{"id":11465,"date":"1999-12-15T00:00:00","date_gmt":"1999-12-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11465"},"modified":"2003-04-11T00:00:00","modified_gmt":"2003-04-11T00:00:00","slug":"diez_noches_sin_estrellas","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/1999\/diez_noches_sin_estrellas\/","title":{"rendered":"DIEZ NOCHES SIN ESTRELLAS"},"content":{"rendered":"
En el número pasado enviamos la notificación de siete espeleólogos que se habían introducido a la Sima de Vitarelles y habían quedado atrapados durante diez días. Se pudo haber emitido y quedar así, sin un reporte posterior, pero así quedaría como cualquier noticia de los medios masivos de difusión a los que los montañistas y los espeleólogos tenemos cierta aversión, como lo reporta Yannick Casal. Sin embargo, no tiene nada de productivo ni aprendemos nada el sólo saber que sucedió un acontecimiento de este tipo. Es preciso analizarlo a través del análisis de todos sus componentes. El siguiente es un extracto de los correos posteados en el foro Iztaxochitla, a través del cual se ha formado una ilación de lo que ha sucedido. Se ha preferido hacer una mezcla de los correos para dar un panorama general y así se encuentran sucesos contradictorios. Todo es posible una vez que ha pasado el peligro. Esta no es una versión terminada, pues faltan datos del grupo de rescate y las peripecias que realizaron. Sin embargo, aquí se nos muestra en breve lo que los espeleólogos vivieron en esa caverna. <\/i>
Jueves 11 de noviembre<\/b>
A las 14:00 horas, los siete espeleólogos se introducen en la Sima de Vitarelles para hacer una exploración más allá de los límites conocidos de la caverna. El grupo está formado por Yvon Casal (de 54 años), Philippe Vergé, Yannick Casal, Sébastien Delmas, Christian Durarte, Nicolas Wioland y Laurent Delrieu. Su estancia en Vitarelles sería de 48 horas, esparcidos en tres días.
“Los boletines meteorológicos señalan unánimemente un cielo cargado con lluvias débiles a moderadas para el viernes y después ninguna precipitación el día siguiente. Sabemos que el nivel del río era de 50 cm el sábado anterior y que ha debido continuar bajando debido a la falta de lluvia. Es un nivel de estiaje común en esta época del año.”
A las 16:00 comprueban que el nivel del agua está a los 43 cm.
“La lluvia anunciada, aun si contribuye a doblar la altura del agua, no nos molestará a priori para el regreso el sábado en la mañana.” Entre las 20:30 y las 21:00 llegan a una bóveda donde instalan su campamento gracias a los botes inflables. Están a cuatro kilómetros de la entrada.”
Viernes 12 de noviembre<\/b>
“Como a las 9:00, comenzamos nuestra progresión río arriba. Después de varias navegaciones, escaladas y travesías, llegamos al caos terminal del Loze. Volvimos sobre nuestros pasos a las 17:00 como estaba acordado, y como a las 20:00 llegamos al vivac. Las referencias que habíamos dispuesto la víspera para vigilar el nivel de las aguas no estaban sumergidos, por lo que nos acostamos confiantes, como a las 23:00 después de una buena comida.” En esa exploración se pincharon tres de los botes inflables que llevaban y el agua de la caverna seguía “muy clara”.
“Más tarde sabremos que en la superficie, lloviznó y después llovió este viernes después del amanecer. La lluvia se mantuvo constante como a las 18:00 y se intensificó durante la noche cerca de las 23:00. En realidad, ese día una depresión muy húmeda que venía del SE regó copiosamente el Languedoc-Roussillon (¡500 mm de agua registrados en el Aude!) y alcanzó algo de la franja NE de Midi-Pyrénées (Pirineos del Sur). Varias estadísticas sobre la cuenca vertiente de Vitarelles señalan alturas comprendidas entre 60 y 65 mm de agua en 12 horas de precipitación, lo que corresponde a lluvias muy fuertes, digamos excepcionales, para el sector. No se había registrado tal altura de agua en la cuenca río arriba desde hacía 30 años en esta época del año, siendo que las mayores precipitaciones eran generalmente primaverales o de origen tormentoso en el verano. Al salir, supimos que se había lanzado un boletín de alerta ese viernes, desafortunadamente demasiado tarde para nosotros.”
