{"id":11409,"date":"2000-11-15T00:00:00","date_gmt":"2000-11-15T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11409"},"modified":"2012-11-18T19:10:08","modified_gmt":"2012-11-19T01:10:08","slug":"everest_la_voluntad_a_prueba","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/2000\/everest_la_voluntad_a_prueba\/","title":{"rendered":"Everest, la voluntad a prueba"},"content":{"rendered":"
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Hugo Rodr\u00edguez Barroso. Everest: la voluntad a prueba<\/i>. Planeta, M\u00e9xico. 1997.128 p\u00e1ginas. ISBN: 968-406-611-2.<\/p>\n

\n En 1997, un a\u00f1o despu\u00e9s de la tragedia ocurrida en el Everest y relatada por Jon Krakauer en Mal de Altura<\/i>, Hugo Rodr\u00edguez participa en una expedici\u00f3n comercial. ¿Qui\u00e9n es Hugo Rodr\u00edguez? No era monta\u00f1ista de carrera, menos de los que se dicen «escaladores puros». S\u00e9 que muchos me cuestionaban porque yo hab\u00eda sido nadador de larga distancia, no monta\u00f1ista ni escalador, porque en todo caso del Aconcagua me hab\u00eda ido directo al Everest […] Seguramente la cr\u00edtica de algunos era porque personas como yo aparentemente invad\u00edamos su entorno y porque ellos se han pensado due\u00f1os de las monta\u00f1as…?<\/p>\n

El relato de su ascensi\u00f3n no difiere de los otros relatos recientes sobre ascensos al Everest sino en las personas que componen la expedici\u00f3n y algunos pocos detalles. Hay uno, sin embargo, que hace de este relato algo fuera de lo com\u00fan y que se anuncia desde la portada del libro: "Historia del monta\u00f1ista mexicano que regres\u00f3 de la «zona de la muerte»".<\/p>\n

Tras las etapas de aclimataci\u00f3n que "cumplimos con emoci\u00f3n y cansancio, con fuerza y debilidad, escalando con altas medidas de seguridad y asumiendo riesgos tan grandes que no quisiera saber que mis futuros hijos tendr\u00e1n que enfrentarlos? (p. 68) tienen unos d\u00edas de espera en la que el mal tiempo les impide subir. En estos d\u00edas, pegados a los reportes meteorol\u00f3gicos que reciben desde Inglaterra, escribe:<\/p>\n

"No s\u00e9 siquiera cu\u00e1l va a ser el resultado de esto y no s\u00e9 si vale la pena arriesgar la vida, pero parece que la regla es todo o nada." (mensaje a trav\u00e9s de Internet, p. 59)<\/p>\n

En esa espera, varios se desmoralizan y algunos deciden abandonar la monta\u00f1a. El jefe de su expedici\u00f3n decide ascender a la cumbre, pero \u00e9l protesta: <\/p>\n

"—¿Cu\u00e1l era la intenci\u00f3n: consumirnos para regresar a casa y que se acabara la expedici\u00f3n? No era posible, ¿hab\u00eda pagado 34,000 d\u00f3lares para concluir as\u00ed? No hab\u00eda valor agregado, ni siquiera un servicio de lujo."? (p. 79) Y sin embargo, la decisi\u00f3n hab\u00eda sido bien tomada porque la mayor\u00eda de ese grupo lleg\u00f3 a la cima sin contratiempos.<\/p>\n

