que pese a todo hab\u00eda logrado subir. Que estaba muy bien…<\/p>\n

“El hecho de que esta cima fuera la n\u00famero catorce en este momento no ten\u00eda importancia. Podr\u00eda ser igualmente la tercera o la s\u00e9ptima…” (p. 276)<\/p>\n

“Mientras bajaba, todas estas incre\u00edbles y justas razones de alegr\u00eda me daban vueltas en la cabeza como un macuto mal empaquetado. A cada momento se alternaba la sarta de nombres de las cimas del Himalaya, cada uno de los catorce: me ayudaban a caminar, otorgaban ritmo a mis pasos. Como cuando se est\u00e1 llegando all\u00ed, a lo m\u00e1s alto, con lo que queda de fuerzas, y hay que contar. Catorce… veces ocho… ¿De veras se hab\u00eda terminado algo? No. el mundo vertical no termina nunca. Dura. Espera. Un d\u00eda volver\u00e9… Un momento… eso ya lo pens\u00e9 una vez. ¿Cu\u00e1ndo? ¡Ah, claro! Cuando por primera vez perd\u00ed ante el Nanga. Eso hab\u00eda sido hac\u00eda mucho, mucho tiempo… Catorce altas monta\u00f1as atr\u00e1s. ¿Y en qu\u00e9 m\u00e1s pens\u00e9 entonces, tras el primer fracaso? Ah, s\u00ed… Que los Himalayas tambi\u00e9n son para los seres humanos.<\/p>\n

“Y ten\u00eda raz\u00f3n.” (p. 277-278) <\/p>\n

\n Lee un cap\u00edtulo gratis (PDF)<\/a><\/b><\/p>\n

\n Erratas<\/b><\/p>\n

P\u00e1gina 145, antepen\u00faltima l\u00ednea, dice: “…conozco a algunos mejicanos: Carlos Carsolio y Elza Avile.” Se trata de Elsa \u00c1vila. Lo mismo pasa en la p\u00e1gina 262, cuando se le llama (s\u00e9ptimo p\u00e1rrafo) “Elsa Avilla”. <\/p>\n

P\u00e1gina 169, sexto p\u00e1rrafo, dice: “hubiera ca\u00eddo en la en la rimaya…”<\/p>\n<\/div>\n

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\n Fue el segundo hombre en ascender las catorce montañas de ocho mil metros y en un tiempo realmente breve. Su forma de abordar la montaña fue siempre la clave del éxito desde convertirse en una persona señalada por incompetente hasta ser uno de los mejores himalayistas del mundo. Con una gran claridad, Jerzy Kukuczka narra sus vivencias en las montañas más altas de la Tierra y postula, sin quererlo, una filosofía muy particular.<\/p>\n<\/td>\n

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