“Pero cortados del mundo exterior, no sabíamos que durante este tiempo, los residuos de la tempestad mortal que acababa de tocar el Languedoc Roussillon, se abatían también sobre la cuenca de alimentación del Ouysse.”
Sábado 13 de noviembre<\/b>
“Durmiendo a solamente 50 cm del nivel del río, me despierta una desagradable sensación de humendad en el saco de dormir. El agua subió sin ruido aparente. Aviso a los compañeros y en una hora podemos prepararnos y acondicionar el material para salvar un poco arriesgadamente el río crecido por las aguas lodosas y llegar a una terraza en la otra orilla del río, 6 m más arriba del nivel inicial. Dormir tan cerca del río puede parecer irresponsable a algunos, pero eso nos permitió reaccionar y organizarnos para enfrentar la crecida.”
“Yvon ayuda a Philippe a subir todas sus cosas. Todo el mundo se viste y arregla su material, los botes no están desinflados. El par de botas de Philippe es la única pérdida que lamentar, afortunadamente tiene sus sandalias.”
“De ahora en adelante, hay que actuar muy rápidamente. Nos vestimos y acondicionamos nuestro material en los sacos y botellas vacías. La corriente ya está muy fuerte, es demasiado tarde para intentar salir a la sala del cono, 1 Km río abajo, e imposible de remontar hacia el caos de la Clave de Bóveda, 200 m río arriba.”
Hacia las 12:00, el agua había subido aproximadamente 10 metros. sólo seis de ellos tienen lugar en las embarcaciones inflables y uno (Laurent) se la pasa en el agua mientras Yannick y Philippe le improvisan una balsa con el suelo de uno de los botes pinchados y un par de chalecos salvavidas, reforzados con botes de agua vacíos. Después, el mismo Laurent, ayudado de Phillipe se instala en lo alto de una pared, un poco incómodo pero al menos está fuera del agua. Los espeleólogos hacen maniobras para no separarse y algunas exploraciones en busca de un mejor lugar para permanecver largo tiempo, porque ambas salidas (río abajo y río arriba) son impensables.
Con la crecida del río, los espeleólogos se han visto obligados a meterse a una campana, donde “nos cuesta trabajo mantener nuestras posiciones. Nos anquilosamos. Sin embargo, necesitamos movernos con mil precauciones. Un naufragio podría ser rápidamente fatal.” “Las 12 horas pasadas en la campana son verdaderamente los peores momentos. Yvon se desliza hacia la parte posterior del “Aérazur”. Tiene las nalgas y los pies en el agua. Nicolas y Sébastien están en una posición que se vuelve incómoda con el tiempo, pero tienen que aguantarse. Yannick y Philippe hacen una balsa más sólida que la anterior, que servirá para aliviar los pies de Yvon. Todo el material deriva en la campana con la corriente, afortunadamente todo está asegurado.”
“21:00. El nivel del agua se estabiliza. La altura estimada del agua es de 12 m y quedan 1.5 m hasta el techo. En este momento, un compañero anota 40 m del pozo de entrada al precipicio de Vitarelles. El desnivel del río es poco (+20 m desde el embarcadero) y deja suponer un enorme volumen de agua en toda la cavidad. No es sorprendente sentir una gran presión en la campana de aire Â?del orden de una columna de agua equivalente a unos 10 mÂ?. Tenemos que deglutir o equilibrar nuestros tímpanos en muchas ocasiones. En ese momento, disponemos aproximadamente de un volumen de aire de 20 metros cúbicos. Estamos preocupados con relación a un aumento del CO2. Hace tiempo que se detuvieron nuestros acetilenos [lámparas de carburo]. Del hecho del poco declive del río y de los numerosos sifones (tres conocidos río arriba, mas todos aquellos, probables, entre las principales ruinas de Thémines y Théminettes) que han debido hacer un tapón, la onda de la crecida se amortiguó mucho y la subida del agua fue relativamente lenta; 10 m en 10 horas, después 2 m en 9 horas cuando se formó la campana. El principio del descenso es una fuente de satisfacción inestimable. En los minutos siguientes mi altímetro brinca, la depresión se acentúa.”