Finalmente "a las 14:12 del 23 de mayo de 1997", llega a la cumbre. Pero antes se ha desarrollado una escena que llama mucho la atenci\u00f3n. Puesto que se ha quedado sin fuerzas, revisa su tanque y descubre que Â?s\u00f3lo ten\u00eda quince por ciento de la capacidad, entend\u00eda que el ox\u00edgeno no ser\u00eda suficiente para alcanzar la cumbre y descender a El Balc\u00f3n para tomar el cilindro que Dartengi hab\u00eda dejado. As\u00ed que solicit\u00e9 a Lahapa uno de los tanques que cargaba para repuesto, pero contest\u00f3 que no pod\u00eda d\u00e1rmelo porque era para los ingleses. Le expliqu\u00e9 que en El Balc\u00f3n encontrar\u00eda los cilindros de Dartengi. Sin embargo, dijo que no. Era in\u00fatil insistir y s\u00f3lo pregunt\u00e9 que c\u00f3mo quer\u00eda que subiera. «B\u00e1jate», recomend\u00f3. «Voy a subir hasta la cumbre, con ox\u00edgeno o sin \u00e9l», fue lo \u00faltimo que le dije.<\/p>\n

"—Al ponerme la mochila y dar los primeros pasos, escuch\u00e9 que alguien me llamaba. Era Andr\u00e9s [Delgado], que hab\u00eda atestiguado. Con un adem\u00e1n me pidi\u00f3 que me acercara. Regres\u00e9.<\/p>\n

"—Ll\u00e9vate mi tanque —me propuso.<\/p>\n

"—No, eso no lo puedo aceptar —le contest\u00e9.<\/p>\n

"—Ll\u00e9vatelo, yo ya voy para abajo —insisti\u00f3.<\/p>\n

"Pens\u00e9 que \u00e9l lo necesitar\u00eda igual que yo, pero, en efecto, iba hacia abajo…" (p. 104-105)<\/p>\n

El pasaje llama la atenci\u00f3n porque considera que un sherpa, a quienes califica en el libro con grandes cualidades humanas y como los Â?mejores escaladores del mundoÂ? s\u00ed puede dejar el tanque, pero no su compatriota. Â?Pude apreciar de ese modo que la formaci\u00f3n de grandes figuras occidentales del monta\u00f1ismo era simple espejismo frente a los sherpas…Â? (p. 46-47) Se trata del choque de mentalidades que se produce al estar en una expedici\u00f3n comercial: se considera que se est\u00e1 practicando el monta\u00f1ismo tal como se hace en otras monta\u00f1as, pero la realidad es que Â?despu\u00e9s de todo yo pr\u00e1cticamente escalaba soloÂ? (p. 53)<\/p>\n

A la bajada, un resbal\u00f3n le hace perder equilibrio y Â?quiz\u00e1 di una o dos vueltas en el aire. Una noche pasa a los 8,550 metros, sin bolsa de dormir, ni tienda ni ox\u00edgeno pero al amanecer est\u00e1 vivo. Y empieza su largo descenso al campamento cuatro, en donde ya lo hab\u00edan dado por muerto.<\/p>\n

Uno encuentra varios pasajes que son \u00fatiles en la comprensi\u00f3n de la historia moderna del Everest como lugar para expediciones comerciales: <\/p>\n

"A lo largo de la ruta se instalaron cuerdas fijas para proteger a los escaladores y aminorar los riesgos por los derrumbes o las ca\u00eddas. Las escaleras y cuerdas fijas las colocaba un grupo de sherpas que trabajaba exclusivamente en la cascada, contratados por Mal Duff y Henry Todd, l\u00edderes de dos expediciones inglesas, quienes ten\u00edan a su cargo el mantenimiento de la ruta, como si fuese una carretera. Ambos cobraban a las dem\u00e1s expediciones y coordinaban a cuatro sherpas que eran los top\u00f3grafos del Khumbu, quienes, a su vez, sub\u00edan hasta 6,100 metros durante cuatro d\u00edas ininterrumpidos y descansaban uno." (p. 44)<\/p>\n

"La vida en el campamento base se torna mon\u00f3tona. Hac\u00edamos tres comidas… El resto del tiempo lo dedicaba a mi aseo personal y el de mi tienda, a leer, a charlar con otros expedicionarios y sherpas, a descansar y preparar la mochila para el siguiente avance por la monta\u00f1a." (p. 48)<\/p>\n\n\n
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