{"id":11438,"date":"2001-08-01T00:00:00","date_gmt":"2001-08-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11438"},"modified":"2003-04-06T00:00:00","modified_gmt":"2003-04-06T00:00:00","slug":"k2_la_conquista_interrumpida","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2001\/k2_la_conquista_interrumpida\/","title":{"rendered":"K2, LA CONQUISTA INTERRUMPIDA"},"content":{"rendered":"
Luego de instalado el campamento I, lo que más nos preocupó fue el abrir y equipar la ruta al campamento II. Y preocupaba porque era la parte de la ruta de mayor dificultad y riesgo. Era una formidable pared con un desnivel de 800 metros, una inclinación de 60 a 70 grados y cuya pendiente de hielo estaba cubierta de nieve floja y salpicado de rocas que amenazaban desplomarse.<\/p>\n
Hubo una gran controversia entre los miembros de la expedición sobre las probables vÃas para superar este obstáculo. La mayorÃa opinaba que la más factible era una ruta directa a través de un gran canalón, lo cual estaba considerado desde los preparativos. Otros proponÃan una larga travesÃa. Su argumento, que pesaba mucho, se basaba en una mayor seguridad, pues las condiciones de la nieve podrÃan provocar aludes que, de subir por el canalón, resultarÃan funestos. Finalmente, se resolvió que se realizarÃa la travesÃa, pero se dejó la posibilidad abierta a la ruta directa del canalón si es que las condiciones mejoraban, lo cual, en efecto, sucedió.<\/p>\n
El trabajo de abrir este tramo de la ruta duró ocho dÃas continuos. Las distantes cordadas se turnaban en el trabajo de punta mientras el resto de los expedicionarios se dedicaba a una de dos actividades: la primera era el traslado de material, pues no usábamos porteadores de altura (sherpas); la segunda, que se combinaba perfectamente con la primera, era la aclimatación. Para lograrlo, se subÃan cargas dos dÃas seguidos y al tercer viaje se dormÃa en el campamento I para pasar a la punta en los cardadas que se encontraban en la pared.<\/p>\n
El dÃa 16 de julio nos tocó a los mexicanos ir nuevamente a la punta. Ese dÃa ya estábamos listos cuando aún no amanecÃa. Llenos de entusiasmo nos dirigimos a la pared, separada del glaciar por una grieta-rimaya semicubierta de nieve. En este punto se iniciaba la cuerda fija que dÃas antes habÃan instalado nuestros compañeros polacos; con la ayuda de los jumars ascendimos lentamente. La nieve era floja y nos hundÃamos hasta las rodillas, lo que nos obligaba a turnarnos en la punta. Después de subir directamente, llegamos a una gran roca donde estaba anclada la cuerda. Seguimos la cuerda fija por la travesÃa y, afanándonos, ganábamos altura. A las 11:00 horas llegamos al extremo del cable fijo. El campamento I se veÃa insignificante entonces, con sus siete tiendas de color rojo era apenas visible.<\/p>\n
“Enrique pasa al frente. Avanza con cautela pero con decisión; atrás, Lucia asegura. La nieve floja cede a nuestro paso y lentamente se desliza en busca del abismo. Continuamos asà un tiempo. A las tres de la tarde el tiempo se descompone y suspendemos el avance; para entonces hemos agregado 200 metros más a la ruta, una vÃa virgen donde antes ningún ser humano habÃa pisado. Nos sentimos satisfechos pero sentimos también el frÃo y bajamos con rapidez al campamento I”.<\/p>\n
Al dÃa siguiente, otra cordada avanzó hasta un breve espolón donde instalaron un campamento intermedio quo consistÃa de una sola tienda, no cabÃa ni una más. El campamento intermedio cumplÃa la finalidad de ahorrar tiempo: para seguir abriendo la ruta, no era ya necesario ascender desde el campamento I, sino que se empleaba parte de un dÃa en subir al I-bis, se dormÃa y se continuaba al dÃa siguiente frescos y descansados. La ruta continuó, sin perder espectacularidad, por una travesÃa bastante incómoda y luego subÃa en lÃnea recta hacia arriba durante 150 metros. AsÃ, el 19 de julio se logró llegar al final de esta imponente pared; se habÃan instalado más de mil metros de cuerda fija, los cuales se transportaron en tres a cuatro viajes por persona.<\/p>\n
