{"id":11342,"date":"1998-11-01T00:00:00","date_gmt":"1998-11-01T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11342"},"modified":"2012-01-16T23:20:57","modified_gmt":"2012-01-17T05:20:57","slug":"al_asalto_del_khilikhili","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/1998\/al_asalto_del_khilikhili\/","title":{"rendered":"Al asalto del Khili-Khili"},"content":{"rendered":"
CAP\u00cdTULO XII NO LO BASTANTE ALTO<\/strong><\/div>\n
Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, vi partir a Wish para el campamento III. Permanec\u00ed alg\u00fan tiempo en mi saco de dormir meditando sobre su triste aventura. Qu\u00e9 extra\u00f1o \u2014pens\u00e9\u2014 que mis compa\u00f1eros \u2014con la excepci\u00f3n quiz\u00e1 de Shute, con el que a\u00fan no hab\u00eda tenido ocasi\u00f3n de charlar\u2014 hayan conocido experiencias tan ins\u00f3litas y tan melanc\u00f3licas. \u00a1Cu\u00e1n poco se sospecha de los secretos que encierra el coraz\u00f3n humano! \u00a1Cu\u00e1n raramente se adivina que un coraz\u00f3n roto se disimula detr\u00e1s de una alegre sonrisa! Resolv\u00ed que aquella ser\u00eda una lecci\u00f3n que no olvidar\u00eda; \u00e9ramos todos compa\u00f1eros en el sufrimiento. Decid\u00ed que jam\u00e1s volver\u00eda a juzgar a nadie por su exterior, por impenetrable que pudiese parecer. En aquel momento Pong entr\u00f3 con mi desayuno. Al ver su apariencia impenetrable, comprend\u00ed de repente que \u00e9l tambi\u00e9n era, despu\u00e9s de todo, no m\u00e1s que un ser humano como nosotros. \u00bfQui\u00e9n sab\u00eda qu\u00e9 sufrimiento, qu\u00e9 desolaci\u00f3n se ocultaba detr\u00e1s de aquel rostro aplastado y poco tranquilizador? Mientras sufr\u00eda el suplicio del desayuno, medit\u00e9 sobre este problema. \u00bfNo hab\u00edamos sido quiz\u00e1 poco caritativos con Pong? El pobre era el par\u00eda de la expedici\u00f3n. Nadie parec\u00eda amarle. Quiz\u00e1 su soledad fuese para \u00e9l un intolerable sufrimiento. \u00bfNo estar\u00eda deseando con todo su ser una palabra amable o una sonrisa? Este solo pensamiento me entristec\u00eda casi. Rechac\u00e9 el plato y fui a la tienda de Pong. Lo encontr\u00e9 afilando un cuchillo sobre una piedra. No me concedi\u00f3 la m\u00e1s m\u00ednima atenci\u00f3n. Al cabo de un momento, se puso a rallar un trozo de roca. Pens\u00e9 que m\u00e1s val\u00eda dejarle acostumbrarse a mi presencia antes de entablar conversaci\u00f3n con \u00e9l; me sent\u00e9, pues, y le observ\u00e9. Despu\u00e9s de haber cortado un pedazo de cuerda y haber picado menudamente un viejo calcet\u00edn, lanz\u00f3 el todo en la marmita en la que coc\u00eda el pemmicam y removi\u00f3 la mezcla durante cinco minutos, a\u00f1adiendo un poco de arena y de parafina a guisa de aderezos. Termin\u00f3 por verter la mixtura en un plato, se ech\u00f3 un poco sobre un trozo de cuero y le hinc\u00f3 el diente. Vi la ocasi\u00f3n que buscaba. Despu\u00e9s de haber atra\u00eddo su atenci\u00f3n por una tos discreta, design\u00e9 el cuero; despu\u00e9s mi boca. No pareci\u00f3 comprender lo que quer\u00eda decir. Repet\u00ed mi gesto; despu\u00e9s hice intenci\u00f3n de masticar y sonre\u00ed, frot\u00e1ndome el est\u00f3mago. Tendi\u00f3 su mano lentamente hacia adelante, como si no estuviera muy seguro de lo que yo quer\u00eda. Cog\u00ed el trozo de cuero, le arranqu\u00e9 un bocado y despu\u00e9s se lo devolv\u00ed. Masticamos en silencio. Dej\u00e9 que la situaci\u00f3n se afirmara unos minutos; despu\u00e9s tos\u00ed de nuevo. Encantado, vi que Pong \u00a1tos\u00eda tambi\u00e9n! Cog\u00ed una de sus cacerolas, y sobre la base, ennegrecida por el fuego, con la punta de un tenedor dibuj\u00e9 un grosero esbozo de novia yogistanesa. Design\u00e9 sucesivamente con el dedo a Pong, despu\u00e9s el dibujo, y alc\u00e9 las cejas en una m\u00edmica interrogativa. No parec\u00eda haber comprendido. Continu\u00e9 alzando las cejas, y s\u00fabitamente el hizo otro tanto. Aproxim\u00f3 su rostro al m\u00edo y alz\u00f3 las cejas al mismo tiempo que yo.<\/div>\n

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Despu\u00e9s de una frugal cena de lentejas y pemmicam, me encontr\u00e9 suficientemente repuesto y sent\u00ed deseos de tener una franca conversaci\u00f3n con Wish. Wish era un sabio acostumbrado a mirar de frente a la verdad; por ello vi natural el confesarle que me interesaba mucho en el estado amoroso del equipo y el preguntarle si por su parte ten\u00eda novia. Me respondi\u00f3 que esta era una cuesti\u00f3n muy interesante, en efecto. Le dije que esa era mi opini\u00f3n, y entonces permanecimos por unos instantes silenciosos. Al cabo de algunos instantes, le record\u00e9 que no hab\u00eda respondido a mi pregunta; yo esperaba \u2014a\u00f1ad\u00ed\u2014 que \u00e9l interpretar\u00eda rectamente mi inter\u00e9s. \u00c9l me aseguro que desde luego, que estaba conmovido del inter\u00e9s que le manifestaba. Pero que \u00e9l mismo no ten\u00eda sobre la cuesti\u00f3n una opini\u00f3n bien definida. Le afirm\u00e9 que me encantar\u00eda el que se confiara a m\u00ed. Me cont\u00f3 entonces su historia, pero lenta y penosamente. \u00a1El pobre! Tan viva era su emoci\u00f3n, que las palabras le llegaban dif\u00edcilmente a sus labios. Hab\u00eda tenido siempre deseos de una novia, me dijo. Ya desde cuando era ni\u00f1o este deseo llenaba su coraz\u00f3n. Ped\u00eda siempre al Pap\u00e1 Noel le enviara una, y sus decepciones repetidas le hab\u00edan llevado a conocer, a una edad muy tierna, un sentido de la desilusi\u00f3n que m\u00e1s de un hombre hubiera podido envidiarle. Cuando descubri\u00f3 que el Pap\u00e1 Noel no exist\u00eda, decidi\u00f3 en su peque\u00f1a cabeza que no pod\u00eda tener confianza en sus padres. De ah\u00ed a dudar de todo lo que se le dec\u00eda no hab\u00eda m\u00e1s que un paso. A los seis a\u00f1os ya era un perfecto esc\u00e9ptico. Me pregunt\u00f3 si yo pod\u00eda comprender sus sentimientos. Le dije que s\u00ed; un ni\u00f1o sensible e inteligente pod\u00eda muy bien reaccionar de esa forma. Yo ten\u00eda, por mi parte, desde hac\u00eda largo tiempo, dudas sobre la conveniencia de la creencia en el Pap\u00e1 Noel, y la experiencia de Wish me interesaba vivamente. Le rogu\u00e9 que prosiguiera su relato. A la edad de siete a\u00f1os hab\u00eda pedido a su padre que le revelara los misterios de la vida, especialmente en lo que concern\u00eda a las novias. Pero \u00e9l juzg\u00f3 perfectamente incre\u00edble lo que se le ense\u00f1\u00f3; eso le pareci\u00f3 m\u00e1s inveros\u00edmil a\u00fan \u2014me dijo\u2014 que la existencia del Pap\u00e1 Noel. En su confusi\u00f3n, consult\u00f3 a algunos de sus peque\u00f1os amigos que, igualmente desconcertados, interrogaron a sus padres sobre esta cuesti\u00f3n. Las explicaciones que le dieron eran tan variadas y contradictorias, que el pobre ni\u00f1o se encontr\u00f3 confirmado en su opini\u00f3n de que todo eso no eran m\u00e1s que mentiras. Estaba convencido de que las novias no exist\u00edan m\u00e1s que el Pap\u00e1 Noel. Los padres de sus peque\u00f1os amigos se hab\u00edan emocionado de ese s\u00fabito inter\u00e9s por un tema tan delicado. Habiendo descubierto qui\u00e9n era el origen de ese movimiento, se reunieron en consejo y, despu\u00e9s de madura reflexi\u00f3n, escotaron para comprar al joven Wish una honda, con la esperanza de que eso desviar\u00eda sus preocupaciones hacia otros temas. Aparte de los gastos de vidrios rotos, se mostraron muy satisfechos del resultado. El placer bien natural que experimentaba el ni\u00f1o en poseer un aparato de destrucci\u00f3n desvi\u00f3 efectivamente su atenci\u00f3n del problema de las novias, suprimiendo as\u00ed una tensi\u00f3n interna que hubiera si no podido provocar \u2014\u00bfqui\u00e9n sabe?\u2014 quiz\u00e1 una carrera pol\u00edtica. Algunos a\u00f1os m\u00e1s tarde, cuando era estudiante, el inter\u00e9s que hab\u00eda dedicado a este tema se encontr\u00f3 reavivado por una observaci\u00f3n hecha de paso por una sirvienta. Consultando obras de referencia y dirigi\u00e9ndose a las autoridades en la materia, adquiri\u00f3 muy pronto un conocimiento exhaustivo de las creencias establecidas sobre la cuesti\u00f3n. Pero su escepticismo era a\u00fan m\u00e1s robusto que su credulidad. A pesar de un vivo deseo de creer, era incapaz. Ten\u00eda la impresi\u00f3n \u2014me dijo\u2014 de ser el \u00fanico de toda la raza humana en ser capaz de percibir la penosa verdad y en escapar al confortable espejismo de la ilusi\u00f3n. Lleg\u00f3 a creer que su misi\u00f3n en la vida era revelar a la Humanidad la luz que \u00e9l solo hab\u00eda sido capaz de distinguir. Era elocuente, h\u00e1bil en las discusiones, y fund\u00f3 un grupo titulado “\u00bfDe d\u00f3nde venimos?”, cuya divisa era: “\u00bfAd\u00f3nde vamos?” Escribi\u00f3 incluso una monograf\u00eda que llevaba por t\u00edtulo \u201cLas novias: un mito pat\u00e9tico\u201d, que fue publicada por las “Ediciones de la Raz\u00f3n” y cuyas diez ediciones fueron sucesivamente agotadas. Su negativa obstinada a no creer nada de lo que se le ense\u00f1ase le llev\u00f3 a ser expulsado de la Universidad. Los adheridos a su grupo le hicieron una escolta triunfal y le proclamaron primer m\u00e1rtir de la nueva falta de fe. Pero no deb\u00eda tardar, como muchos j\u00f3venes antes que \u00e9l, en comprender que el mundo de los hombres y los negocios se parec\u00eda muy poco al mundo de sus sue\u00f1os. Su primero y brutal despertar se produjo un s\u00e1bado, por la tarde, en el bar “La Ardilla Ps\u00edquica”. Wish acababa de arengar a los consumidores, como de costumbre, despu\u00e9s de haber expuesto, estimaba \u00e9l, de una forma particularmente brillante y clara, su teor\u00eda del escepticismo. Apenas hab\u00eda terminado, cuando un se\u00f1or de cierta edad, y de un g\u00e9nero m\u00e1s bien exc\u00e9ntrico, pronunci\u00f3 algunas frases que tuvieron el don de hacer perder a Wish toda su suficiencia. El desconocido declar\u00f3 que no negaba a Wish ciertos vagos resplandores prometedores en tanto que esc\u00e9ptico. Pero ten\u00eda a\u00fan mucho camino que recorrer. Le era preciso aprender la verdad fundamental, a saber: que el verdadero esc\u00e9ptico es esc\u00e9ptico por disposici\u00f3n de esp\u00edritu m\u00e1s bien que por convicci\u00f3n; que el ropaje intelectual con que viste su escepticismo no tiene m\u00e1s importancia que las demostraciones del creyente; es decir, que sirve para violar m\u00e1s la verdad que para revelar\u00eda toda desnuda. Adem\u00e1s, sabiendo que su esp\u00edritu le permitir\u00e1 poner todo en duda, el esc\u00e9ptico desprecia el m\u00e9todo que consiste en formular su incredulidad; debe contentarse con vivir\u00eda. Pero incluso \u2014declaraba el viejo se\u00f1or\u2014 esto era ir demasiado lejos. El verdadero esc\u00e9ptico rehusaba incluso creer en s\u00ed mismo y en su propio escepticismo. Guardaba una amplitud de ideas indiscernible de la ausencia de ideas; su escepticismo encontraba su \u00faltima expresi\u00f3n en la aceptaci\u00f3n de los prejuicios ciegos como sana base de existencia y como la forma m\u00e1s penetrante de filosof\u00eda. He ah\u00ed \u2014dijo\u2014 cual era la \u00faltima fe, pues ella despreciaba el pretexto intelectual. Y concluy\u00f3 afirmando que el verdadero esc\u00e9ptico ten\u00eda una fe m\u00e1s robusta que cualquier creyente. Wish dej\u00f3 el bar “La Ardilla Ps\u00edquica” en un estado de completa confusi\u00f3n. Pas\u00f3 una noche horrible; se despert\u00f3 con una violenta jaqueca y un gran disgusto por las bebidas alcoh\u00f3licas y por las discusiones con se\u00f1ores exc\u00e9ntricos. El nacimiento de esta obsesi\u00f3n marc\u00f3 en su vida un punto decisivo. No hab\u00eda que discutirlo \u2014me dijo\u2014; absurdo o no, ser\u00eda en lo sucesivo para \u00e9l una convicci\u00f3n establecida. Concluy\u00f3 que puesto que deb\u00eda vivir aceptando los prejuicios, escoger\u00eda los m\u00e1s agradables. Se puso a buscar a su alrededor, examinando atentamente todos los prejuicios que encontraba. Inspeccion\u00f3 as\u00ed millares: los unos, confortables y tranquilizadores; los otros, penosos y extenuantes; prejuicios vigorosos o d\u00e9biles; prejuicios personales, nacionales, inofensivos, temibles, antiguos, modernos, cient\u00edficos, supersticiosos, plebeyos, aristocr\u00e1ticos, pr\u00e1cticos, in\u00fatiles, ortodoxos, her\u00e9ticos… Ten\u00eda la impresi\u00f3n \u2014me dijo\u2014 de ser un explorador que hubiera ca\u00eddo sobre un cofre que contuviera un tesoro atiborrado de las piedras m\u00e1s raras y m\u00e1s preciosas. Picoteaba aqu\u00ed y all\u00e1. Termin\u00f3 por seleccionar una colecci\u00f3n completa de prejuicios que le durar\u00edan toda una vida y le permitir\u00edan afrontar cualquier situaci\u00f3n. Eligi\u00f3 una