“Temo un accidente de descompresión cuando se equilibren las dos partes de la sala. En efecto, poco después, grandes burbujas de aire hacen hervir la superficie. Asistimos, un poco preocupados, que se desactive este sifón próximo. El agua se calma al fin de dos minutos y continúa bajando. El ruido del aire expulsado después de que se formó la campana de aire se esfuma y después se detiene completamente. Estamos aliviados.
“Repentinamente, ¡nos llega un silbido que llena toda la cavidad! Paramos la respiración, nos sujetamos de la cuerda de seguridad, viendo la superficie con ansiedad. Comienza una especie de vaciado en un estrépito ensordecedor. El caudal aumenta considerablemente produciendo un fuerte chapoteo. Conseguimos guardar los botes. Las ondas de choque se propagan en el cañón a intervalos regulares. Percibimos violentas corrientes de aire. Al cabo de 10 minutos, la situación mejora.”
“De repente, el aire entra violentamente bajo la campana en descompresión, los burbujeos y las proyecciones de agua hacen un ruido impresionante. En pocos minutos, el nivel baja 50 cm, la corriente es cada vez más violenta. Tememos ser llevados violentamente bajo la bóveda. El fenómeno se reproduce en toda la cavidad. Las ondas de choque se propagan, como golpes de ariete durante los equilibrios de nivel de las diferentes porciones de las galerías.”
“Cuando el nivel parece suficientemente bajo, cuatro de nosotros se arriesgan a descender. Laurent, Yvon y yo [Yannick Casal] nos quedamos sujetos en la vuelta. Alrededor de una hora más tarde, alcanzamos a nuestra vez la banqueta. El nivel del agua parece decidido a bajar. Pero todavía está muy alto para intentar lo que sea, o para esperar una acción de rescate que nos imaginamos evidentemente en plena efervescencia. Su progresión en la cavidad presenta peligros reales. La situación es clara, habrá que esperar la noche, el frío, durante al menos tres o cuatro días, si no llueve más. Decidimos entonces colocarnos en situación de supervivencia para administrar de la mejor manera las condiciones de espera. Antes que nada, economizar la luz, los botes neumáticos nos van a servir de colchón, los cobertores de emergencia de aislante térmico. Tres de nosotros se desvisten y colocan sus ropas calientes antes de deslizarse en sus sacos de dormir. Después de un inventario de nuestras provisiones, decidimos alimentarnos una vez cada doce horas y consumir los siete la ración de una persona. Conservamos las referencias de tiempo gracias a nuestros relojes. En lo que se refiere al agua, colectamos de un cuentagotas y la purificamos con ayuda de comprimidos. Bebemos regularmente para no deshidratarnos. Algunos de nosotros se quedan por el momento de guardia para estar operacionales en caso de subida súbita del agua.”<\/div>\n

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De domingo a jueves<\/b>
“A veces conversamos para romper el «silencio», lo que permite evadirse del ruido del río y de las ideas que uno se hace cuando no se duerme. Los asuntos giran alrededor de los restaurantes de Lot, de nuestros pasatiempos, de nuestros viajes y de nuestras profesiones.”
“Nos fijamos un nivel máximo de agua para internarnos en el río. Pero la decrecida es verdaderamente demasiado lenta y el caudal muy fuerte, conjugado a una temperatura fría y nuestras fuerzas disminuidas nos hacen reflexionar sobre tal empresa. No debemos tomar riesgos suplementarios. Consideramos que si los socorristas llegan a la sala del cono, pueden remontar hasta nosotros por el río. También pensamos que si se tardan en llegar, es porque no quieren tomar ningún riesgo de su lado con un nivel tan alto de agua.”
“Sin cesar acechamos el menor ruido insólito que no sean las voces que oímos en el río y que no son de hecho más que fruto de nuestras imaginaciones… o delirios. Reparamos un bote por si acaso… Ya no oímos golpes de ariete. Todo el río debe estar purgado y el agua debe correr ahora libremente. Nuestra linterna ya no ilumina gran cosa y tenemos que bajar al río por una fuerte pendiente, resbalosa pero armada, para evaluar el nivel. ¡Todavía demasiado alto!”