El campamento dos quedó ubicado a 6,700 metros, en una garganta de la arista noroeste. El panorama era magnifico: hasta donde nuestros ojos podÃan apreciar, se miraban cientos de montañas nevadas entre las que discurrÃan grandes glaciares que, a veces, hacÃa brillar el sol vespertino.<\/p>\n
A nuestros pies, del lado chino, se veÃa el Glaciar K2, que por sus dimensiones gigantescas parecÃa dominarlo todo. Solamente habÃa un problema ahÃ: el viento era muy fuerte y representaba no sólo una incomodidad, sino también un riesgo; una vez el viento fue más fuerte de lo común y materialmente arrancó una tienda con todo y equipo yendo a parar a la tierra de Mao.<\/p>\n
Cuando el viento se calmaba, la tarde era agradable y salÃamos a tomar fotografÃas. Entonces el pensamiento vagaba hasta los tiempos remotos en que los hielos de las glaciaciones cubrÃan gran parte de la Tierra; el paisaje debÃa haber sido similar entonces: un ambiente frÃo, todo rocas y hielo. Pero ahÃ, a pesar de las bajas temperaturas, surgÃa un cálido sentimiento poético que daba vida al lugar donde nunca antes la hubo. En esos momentos y en esa montaña habÃa vida: habÃa 23 corazones que latÃan con fuerza y aspiraban subir más y más, hasta la cima misma.<\/p>\n
UN ALUD EN EL CAMPAMENTO TRES<\/b><\/p>\n
A partir del 20 de julio tuvimos un periodo de buen tiempo que permitió que la expedición progresara rápidamente. El 26 de julio, después de siete dÃas de trabajo, se colocó el campamento III a 7,200 metros de altitud en el centro de la pared noreste:<\/p>\n
“…lo forman dos tiendas para dos personas cada una, separadas unos treinta metros una de otra. Estaban levantadas en los dos únicos lugares que pueden tener un plano de tres metros cuadrados en la zona; prácticamente están volando y por ello están fijas a las rocas de alrededor con cables…”<\/p>\n
La ruta original habÃa sufrido algunos cambios, pues a partir de los siete mil metros se abandonó la arista noroeste y se habÃa comenzado a escalar sobre terreno mixto en diagonal hacia el pilar norte por la pared noroeste. Con ello se trataba de alcanzar un corredor de nieve que conducirÃa hasta los 8,000 y que permitirÃa un avance más rápido que la arista, que presentaba problemas técnicos de escalada en roca.<\/p>\n
Permanecer en el campamento III era toda una experiencia y más aún con mal tiempo. En una ocasión, a media noche, el sonido de nieve cayendo sobre el toldo de la tienda nos despertó. Un pequeño alud nos habÃa caÃdo sin provocar más consecuencias que la de mantenernos despiertos un buen rato. Pero un poco más tarde escuchamos sobre nuestras cabezas el sonido caracterÃstico de una avalancha. Era grande y pensé por un momento que en esta ocasión nos arrastrarÃa. Esperamos mientras el sonido creciente no dejaba lugar a dudas sobre la inminente caÃda de nieve. Y lo esperado llegó: pequeños granos de nieve comenzaron a golpear el toldo aumentando en cantidad y el ruido. Instintivamente colocamos las manos en el techo tratando de detenerlo. Nuestros corazones latÃan aceleradamente. El golpe de la nieve disminuyó mientras escuchábamos que la avalancha pasaba por un lado: sólo nos habÃa tocado una parte, tal vez la más ligera, de ella.<\/p>\n
Durante la apertura de la ruta del campamento III al IV, una cordada, que estaba fijando cables en los 75 grados de la pendiente, fue barrida por un alud que los arrastró treinta metros provocándoles solamente golpes ligeros.<\/p>\n
Desde el campamento III, la escalada se intensificaba. Originalmente se habÃa pensado en alcanzar un colador que ascendÃa por la mitad de la cara noroeste, pero debido a las condiciones de la montaña, no era posible realizar esa travesÃa y se ascendió por un pilar de roca hasta alcanzar la parte alta del colador, en donde ya fue posible efectuar la travesÃa hacia al izquierda por heleros de poca dificultad que permitieron llegar al pilar norte.<\/p>\n