carrera y se inscribi\u00f3 en un partido pol\u00edtico. El orgullo de su colecci\u00f3n era ese deseo que le hab\u00eda cobijado siempre su coraz\u00f3n: el deseo de tener una novia. El prejuicio hab\u00eda dado vigor a lo que la raz\u00f3n hab\u00eda casi destruido. Con una alegr\u00eda matizada de respeto, tambi\u00e9n con el sentimiento de un milagro cumplido, quiso devolver a su lugar este viejo deseo. Pero no entraba. Ensay\u00f3 en un sentido; despu\u00e9s, en otro. Lo examin\u00f3 bajo todas las costuras. Lo razon\u00f3. Ley\u00f3 largos pasajes de los cl\u00e1sicos. Se minti\u00f3. Tom\u00f3 consejo de todos lo que podr\u00edan decirle lo que el deseaba o\u00edr. Todo fue en vano. Wish dijo que se preguntaba si yo pod\u00eda comprender sus sentimientos. Hab\u00eda llegado \u2014me dijo\u2014 a la convicci\u00f3n de que la opini\u00f3n popular estaba fundada. Pod\u00eda prob\u00e1rselo por todos los procedimientos intelectuales conocidos. Adem\u00e1s, \u00e9l no ped\u00eda m\u00e1s que compartir esta opini\u00f3n. En una cierta medida, \u00e9l cre\u00eda en ello tambi\u00e9n, pero no completamente. Hab\u00eda siempre una reserva en el fondo de su esp\u00edritu, y, a medida que el tiempo pasaba, la convicci\u00f3n poco a poco se establec\u00eda en el de que todo eso no era m\u00e1s que un complot destinado a enga\u00f1arle; un vasto complot que englobaba en su seno a los autores de libros y a los propios amigos de Wish. Me pregunt\u00f3 si yo no encontraba que \u00e9l pecaba por exceso de imaginaci\u00f3n. Le dije que, bien al contrario, su relato me apasionaba, pues yo mismo hab\u00eda conocido una experiencia muy semejante a la suya, aunque menos intensa. Me hab\u00eda ocurrido cuando fui a Escocia a reunirme con unos amigos para hacer alpinismo. A medio camino, en la carretera \u2014iba en bicicleta\u2014, comenc\u00e9 a poner en duda la existencia de Escocia; me pregunt\u00e9 si no hab\u00eda sido inventada para ponerme en rid\u00edculo. Todos los libros que yo hab\u00eda le\u00eddo, todos los chistes de escoceses avaros, el Macbeth de Shakespeare, las canciones del Loch Lomond y de Bornie Charles, todo eso formaba parte de un vasto complot. Las gentes del Norte que pretend\u00edan venir a Escocia entraban en la conjuraci\u00f3n; su acento hab\u00eda sido inventado por la circunstancia. Yo estaba cerca de Berwick, sobre el Tweed; iba a ponerme en rid\u00edculo ante millares de bromistas que hab\u00edan consagrado su vida entera a sostener esta broma. Llegu\u00e9 a un tal grado de aprensi\u00f3n, que muy pronto fui incapaz de seguir rodando en bicicleta. Me dije que si tomaba el tren evitar\u00eda ser descubierto, pues si Escocia no exist\u00eda verdaderamente, la Compa\u00f1\u00eda de Ferrocarriles lo sabr\u00eda, ciertamente, y no vender\u00eda billetes. Pero cuando llegu\u00e9 a la agencia de viajes comprend\u00ed, de repente, que tan en rid\u00edculo me pondr\u00eda queriendo comprar un billete como queriendo ir a Escocia en bicicleta. Me di cuenta igualmente de que si hab\u00eda efectivamente complot en aquello, la Compa\u00f1\u00eda de Ferrocarriles participar\u00eda en \u00e9l y tendr\u00eda falsos billetes dispuestos en todas las ventanillas, en el caso de que yo me presentara en ellas. Pero era demasiado tarde para retroceder. Compr\u00e9 un billete para Berwick, y hubiera jurado que el empleado que me lo vendi\u00f3 ten\u00eda un aire decepcionado. Una vez en el tren, me entregu\u00e9 a una discreta encuesta cerca del personal y de mis compa\u00f1eros de viaje, examin\u00e9 las etiquetas de los equipajes y conclu\u00ed que si todo eso formaba parte de un complot, estaba notablemente organizado. Decid\u00ed que Escocia constitu\u00eda un riesgo calculado que val\u00eda la pena de acometer. En Berwick descend\u00ed del tren y franque\u00e9 la frontera en bicicleta. Wish declar\u00f3 que este era exactamente el g\u00e9nero de sentimientos que experimentaba en lo que concern\u00eda a las novias. Desgraciadamente, no hab\u00eda podido encontrar soluci\u00f3n tan f\u00e1cil como la m\u00eda. Hab\u00eda conocido a una joven que era exactamente el g\u00e9nero de mujer que hubiera deseado tener por novia si hubiera podido persuadirse a creer en su existencia. Tan vivos eran sus sentimientos, que decidi\u00f3 correr todos los riesgos pidi\u00e9ndole relaciones. Ante su gran encanto, ella accedi\u00f3. Eso hab\u00eda ocurrido justamente antes de nuestra partida de Inglaterra. Durante algunos d\u00edas Wish hab\u00eda sido el alpinista m\u00e1s feliz de la tierra. Su m\u00e1s caro sue\u00f1o de la infancia se hab\u00eda realizado. Por un poco, hasta hubiera podido creer en el Pap\u00e1 Noel. Despu\u00e9s vino la duda. \u00bfEra esto verdad? \u00bfPod\u00eda ser eso verdad? \u00bfSu novia no era del complot? \u00bfNo iba \u00e9l, a nuestro regreso, a exponerse al rid\u00edculo ante toda la naci\u00f3n? Desde entonces hab\u00eda estado desgarrado entre el amor y el temor, y no hab\u00eda conocido un momento de paz. Nadie pod\u00eda imaginar los tormentos por que hab\u00eda pasado. Lanz\u00f3 un gemido muy afligido. \u00a1Pobrecillo! Trat\u00e9 de tranquilizarle dici\u00e9ndole que sus temores no eran m\u00e1s que imaginarios; pero \u00bfqu\u00e9 pod\u00eda yo contra toda una vida de escepticismo? Le dije que yo no ser\u00eda feliz hasta que no le hubiera tranquilizado. Le supliqu\u00e9 me dejara compartir sus preocupaciones, a fin de poder ayudarle en esta lucha. \u00c9l me testimoni\u00f3 un reconocimiento pat\u00e9tico, pero no quiso o\u00edr hablar de eso. Yo ya ten\u00eda \u2014me dijo\u2014 bastantes responsabilidades. Tendr\u00eda que soportar \u00e9l su fardo del mejor modo posible y afrontar sin concesiones la situaci\u00f3n a nuestro regreso a Inglaterra. Me agradeci\u00f3 el haberle escuchado, pero a\u00f1adi\u00f3 que las cosas ser\u00edan m\u00e1s f\u00e1ciles para \u00e9l si no volvi\u00e9ramos a hablar nunca de todo eso. Se lo promet\u00ed, la garganta apretada, y me hice el voto de en lo sucesivo pensar menos en mis propias preocupaciones.<\/div>\n

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Proseguimos durante alg\u00fan tiempo este manejo. Yo no quer\u00eda detenerme, por temor a vejarlo. Se produjo entonces algo extra\u00f1o sobre el rostro de Pong, algo completamente indescriptible, que no se parec\u00eda a nada de lo que yo hab\u00eda visto nunca ni a lo que yo imaginaba posible. Mir\u00e9, fascinado. \u00bfQue pod\u00eda ser? Despu\u00e9s comprend\u00ed. \u00bfEra una sonrisa? Debo decir que me sent\u00ed profundamente conmovido. Que el temible exterior de Pong pudiese dejar aparecer una sonrisa me parec\u00eda casi un milagro. \u00bfQu\u00e9 indecibles emociones hab\u00edan podido provocarla? Emprend\u00ed con un febril ardor la tarea de aclarar este misterio. No cansar\u00e9 al lector enter\u00e1ndole de todas las etapas por las que pasamos Pong y yo antes de establecer un lenguaje por signos que nos permitiera al fin comprendernos. La cosa podr\u00eda parecer imposible, pero yo he tenido a menudo la ocasi\u00f3n de comprobarlo: la buena voluntad es el mejor de los int\u00e9rpretes. Le habl\u00e9 de mi familia y describ\u00ed mi casa natal. Le habl\u00e9 con calor de nuestra cocina inglesa y le di una o dos recetas. En revancha, \u00e9l me ense\u00f1\u00f3 como fre\u00edr caucho y me confi\u00f3 que estaba diplomado en los cursos de cocina por la Universidad del Yogist\u00e1n. Al fin, despu\u00e9s de horas de esfuerzos \u2014pues ten\u00eda tendencias a perderse en divagaciones\u2014, le llev\u00e9 a hablarme de su novia. No hab\u00eda tenido nunca deseos de tener una novia. El ten\u00eda \u2014me dijo\u2014 un temperamento de artista que cre\u00eda incompatible con los sentimientos y el comportamiento de un prometido. Insisti\u00f3 en hacerme comprender que no ten\u00eda nada contra el sexo opuesto \u2014bien al contrario\u2014, pero que su alma de artista se rebelaba contra la reglamentaci\u00f3n que implicaban forzosamente los noviazgos oficiales. La costumbre yogistanesa quiere, desgraciadamente, que los ni\u00f1os sean prometidos a una edad muy tierna, a consecuencia de los arreglos concertados entre los padres. As\u00ed es como Pong fue ennoviado largo tiempo antes que se manifestase su temperamento refinado; desde que este se revel\u00f3. Pong se encontr\u00f3 en discusi\u00f3n con su familia y con su novia. Pong siempre hab\u00eda tenido horror a las discusiones; su alma delicada no estaba en armon\u00eda m\u00e1s que con los acordes m\u00e1s sutiles de la vida social. Parec\u00eda estar entonces en una discusi\u00f3n permanente e irremediable con la sociedad en general, y con su familia en particular; esta revelaci\u00f3n provoc\u00f3 en \u00e9l una crisis espiritual. Estim\u00f3 que le era necesario elegir de una vez para siempre entre su arte y su coraz\u00f3n; pod\u00eda ser un artista o un amante, pero no las dos cosas a la vez. El conflicto era terrible. Pong me dijo que nadie se pod\u00eda imaginar lo que hab\u00eda sufrido. Hasta entonces, siempre hab\u00eda estado dispuesto a aceptar a su novia; experimentaba un sincero afecto por su familia y sus amigos. Y he ah\u00ed que una imperiosa necesidad le obligaba a abandonarlos a todos para seguir el camino solitario de su vocaci\u00f3n. Hab\u00eda vivido durante meses en las torturas de la indecisi\u00f3n. Y la parec\u00eda que su alma estaba desgarrada en dos. Pero un d\u00eda le ocurri\u00f3 algo que forz\u00f3 la decisi\u00f3n. Pasaba, como de costumbre, la tarde de un s\u00e1bado en casa de su novia, que ten\u00eda la costumbre de prepararle alguna golosina a su bien amado. Se instal\u00f3, pues, en la mesa, se puso la mano derecha sobre la cadera y adopt\u00f3 una expresi\u00f3n de amable impaciencia. La joven entr\u00f3 orgullosa y deposit\u00f3 un plato ante \u00e9l. Un instante m\u00e1s tarde. Pong lanzaba un grito de horror y rechazaba su plato. La pobre novia quiso poner una mano sobre el brazo de Pong, pero \u00e9l la separ\u00f3 y se precipit\u00f3 fuera de la casa. Todo el d\u00eda y toda la noche se la pas\u00f3 en la monta\u00f1a. Cuando descendi\u00f3 por la ma\u00f1ana, ya no era el mismo: se hab\u00eda convertido en un hombre decidido a dedicarse a algo. Desde aquella ma\u00f1ana se hab\u00eda consagrado a su arte. Su novia, su familia, sus amigos, todos le abandonaron; \u00e9l era de una extremada intransigencia, y nadie le amaba lo bastante para comprenderle y para aceptar solamente el segundo lugar en la escala de sus afectos. Se convirti\u00f3 en un paria, no por su culpa ni por un prop\u00f3sito deliberado, pues era de car\u00e1cter muy sociable, sino porque el artista estaba obligado a andar solo por las alturas desiertas que son su dominio. Y a medida que su habilidad se desarrollaba, que su intuici\u00f3n se afinaba, su deseo de compa\u00f1\u00eda se agudizaba en \u00e9l hasta el punto de convertirse en algo casi intolerable. Pero la violencia misma de esta necesidad de amistad no era m\u00e1s que una barrera m\u00e1s que le separaba de sus semejantes. En las raras ocasiones en que revelaba sus sentimientos, su intensidad misma enloquec\u00eda al hombre del que hubiera querido ser amigo. Y su soledad no hizo m\u00e1s que crecer. Termin\u00f3 por renunciar a todo esfuerzo que tendiera a alcanzar a sus semejantes. Se retir\u00f3 completamente a su mundo interior y volc\u00f3 sobre su arte todo el ardor de sus afectos. Despu\u00e9s de haberse diplomado, se entreg\u00f3 a experiencias personales y fund\u00f3 una nueva escuela culinaria, que fue saludada por los elementos radicales del pa\u00eds como la encarnaci\u00f3n misma del esp\u00edritu moderno. Fue universalmente honrado y respetado, pero jam\u00e1s amado. Ahora \u2014me dijo\u2014 hab\u00eda cumplido la gran obra de su vida. Jam\u00e1s subir\u00eda m\u00e1s alto. El resto no ser\u00eda m\u00e1s que repetici\u00f3n. Permanecer\u00eda reconocido a la vida por haber querido utilizar sus servicios; abrigaba la voluntad de envejecer con gracia y la esperanza profunda e inquebrantable de que a\u00fan podr\u00eda encontrar la amistad de un semejante.<\/div>\n