“Las «comidas», más psicológicas que nutritivas, son el pretexto de conversaciones diversas en que nos descubrimos un poco más los unos a los otros a través de nuestras actividades, nuestras pasiones, nuestros proyectos.”
“El jueves 18 cerca del mediodía, el nivel parece aumentar nuevamente, es la segunda crecida, nos quedamos en alerta durante 12 horas, pero constatamos que el agua sólo subirá 2 a 3 m, sin amenazar nuestro campamento. Hasta el momento, la moral ha estado alta. A pesar de un gran temor durante la primera crecida, nadie entró en pánico y el grupo ha permanecido unido. Alternamos las fases de sueño con las conversaciones sobre nuestros pasatiempos, nuestras profesiones, nuestros proyectos, las buenas comidas que vamos a tener, y llegamos inclusive a bromear… Consagramos un poco de tiempo a la revisión de nuestro material, a la reparación de los botes. Las comidas son un momento de reconforto. Prendemos nuestras lámparas, compartimos un alimento más psicológico que nutritivo, estudiamos constantemente más una vez la situación en que nos encontramos…”
Viernes 19 de noviembre<\/b>
“Intentamos espaciar más las comidas (una lata de sardinas o bien un bizcocho y una rebanada de salchichón o un pedazo de torta ¡con un gajo de mandarina!) y racionarnos un poco más. Colectamos agua gota a gota bajo una estalactita y la purificamos con tabletas de hidroclonazona. Las condiciones de supervivencia se vuelven más duras. Calentarse en nuestros sacos de dormir es una preocupación permanente. Tenemos que perder las menor cantidad de calorías posibles. Bebemos, pero de manera insuficiente; la deshidratación se instala. Todo de forma tan insidiosa que la hipotermia nos acecha. Ni pensar en descender y seguir río abajo con un nivel tan alto. Estimo el caudal en 3 m3\/s, o sea diez veces el que teníamos al subir. No nos queda más que soportar, soportar el mayor tiempo posible.”
Domingo 21 de noviembre<\/b>
“Este domingo, la comida se compone de una lata de caballas para 7 y un cuarto de mandarina por persona. Lo ordinario se mejora ligeramente con una sopa de castañas cuyo estado incita a la más grande desconfianza (tiene moho en la superficie).”
“8:30. Un grito, un grito lanzado por un socorrista nos hace brincar a los siete. Respondemos en coro varias veces seguidas de modo que resonara en todo el cañón. Es un momento de alegría intensa y de efervescencia que vivimos y que permanecerá ciertamente grabado para siempre en nosotros.”
“Escuchamos un “¡Eeeeooo…!” No se trata de una alucinación colectiva, respondemos todos con el corazón, a la una, a las dos, a las tres “¡EEEEOOOO…!” El eco nos responde con un “¡Eo”! Un equipo de salvamento viene a nuestro encuentro, es seguro. Por cierto, escuchamos los ruidos de los perforadores. Muchos “Eo” se siguen, ya no hay dudas: pronto, ¡el sol! Nos imaginamos que vienen de río abajo… pero… las luces provienen de río arriba, pero ¿por dónde pasaron?”
“Domingo 21 de noviembre, a las 8:30, después de haber bajado por la perforación de 28 m y una sucesión de galerías y pozos naturales de 60 m, uno de los socorristas llega a la sala de la clave de bóveda a 200 m río arriba de nuestro campamento. El grita a su colega. Su voz resuena. Nuestras respiraciones se cortan, nuestros corazones paran de latir. Su colega le responde. Ya no hay duda, son ellos. “A las tres, gritamos. A la una, a las dos, a las tres…” Todos juntos: “¡Eeeeeeeeeeooooo!”. Ellos responden. Nosotros respondemos, ellos responden. Es la euforia.”