CAMBIO DE PLANES<\/b><\/p>\n
En el Himalaya, debido a las caracterÃsticas de las montañas, y sobre todo en una ruta nueva, es muy difÃcil seguir al pie de la letra el plan ideal que se realiza en la ciudad con datos escasos. De nuestro programa original habÃa ya varios cambios que mostraban un nuevo plan de ataque. Desde los siete mil metros ya estábamos escalando en terreno chino y hacia el pilar norte; en ese momento, a la altura de 7,600 metros, habÃamos alcanzado el sitio del campamento IV y la ruta que la Universidad japonesa de Wasada estaba abriendo desde el mes de mayo (primera expedición al K2 desde el lado chino). HabÃamos visto trabajar entre sus campamentos a sus integrantes desde el dÃa en que instalamos nuestro campamento dos. <\/p>\n
El campamento IV quedó instalado el dÃa cuatro de agosto, precisamente cien metros arriba de un campamento japonés. La formaban dos tiendas. Desde ahà efectuamos, en los dos dÃas siguientes, un reconocimiento de la porte superior. Durante éste, se observaron dos rutas con cables fijos: una de ellas ascendÃa por la rampa de nieve a la izquierda del pilar y se pensó, aunque no se ascendió por ella, que llegarÃa a los 8,000 metros; la segunda ruta ascendÃa por el pilar y llegaba solamente a 7,980 metros, en donde habÃa un depósito con cables y equipo. Nos decidimos por esta segunda opción, pues se veÃa más interesante y parecÃa quo los japoneses la habÃan abandonado. Sin embargo, decidimos hablar con ellos acerca de la ruta, pero no los llegamos a ver.<\/p>\n
Hasta el campamento IV, la ruta tenÃa dos zonas difÃciles por sus caracterÃsticas y altitud: la primera en dificultad era la comprendida entre el C-III y el C-IV. La segunda era esa atractiva pared de nieve y hielo de cerca de mil metros entro el C-I y el C-II.<\/p>\n
“La vista era como me la esperaba: ¡fascinante! La nieve y el hielo con una inclinación de 65 a 70 grados y las rocas sobresaliendo de estas rampas con un fondo de montañas y aristas y el glaciar Saboya, hacen de esta pared un pequeño mundo alpino.”<\/p>\n
COMIENZA EL MAL TIEMPO<\/b><\/p>\n
7 de agosto de 1982<\/i><\/p>\n
“El dÃa de mañana subiremos nuevamente al campamento III. Me preocupa una gran masa de nubes que vienen del sur y que poco a paco invaden las montañas. Ahora están sobre los Gasherbrum; seguramente habrá mal tiempo”.<\/p>\n
El dÃa ocho de agosto estuvo nublado y en la madrugada del nueve comenzó a nevar; el tiempo se habÃa descompuesto provocando que todos los miembros de la expedición descendieran al campamento base, donde comenzó una larga espera par el buen tiempo.<\/p>\n
Bajo estas malas condiciones, que se prolongaron hasta el final de la expedición, realizamos varios intentos en los dÃas que parecÃa mejorar el tiempo, pero el periodo era tan corto que sólo permitÃa alcanzar dos a tres campamentos como máximo y nuevamente las tormentas y los fuertes vientos volvÃan a bloquear el avance. Muchas veces permanecimos dentro de la tienda (un espacio mÃnimo de 1.20 par 2.00 metros) soportando el ruido del viento sobre la tienda y las ráfagas de nieve que entraban cada vez que tenÃamos que salir, por una u otra razón. En esos dÃas de espera angustiosa, se piensan mil cosas, surgen ideas y mueren otras, se está alegre y se está triste.<\/p>\n
“El dÃa ha estado estupendo, la nieve tenÃa una consistencia tal que parecÃa que podÃamos romper el récord de velocidad; desgraciadamente, en la tarde se ha descompuesto. Ahora estoy dentro de la tienda y en cualquier momento comenzará a escucharse el siseo de la nieve cayendo sobre el toldo. Es una lástima que el tiempo esté tan mal ahora que casi toda la ruta está armada y sólo falta el empuje final para llegar a la cumbre.<\/p>\n
“Hoy no se trabajó, pues la tormenta no nos ha dejada noche y dÃa. He tenido que salir al baño en varias ocasiones y, cada que lo hago, la nieve se estampa en mi cara y se adhiere a mis ropas y mi cabello, pero ésta es la única “distracción” que tenemos, además de pensar”.<\/p>\n