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Tal era, si hab\u00eda comprendido bien, la historia de Pong. Cuando hubo terminado, el silencio rein\u00f3 algunos minutos en la peque\u00f1a tienda. Ni \u00e9l ni yo formulamos el menor gesto. Despu\u00e9s, con el suspiro de un hombre que redesciende sobre la tierra despu\u00e9s de una incursi\u00f3n por el pa\u00eds de los sue\u00f1os. Pong sac\u00f3 su petaca y me ofreci\u00f3 una pipa de groka. Yo ten\u00eda ya el coraz\u00f3n demasiado lleno para intentar semejante aventura; murmur\u00e9, pues, un vibrante: “No, gracias, mi viejo”, y sal\u00ed corriendo de la tienda. De regreso en la m\u00eda, escup\u00ed el trozo de cuero y me met\u00ed en mi saco de dormir. Qued\u00e9 largo tiempo pensando en la extra\u00f1a historia de Pong y tratando de imaginar c\u00f3mo se pod\u00eda expresar en lenguaje de signos la palabra maestro. La expedici\u00f3n parec\u00eda muy lejos, y todo lo que con ella se relacionaba parec\u00eda extra\u00f1amente irreal. Termin\u00e9, sin embargo, por reencontrar el sentido de mis responsabilidades. \u00bfD\u00f3nde estaban los dem\u00e1s? \u00bfQu\u00e9 deb\u00eda yo hacer? Una violenta crispaci\u00f3n de los intestinos me dio una parte de la respuesta. Era in\u00fatil pretender que no ten\u00eda una penosa digesti\u00f3n. Un Pong convertido en amigo no ser\u00eda por eso mejor cocinero que antes. No ten\u00eda m\u00e1s comprimidos antidisp\u00e9pticos. Si no recib\u00eda socorros muy pronto, estaba perdido. Me apoder\u00e9 del walkie-talkie y lanc\u00e9 llamadas fren\u00e9ticas. Para mi gran alivio, tom\u00e9 contacto con Wish, que estaba en el campamento III. El se hab\u00eda comunicado ya con Constant y Shute, que hab\u00edan avanzado hasta el campamento II. Burley y Jungle estaban todav\u00eda en el campamento I. Estas eran excelentes noticias. Todo el equipo parec\u00eda, al fin, estar en contacto. Pronto descubrimos que yo estaba fuera del alcance del campamento II; no pod\u00eda hablar con ellos m\u00e1s que por medio de Wish. Wish, por su parte, no pod\u00eda comunicar con el campamento I; deb\u00eda para esto utilizar el campamento II como enlace. Ped\u00ed a Wish que rogara a Constant en el campamento II y a Burley en el campamento I estuvieran a la escucha. Mientras que \u00e9l tomaba estas disposiciones, trat\u00e9 de establecer planes para el asalto de la cima, que se encontraba a\u00fan a dos mil trescientos metros por encima de m\u00ed. Pero los \u00fanicos planes que yo era capaz de examinar eran los que concern\u00edan a mi digesti\u00f3n. Decid\u00ed que era imprescindible me enviaran urgentemente comprimidos antidisp\u00e9pticos por portador. Todav\u00eda quedaban en las reservas farmac\u00e9uticas del campamento I. Cuando Wish me llam\u00f3, su voz era muy d\u00e9bil y yo elev\u00e9 el tono dici\u00e9ndole que hablara m\u00e1s alto. En lugar de seguir mis consejos, se puso a hablar con una voz m\u00e1s d\u00e9bil a\u00fan. Me di cuenta despu\u00e9s que yo hablaba demasiado fuerte y que \u00e9l, como se hace en estos casos, hab\u00eda bajado instintivamente el tono. Apenas si yo le o\u00eda, y entonces yo gritaba, lo que hac\u00eda vibrar su receptor y ensordec\u00eda al pobre Wish. Ni \u00e9l ni yo comprend\u00edamos una palabra de lo que dec\u00eda el otro. Hubi\u00e9ramos quiz\u00e1 terminado por renunciar si, una vez que hice una pausa para recobrar el aliento, no hubiera yo o\u00eddo a Wish decirle a Constant que yo aullaba hasta romperle el cr\u00e1neo. Esta observaci\u00f3n me ilumin\u00f3, y Wish pudo decirme que todos estaban a la escucha. Pero justamente en el momento en que yo iba a hablar comenzaron a o\u00edrse crepitamientos en el receptor. Desde entonces nos fue muy dif\u00edcil hacernos comprender. Para agravar a\u00fan m\u00e1s las cosas, olvidamos, en nuestro entusiasmo, los consejos de Jungle y nos pusimos a hablar como en una conversaci\u00f3n ordinaria. He aqu\u00ed lo que eso dio: Yo a Wish.\u2014 Diga a Burley que me env\u00ede seis paquetes de tabletas para el est\u00f3mago al campamento cuatro. Wish a Constant.\u2014 Diga a Burley que env\u00ede seis paquetes de setas al campamento cuatro. Yo (que hab\u00eda o\u00eddo esta ultima frase).\u2014 No; lentejas, no; tabletas. Wish.\u2014 Yo no he hablado de almejas. Yo.\u2014 Yo no le he dicho que haya usted hablado de eso. Constant a Wish.\u2014 \u00bfC\u00f3mo? \u00bfQu\u00e9 no ha hablado usted de fresas? Ya lo s\u00e9; usted ha dicho setas. Wish.\u2014 \u00a1No, no! Hablaba con Lazo de Uni\u00f3n. El dice que no quiere lentejas. \u00bfO eran almejas? En fin, de todas formas, que no quiere. Yo.\u2014 Pero, s\u00ed; \u00a1claro que quiero! Wish a Constant.\u2014 Dice ahora que si quiere. Constant.\u2014 \u00bfQue quiere qu\u00e9? Wish.\u2014 Pues…, pues… \u00a1Un segundo! Lazo de Uni\u00f3n, se trataba de setas o fresas? Yo.\u2014 \u00a1Oh cielos! Wish a Constant.\u2014 Dice que quiere huevos. Constant.\u2014 Ya sabe que los hemos roto todos en el tren. \u00bfNo cree usted que est\u00e1 loco? Yo.\u2014 \u00a1No! \u00a1Huevos, no! Wish a Constant.\u2014 Yo creo que s\u00ed. Acaba de llamarme cielo. Constant.\u2014 Eso es serio. Debe estar delirando. Preg\u00fantele si conoce a Jungle, para ver. Wish.\u2014 Lazo de Uni\u00f3n, Excelencia querr\u00eda saber si conoce a Burley. Constant.\u2014 Yo no he hablado de Burley, \u00a1idiota! He dicho Jungle. Wish.\u2014 Yo no he hablado de Shirley. Yo a Wish.\u2014 Ya lo s\u00e9 que no. Constant a Wish.\u2014 Yo no he dicho eso. Wish.\u2014 \u00bfQuieren callarse todos un momento? Me van a volver loco. Burley a Constant.\u2014 \u00bfQu\u00e9 pasa, Excelencia? \u00bfQu\u00e9 significa todo eso? Constant.\u2014 Pasa que ojal\u00e1 Lazo de Uni\u00f3n y el sabio se volvieran mudos. Burley.\u2014 \u00bfDesnudos? \u00a1Con el fr\u00edo que hace! Wish a Constant.\u2014 \u00bfQu\u00e9 les pasa? \u00bfNo pueden callarse un segundo mientras yo reflexiono? Constant a Wish.\u2014 Si quiere usted reflexionar, no tiene m\u00e1s que cerrar su sat\u00e1nico receptor. Burley a Constant.\u2014 \u00bfQuien quiere reflexionar? \u00bfDe qu\u00e9 hablan ahora? Yo a Wish.\u2014 Yo no he dicho nada. \u00bfEst\u00e1 usted seguro que se encuentra bien? Wish.\u2014 Me encuentro muy mal. La cosa iba mal. Pero por lo menos hasta aqu\u00ed hab\u00edamos logrado sincronizar las operaciones tan bien, que cuando A hablaba, B estaba a la escucha, y viceversa. Despu\u00e9s todo empez\u00f3 a ir peor. A y B hablaban los dos al mismo tiempo y no estaban ni el uno ni el otro a la escucha. Seg\u00fan toda probabilidad, ya habl\u00e1bamos todos al mismo tiempo, ya nos pon\u00edamos todos a la vez a la escucha y nadie hablaba. Por un largo tiempo aquello fue el caos. Estoy persuadido que no hubi\u00e9ramos tardado en volvernos locos los unos a los otros, o que al menos se hubiera resentido nuestra fe en el racionalismo del comportamiento humano y en el control que el hombre ejerce sobre su destino. Pero, afortunadamente, nos fue evitada esta cat\u00e1strofe. En medio del tumulto reson\u00f3 una voz; una voz dulce, bien timbrada, un poco pedante; una voz competente: “Vagabundo a Excelencia. Vagabundo a Excelencia. \u00bfMe oye? Terminado… Vagabundo a Excelencia. Vagabundo a Excelencia… \u00bfMe oye? Terminado…” Constant dijo que tuvo la impresi\u00f3n de o\u00edr la voz de un ser superior. En medio de los ruidos y de los fen\u00f3menos de distorsi\u00f3n, las frases familiares resonaban claras y bien reconocibles. La melopea mon\u00f3tona que nos hab\u00eda parecido tan rara cuando nos entren\u00e1bamos en el campamento de base expuls\u00f3 a los par\u00e1sitos; el o\u00eddo, no teniendo ya qu\u00e9 dudar entre los graves y los agudos, pudo ignorar las interferencias. El mensaje no dej\u00f3 a Constant ninguna duda sobre la identidad de su interlocutor. Constant se entreg\u00f3 con alegr\u00eda al ritual: “Excelencia a Vagabundo. Excelencia a Vagabundo. Le oigo muy bien…” Wish al o\u00edrlo, me puso al corriente, y la conversaci\u00f3n sigui\u00f3 sin equ\u00edvocos. Burley me prometi\u00f3 enviarme las tabletas gastrointestinales por la ma\u00f1ana. Jungle y \u00e9l no se sent\u00edan a\u00fan muy seguros de ellos e iban a prolongar un poco su permanencia en el campamento I. Constant y Shute se quedar\u00edan en el campamento II para descansar de su ascensi\u00f3n. Wish se quedar\u00eda en el campamento III. Este arreglo permitir\u00eda guardar el contacto por radio. Decide que, puesto que no recibir\u00eda hasta por la tarde del d\u00eda siguiente mis medicamentos para el est\u00f3mago, yo pod\u00eda hacer una jornada de trabajo mientras tuviera fuerzas para escalar. Subir\u00eda tan arriba como pudiera y dejar\u00eda sobre el lugar el equipamiento del campamento V y redescender\u00eda al campamento IV.<\/div>\n

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Pas\u00e9 una noche agitada y me despert\u00e9 muy cansado. Pong, cuando me trajo el desayuno, estaba tan impenetrable como siempre; todo lo m\u00e1s, se permiti\u00f3 en mi presencia un vigoroso eructo, lo que jam\u00e1s hab\u00eda ocurrido hasta entonces. Me pregunt\u00e9 por un momento si no comenzaba a abusar de la simpat\u00eda que yo le hab\u00eda testimoniado; pero me reproche en seguida este pensamiento poco caritativo. Cuando convoqu\u00e9 a So Lo, tambi\u00e9n este se permiti\u00f3 un reg\u00fceldo en mi presencia. Si no se trataba de una conspiraci\u00f3n, era, desde luego, una notable coincidencia. Decid\u00ed en lo sucesivo abrir el ojo. Es poco agradable saber que abusan de uno. Adem\u00e1s, ante el deseo de no ser tornado por un imb\u00e9cil, o de considerarse a s\u00ed mismo como tal, no se sabe nunca si se debe despreciar a la otra persona por haber abusado de la bondad de uno, o si se debe uno despreciarse a s\u00ed mismo por haberlo sospechado sin justificaci\u00f3n. Fue, pues, con sentimientos mezclados como comenc\u00e9 mi jornada de ascensi\u00f3n. Dej\u00e9, como de costumbre, a So Lo tomar la cabeza \u2014de hecho, hubiera sido dif\u00edcil imped\u00edrselo\u2014 y trat\u00e9 de hacer planes para el porvenir y de mantener la mirada alerta a las posibles transversiones o alucinaciones, al tiempo que el o\u00eddo tenso, por si percib\u00eda un nuevo fen\u00f3meno de eructaci\u00f3n en los portadores. Experiment\u00e9 nuevos y vivos dolores en la regi\u00f3n de la cintura; el esfuerzo de escalar y de respirar me era cada vez m\u00e1s penoso. Mi esp\u00edritu comenzaba a errar. Me pareci\u00f3 por un momento que mis compa\u00f1eros hab\u00edan llevado con ellos sus novias y sus familias; en alg\u00fan sitio por debajo de m\u00ed se apretaba una muchedumbre: Prone con su horrible esposa y sus reto\u00f1os, Burley y su desgraciada novia. Constant y Travers \u2014entonando a coro canciones de marinos\u2014, Jungle y su cohorte de amores perdidos, y el pobre Wish con su novia, en la que no llegaba a creer verdaderamente. Todos eran buenos amigos m\u00edos \u2014incluso la familia de Prone\u2014, y me dije que deber\u00eda hacer algo por ellos. “Vamos, Lazo de Uni\u00f3n”, me dije. Pero esto era m\u00e1s f\u00e1cil de decir que de hacer. In\u00fatil tratar de convencerme de que no me dol\u00eda el est\u00f3mago. Me di cuenta que mi moral estaba ya debilitada por las mentiras que me hab\u00eda prodigado cuando mi \u00faltima ascensi\u00f3n. Tratar de enga\u00f1arse a s\u00ed mismo era una locura y una cobard\u00eda. Deb\u00eda afrontar la verdad cara a cara y aceptar\u00eda con el coraz\u00f3n alegre. Aceptar la verdad era aceptar la vida, y la vida misma me recompensar\u00eda. Comenc\u00e9 por mis dolores de est\u00f3mago y trat\u00e9 de aceptarlos con el coraz\u00f3n alegre. Que mi dolor \u2014pens\u00e9\u2014 sea la ofrenda que aporto al altar de la vida y de la amistad. Yo lo soportar\u00eda valientemente por Pong. Eso parec\u00eda muy sencillo, pero carecer\u00eda de resultado si sospechaba que Pong abusaba de mi bondad. En el inter\u00e9s de la expedici\u00f3n, ten\u00eda que creer en Pong. Despu\u00e9s de todo \u2014me dije\u2014, el yogistan\u00e9s habla con el est\u00f3mago. Quiz\u00e1 estos eructos signifiquen “buenos d\u00edas” en yogistan\u00e9s. Expuls\u00e9, pues, estas sospechas y me esforc\u00e9 en reunir a Pong, a mis compa\u00f1eros, a mis dolores de est\u00f3mago y a mis otras molestias en un solo y mismo \u00e9xtasis. “\u00a1Quiero vivir! “, grit\u00e9, y me ca\u00ed todo lo largo que era. Me levant\u00e9 y a\u00f1ad\u00ed una nariz dolorida a mi \u00e9xtasis. Martirizado de alegr\u00eda, me esforc\u00e9 en recobrar el camino. Y poco a poco mi avance se hizo m\u00e1s f\u00e1cil. Me maravill\u00e9 de verme escalar como no hab\u00eda escalado desde hac\u00eda muchos d\u00edas. \u00bfHab\u00eda descubierto el secreto de la vida y de la energ\u00eda? La pendiente me parec\u00eda apenas perceptible; se hubiera dicho que march\u00e1bamos sobre terreno liso. Levant\u00e9 los ojos y pase\u00e9 mis miradas alrededor de m\u00ed. \u00a1Est\u00e1bamos en terreno liso! Di algunos pasos y tropec\u00e9 con So Lo, que hab\u00eda hecho alto. Me inmovilic\u00e9, recobrando mi aliento; despu\u00e9s mire ante m\u00ed, pregunt\u00e1ndome qu\u00e9 obst\u00e1culos pod\u00edan esperarnos. Ante mi profunda estupefacci\u00f3n, no hab\u00eda obst\u00e1culos. \u00a1Est\u00e1bamos en la cima! Por segunda vez desde el principio de nuestra expedici\u00f3n dude de mi raz\u00f3n. El Khili-Khili culminaba en trece mil trescientos cincuenta metros por encima del nivel del mar. 0 yo estaba loco, o lo estaba mi bar\u00f3metro, pues nos encontr\u00e1bamos a once mil seiscientos metros solamente. \u00bfQue hab\u00eda podido pasar? Fue entonces cuando comprend\u00ed. Al Este, una magn\u00edfica monta\u00f1a dirig\u00eda hacia el cielo su cima brillante, a unos mil setecientos metros por encima de mi. Nos hab\u00edamos equivocado de cima.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO XIII i VICTORIA!<\/strong><\/div>\n