“Como a las 11:00 Sébastien va a desamarrar un pedazo de la cuerda que está puesta en lazada y que desciende hacia el río. Allí, en calzoncillos, encuentra a un rescatista que viene a nuestro encuentro. Los primeros encuentros con otras personas son verdaderamente extraordinarios, les preguntamos de dónde vienen, si todo el mundo está bien allá arriba…”
“12:00. Después de haber armado galerías superiores, pozos de acceso al río y repisas, los primeros socorristas se nos unen en el vivac. Para nuestra gran sorpresa, llegan desde río arriba. ¡Durante más de tres horas, hemos gritado río abajo! Lo primero que imaginamos fue una entrada natural, desconocida hasta entonces o revelada por las circunstancias por algún anciano. Nada de eso. Varias perforaciones fueron efectuadas arriba de la sala del cono, de la galería Zobépine y no lejos de la sala de la clave de bóveda, donde los socorristas pensaban encontrarnos. Jamás oímos estas perforaciones, no más que la sirena que fue utilizada en cierto momento, lo que sorprende a los socorristas. La única explicación que tengo es que el conjunto del confinamiento de la sala donde estábamos Â?entre dos meandrosÂ?, el ruido del agua y las diferentes galerías fósiles superiores, puede amortecer las ondas de baja frecuencia de las perforaciones. No haber oído ruido exterior nos dejó en la duda durante varios días, pero también pensamos que los socorristas esperaban condiciones más favorables para intervenir. Necesitamos poco tiempo en el vivac para ponernos como nuevos. Estábamos todos con ligera hipotermia (los sacos de dormir y los cobertores de emergencia sin duda limitaron los daños) y ¡reencontramos rápidamente el apetito! Ahora, nos protegen del frío con una tienda confeccionada con cobertores de emergencia, ¡tal vez una veintena! Después, es la comida, frasco de reconstituyente, bizcocho del miel que Philippe había reservado, sopa, Mars (barra de chocolate), Balisto, Isostar, tallarines chinos…”
“Algunas horas antes, durante la segunda crecida y a pesar de ella, algunos socorristas arriesgaron su vida para encontrarnos.”
Lunes 22 de noviembre<\/b>
“Diez horas más tarde, realimentados, recalentados y auscultados, recorremos con ayuda de los socorristas la centena de metros que todavía nos separan de la superficie, el último de nosotros, menos gordo después de este ayuno forzoso, saldrá a las 2:30 del lunes 22 de noviembre.”
“El hecho de haber sido siete, relativamente bien equipados y con víveres suplementarios facilitó la administración de esta larga espera. Salimos muchos más agrupados que al inicio de la expedición.”
“Durante el ascenso vemos que estamos verdaderamente muy débiles, la marcha es más difícil debido a que la arcilla está muy resbalosa. Los balancines son verdaderamente bienvenidos. Pensábamos ser lo suficientemente fuertes como para subir por nuestros propios medios pero eso hubiera sido muy duro. El primer balancín permite alcanzar el techo y subir un pozo que da en medio del techo de una campana similar a aquélla en que nos encontrábamos (es más clara que las paredes). Encontramos a Alex (Alexandre Andrieu) que forma parte del socorro. Bendito Alex, no vino con nosotros porque tenía un curso, pero el salvamento le hizo perder una semana de su curso.”
“La salida continúa, pasamos por un pasaje dinamitado en una tolva, después llegamos a una sala donde la perforación se encuentra 10 metros más alto. La sala está cubierta de arcilla, ella misma cubierta por el polvo de las perforaciones. Allí, es necesario levantar el máximo de material para no atorarse en el agujero de 42 a 44 cm. El ascenso se realiza sin problemas, con un brazo a lo largo del cuerpo y el otro agarrado a la cuerda, la arcilla ayuda verdaderamente al deslizamiento. Antes de salir, se nos coloca de manera tal que lo hagamos de cara a los “espectadores” y los periodistas. Así se terminan estos 10 días bajo tierra.”
“Tomamos conciencia después, del extraordinario movimiento de solidaridad que suscitó nuestra desventura, de la determinación, la tenacidad, el empeño que demostraron todas las personas que trabajaron por esta excepcional operación.