El tiempo pasó hasta que empezó a escasear el queroseno y la comida. Las tiendas se habÃan cambiado varias veces de lugar pues donde se encontraban era imposible descansar ya. El campamento base se veÃa triste envuelto en la niebla.<\/p>\n
“El 29 de agosto se inicia un intento más a la montaña. Entre dÃas buenos y dÃas malos que interrumpen la marcha, se alcanza el lugar del campamento V, a 8,150 metros, el 5 de septiembre. En una tienda, dos expedicionarios aguantan la noche y al dÃa siguiente se realiza un intento de alcanzar la cumbre en medio de vientos de más de 110 km por hors y sólo se logra superar un desnivel de cincuenta metros, antes de que se decida regresar.<\/p>\n
“La montaña se ha cubierto de mal tiempo y se inicia el regresa al campamento base. Al pasar por los campamentos inferiores se recogen algunas piezas de equipo que son importantes (radios, cocinetas, sacos de dormir). Las tiendas, cables, colchones y algunas otras cosas son imposibles de recuperar”.<\/p>\n
El 12 de septiembre llegaron los porteadores al campamento base y comenzamos la marcha de regreso.<\/p>\n
Algunas Anotaciones en los Diarios de los Mexicanos<\/b><\/div>\n
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Martes 6 de julio 1982<\/b><\/p>\n
Nuestras tiendas de campaña están sobre el Glaciar Gowdwin Austen, los porteadores se encuentran cerca de nosotros colocados en sus refugios de piedra y con una lona encima. Son las siete de la mañana, me levanto y no hay ningún movimiento en as tiendas aledañas a la nuestra; el paisaje que nos envuelve es verdaderamente impresionante, colocadas nuestras tiendas en este inmenso Glaciar, se ven como puntos diminutos de color verde y naranja; a nuestro alrededor está el Broad Peak, el Chogolisa y el conjunto de los Gasherbrums, montañas de más de ocho mil metros. Imponen su alta magnificencia y grandeza. Y enfrente de nosotros, entre las nubes matinales y los rayos del sol iluminando sus escarpadas aristas, se deja ver como una visión espectral, nuestro objetivo: la “montaña de las montañas”, el K2. El comienzo. Inicio. Emprender una nueva meta, anhelo, esperanza o quizás un sueño.<\/p>\n
El hombre, es un ser creado por Dios para que exista y viva; y asà como Dios es un ser maravilloso, el ser humano está dotado de infinitas cualidades que lo hacen vivir y avanzar por el camino de la vida. El hombre en sà mismo, es un mundo bello y complejo.<\/p>\n
Y con las experiencias, aventuras, sueños y realidades; junto con las alegrÃas, frustraciones, esperanzas, temores, logros y conquistas, asà como el deseo de superación, es que estoy viviendo esta empresa, una extraordinaria y bella aventura del escalar en la cordillera del Karakorum.<\/p>\n
Lucio Cárdenas<\/b><\/p>\n
Voy nuevamente a las montañas a dedicar un verso más de sudor y esfuerzo para la obtención de la dicha de sentirme feliz, de ser libre allá donde el espÃritu se regocija y el alma se engrandece, donde a pesar de la mÃsera existencia podemos ser nosotros, uno solo, una mente, una idea, un movimiento. y a la vez ser todo.<\/p>\n
El mundo gira de un delgado hilo que parece más endeble cuando uno sacrifica su propia voluntad y libertad, pero que se hace más fuerte cuanto más se busca en el rincón de uno mismo �lo infinito pequeño� la entrada al universo, a la inmensidad etérea: el lugar donde reina lo blanco y donde el azul aguarda, ambiente idóneo para forjar una voluntad de hierro y para liberar el pensamiento y el cuerpo.<\/p>\n
Hugo Delgado Granados<\/b><\/p>\n
Lunes 26 de julio de 1982<\/b><\/p>\n
Una expedición es algo tan grande que no se puede comparar con ningún esfuerzo realizado en otro deporte, porque aquà no sólo se lucha una vez contra las propias limitaciones fÃsicas o psicológicas, sino veinte, treinta o más, sin descanso y como presidiarios: aislado de los familiares y amigos, “forzados” a permanecer y trabajar en una microsociedad que vive intensamente cada minuto, cada segundo que se permanece en la montaña. Aquà cada movimiento es notado por los compañeros, y si en la ciudad no afecta a alguien alguna rutina, aquà sÃ. Y entonces se tiene que ser cuidadoso en lo que se hace y en lo que se pide a la gente que haga por uno.<\/p>\n