Me sent\u00eda empeque\u00f1ecido y aislado, estremecido al fr\u00edo mordiente en la cima del Guili-Guili. La cumbre majestuosa del Khili-Khili se elevaba ante m\u00ed, a menos de dos kil\u00f3metros de distancia; pero entre nosotros se interpon\u00eda la garganta del Enigma. Mis pensamientos regresaron a aquella tarde, que me parec\u00eda tan lejana, cuando hab\u00edamos hecho alto en la cima del Voiajenkar, el coraz\u00f3n latiendo de esperanza y todos impacientes por afrontar la monta\u00f1a. Todos nuestros esfuerzos, todos nuestros sufrimientos, todos nuestros planes hab\u00edan sido vanos. Hab\u00edamos traicionado la confianza de los que nos hab\u00edan elegido. Eramos unos fracasados, unos impostores; el mundo entero iba a re\u00edrse a nuestras expensas y con justa raz\u00f3n. Pens\u00e9 en mis camaradas que luchaban contra la fatiga f\u00edsica, que reagrupaban sus fuerzas con el pensamiento puesto en la tarea que cre\u00edan les esperaba; los imagin\u00e9 progresando lenta pero valientemente por el flanco de la monta\u00f1a, y todo eso para nada. Esto me parec\u00eda infinitamente pat\u00e9tico. Ten\u00eda la garganta apretada, y tuve que hacer un gran esfuerzo para retener las l\u00e1grimas, indignas de un hombre. Contempl\u00e9 la cumbre del Khili-Khili, tan serena en su pureza inviolada, y por un instante tuve la ilusi\u00f3n de que la diosa de la monta\u00f1a rechazaba con desprecio a las \u00ednfimas criaturas que hab\u00edan puesto sobre sus pendientes sus sacr\u00edlegos pies; que ella les lanzaba un desaf\u00edo, que lanzaba un desaf\u00edo a la Humanidad entera. Ella era la que nos hab\u00eda extraviado y la que extraviar\u00eda o destruir\u00eda a todos los que posaran el pie sobre ella. Me pregunt\u00e9 si la monta\u00f1a ser\u00eda vencida alguna vez. Y mientras la contemplaba, conoc\u00ed s\u00fabitamente la respuesta. Sobre las largas pendientes de la cima, un peque\u00f1o punto negro acababa de aparecer. Lo vi elevarse lentamente. Detr\u00e1s de \u00e9l iba otro punto negro. \u00a1Hombres! \u00bfQui\u00e9nes pod\u00edan estar sobre nuestra monta\u00f1a? Sent\u00ed subir en m\u00ed una ola de indignaci\u00f3n. \u00bfQui\u00e9n hab\u00eda osado abordar en secreto nuestra monta\u00f1a y vencer\u00eda antes que nosotros para ridiculizarnos? \u00bfQui\u00e9n? Los tres puntos segu\u00edan subiendo. Detr\u00e1s de ellos aparecieron otros puntos, solos o por grupos de dos o tres. Eran diez, veinte, docenas, veintenas; la virginal blancura de la cumbre estaba ahora sembrada de puntos. \u00a1Los portadores! No pod\u00edan ser otros; Noventa y dos de entre ellos se hab\u00edan quedado en el campamento de base. Hab\u00eda debido todos, o casi todos, escalar la monta\u00f1a. Pero \u00bfpor qu\u00e9?, \u00bfPor qu\u00e9? Y, ante todo, \u00bfd\u00f3nde estaba Prone? \u00bfEstaba con ellos o le hab\u00edan abandonado? \u00bfEstaba en la cabeza de aquellos puntos negros? Me precipit\u00e9 sobre mi walkie-talkie. La distancia sobrepasaba el alcance normal del emisor, pero quiz\u00e1 en una atm\u00f3sfera tan pura fuera posible el contacto. Manipul\u00e9 fren\u00e9ticamente la se\u00f1al de llamada, diciendo: “Lazo de Uni\u00f3n a Enfermizo. Lazo de Uni\u00f3n a Enfermizo. \u00bfMe oye? Corto.” Ninguna respuesta. Recomenc\u00e9 aun, y luego otra vez. Estaba pose\u00eddo por el frenes\u00ed. So Lo y Pong estaban pl\u00e1cidamente sentados sobre sus cargamentos y miraban a sus compa\u00f1eros sobre el Khili-Khili sin manifestar el m\u00e1s ligero signo de inter\u00e9s. Todo eso les parec\u00eda entrar en la rutina cotidiana. Los puntos negros se separaban en grupos. Se levantaban tiendas. Se aprestaban, evidentemente, a acampar sobre la cima de la monta\u00f1a. Insist\u00ed en mis llamadas. Al fin, ante mi inmenso alivio, o\u00ed una voz debilitada que dec\u00eda: “Enfermizo a Lazo de Uni\u00f3n. Enfermizo a Lazo de Uni\u00f3n. Le recibo en fuerza II. \u00bfMe oye? Corto.”<\/div>\n

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Y me cont\u00f3 su incre\u00edble odisea. El d\u00eda que Constant y yo hab\u00edamos dejado por \u00faltima vez la base avanzada, los portadores hab\u00edan comenzado a embalar todo el equipo que nos hab\u00edamos dejado en el campamento de base. Cuando todo hab\u00eda estado dispuesto, hab\u00edan desmontado la tienda de Prone, haci\u00e9ndole comprender por signos que era preciso que saliera de su saco. Pensando que obedec\u00edan ordenes de Constant, que les habr\u00eda encargado instalaran el campamento en sitio m\u00e1s seguro, Prone lo hab\u00eda hecho. Nuestro amigo, que sufr\u00eda en la circunstancia catalepsia latente, fue echado a espaldas de un portador. Ante su viva sorpresa, en lugar de dirigirse hacia el sitio escogido, hab\u00edan marchado rectos hacia la cara Norte y comenzado a escalarla. Prone grit\u00f3 y protest\u00f3, pero sin que el portador que le llevaba le prestase la menor atenci\u00f3n. Dio patadas, lanz\u00f3 aullidos, golpe\u00f3 a pu\u00f1etazos la cabeza del portador. Este soport\u00f3 este tratamiento durante alg\u00fan tiempo sin decir nada; despu\u00e9s precipit\u00f3 a Prone sobre el suelo y continu\u00f3 su marcha, dej\u00e1ndole all\u00ed. Muy alarmado, Prone se precipit\u00f3 detr\u00e1s de \u00e9l con paso vacilante y le rog\u00f3 que se detuviera. El portador hizo alto, esper\u00f3 a que Prone le alcanzase, se lo ech\u00f3 a la espalda y sigui\u00f3 subiendo. Prone, completamente desmoralizado, se instal\u00f3 tan confortablemente como pudo y se durmi\u00f3. Se despert\u00f3 cuando se le depositaba en el interior de su tienda. Despu\u00e9s de una breve mirada sobre el paisaje, crey\u00f3 adivinar que estaban acampados sobre el col Sur. Se le dio de comer y se le entregaron sus cosas personales. Despu\u00e9s de haberse cuidado de un ataque de fiebre de Malta, se instal\u00f3 para la noche. Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, los portadores levantaron el campamento, llev\u00e1ndose a Prone. Sin conceder ninguna importancia a sus protestas, el mismo portador carg\u00f3 con \u00e9l y partieron todos. Hab\u00edan as\u00ed marchado con obstinaci\u00f3n hasta el momento en que hab\u00edan alcanzado la cima. Prone dijo que no hab\u00eda sido jam\u00e1s m\u00e1s desgraciado en su vida. El relato de lo que hab\u00eda sufrido \u2014dijo\u2014 hubiera hecho palidecer al m\u00e1s rudo colono. El Khili-Khili era una monta\u00f1a m\u00e1s dura de lo que hab\u00eda imaginado aun en sus momentos de mayor pesimismo. Durante toda la ascensi\u00f3n hab\u00eda sido llevado por el mismo portador: Hob Skur. Compadec\u00ed sus desgracias y le di mis noticias. Estudiamos entonces lo que conven\u00eda hacer. Era evidente que hab\u00eda que hacer descender a Prone al campamento de la base. Pero \u00bfc\u00f3mo? Guiado por mis consejos. Prone trato de persuadir a sus hombres por se\u00f1as de que hab\u00eda que descender; pero ellos no hicieron ning\u00fan caso a sus gestos. Hab\u00edan terminado de montar las tiendas. Los que no estaban ocupados en preparar las comidas, estaban sentados y fumaban, aparentemente muy satisfechos de su situaci\u00f3n. Prone declar\u00f3 que no hab\u00eda esperanza. Yo no pod\u00eda imaginar \u2014le dije\u2014 c\u00f3mo hab\u00eda podido pasar eso. Prone me respondi\u00f3 que \u00e9l, sin embargo, sab\u00eda exactamente a que atenerse respecto a eso. La palabra yogistanesa que designa el pie de una monta\u00f1a era evidentemente la misma que la que designa la cumbre, salvo en alguna intensidad del borborigmo o alguna otra convulsi\u00f3n interna que Constant hab\u00eda imperfectamente formulado. Seg\u00fan Prone, los portadores se quedar\u00edan all\u00ed, a menos que Constant no les diera orden expresamente de descender o que empezasen a faltar los v\u00edveres. El esperaba, de todos modos, estar muerto antes que una u otra de estas soluciones interviniese. Le supliqu\u00e9 que resistiera por nosotros. Le declar\u00e9 que sus sufrimientos no hab\u00edan sido vanos. \u00bfNo hab\u00edamos, despu\u00e9s de todo, alcanzado la cumbre del Khili-Khili? Incluso hab\u00edamos hecho m\u00e1s de lo que esper\u00e1bamos, pues hab\u00edamos vencido a la vez al Khili-Khili y al Guili-Guili. Prone respondi\u00f3 que en los a\u00f1os venideros, si alguna vez ten\u00eda de nuevo la ocasi\u00f3n de sentarse confortablemente ante un buen fuego, este hecho podr\u00eda procurarle una cierta satisfacci\u00f3n. Para el presente cuarto de hora, eso no era m\u00e1s que una gota de agua en un oc\u00e9ano de infortunio. Me suplic\u00f3 que le hiciera descender de all\u00ed. Para reconfortar al pobre, le promet\u00ed que lo har\u00eda; pero no ten\u00eda la menor idea de c\u00f3mo hacerlo. Nos dijimos adi\u00f3s y descend\u00ed hacia el valle con mi peque\u00f1a escolta.<\/div>\n

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En el campamento IV encontr\u00f3 mis preciosas tabletas antidisp\u00e9pticas. Llam\u00e9 a Wish y le anunci\u00e9 la noticia. Le dije que estar\u00eda en el campamento II al d\u00eda siguiente y en el campamento I al otro d\u00eda. Tom\u00e9 una frugal comida y me acost\u00e9 temprano. So Lo y Pong vinieron a eructar a mi tienda; cre\u00ed que quer\u00edan decirme con ello “Buenas noches”. Fue un doble eructo lo que me saco de mi sue\u00f1o al d\u00eda siguiente por la ma\u00f1ana. Mire con desconfianza a los dos yogistaneses, pero Pong hab\u00eda tra\u00eddo un trozo de cuero, pensando que me gustar\u00eda comerlo con las lentejas y el pemmicam. Esto me pareci\u00f3 un gesto amistoso, y me avergonc\u00e9 de mis sospechas. Guardo pocos recuerdos de los dos d\u00edas siguientes. A nueve mil metros llam\u00e9 a los otros y les ped\u00ed que me guiaran hasta el campamento I. Se mostraron muy amables, pero sus detalladas instrucciones no sirvieron m\u00e1s que para hacerme dar vueltas. Me hizo feliz, sin embargo, o\u00edr de nuevo la voz de Burley. En fondo sonoro, mientras \u00e9l me hablaba, yo o\u00eda ecos de canciones, y de vez en cuando una voz amistosa interven\u00eda en la conversaci\u00f3n para preguntar: “\u00bfComo est\u00e1 ese viejo Lazo de Uni\u00f3n hoy?”, o bien: “Lazo de Uni\u00f3n, mi viejo, \u00bfle he contado alguna vez el chiste de la joven que iba a comprar huevos?”, y as\u00ed segu\u00edan. Burley mismo propuso cantarme algo. Esto era muy amable por su parte, y despu\u00e9s de tantas jornadas solitarias, eso me conmov\u00eda hasta las l\u00e1grimas; pero esto no me ayudaba a encontrar el campamento I. Termin\u00e9 por renunciar a ello. Anunci\u00e9 que iba a descender hasta la base avanzada y les dije que me siguieran al d\u00eda siguiente. Burley consult\u00f3 a los dem\u00e1s, y o\u00ed a Shute decir: “\u00bfPor qu\u00e9 no? De todas formas, ya no queda m\u00e1s.” Sin duda, se refer\u00eda a la pel\u00edcula cinematogr\u00e1fica. He discutido despu\u00e9s con Totter el misterio del campamento I. \u00bfPor que no logr\u00e9 jam\u00e1s descubrirlo, a pesar de las instrucciones repetidas que se me prodigaban? \u00bfPor que Constant hab\u00eda podido encontrarlo tan f\u00e1cilmente cuando hab\u00eda descendido del campamento II? \u00bfY por qu\u00e9 a los otros, especialmente a Burley, que no hab\u00eda subido de all\u00ed, les costaba tanto trabajo dejar el campamento? \u00bfSe trataba de un fen\u00f3meno clim\u00e1tico local comparable a la atm\u00f3sfera enervante que se encuentra a veces sobre un glaciar? No llegamos nunca a una explicaci\u00f3n satisfactoria. Hasta hoy, el enigma del campamento I continua sin soluci\u00f3n. Descend\u00ed, pues, a la base avanzada, y un d\u00eda m\u00e1s tarde estabamos de nuevo todos reunidos por primera vez desde hacia m\u00e1s de quince d\u00edas. La cuesti\u00f3n que se planteaba era esta: \u00bfque se pod\u00eda hacer por Prone? El telescopio de Jungle revel\u00f3 que el campamento de base estaba todav\u00eda instalado sobre la cumbre. En cuanto a la nube sombr\u00eda que planeaba por encima de las tiendas, era, a no dudarlo, el humo procedente de noventa y dos pipas de groku. \u00bfTen\u00edan la intenci\u00f3n de quedarse all\u00ed, como se tem\u00eda Prone, hasta recibir nuevas \u00f3rdenes o hasta ver agotarse los v\u00edveres? Constant consult\u00f3 a los portadores, que le afirmaron que era esto, ciertamente, lo que iba a pasar. La consigna \u2014dijeron\u2014 era la consigna, y la consigna, en tal circunstancia, era transportar el campamento de base hasta la cumbre y esperar all\u00ed al resto de la expedici\u00f3n. Era evidentemente necesario enviar all\u00ed a alguien. Pero \u00bfa quien? Como ninguno de los europeos estaba en condiciones de intentar la ascensi\u00f3n, hab\u00eda que recurrir a los portadores. Constant pidi\u00f3 voluntarios, lo que tuvo resultados decepcionantes. Design\u00f3 entonces a dos, d\u00e1ndoles la orden de subir hasta la cima. Despu\u00e9s de una agotadora discusi\u00f3n sobre las tarifas de las horas suplementarias, cogieron sus sacos y partieron sin manifestar ni entusiasmo ni repugnancia excesivos. Para ellos, aquello no sal\u00eda de lo cotidiano. El col Sur no era apenas un sitio para monta\u00f1eros al l\u00edmite de sus fuerzas. Al d\u00eda siguiente descendimos hasta el glaciar y plantamos nuestras tiendas al pie de la cara Norte. Y all\u00ed esperamos.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO XIV RETORNO DE LA EXPEDICION VICTORIOSA<\/strong><\/div>\n