“Jamás agradeceremos lo suficiente a todos aquéllos y aquéllas que, en pensamiento o en obra, estuvieron con nosotros durante diez días. Es una de las situaciones que revelan el lado más bello del Hombre, cómo la vida puede ser bella…” <\/p>\n
EXPLICACIONES <\/b><\/div>\n

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Philippe Vergé<\/i><\/div>\n

Nuestro salvamento movilizó enormes medios humanos y materiales. Los siete somos conscientes y siempre estaremos en deuda por ello. A la salida, nos damos cuenta también de la publicidad a esta operación de salvamento. Evidentemente eso nos da miedo. Decidimos ofrecer una conferencia de prensa en respuesta, después de la cual esperamos recuperar rápidamente el anonimato, como todas esas personas, en la superficie o bajo la tierra, y cualquiera que haya sido su inversión, que contribuyeron tanto al final feliz. No tenemos ganas de hacer el juego a medios ni del sistema.
Fuera del costo de la operación, sobre el cual nosotros no somos los mejor colocados para dar una opinión, quedan muchas cuestiones. La principal es: ¿teníamos que bajar? Los diversos boletines meteorológicos no permitían augurar semejante crecida de las aguas. Ciertas personas, los medios principalmente, han querido polemizar a partir de las previsiones meteorológicas, retomando una pequeña frase del boletín de la estación de Gourdon que estipulaba: “una cantidad de agua no despreciable” para el viernes 12. Las fórmulas no explícitas y voluntariamente empleadas por los servicios técnicos de Météo France (riesgo de…, no despreciable) surgen en gran parte de lo aleatorio y de la imprecisión. Aleatorio porque la probabilidad del evento está comprendido entre 0 y 1, imprecisión porque ninguna cuantificación aparece. Debemos ver en ello la voluntad de ese organismo de “protegerse” en la eventualidad de que los elementos desencadenados pudieran ocasionar grandes pérdidas (¿el servicio metereológico ya ha sido atacado por los viticultores del sur por fallas en la información?). Algunos dirán que la crítica es una tarea fácil de cumplir.
Pero entonces, ¿para qué interpretar “no despreciable”? Ciertamente no por más de 60 mm de lluvia en 12 horas, lo que constituye según la opinión general ¡un imprevisto importante! Sin jugar con las palabras, “despreciable” es algo que se puede cuantificar fácilmente; admitamos algunos milímetros de agua, cinco para darse un límite. “Despreciable” es todo lo demás, y todo lo demás es vasto; por lo tanto, no reviste ningún carácter formalmente alarmista. Analizar un boletín [meteorológico] es delicado teniendo en cuenta, de una parte, los márgenes considerados por los previsionistas, y de otra las incertidumbres de la evolución del tiempo. La meteorología no es una ciencia exacta Â?lo reconocemosÂ? y nos basamos todos en la libertad de los boletines para programar o no las salidas.
Las lluvias leves a moderadas pueden interpretarse razonablemente por una pluviometría comprendida entre 5 y 15 mm de agua. Sabiendo el nivel muy bajo del 11 de noviembre, teníamos la libertad con relación a las previsiones. Los hechos nos muestran que no la teníamos suficiente sufriendo sin embargo un imponderable. Cada uno que juzgue nuestra decisión. Sería deshonesto decir que no hay dudas hoy. Nosotros las tenemos, las tendremos siempre, principalmente cuando vayamos bajo tierra. De lo que vivimos, hay lecciones que aprender. Tenemos dudas que resolver, por lo que hay acciones a realizar para conocer mejor las Vitarelles y, por extensión, el mundo subterráneo y sus especificidades.
A los futuros visitantes de Vitarelles y porque la espeleología es tanto comprender como explorar, espero proporcionar las informaciones adecuadas sobre la correlación pluviometría de la cuenca vertiente\/altura del agua del río. Los datos de varios años que hay que disecar y después sintetizar permitirán comprender mejor el comportamiento hidrológico del sistema de Vitarelles… y de integrarse con él.<\/div>\n

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Laurent Delrieu
Philippe Vergé y
Yannick Casal
con la aprobación de sus compañeros.
Traducción: Juan Montaño, foro Iztaxochitla.
Redacción: Carlos Rangel<\/i>
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Una crecida y quedaron atrapados durante diez días dentro de la Sima de Vitarelles, Francia, mientras mucha gente se afanaba por llegar a ellos desde la superficie. Esta es la narración de los espeleólogos que pasaron diez noches sin estrellas.<\/div>\n

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