Eduardo Mosqueda Ruiz<\/b><\/p>\n
Después de leer la correspondencia escribo en ml diario:<\/p>\n
17 de agosto<\/b><\/p>\n
Cierto es que el montañista, sobre todo el que participa en prolongadas expediciones al Himalaya, busca la soledad, la aventura, la belleza en lo agreste, en las profundidades de los abismos, en la delicadeza de la flor silvestre, en la libertad del animal salvaje…<\/p>\n
Cierto es también que los montañistas conciben la vida de forma distinta, porque a pesar de las incomodidades y de la lejanÃa de nuestros seres queridos, la montaña nos hace sentirlos más cerca, más reales; el frÃo es el frÃo y nada más. . . se le llega a conocer y a saber vivir con él, nuestro cuerpo lo soporta como soporta el humo de la ciudad.<\/p>\n
La distancia qua nos separa de nuestros padres, de la esposa, de los hijos, nos permite valorarlos en una dimensión más real y nos da la posibilidad de comprender la grandeza de los valores afectivos. Sabemos entonces lo qua significa una frase de aliento de la esposa, de los padres.<\/p>\n
José Manuel Casanova<\/b><\/p>\n
3 de septiembre de 1982<\/b><\/p>\n
…salimos rumbo al campamento II. Llegamos a la rimaya y ahora, sin cable de ayuda, la cruzamos. La pared era puro hielo. A medida qua ascendÃamos notábamos que entre más alto, las condiciones eran más extremas. Los pies se nos enfriaban con rapidez, La fuerza del viento huracanado y los torbellinos de nieve entorpecÃan cada movimiento. En esos momentos me preguntaba “¿Qué hago yo aquÃ? ¿Porqué no estoy en la casa metido en la cama?” Trataba de obtener respuesta: ¿habÃa sido mi orgullo personal lo que me habÃa movido a emprender esta aventura? o, por el contrario, ¿era el deseo de conocerme a mà mismo y de autorrealizarme por medio de ella?<\/p>\n
Pero creo qua la razón principal que me conduce a escalar es la necesidad de sentirme activo, de esforzarme hasta el agotamiento fÃsico, y psÃquico en algunas ocasiones. También sé que me mueve la búsqueda de lo nuevo y desconocido. El escalar un itinerario virgen de alta dificultad venciendo los flancos abruptos de esta gran cima, es sin duda alguna una de las formas más puras del alpinismo moderno. En estos momentos, me siento absorbido por este mundo y, sin necesidad de recurrir a ningún dios, sé distinguir lo que es bueno y es bello, as en este lugar donde se manifiesta con más claridad hasta dOnde alcanza mi fortaleza. El placer de permanecer aquà y la satisfacción del esfuerzo realizado por conquistar La montaña son Los motivos que me mueven a dar el siguiente paso rumbo al campamento II…<\/p>\n
Enrique Miranda Padilla<\/b><\/p>\n El 17 de junio de 1982 nos encontramos los montañistas mexicanos con los polacos en la ciudad de Rawalpindi, de la República islámica de Pakistán. DÃas antes habÃa arribado un camión que transportó desde Europa las ocho toneladas de equipo y 8limentos. Durante una semana los 15 europeos y los seis universitarios preparamos el material en cargas de 30 kilogramos y resolvimos los trámites universitarios.<\/p>\n Al camión oficial de la expedición se le sumaron dos camionetas en las partimos hacia Ia ciudad de Skardu, siguiendo el curso del rÃo Indus, de caudal impresionante, a través de desiertos, zonas verdes y oasis. Después de comprar en Skardu alimento para los porteadores, continuamos rumbo a Dassu, donde organizamos a los 260 portadores e iniciamos la marcha de aproximación, 250 kilómetros, partiendo el 27 de junio.<\/p>\n <\/p>\n Durante 12 dÃas la expedición avanzó sobre zonas multifacéticas bordeando el rÃo Brado. Dejaron atrás Askole, la última población de la ruta, cruzaron la parte baja del glaciar Biafo y el quinto dÃa por la tarde tuvieron la oportunidad de observar el glaciar Baltoro y las grandes montañas del Karakorum.