Comenzamos por descansar, pues todos ten\u00edamos sue\u00f1o atrasado. Despu\u00e9s, habiendo recobrado toda nuestra energ\u00eda, cada uno de nosotros se dedic\u00f3 a sus propias actividades. Wish coleccion\u00f3 numerosas lecturas de instrumentos y anunci\u00f3 con orgullo que ten\u00edan una alta importancia. Jungle utiliz\u00f3 el ocio para establecer el mapa de la regi\u00f3n. Desgraciadamente, se perd\u00eda cada d\u00eda y hab\u00eda que enviar a un portador en su busca, lo que era extremadamente inc\u00f3modo para nosotros. Esta costumbre termin\u00f3 por irritarnos hasta tal punto, que designamos un portador para servirle de guardi\u00e1n, dando a \u00e9ste instrucciones formales para que recogiese a Jungle y lo trajese al campamento a la ca\u00edda de la tarde. Una tarde en que no hab\u00eda regresado a la hora normal, Shute lanz\u00f3 unos cuantos cohetes \u2014que hab\u00eda llevado para filmar escenas de noche\u2014, a fin de guiarlos. Uno de los cohetes cayo sobre la tienda de Wish, que se consumi\u00f3 enteramente con todos los documentos recogidos por nuestro amigo. Wish estaba desesperado. Todo el fruto de su trabajo se hab\u00eda desvanecido en humo. El calor hab\u00eda hecho hervir todo el mercurio de sus term\u00f3metros y no pod\u00eda proceder a ninguna lectura. Y el resto de su material estaba en la cumbre del Khili-Khili. No hab\u00eda podido descubrir sobre la monta\u00f1a ninguna criatura viva. No le quedaba m\u00e1s que una \u00faltima esperanza de justificar su presencia: le era preciso consagrar toda su energ\u00eda a la b\u00fasqueda de transversiones. Como Shute no ten\u00eda nada que hacer \u2014hab\u00eda estropeado ya todo lo que hab\u00eda llevado de pel\u00edculas y todos sus objetivos\u2014, Wish lo enrol\u00f3, as\u00ed como a Burley. Este \u00faltimo estaba ahora completamente aclimatado; estaba tan hirviente de energ\u00eda como un colegial, y agotaba a Wish y a Shute cuando part\u00edan los tres a la caza de la transversi\u00f3n. Constant, pose\u00eddo de un deseo siempre tan insaciable de mejorar sus conocimientos de la lengua, pasaba la mayor parte del tiempo en compa\u00f1\u00eda de los portadores. Se le encontraba a veces errante sobre la nieve, entren\u00e1ndose en emitir gru\u00f1idos, borborigmos y otros fen\u00f3menos sonoros que constituyen la esencia misma del yogistan\u00e9s hablado. Se estimaba generalmente \u2014nos dijo\u2014 que el yogistan\u00e9s era impronunciable por un est\u00f3mago occidental, y su gran ambici\u00f3n era probar la falsedad de este aserto. Me anunci\u00f3 que estaba al borde del \u00e9xito. Presentaba ahora seguros s\u00edntomas de la gastritis permanente que es hipod\u00e9rmica entre los yogistaneses, pues es provocada justamente por su forma de hablar con el est\u00f3mago. Burley tuvo la falta de caridad de observar que si Constant hubiera contra\u00eddo esta enfermedad de est\u00f3mago un poco antes, Prone no se encontrar\u00eda actualmente bloqueado en la cumbre del Khili-Khili. Record\u00e9 a Burley que sin el defecto de pronunciaci\u00f3n de Constant, hubi\u00e9ramos fracasado en nuestra empresa, y felicit\u00e9 a Constant por su gastritis. Era, adem\u00e1s, interesante notar que a medida que sus crisis se agravaban. Constant se hac\u00eda cada vez m\u00e1s insensible a los efectos de la cocina de Pong y que incluso Lleg\u00f3 a apreciarla. Avanz\u00f3 la hip\u00f3tesis de que el m\u00e9todo culinario yogistan\u00e9s es antiirritante a los dolores de la indigesti\u00f3n. Fuera por lo que fuese, este parec\u00eda, en efecto, ser el caso. Hay que lamentar solamente que, cuando regres\u00f3 a la civilizaci\u00f3n, fuera completamente incapaz de readaptarse a la cocina occidental. Durante semanas sigui\u00f3 una dieta severa, experimentando toda clase de mezclas de los alimentos m\u00e1s heter\u00f3clitos y todos los medios de hacerlos indigestos. Finalmente, estaba al borde del suicidio, y se dispon\u00eda a consumar este acto desesperado, cuando tuvo la feliz idea de contratar un cocinero yogistan\u00e9s. Envi\u00f3 en seguida cables en todas direcciones, uno de los cuales Llego a Pong. En raz\u00f3n de las dificultades que impon\u00eda la transmisi\u00f3n de los gru\u00f1idos, borborigmos y otras eructaciones por cable, en raz\u00f3n tambi\u00e9n de las objeciones planteadas por el Sindicato al que pertenec\u00eda Pong, las negociaciones fueron bastante largas, y Constant estuvo a punto de sucumbir. Pero todo termin\u00f3 por arreglarse. Pong est\u00e1 ahora instalado en el piso de Constant, en Mampstead. Y a casi todas las horas del d\u00eda se les puede encontrar gru\u00f1endo o borborigzando en la cocina, vigilando con mirada concupiscente cualquier horrible mixtura, o bien inclinados con aire de \u00e9xtasis sobre pucheros donde hierve una espantosa cocci\u00f3n. La \u00faltima vez que he visto a Constant fumaba una pipa de groku que \u2014me dijo\u2014 ten\u00eda para el las mismas virtudes antiirritantes. Pero anticipo. Durante este periodo de ansiedad en el campamento de base, cuando ignor\u00e1bamos aun todo de la suerte del desgraciado Prone, fui una vez m\u00e1s animado e inspirado por el celo con que mis compa\u00f1eros se entregaban a sus tareas sin dejar que su inquietud frenara su sentido del deber. Me obligu\u00e9 a tomar parte en todas estas actividades, mundanas y dem\u00e1s, y me di cuenta de que aligerando el peso de los dem\u00e1s, aligeraba a la vez el m\u00edo.<\/div>\n

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Hac\u00eda mucho tiempo que ard\u00eda en deseos de saber algo de la novia de Shute; pero ahora que la ocasi\u00f3n se presentaba, no sab\u00eda c\u00f3mo abordar este tema, en la duda de si herir\u00eda su sensibilidad. Una tarde que yo estaba sentado en la tienda, preparando una carta de p\u00e9same para el padre de Prone, Shute entr\u00f3. Me dijo que estaba bastante desconcertado. \u00bfMe molestar\u00eda mirar algunos clich\u00e9s? Le dije que me encantar\u00eda. Exhibi\u00f3 entonces varias fotograf\u00edas de una encantadora joven que me dijo ser su novia. Deb\u00edan casarse poco despu\u00e9s de su regreso. Le felicit\u00e9 y le dese\u00e9 mis mejores votos de felicidad. Le dije que su novia era encantadora. El me asegur\u00f3 que era la criatura m\u00e1s exquisita del mundo. Me habl\u00f3 largamente de ella, y todo eso me pareci\u00f3 perfectamente normal y delicioso. Me pregunt\u00f3 si me aburr\u00eda. Le dije que no; pero \u00bfno hab\u00eda ninguna sombra en su felicidad? Me dijo que no. \u00bfPor qu\u00e9 las iba a haber? Yo le expliqu\u00e9 que eso sol\u00eda ocurrir a menudo. \u00bfQuiz\u00e1 hab\u00eda tenido experiencias ingratas antes de conocerla? Me asegur\u00f3 que no; se conoc\u00edan desde la infancia; se hab\u00edan amado siempre; jam\u00e1s hab\u00eda tenido el ninguna otra mujer. \u00bfPor qu\u00e9 le preguntaba yo eso? Le dije que me esperaba otra cosa y que eso era todo. Me consider\u00f3 con aire que me pareci\u00f3 desconfiado, y declar\u00e9 que sent\u00eda haberme decepcionado. Me apresur\u00e9 a decirle que me hab\u00eda comprendido mal, y le rogu\u00e9 que me dijera m\u00e1s; lo hizo y satisfizo plenamente mi curiosidad. Su novia era evidentemente una criatura tan normal y satisfecha como \u00e9l; adivin\u00e9 que ser\u00edan muy felices juntos. Le pregunt\u00e9 qu\u00e9 es lo que hac\u00edan los s\u00e1bados por la tarde. Iban a visitar \u2014me respondi\u00f3\u2014 a una vieja t\u00eda de su novia que estaba enferma y ten\u00eda que guardar cama. Yo hab\u00eda notado que la costumbre del eructo cotidiano con que me saludaban So Lo y Pong cuando est\u00e1bamos en la monta\u00f1a se hab\u00eda extendido a los otros portadores. Pregunt\u00e9 a Constant si conoc\u00eda el significado de aquello. Me dijo que como el yogistan\u00e9s se habla con el est\u00f3mago, el reg\u00fceldo \u2014signo de supremo contento del est\u00f3mago\u2014 era utilizado como expresi\u00f3n de respeto; indicaba el gran placer que experimentaba el eructante de encontrarse ante la ilustre presencia de la persona ante la que emit\u00eda sus eructos. Esta noticia me alegr\u00f3 mucho, no solamente porque me mostr\u00e9 sensible al honor que se me dispensaba, sino tambi\u00e9n porque eso confirmaba mi fe en Pong y en la naturaleza humana. Lament\u00e9 que el tiempo fuera demasiado limitado y mis deberes demasiado absorbentes para permitirme hacer amistad con cada uno de los portadores. \u00ed\u00edQu\u00e9 tesoros de afectos \u2014pens\u00e9\u2014 deben ocultarse bajo estas caras impenetrables! Pase largos momentos con Pong, en los que me hizo interesantes confidencias sobre su vida. El pobre diablo parec\u00eda haber tomado mucho afecto por m\u00ed. Dijo a Constant que yo era la \u00fanica persona que le hab\u00eda testimoniado siempre bondad, sin esperar recibir nada a cambio. Eso me conmovi\u00f3 profundamente. Tom\u00f3 tambi\u00e9n la costumbre de hacerme peque\u00f1as ofrendas de alimentos a todas las horas del d\u00eda. Yo era muy sensible a estas atenciones, y mi est\u00f3mago no lo era menos.<\/p>\n
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Despu\u00e9s de algunos d\u00edas de madura reflexi\u00f3n, envi\u00e9 cl mensaje siguiente: “Expedici\u00f3n, triunfado plenamente, habiendo vencido Khili y Guili. Todos buena salud y buen humor. La moral del equipo es excelente, y los portadores est\u00e1n por encima de todo elogio.\u201d Por descuido, firme este mensaje como Lazo de Uni\u00f3n, en lugar de utilizar mi propio nombre. Esto caus\u00f3 alguna sorpresa en Inglaterra, y se crey\u00f3 que este despacho era falso. Despu\u00e9s se extendi\u00f3 el rumor de que hab\u00edamos sido adelantados en la monta\u00f1a por una expedici\u00f3n desconocida dirigida por un tal Lazdunion. Se procedi\u00f3 a una encuesta en los medios monta\u00f1eros, pero sin encontrar ning\u00fan indicio. El asunto caus\u00f3 una viva emoci\u00f3n, la prensa inglesa se apoder\u00f3 de \u00e9l y el misterio no se aclar\u00f3 hasta que llegamos a Chaikhosi, donde nos vimos inundados de telegramas procedentes de todas partes del mundo, lo que nos oblig\u00f3 a emplear tres secretarias para responder a ellos. Uno de estos secretarias, llamado Plouk, se revel\u00f3 ser un bromista, que se aprovech\u00f3 de esta situaci\u00f3n sin precedentes para ridiculizar a la prensa del mundo entero publicando declaraciones absurdas y contradictorias. Nos fue preciso emplear en seguida los servicios de seis secretarias m\u00e1s para disipar la confusi\u00f3n as\u00ed creada. Pero aqu\u00ed tambi\u00e9n anticipo. A medida que los d\u00edas pasaban sin traer ninguna noticia de Prone, la inquietud me ganaba. Dios sab\u00eda qu\u00e9 tormentos estar\u00eda sufriendo el pobre; eso, si es que a\u00fan estaba con vida. No pude resistir m\u00e1s. Convoqu\u00e9 a todos en la tienda-refectorio y dije que hab\u00eda que hacer algo. Alguien deb\u00eda subir hasta la cumbre. La cuesti\u00f3n que hab\u00eda que precisar era: \u00bfqui\u00e9n? Todos se miraban, pero nadie hablaba. Este espect\u00e1culo me lleno de una profunda humildad. \u2014Mis queridos amigos \u2014dije\u2014, s\u00e9 que todos desean ir; pero es necesario que alguien se quede aqu\u00ed. Estimo que mi responsabilidad est\u00e1 en juego. Espero que no me tachen de ego\u00edsta si voy yo. Hubo un silencio. Despu\u00e9s, Burley me mir\u00f3 largamente y dijo con su voz de bajo: \u2014\u00edCaramba! Lazo de Uni\u00f3n, creo que ser\u00eda usted capaz. Le mir\u00e9 sorprendido. Parec\u00eda estar, no s\u00e9 por qu\u00e9, embargado por la emoci6n. \u2014Si usted va \u2014dijo al fin\u2014, yo voy tambi\u00e9n. En aquel momento la puerta de la tienda se abri\u00f3 para dar paso a Prone.<\/p>\n<\/div>\n

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Un nuevo Prone. Un Prone derecho como una I. Un Prone delgado, con el aire radiante de salud. Un Prone sonriente y lleno de seguridad. Prone, el h\u00e9roe del Khili-Khili; el hombre que hab\u00eda subido m\u00e1s arriba que cualquiera en el mundo, pues, como lo hizo notar Wish, Prone sobrepasaba en dos cabezas, por lo menos, a todos los portadores. \u00edQu\u00e9 reuni\u00f3n fue aquella! \u00edQu\u00e9 risas! i Qu\u00e9 golpes en la espalda! \u00edQu\u00e9 bromas! Cuando todos estuvimos agotados. Prone dijo: \u2014En mi calidad de m\u00e9dico de esta expedici\u00f3n, prescribo champa\u00f1a. \u00bfDonde est\u00e1n las reservas de medicamentos? Se hizo un silencio brusco. Los otros cambiaban miradas embarazadas y se daban con el codo. Fue Burley quien termin\u00f3 por responder: \u2014Bueno; fig\u00farese, mi viejo, que no hay m\u00e1s champa\u00f1a. \u2014\u00edQue no hay champa\u00f1a! Prone estaba horrorizado. \u2014No. Usted comprende… nosotros…, \u00edhum!…, lo olvidamos en el campamento uno. Pero nada pod\u00eda estropear nuestra alegr\u00eda aquel d\u00eda. A falta de una bebida m\u00e1s estimulante, se prepar\u00f3 cacao. Y pronto se escucharon de nuevo las risas; nos repetimos el relato de nuestras aventuras. Todos quer\u00edan hablar, y nadie escuchaba. \u2014\u00bfSe acuerdan ustedes \u2014dijo Shute\u2014 cuando Lazo de Uni\u00f3n estaba soldado al glaciar por sus l\u00e1grimas? \u2014\u00edY c\u00f3mo ha tenido a Pong a la espalda toda una semana! \u2014dijo Wish. \u2014\u00edY cuando no logr\u00f3 encontrar el campamento uno! \u2014a\u00f1adi\u00f3 Jungle, riendo. \u2014\u00edY aquel d\u00eda que ped\u00eda tabletas para el est\u00f3mago! \u2014dijo Constant, retorci\u00e9ndose. Aull\u00e1bamos todos de risa. De repente, Burley se levant\u00f3 de un salto. \u2014\u00edBasta! \u2014grit\u00f3. Y dio un pu\u00f1etazo sobre la mesa. Cesaron las risas. El ambiente cambi\u00f3 inmediatamente. Esper\u00e1bamos, en silencio un poco crispado, que Burley hablase. Wish tuvo una peque\u00f1a risa nerviosa, que ahog\u00f3 r\u00e1pidamente en un ataque de tos, y enrojeci\u00f3 hasta las orejas. Burley frunci\u00f3 las cejas. Su pu\u00f1o martille\u00f3 la mesa.. Nuestro amigo parec\u00eda estar buscando las palabras. \u2014Hay algo que debe ser dicho \u2014declar\u00f3. Se call\u00f3, y de nuevo esperamos. \u2014Numerosos incidentes han ocurrido en el seno de esta expedici\u00f3n \u2014sigui\u00f3\u2014 desde su partida, incidentes que, en su momento, han podido parecer extremadamente divertidos. Se detuvo de nuevo. Evidentemente, pesaba sus palabras. Golpe\u00f3 de nuevo la mesa. \u2014Bueno; yo lamento hoy que todas esas cosas se hayan producido. \u00bfDe qu\u00e9 diablos quer\u00eda hablar? \u2014me preguntaba yo. \u2013Y yo mismo \u2014dec\u00eda\u2014 he sido tan culpable como cualquier otro…: quiz\u00e1 m\u00e1s. Not\u00e9 que los dem\u00e1s cambiaban miradas inquietas y que de nuevo ten\u00edan un aire embarazado. \u00bfQu\u00e9 quer\u00eda decir todo eso? \u2014Hace un instante \u2014sigui\u00f3 Burley\u2014 el viejo Lazo de Uni\u00f3n estaba dispuesto a ir en socorro de Prone. No lo olvidemos. No olvidemos tampoco que Lazo de Uni\u00f3n hab\u00eda hecho ya diez veces m\u00e1s que todos nosotros juntos y que hab\u00eda soportado toda la responsabilidad de la expedici\u00f3n. Que hab\u00eda subido ya cerca de doce mil metros cuando nosotros est\u00e1bamos a\u00fan en el campamento uno. Y era \u00e9l, sin embargo, quien estaba dispuesto a hacer la ascensi\u00f3n del Khili-Khili para recoger a Prone. Todo esto era enteramente molesto. Todos hab\u00edamos hecho lo que hab\u00edamos podido. Yo quiz\u00e1 hab\u00eda tenido m\u00e1s suerte que los dem\u00e1s. Trat\u00e9 de interrumpir a Burley, pero \u00e9l me puso una mano en el hombro. \u2014No \u2014dijo\u2014. D\u00e9jeme terminar. Mir\u00f3 a todos. \u2014Ahora, se\u00f1ores \u2014dijo\u2014, yo les propongo un brindis a la salud de nuestro jefe. Al hombre m\u00e1s concienzudo, m\u00e1s modesto, m\u00e1s altruista con quien yo he escalado jam\u00e1s. Y \u2014a\u00f1adi\u00f3\u2014 al hombre que tiene m\u00e1s coraz\u00f3n que cualquiera de nosotros. Y estos idiotas se pusieron a beber a mi salud. Un instante m\u00e1s tarde me apretaban todos la mano, mientras que Prone me golpeaba la espalda diciendo: \u201c\u00edBravo, mi peque\u00f1o!\u201d<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO XV ADI\u00d3S AL KHILI-KHILI<\/strong><\/div>\n
Al d\u00eda siguiente hicimos el inventario de nuestro stock de v\u00edveres, y comprobamos que los porteadores se lo hab\u00edan comido casi todo, no dejando m\u00e1s que algunos sacos de jud\u00edas. Esto era grave. No pod\u00edamos alimentar a los porteadores ni un d\u00eda m\u00e1s; hab\u00eda que despedirlos sobre el terreno. Decidimos no guardar m\u00e1s que un solo portador para transportar nuestro abastecimiento durante el viaje de regreso. Debimos abandonar todo nuestro equipo, no guardando m\u00e1s que nuestro efectos personales m\u00e1s indispensables, tales como los despertadores. Constant areng\u00f3 a los portadores y, despu\u00e9s de alg\u00fan alboroto, nos anunci\u00f3 que ellos comprend\u00edan perfectamente la situaci\u00f3n. Insistieron, no obstante, en ser pagados hasta la fecha probable de nuestra llegada a Chaikohsi. Como discutir con ellos hubiera significado tener que alimentarlos algunos d\u00edas m\u00e1s, no hubo m\u00e1s remedio que acceder a su demanda. Les pagamos, pues, y les dijimos que partieran. Pero en lugar de irse, vinieron todos a plantarse ante mi tienda, donde yo estaba ocupado en cortarme las u\u00f1as de los pies. Cuando sal\u00ed para ver lo que quer\u00edan, Bing avanz\u00f3 y se detuvo ante m\u00ed. Me mir\u00f3 a los ojos y solt\u00f3 un eructo sonor\u00edsisimo. Despu\u00e9s se alej\u00f3. Bung le sigui\u00f3; despu\u00e9s, So Lo; luego Lo Too, y todos los dem\u00e1s. Uno tras otro se aproximaron y vinieron a eructar ante m\u00ed. El glaciar resonaba de eructos, desde el bajo y grave de Bing hasta los cacareos agrios de los muchachos. Burley dijo que eso le recordaba el concurso agr\u00edcola. Uno de los j\u00f3venes porteadores ten\u00eda, parece, el est\u00f3mago apretado por la emoci\u00f3n. Se plant\u00f3 ante m\u00ed t\u00edmidamente, incapaz de emitir un sonido. Despu\u00e9s emiti\u00f3 una especie de peque\u00f1a tos y se fue entre un coro de risas. El \u00faltimo era Pong. El pobre diablo ten\u00eda el rostro cubierto de l\u00e1grimas. Su magn\u00edfico eructo hizo correr un murmullo de admiraci\u00f3n en la asistencia. Nos abrazamos y me puso en la mano un peque\u00f1o objeto negro de forma indeterminada.. Lo examin\u00e9 atentamente, pero sin adivinar de qu\u00e9 se trataba. Lo mostr\u00e9 a los otros, que sacudieron la cabeza. Wish s\u00fabitamente lanz\u00f3 un grito y me arranc\u00f3 el objeto de las manos. \u00edEra una transversi\u00f3n! Ennegrecida, quemada, ciertamente; pero \u00eduna transgresi\u00f3n! Wish pidi\u00f3 a Constant que se informara. Pong le dijo que la transversi\u00f3n era considerada una golosina por los yoguistaneses. Sus pinches las recog\u00edan todas las ma\u00f1anas antes del desayuno. Wish dijo a Constant que ofreciera un bohee por cada transversi\u00f3n que se le llevara. Los portadores se dispersaron en seguida por todas direcciones, y no tardaron en regresar cargados de transversiones, que depositaron a los pies de Wish, despu\u00e9s de haber percibido su recompensa. Este tuvo muy pronto ante s\u00ed una pila de un metro de alta, y se encontr\u00f3 sin fondos. Pidi\u00f3 a Constant que detuviera ya a los porteadores; pero \u00e9stos continuaron hasta que los alrededores estuvieron completamente despoblados de transversiones. Wish estaba ahora rodeado de una muralla de transversiones. Los porteadores estuvieron, al fin, dispuestos a la partida. Siendo de car\u00e1cter escrupuloso, juzgaron necesario recomenzar sus adioses. Una vez m\u00e1s el glaciar se pobl\u00f3 de los ecos de sus reg\u00fceldos. Una vez m\u00e1s Pong y yo cambiamos adioses conmovedores. No dudamos apenas que est\u00e1bamos destinados a vernos de nuevo muy pronto.<\/div>\n

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Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, partimos muy temprano. Wish hab\u00eda pasado toda la noche destilando la ex\u00e9gesis de transversi\u00f3n, que verti\u00f3 en una botella de ex\u00e9gesis tra\u00edda expresamente para eso. Burley se hab\u00eda prestado muy amablemente a ayudarle. Wish exultaba. Su presencia en la expedici\u00f3n se encontraba , al fin, justificada; su gloria, asegurada. Ten\u00eda probabilidad de conseguir el Premio Nobel \u2014me confi\u00f3. Shute tom\u00f3 la cabeza de nuestra peque\u00f1a tropa. El tambi\u00e9n hab\u00eda pasado la noche en pie para ayudar a Jungle a terminar su mapa. Hacia la ma\u00f1ana, Jungle se hab\u00eda quejado de una cierta fatiga y hab\u00eda absorbido todo el alcohol de las br\u00fajulas de flotador. Eso hab\u00eda dado por resultado el que estuviera ligeramente ebrio y manifestara una tendencia marcada a marchar hacia el Norte, lo que le hac\u00eda ir de lado cuando se dirig\u00eda hacia el Este o al Oeste, y a caerse para atr\u00e1s cuando se dirig\u00eda al Sur. Como el sendero describ\u00eda mil y mil sinuosidades, los movimientos de Jungle tomaron un car\u00e1cter extremadamente caprichoso. Shute le ayud\u00f3 muy complacientemente; pero Wish, que le segu\u00eda, termin\u00f3 por ser presa del v\u00e9rtigo al verlo zigzaguear; tanto, que se cay\u00f3 y se rompi\u00f3 su botella de ex\u00e9gesis. El contenido del frasco le roci\u00f3 los pantalones, hel\u00e1ndose inmediatamente. Burley se esforz\u00f3 en consolarle de la p\u00e9rdida de su ex\u00e9gesis. Constant y Prone ven\u00edan despu\u00e9s. Privado de la cocina de Pong, Constant hab\u00eda estado despierto toda la noche, horriblemente inquieto de ver a su amigo en tal estado. Constant tampoco se consolaba de haber perdido a sus portadores para consolarlo. Prone marchaba cerca de \u00e9l, un brazo alrededor de la espalda del pobre Constant. Cayeron, desgraciadamente, los dos en una grieta; pero fueron sacados de este mal paso por el portador. Yo cerraba la marcha. Iba muy entristecido de volver la espalda a la escena majestuosa sobre la que acab\u00e1bamos de interpretar el drama de nuestros sufrimientos y de nuestro triunfo. Pero me reconfort\u00e9 dici\u00e9ndome que nuestros sufrimientos a\u00fan no hab\u00edan terminado y, siguiendo a la peque\u00f1a tropa, me consol\u00e9 pensando que nuestra amistad se hab\u00eda reforzado por los peligros que hab\u00edamos afrontado juntos. Saboreaba en esto las m\u00e1s deliciosas recompensas del mando.<\/p>\n
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Tres d\u00edas m\u00e1s tarde, hac\u00edamos alto en la cima del Voiajenkar y contempl\u00e1bamos por \u00faltima vez el macizo del Khili-Khili. El sol hab\u00eda desaparecido ya del horizonte. La vasta soledad de las monta\u00f1as que nos rodeaba era una sinfon\u00eda de sombras. S\u00f3lo el Khili-Khili se ergu\u00eda al resplandor del sol poniente, recort\u00e1ndose su enorme pir\u00e1mide sobre el cielo de color turquesa. Las rocas vertiginosas y los campos de nieve brillaban a los resplandores cambiantes del crep\u00fasculo. Este era el adi\u00f3s que conven\u00eda a una tan poderosa monta\u00f1a. Burley me puso una mano sobre el hombro y, en la noche que ca\u00eda, descendimos hacia nuestro campamento en el valle.<\/p>\n<\/div>\n