<\/p>\n A partir de Paiju, todo es piedras, hielo y montañas de cumbres espectaculares, por lo grandiosas. Entre ellas, la Torre de Trango, una roca de impresionante dimensión.<\/p>\n Después del campamento de Groe, llegamos a Concordia, uno de los sitios más espectaculares de la naturaleza, donde montañas y glaciares armonizan. Posteriormente dejamos el Glaciar Baltoro, para continuar por el Godwin Austen.<\/p>\n En la base del K2, de acuerdo a lo previsto, despedimos a los porteadores, quedándonos sólo con 49 para la última jornada, peligrosa por los hielos inestables, que hizo necesario colocar cuerdas fijas para asegurar el paso.<\/p>\n El ocho de julio llegamos al Glaciar Saboya, llamado asà en homenaje al explorador italiano Duque Amadeo di Saboya, que fue el primer europeo que recorrió esta región. El dÃa estaba despejado, los colores eran intensos y llegamos a sentir calor; era un lugar grandioso que, a pesar de que permanecimos en él sesenta y dos dÃas, nunca perdió su interés. La pirámide del K2 dominaba el paisaje todo y exactamente frente a nosotros surgÃa repentinamente del glaciar la formidable pared este de tres mil metros de roca y hielo que anteriormente habÃa intentado la Universidad de Wasada de Japón en 1980.<\/p>\n Hacia la izquierda tenÃamos el Paso Saboya: más allá se encuentra el territorio chino, pues éste es el punto limÃtrofe con Pakistán. Un poco más a la izquierda, se erguÃa imponente el Saboya Peak, de más de 7,000 metros; de este pico y de otras montañas cercanas a él, caÃan con frecuencia aludes impresionantes de los que cierto dÃa conté nueve. Cerrando el Valle Glaciar donde nos encontrábamos estaba otra montaña (de la cual nunca supe el nombre) que obligaba al Glaciar Saboya a cambiar de dirección y a descender precipitadamente. Las grietas y los seracs eran abundantes; éste era nuestro medio fÃsico: hielo, nieve, rocas, aire frÃo, sol. No habÃa ni el más remoto indicio de vida si exceptuábamos a una colonia de cuervos (alrededor de veinte) que daban un toque diferente al campamento base, un toque que significaba vida y también problemas, pues cuando alguien se descuidaba con sus alimentos por un instante, era hurtado por los cuervos.<\/p>\n El sitio elegido para la instalación del Campamento Base me pareció adecuado: estaba lejos del alcance de los aludes. Las tiendas fueron colocadas sobre el hielo porque no habÃa otra opción; de todas ellas, la cocina-comedor era la más vistosa y grande. En ella podÃamos estar los veintitrés expedicionarios además de todos los implementos de cocina, también estaba la estación de radio, abierta las 24 horas del dÃa, y por supuesto la antena, que medÃa siete metros de altura, donde ondeaban las banderas de México, Polonia y Pakistán.<\/p>\n A cierta distancia estaban las tiendas para dormir; en cada una habitaban tres personas. Detrás de la cocina, entre unas rocas, estaban las bodegas, que no eran más que amontonamientos de comida y equipo cubiertos por lonas azules. Más hacia el fondo habÃa una lona que cubrÃa algunas rocas y donde, de vez en quincena, nos bañábamos si la temperatura lo permitÃa: era “la regadera”.<\/p>\n Este es nuestro cómodo y agradable Campamento Base, el sitio por el cual soñábamos cuando nos encontrábamos en los campamentos superiores: aquà tenÃamos algunos lujos pues podÃamos leer, tenÃamos una variedad de juegos (como cartas, dominó, ajedrez, etc.) o nos dedicábamos a escuchar música que habÃamos traÃdo en cartuchos o el radio de onda corta (por las mañanas oÃamos una transmisión desde Rusia dirigida al público latinoamericano y por ella nos enteramos del problema económico en México, pues era radiada en español). Era casi el lugar ideal donde repondrÃamos nuestras mentes y nuestros cuerpos después de prolongadas estancias en la altura.