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Me entregu\u00e9 a un profundo estudio de los efectos de la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera sobre el comportamiento humano y solicit\u00e9 de mis compa\u00f1eros me informaran de todo incidente ins\u00f3lito del que pudieran ser v\u00edctimas sobre la monta\u00f1a. Incluso a una altura mediana como la del campamento de base los efectos eran ya perceptibles. En el curso de una partida de cricket<\/em> improvisada, Burley injuri\u00f3 al \u00e1rbitro \u2014lo que no se hubiera jam\u00e1s producido al nivel del mar\u2014, mientras que Wish ten\u00eda una tendencia marcada a comerse m\u00e1s de su parte de mermelada de naranjas. Pero esto no eran m\u00e1s que perturbaciones moment\u00e1neas, que desaparec\u00edan con la aclimataci\u00f3n. Era interesante notar tambi\u00e9n como la diversidad de temperamento de mis compa\u00f1eros influ\u00eda sobre la elecci\u00f3n de sus lecturas. Burley pasaba sus horas de reposo leyendo Bulldog Drummond<\/em>. Casi todas las tardes se pod\u00eda encontrar a Wish instalado sobre un bloque de hielo en trance de fundici\u00f3n y ocupado en leer Marcianos y viajeros at\u00f3micos<\/em>. Shute le\u00eda Asesinato en tres dimensiones. Jungle testimoniaba una naturaleza absolutamente novelesca leyendo El amor en el laberinto<\/em>, mientras que no se ve\u00eda nunca a Prone sin un ejemplar de su propio libro El secreto de una salud a prueba de bombas<\/em>, salvo cuando lo hab\u00eda moment\u00e1neamente perdido. Mis deberes no me permit\u00edan estas distracciones fr\u00edvolas. Pero es interesante notar que Bing, el bang, pasaba su tiempo libre leyendo una traducci\u00f3n yogistanesa de Tres hombres en un barco<\/em>. Todas las tardes ten\u00edamos una reuni\u00f3n amistosa, y muchas discusiones muy animadas ten\u00edan lugar en el curso de estas asambleas. Una tarde, en el curso de una de estas reuniones, discutimos el viejo problema: \u00bfdeben utilizarse en la monta\u00f1a los inhaladores de oxigeno y otros medios artificiales? Burley declar\u00f3 netamente que eran unos trastos in\u00fatiles, que estorbaban m\u00e1s que otra cosa. Nos cont\u00f3 la desgraciada aventura de su amigo Baffles, que llevo un aparato de ox\u00edgeno que pesaba cerca de veinte kilos hasta la cima del Mi Toneh para darse cuenta all\u00e1 arriba que el aparato no hab\u00eda funcionado ni un instante. Wish replic\u00f3 que esta observaci\u00f3n era caracter\u00edstica de la ignorancia de un profano. Ten\u00edamos una ocasi\u00f3n inesperada de ensayar nuestro material en condiciones rigurosas, y era nuestro deber hacerlo. Wish pregunt\u00f3 a Burley por qu\u00e9, si condenaba estos materiales, los utilizaba. Burley pregunt\u00f3 a Wish si este aparato esperaba verlo escalar desnudo como un gusano. Esto era \u2014replic\u00f3\u2014 un argumento absolutamente anticient\u00edfico. \u00c9l hab\u00eda cre\u00eddo comprender, desde hacia largo tiempo, que, para algunos, la ascensi\u00f3n de una monta\u00f1a ten\u00eda el car\u00e1cter fr\u00edvolo de una haza\u00f1a deportiva. A sus ojos, la culminaci\u00f3n de nuestros esfuerzos consistir\u00eda en cumplir la tarea que \u00e9l mismo se hab\u00eda fijado: medir la temperatura de la fusi\u00f3n del hielo en la cumbre. Record\u00f3 a Burley que, sin ox\u00edgeno, los agotadores esfuerzos intelectuales que necesitaba esta delicada experiencia constituir\u00edan una tarea sobrehumana. Burley, con bastante poco tacto, me pareci\u00f3, asegur\u00f3 que en su vasta experiencia no encontraba el recuerdo de nada que fuese tan f\u00fatil. Declar\u00f3 que nadie que no fuera un sabio atacado de demencia precoz tratar\u00eda de hacer fundir el hielo en la cumbre de una monta\u00f1a; y a\u00fan cuando le viniera la idea, \u00bfa quien diablos le importaba eso de la temperatura de fusi\u00f3n? Nos habl\u00f3 de su amigo Strokes, bajo los pies del cual un sabio hab\u00eda hecho fundir el hielo en la cima del Schmutzigstein, lo que le hab\u00eda valido perder tres dedos del pie. “En la monta\u00f1a \u2014concluy\u00f3\u2014, un sabio constituye una verdadera amenaza.” Mientras que prosegu\u00edan esta discusi\u00f3n con su habitual y loable franqueza, Shute declar\u00f3 que, sin aparatos, ser\u00eda imposible rodar un film<\/em> en tres dimensiones, lo que llev\u00f3 a Jungle a decir que aquella era una excelente ocasi\u00f3n para no rodarlo. Si \u00e9l participaba en la ascensi\u00f3n era para huir de la civilizaci\u00f3n mecanizada y todo lo que \u00e9sta hab\u00eda aportado, especialmente las pel\u00edculas. Constant dijo que deploraba la estrechez de los puntos de vista de sus compa\u00f1eros. \u00c9l mismo no escalaba m\u00e1s que para demostrar el triunfo del esp\u00edritu sobre los obst\u00e1culos. Los medios artificiales \u2014afirm\u00f3\u2014 eran contrarios al esp\u00edritu deportivo; si no se era capaz de escalar monta\u00f1as sin recurrir a medios artificiales, m\u00e1s val\u00eda renunciar. Prone pretendi\u00f3 que esto eran palabras; si se quer\u00eda abstenerse de todo medio artificial, habr\u00eda que abandonar tambi\u00e9n las tiendas y los vestidos. Pregunto a Constant si este se sent\u00eda capaz de intentar la ascensi\u00f3n del Khili-Khili con un pa\u00f1o, o aun menos que esto, por todo vestido. Aunque yo mantengo la opini\u00f3n de que entre amigos hay que hablar claro, estim\u00e9 que en aquellos momentos se estaba pasando de la medida. Les record\u00e9, pues, las palabras de Totter: “Ning\u00fan monta\u00f1ero experimentado rechazar\u00eda el socorro de la ciencia; pero hay l\u00edmites.” Pensaba que esta intervenci\u00f3n pondr\u00eda t\u00e9rmino a la discusi\u00f3n. \u00bfQu\u00e9 a\u00f1adir, en efecto, a esto? Pero nadie pareci\u00f3 hacerle el menor caso. Era evidente que sufr\u00edamos aun los efectos de la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO VI LA CARA NORTE, PRIMER ASALTO<\/strong><\/div>\n
Terminamos por considerarnos todos como adaptados al clima, a excepci\u00f3n de Prone, que padec\u00eda hipertensi\u00f3n, y nos lanzamos al asalto de la cara Norte. Envi\u00e9 por un yogistan\u00e9s el mensaje siguiente: “Vamos a intentar el asalto a la cara Norte, la temible muralla que se yergue a m\u00e1s de dos mil metros por encima de nuestras cabezas. La cuesti\u00f3n que se plantea todo el mundo es: \u00bfceder\u00e1?, y cada uno murmura con confianza: “S\u00ed, seguramente.” La moral del equipo es muy elevada, y los portadores est\u00e1n por encima de todo elogio. Todos bien.” La cara Norte es una pared de hielo lisa como el cristal y cuya superficie no esta rota m\u00e1s que por afloramientos de rocas, agujas de hielo, gargantas, bergschrunds<\/em>, fisuras, etc\u00e9tera. En fin, un temible obst\u00e1culo, lo suficientemente temible como para desanimar a un equipo desunido, asistido de mediocres portadores. Nuestro proyecto era establecer el campamento de base avanzado sobre el col Sur, que est\u00e1 justamente encima de la cara Norte; pero, sin duda, nos ser\u00eda preciso un campamento intermedio. Hab\u00edamos hecho ya algunos reconocimientos hasta los primeros contrafuertes de la pared, y dos escuelas se afrontaban en cuanto a la mejor forma de llevar el asalto. Wish era partidario de atacar directamente una cara rocosa abrupta, seguida de una pared que parec\u00eda m\u00e1s f\u00e1cil de escalar. Shute, el especialista del hielo, prefer\u00eda una pendiente helada muy inclinada, pero que parec\u00eda igualmente suavizarse arriba. Como era imposible tomar una decisi\u00f3n definitiva, se hab\u00eda decidido ensayar simult\u00e1neamente las dos v\u00edas. Shute y Jungle atacar\u00edan al hielo. Wish y Burley atacar\u00edan la pared rocosa. Constant y yo, despu\u00e9s de haber puesto un poco de orden en el campamento de base, ir\u00edamos a sostener a uno u otro equipo. Constant y yo nos pusimos en ruta poco despu\u00e9s de mediod\u00eda, y no hab\u00edamos dejado a\u00fan el glaciar, cuando mi receptor de radio se puso a zumbar. Era Jungle en el colmo de la excitaci\u00f3n. Shute estaba bloqueado en medio de su campo de hielo, hab\u00eda perdido su bast\u00f3n de hielo y no se atrev\u00eda a bajar. El bast\u00f3n de Jungle estaba hundido en el hielo, y la cuerda estaba amarrada a \u00e9l. No se atrev\u00eda a liberarla, temiendo hacer caer a Shute. Nos suplicaba fu\u00e9ramos en su socorro. Era una noticia alarmante. Asegur\u00e9 en seguida a Jungle que \u00edbamos a reunirnos con ellos, tan pronto como nos fuera posible, y partimos a toda prisa. Pero apenas hab\u00edamos dado unos pasos, cuando Constant desapareci\u00f3 por una grieta. La cuerda que nos ligaba se puso tensa y yo ca\u00ed sobre el suelo. Sorprendido, solt\u00e9 el bast\u00f3n y me encontr\u00e9 arrastrado hacia el borde de la grieta, sin ning\u00fan medio de detener mi deslizamiento. Estaba a dos metros del borde, cuando me inmovilic\u00e9. La cuerda se hab\u00eda metido en el hielo y la fricci\u00f3n, cada vez m\u00e1s fuerte, me hab\u00eda salvado la vida. La situaci\u00f3n era enormemente cr\u00edtica. Cuando quise levantarme, la cuerda me arrastr\u00f3 hacia adelante, mientras que Constant ca\u00eda aun m\u00e1s abajo. Ten\u00eda que quedarme tumbado sobre el suelo para detener su ca\u00edda. No pod\u00eda hacer nada por salvar a Constant; si no ven\u00edan en nuestro socorro, estabamos perdidos los dos. Nuestra \u00fanica posibilidad de salvaci\u00f3n era la radio. La garganta apretada por la angustia, hice deslizar prudentemente mi mano derecha y logr\u00e9, al fin, colocar el aparato cerca de mi rostro. Llam\u00e9 a Burley y a Wish. Fue Burley quien me respondi\u00f3, y le ped\u00ed que viniera r\u00e1pidamente a socorrernos. Ante mi consternaci\u00f3n, me anunci\u00f3 que ellos tambi\u00e9n se encontraban en dificultades. Wish estaba arrinconado a la mitad de su pared rocosa, y era tan incapaz de ascender como de descender. Burley estaba completamente agotado; evidentemente, no estaba del todo aclimatado. En aquel momento iba a llamarnos en su ayuda. No hab\u00eda m\u00e1s que una soluci\u00f3n. Jungle no ten\u00eda m\u00e1s que abandonar a Shute, quien, de todas formas, estaba retenido por el bast\u00f3n de Jungle, para venir a socorrernos. Los tres ir\u00edamos luego a sacar a los otros de su penosa situaci\u00f3n. Jungle tomo nota de estas consignas y nos dijo que llegar\u00eda. Espero no tener jam\u00e1s que pasar por parecida prueba. Cada minuto me parec\u00eda una hora; cada hora, una eternidad. Bastar\u00eda un movimiento inconsiderado por mi parte para precipitamos a los dos, a Constant y a m\u00ed, al fondo del abismo. Mi nariz me picaba, pero no me atrev\u00eda a rascarme; pronto se me hel\u00f3, pero no me atrev\u00ed a frotarla. Ten\u00eda cada vez m\u00e1s fr\u00edo. Constant, con quien pod\u00eda conversar gritando, estaba en una situaci\u00f3n no menos penosa. No estaba herido, pero ten\u00eda tambi\u00e9n fr\u00edo y estaba tan inconfortablemente instalado como yo, si no m\u00e1s. Al cabo de algunos minutos, mi walkie-talkie<\/em> se puso a zumbar. Era Jungle. Se hab\u00eda extraviado.<\/div>\n

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Estaba agotado, pero me sent\u00eda feliz ante la idea de estar muy pronto desembarazado de Pong. Las cosas, no s\u00e9 por qu\u00e9, ocurrieron muy de otro modo. Recurriendo a la estrategia antiPong, que \u2014dijo \u00e9l\u2014 hab\u00eda dado tan buenos resultados en el campamento II, Wish decidi\u00f3 que uno de nosotros deber\u00eda partir solo al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, dejando a Pong con la mayor\u00eda, o sea los otros dos. Un poco m\u00e1s tarde, uno de estos partir\u00eda a su vez, dejando a Pong con el \u00faltimo. Como yo ten\u00eda necesidad de reposo, yo deber\u00eda ser este \u00faltimo hombre. Wish se mostr\u00f3 encantador. Me dijo que yo gozaba de toda su simpat\u00eda. Me afirm\u00f3 que, por su parte, \u00e9l estaba a\u00fan m\u00e1s molesto que yo. Me asegur\u00f3 que solo su estricto sentido del deber le imped\u00eda llevarse a Pong consigo. Declar\u00f3 que jam\u00e1s hab\u00eda conocido un conflicto tan corneliano entre sus deseos personales y el inter\u00e9s de la expedici\u00f3n. Estaba seguro de que yo le comprender\u00eda. Le dije que le comprend\u00eda muy bien y que compart\u00eda su molestia. Le supliqu\u00e9 se mostrara animoso ante esta penosa situaci\u00f3n y dejara que el deber fuera su \u00fanica recompensa. Me agradeci\u00f3 diciendo que no olvidar\u00eda mis palabras. Le dese\u00e9 las buenas noches con un sentimiento profundo de humildad y me retir\u00e9 a mi tienda solitaria. Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana. Wish parti\u00f3 el primero, escoltado de un solo portador, a fin de establecer el campamento IV. Jungle declar\u00f3 que no se sent\u00eda bien del todo y que le era preciso, a todo precio, descender al campamento I para reponerse. Mientras esper\u00e1bamos que el sol se elevase en el cielo para prodigarnos alg\u00fan calor, trat\u00e9 de decidirle a hablarme de s\u00ed mismo; comenc\u00e9, no sin delicadeza, por decirle que, a lo que hab\u00eda cre\u00eddo entender, \u00e9l no ten\u00eda novia. Me respondi\u00f3 que, en efecto, no la ten\u00eda, y yo declar\u00e9 que un hombre de un temperamento tan vagabundo como \u00e9l no deb\u00eda, evidentemente, estar dispuesto a dejarse encadenar por lazos familiares. Me sorprendi\u00f3 mucho al responderme que, al contrario, el experimentaba vivamente la necesidad de un hogar donde le esperar\u00eda la elegida de su coraz\u00f3n. Me record\u00f3 que todos los p\u00e1jaros tienen un nido y todas las expediciones una base. \u00c9l mismo se encontraba justamente en la triste posici\u00f3n de una expedici\u00f3n sin base, de un p\u00e1jaro sin nido. Durante sus carreras errantes consolaba su coraz\u00f3n solitario so\u00f1ando que iba a encontrar el objeto de su deseo. Le gustaba pensar que un d\u00eda, al pie de una lejana colina, encontrar\u00eda su hogar espiritual; en una villa modesta, pero bien construida, con todo el confort moderno, descubrir\u00eda el alma hermana que esperaba fielmente al amado con el que sonaba en silencio desde hac\u00eda tantos a\u00f1os. Sus carreras errantes \u2014dijo\u2014 le llevaban siempre a alguna parte; pero en qu\u00e9 direcci\u00f3n, era algo que no sab\u00eda; a esto era debido el que se le hubiera visto tantas veces perder el camino. Le dije que estaba conmovido de esta confidencia. Comprend\u00eda muy bien lo que sent\u00eda, habiendo yo mismo errado mucho en mi juventud. Pregunt\u00e9 a Jungle si no hab\u00eda encontrado nunca una joven que fuese de su gusto. Me respondi\u00f3 que s\u00ed, que hab\u00eda encontrado muchas; que, de hecho, no cesaba de encontr\u00e1rselas. Desgraciadamente \u2014me dijo\u2014, las perd\u00eda tan r\u00e1pidamente como las encontraba. El ten\u00eda la costumbre de llevarlas de excursi\u00f3n el s\u00e1bado por la tarde y, casi invariablemente, las perd\u00eda en el curso de estas salidas. La primera vez hab\u00edan sido sorprendidos por la bruma, y Jungle hab\u00eda aconsejado a su compa\u00f1era que se quedara donde estaba mientras \u00e9l iba a buscar ayuda. Hab\u00eda puesto el rumbo al Norte hasta Llegar a una granja, despu\u00e9s de lo cual hab\u00eda partido con un equipo de socorro hacia el Sur. Esta peque\u00f1a idiota hab\u00eda debido de moverse, pues no hab\u00edan podido encontrar\u00eda. Le pregunt\u00e9 si ella hab\u00eda regresado a su casa. Me dijo que no se hab\u00eda enterado; una muchacha que se desplazaba as\u00ed en la bruma, a pesar de sus consignas, no merec\u00eda apenas que se ocupasen de su suerte. La joven siguiente desapareci\u00f3 mientras Jungle arreglaba su br\u00fajula. La tercera se irrit\u00f3 porque Jungle la hab\u00ed<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO XI A\u00daN M\u00c1S ALTO<\/strong><\/div>\n