<\/p>\n El 10 de julio se inició el trabajo en la montaña. A las seis de la mañana ya estábamos preparados para partir, todos adecuadamente equipados con trajes de gore-tex, arnés, casco, etc. En la mochila llevábamos cada quien quince kilogramos de material que irÃamos fijando. La ruta que escogimos iba por el centro del glaciar para evitar las consecuencias de los aludes; la nieve era floja y el avance lento ya que Ãbamos marcando el camino con banderitas de color rojo y esquivando muchas grietas. Cada hora comunicábamos al campamento base de los progresos en el avance y de las dificultades al frente.<\/p>\n Después de un recorrido de aproximadamente cinco kilómetros, comenzamos a escalar la montaña entre grandes seracs que amenazaban con venirse abajo. A veces, la inclinación nos obligaba a utilizar el piolet y el martillo-piolet; los aseguramientos eran constantes por lo difÃcil del terreno. En uno de los tramos en que caminábamos al mismo tiempo, escuché a mis espaldas el grito de “¡asegura!”. Al voltear vi a Lucio hundido en la nieve hasta las axilas, pero prácticamente sólo tenÃa la cabeza fuera. Lo aseguré con rapidez y le indiqué que podÃa empezar a salir, pero en la grieta en que habÃa caÃdo no habÃa apoyo para los pies, por lo que tardó bastante en salir con la ayuda de la cuerda. La cordada que venÃa detrás de nosotros Â?Antonio y EnriqueÂ? tardó un poco en sortear esta grieta; se habÃan dado cuenta de que gran porte del terreno era inseguro.<\/p>\n Cien metros más arriba encontramos un obstáculo formidable: una gran grieta quo sólo ofrece un sitio por donde pasar, y para ello habrÃa quo dar tres brincos, el primero de dos metros en un plano inclinado. En cuanto a la profundidad, la verdad es que no bajé a medirla, pero se veÃa enorme. HabÃa que llenarse de valor y dar un brinco lleno de decisión. El segundo salto, más corto, era de un metro, fácil pero incómodo: la atención se fijaba en el sitio al que debÃamos llegar con el piolet listo para anclarse. Finalmente, el último brinco no ofrecÃa ningún problema después de haber pasado los dos anteriores. Para facilitar el descenso, colocamos cuerdas fijas.<\/p>\n Al frente, la ruta perdió dificultad y sólo nos preocupaban las grietas ocultas, una colina de suave pendiente quo bajamos del otro lado y nuevamente entramos a la pendiente pronunciada. El paisaje cambió, ahora veÃamos con claridad la ruta que habrÃamos de seguir durante los dÃas siguientes: la cresta noroeste. A las tres de la tarde se localizó el sitio para el campamento I: un plano protegido por dos grandes grietas, una al frente y otra por detrás, donde colocamos una tienda y depositamos el material sobrante.<\/p>\n Casi sin descansar iniciamos el retorno por una nueva ruta que, desde arriba, se veÃa más segura que por donde habÃamos ascendido. Bajamos con la cuerda de seguro lista. El calor habÃa reblandecido la nieve y con frecuencia se hundÃan nuestros pies sin mayores consecuencias. En el campamento base nos recibieron con una buena sopa; todos nos encontrábamos optimistas pues se habÃa logrado instalar el campamento I en un dÃa. Mientras comÃamos, nos enteramos que Chish, compañero polaco, habÃa caÃdo a una grieta de doce metros sin que, por fortuna, hubiera consecuencias graves.<\/p>\n <\/p>\n Salida del aeropuerto de la ciudad de México a las 13:45 horas. Muchos familiares y amigos nos dan la despedida. Hoy iniciamos la aventura de intentar escalar la segunda montaña más alta de la Tierra, el K2.<\/p>\n 17 de junio<\/b><\/p>\n Aterrizamos en el aeropuerto de la ciudad de Islamabad, capital de Pakistán. Por la tarde nos reunimos con el grupo polaco. Son quince y todos entusiastas. Aunque prácticamente nos empezamos a conocer, la cena es agradable.<\/p>\n 23 de junio<\/b><\/p>\n A las 4:00 horas salimos de Rawalpindi con destino a Skardu. Son dos dÃas de viaje por un camino lleno de curvas peligrosas y algunos deslaves, gran parte de ellos están a la orilla del rÃo Indus.<\/p>\n 24 de junio<\/b><\/p>\n Skardu es un oasis, agradable y de vista espectacular. Aquà se realizan las últimas compras de alimentos.<\/p>\n 26 de junio<\/b><\/p>\n En ocho tractores, para llevar la carga, y tres jeeps para nosotros, abandonamos Skardu. Vamos rumbo a Dassu. Arenales y rocas, un verdadero desierto de pelÃcula.<\/p>\n 27 de junio<\/b><\/p>\n Hoy hay gran movimiento aquà en Dassu; 260 porteadores sentados en cuclillas esperan ser llamados para contratarlos. Entre los expedicionarios hay gran expectación pues hoy comienza la marcha de aproximación.<\/p>\n 30 de junio<\/b><\/p>\n Después de tres dÃas de caminata, ayer llegamos a Askole, última población en el camino. Hoy continuaremos nuestro avance. Ya no habrá pueblos, sólo rocas, rÃos y hielo. A medio dÃa atravesamos la parte baja del glaciar Biato. Por la tarde cruzamos el puente colgante Yola; no es más que un cable de acero en el que nos deslizamos por una polea, asegurados con un mosquetón. Abajo, un rÃo caudaloso.<\/p>\n 2 de julio<\/b><\/p>\n Salimos de Paiju. Una hora después entramos al gran glaciar Baltoro, al mundo del hielo y del frÃo, en donde pasaremos tres meses. Por la tarde pasamos frente a la Torre Trango.<\/p>\n 5 de julio<\/b><\/p>\n El camino sube y baja por enormes crestas de hielo. A mediodÃa llegamos a Concordia, sin lugar a dudas uno de los sitios más espectaculares de la naturaleza: aquà confluyen varios glaciares.<\/p>\n 8 de julio<\/b><\/p>\n Un gran dÃa, pues hoy, después de doce dÃas de camino, llegamos al campamento base, a 5,350 metros de altitud. Las dificultades con los porteadores quedan atrás. Ahora todo depende del buen tiempo y de nuestra capacidad y entusiasmo.<\/p>\n 10 de julio<\/b><\/p>\n Instalación del Campamento I a 5,900 metros en un solo dÃa. El camino no es de gran dificultad técnica, pero sà peligroso por la gran cantidad de grietas ocultas. Algunas travesÃas son espectaculares.<\/p>\n 19 de julio<\/b><\/p>\n Instalación del campamento II a 6,750 metros después de ocho dÃas de trabajo constante sobre una pared de gran inclinación (60-70 grados) donde se colocó cuerda fija.<\/p>\n 26 de julio<\/b><\/p>\n Instalación del campo III a 7,200 metros. Fue colocado sobre la pared noroeste. Las dificultades técnicas son de roca y hielo. Se instalan cuerdas fijas.<\/p>\n 4 de agosto<\/b><\/p>\n Instalación del campamento IV a 7,600 metros después de muchos problemas técnicos; instalación de cuerdas fijas, avalanchas sobre la pared, etc. Queda sobre el Pilar Norte, en territorio chino, por donde cruza la ruta japonesa de la expedición de la Universidad de Wasada.<\/p>\n 8 de agosto<\/b><\/p>\n Hay mal tiempo. Todo el dÃa nublado y por la tarde nieva.<\/p>\n 9 de agosto<\/b><\/p>\n El mal tiempo, cada vez peor, obliga a descender al campamento base. En ese momento una cordada mexicana casi llegaba al C-IV, de donde se ve obligada a retroceder por las constantes avalanchas.<\/p>\n 29 de agosto<\/b><\/p>\n Veinte dÃas de mal tiempo. Grandes nevadas casi sepultan las tiendas. Dos de ellas desaparecieron arrastradas por el viento. Las cuerdas fijas quedan sepultadas a veces a más de un metro. El frÃo es intenso (-350C). Hoy comienza el último intento.<\/p>\n 5 de septiembre<\/b><\/p>\n Después de grandes penalidades se alcanza el campamento V, a 8,150 metros.<\/p>\n 6 de septiembre<\/b><\/p>\n Se realiza un intento a la cumbre pero sólo se avanzan 50 metros de desnivel. El viento y el frÃo obligan a regresar desde los 8,200 metros.<\/p>\n 12 de septiembre<\/b><\/p>\n Se inicia la retirada. Se ha logrado recuperar parte del equipo de los campamentos superiores. La llegada de los porteadores llena de animación el campamento base.<\/p>\n 21 de septiembre<\/b><\/p>\n La expedición llega a Skardu.<\/p>\n 25 de septiembre<\/b><\/p>\n Llegada a la ciudad de Rawalpindi.<\/p>\n 27 de septiembre<\/b><\/p>\n Despedida del grupo polaco. Los universitarios se dirigen a México vÃa Katmandú.<\/p>\n 6 de octubre<\/b><\/p>\n Llegamos a la ciudad de México. Muchas amigos y familiares nos reciben. Todo es felicidad.<\/div>\n <\/p>\n <\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"