Al d\u00eda siguiente, yo estaba suficientemente recuperado para emprender el camino del campamento IV, que yo distingu\u00eda justamente por encima del horizonte como un min\u00fasculo punto negro en el inmenso desierto blanco. Avanzaba lentamente. Mis rodillas temblaban; mis pies marcaban las diez y diez; me ca\u00eda frecuentemente. Todo esto, a\u00f1adido al hecho de que no experimentaba apenas el deseo de buscar transversiones, me llev\u00f3 a pensar que me estaba debilitando. Comprob\u00e9 que mis pensamientos rehusaban elevarse m\u00e1s arriba de mi est\u00f3mago. Estaba a punto de perder el control de mi destino y de la expedici\u00f3n. He aqu\u00ed lo que era grave. Cuando el jefe abandona, el equipo se disgrega. \u00bfQui\u00e9n sab\u00eda qu\u00e9 luchas se libraban all\u00ed abajo? \u00bfIba yo a ser el primero en flaquear? No, no flaquear\u00eda. Ya era tiempo \u2014me dije\u2014 de dejar de compadecerme de m\u00ed mismo, de mi suerte. Me hab\u00eda repetido largamente que yo ten\u00eda motivos para quejarme, y como no tengo la costumbre de mentir, me lo hab\u00eda cre\u00eddo. El remedio era evidente: deb\u00eda mantener prop\u00f3sitos reconfortantes. Me dije que ten\u00eda las rodillas seguras y los pies rectos. Me dije que a cada paso adquirir\u00eda fuerzas nuevas. Me repet\u00ed que mis dolores de est\u00f3mago no merec\u00edan apenas que se hablase de ellos. Me dije que estaba impaciente de encontrar transversiones. Me habl\u00e9 todo el d\u00eda. Estaba a punto de convencerme, cuando al fin de la tarde me imagin\u00e9 s\u00fabitamente que mi vista bajaba, y comenc\u00e9 a temer la ceguera de las nieves. Me repet\u00ed que esto no estaba m\u00e1s que en la imaginaci\u00f3n. Hice lo posible por persuadirme de esto, y me pareci\u00f3, al fin, que mi vista mejoraba. Pero cuando llegamos al campamento IV me di cuenta de que los cristales de mis gafas estaban enteramente escarchados. Encontr\u00e9 a Wish muy bien instalado. Me dio una larga e interesante lista de aparatos cient\u00edficos que hab\u00eda cre\u00eddo ver durante la ascensi\u00f3n de la v\u00edspera. Me tuvo as\u00ed largo tiempo escribiendo. Reproducir\u00eda esta lista aqu\u00ed, pero temo que no suscite apenas inter\u00e9s, pues se parece mucho a un cat\u00e1logo de la manufactura de armas de Saint-Etienne. Dije a Wish que me propon\u00eda pasar un d\u00eda en el campamento IV para aclimatarme, puesto que reemprender\u00eda mi avance lo m\u00e1s pronto posible, a fin de llegar lo m\u00e1s arriba que pudiera antes de estar al cabo de mis fuerzas. Esperaba \u2014le dije\u2014 que me acompa\u00f1ar\u00eda. Wish me dijo que eso era precisamente lo que \u00e9l hubiera querido. Pero su permanencia en el campamento IV le hab\u00eda sentado mal y le era imprescindible descender para reponerse. A\u00f1adi\u00f3 que eso le permitir\u00eda servir en el campamento III de enlace para la transmisi\u00f3n de los mensajes entre nuestros compa\u00f1eros y yo. Era indispensable \u2014explic\u00f3\u2014 mantener contacto con los otros, y \u00e9ste era el \u00fanico medio pr\u00e1ctico para lograrlo. Espero no dar pruebas de demasiada indulgencia hacia m\u00ed si atribuyo a los efectos de la altura la pasajera irritaci\u00f3n que me inspiraron las conclusiones l\u00f3gicas de Wish. Reconoc\u00eda la l\u00f3gica de su proceder, pero me pareci\u00f3 que en aquel momento la l\u00f3gica y Wish se hab\u00edan ligado contra m\u00ed. Esto era mezquino por mi parte, sobre todo si se piensa en la compasi\u00f3n que me hab\u00eda testimoniado Wish en circunstancias an\u00e1logas en el campamento III.<\/div>\n

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Cap\u00edtulo III EN RUTA HACIA EL VOIAJENKAR<\/strong><\/div>\n
El viaje no tuvo historia. Mis responsabilidades de jefe de la expedici\u00f3n me impidieron pasar todo el tiempo que hubiera querido con los dem\u00e1s, pero me satisfizo mucho ver que el esp\u00edritu de cuerpo [sic], tan importante en empresas como la nuestra, hac\u00eda de nuestro equipo una comunidad bien homog\u00e9nea. Es incuestionable la importancia del esp\u00edritu de equipo. Como dijo un d\u00eda Totter: “Cuando uno se balancea desesperadamente al extremo de una cuerda de treinta metros, es importante saber que el hombre que se encuentra al otro extremo es un amigo<\/em>.” Ha sido este estado de esp\u00edritu, mas que ninguna otra cosa, lo que nos ha permitido triunfar, y yo estaba encantado de verlo desarrollarse durante el viaje. Divertidos incidentes vinieron a aliviar la monoton\u00eda de la traves\u00eda. Wish nos hizo re\u00edr al llegar una tarde a la cena con un ojo a la funerala. Hab\u00eda tropezado contra un cable de la embarcaci\u00f3n. Y aquella misma tarde Burley ostentaba una mano vendada, pues se hab\u00eda lastimado la mu\u00f1eca jugando al tenis. Los dem\u00e1s gozaban de excelente salud, a excepci\u00f3n de Prone, que fue el \u00fanico en marearse. Wish se afanaba en medio de sus instrumentos. Med\u00eda el punto de ebullici\u00f3n del agua seg\u00fan nuestros diversos term\u00f3metros, y lleg\u00f3, despu\u00e9s de varias lecturas, a fijar la altura del nav\u00edo en cincuenta y un metros sobre el nivel del mar. Burley dijo que era absurdo, pero Wish hizo notar que, no siendo la tierra una esfera perfecta, sino m\u00e1s ancha por el ecuador que por los polos, este resultado concordaba con el estado actual de los conocimientos. Shute rod\u00f3 numerosas bobinas de film<\/em>; pero, por un desgraciado azar, las expuso a la luz tan bien, que no poseemos ninguna imagen de esta parte del viaje. Constant descubri\u00f3, encantado, una familia yogistanesa y pas\u00f3 largas horas en su compa\u00f1\u00eda, perfeccion\u00e1ndose en esta lengua. Estas relaciones se interrumpieron brutalmente y de forma bastante extra\u00f1a. Un d\u00eda, Constant, aterrorizado, escal\u00f3, cuatro a cuatro, los escalones de la escalera, seguido de cerca por un oriental, peque\u00f1o pero robusto, que bland\u00eda un pu\u00f1al. Una vez salvado, Constant explic\u00f3 que hab\u00eda cometido un ligero error de pronunciaci\u00f3n. Hab\u00eda querido expresar su admiraci\u00f3n por la poes\u00eda del Yogistan. Desgraciadamente, la palabra yogistanesa para designar la poes\u00eda es id\u00e9ntica a la que designa a la esposa; no difiere de \u00e9sta m\u00e1s que por una especie de borborigmo sobre la final. Incapaz, en el entusiasmo del momento, de emitir este borborigmo. Constant hab\u00eda vejado profundamente a su hu\u00e9sped, lo que hab\u00eda tenido las consecuencias que acab\u00e1bamos de presenciar. Un d\u00eda se vio una ballena a estribor. Esto era, naturalmente, un acontecimiento muy interesante para todo el mundo, pero sobre todo para m\u00ed, pues eso me permiti\u00f3 tomar una decisi\u00f3n sobre el problema extremadamente importante del agrupamiento del equipo de asalto, problema en el que yo hab\u00eda largamente reflexionado. Deb\u00edamos atacar la monta\u00f1a por grupos de dos hombres, que escalar\u00edan atado el uno al otro y que compartir\u00edan la misma tienda. Estim\u00e9 indispensable reunir estos futuros compa\u00f1eros lo m\u00e1s pronto posible, a fin de darles ocasi\u00f3n de eliminar toda diferencia susceptible de convertirse en causa de fricci6n entre ellos. Yo no hab\u00eda podido Llegar, sin embargo, a una decisi\u00f3n sobre este punto. Burley y Wish me hab\u00edan parecido formar la pareja ideal en el espacio exiguo de una tienda de vivac, ya que el uno era grande y el otro peque\u00f1o; adem\u00e1s, ten\u00edan cada uno una personalidad y unos intereses tan diferentes, que no hab\u00eda apenas lugar a temer entre ellos celos profesionales ni la monoton\u00eda en la conversaci\u00f3n que engendra una demasiada similitud de ideas o preocupaciones. Shute y Jungle hab\u00edan siempre manifestado un vivo inter\u00e9s cada uno por la especialidad del otro, y yo pensaba que ser\u00eda una l\u00e1stima separarlos. Shute, adem\u00e1s, era antiguo alumno de Cambridge, mientras que Jungle lo hab\u00eda sido de Oxford, lo que ensanchar\u00eda sus horizontes. Quedaban Constant y Prone, y su caso me preocupaba m\u00e1s; tanto el uno como el otro reun\u00edan la cortes\u00eda propia de sus profesiones, lo que amenazaba crear un clima un poco asfixiante en los estrechos l\u00edmites de una tienda. Pero estaban en desacuerdo sobre tantos temas, que yo comenzaba a tranquilizarme, y el episodio de la ballena vino a disipar mis inquietudes. Mientras contempl\u00e1bamos al enorme cet\u00e1ceo, Constant declar\u00f3 que se preguntaba lo que habr\u00eda de cierto en la leyenda de Jon\u00e1s. Prone respondi\u00f3 que una tal observaci\u00f3n le sorprend\u00eda en boca de un hombre cultivado, y se apasion\u00f3 tanto por la discusi\u00f3n, que hasta se olvid\u00f3 de estar mareado. Prosiguieron la discusi\u00f3n durante el resto del viaje, y pronto se convirtieron en inseparables, lo que me alivi\u00f3 grandemente. Justamente antes de nuestra llegada al puerto recib\u00ed un mensaje por radio: A consecuencia de lamentable error, estoy Buenos Aires. Enviad cincuenta millones de peons.\u2014 Jungle.<\/em><\/div>\n

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El viaje por tren no tuvo historia. Burley se mostr\u00f3 muy sensible al calor y Prone contrajo la malaria. Constant observ\u00f3 que hab\u00edamos hecho bien en llevar un m\u00e9dico con nosotros. Debo decir que Prone tom\u00f3 a mal esta inocente observaci\u00f3n y se mostr\u00f3 muy grosero con el pobre Constant; pero \u00e9ste le perdon\u00f3 generosamente, remitiendo la groser\u00eda al estado de salud de Prone. Constant se fue a la parte del tren reservada a los ind\u00edgenas, a fin de mejorar sus conocimientos de la lengua; pero pronto estall\u00f3 una ri\u00f1a, y \u00e9l juzg\u00f3 preferible retirarse. Los ind\u00edgenas \u2014explic\u00f3\u2014 eran verdaderamente de un natural amable y de una imperturbable dignidad, que no exclu\u00eda una cierta alegr\u00eda; pero se dejaban a veces irritar por nader\u00edas. Nosotros quisimos enterarnos de la naturaleza exacta de esta materia, pero Constant dijo que esto era dif\u00edcil hac\u00e9rselo comprender a un europeo. Wish se pas\u00f3 casi todo el viaje con un cron\u00f3metro en la mano: contaba los postes telegr\u00e1ficos, a fin de calcular la velocidad del tren. Esta se confes\u00f3 ser de doscientos cuarenta y cinco kil\u00f3metros por hora, pero Wish estimaba que hab\u00eda que tener en cuenta un cierto margen de error para compensar las irregularidades en el espaciamiento de los postes. Burley comprob\u00f3 sus c\u00e1lculos y descubri\u00f3 que la aguja del segundero se hab\u00eda parado. Este incidente nos divirti\u00f3 mucho. Nuestra llegada a Chaikhosi fue un gran acontecimiento, tanto para nosotros como para la poblaci\u00f3n ind\u00edgena. Constant hab\u00eda tomado las medidas necesarias para que tres mil portadores nos esperasen a la llegada del tren, a fin de evitar toda p\u00e9rdida de tiempo. Cuando llegamos, nos quedamos bastante sorprendidos, y emocionados tambi\u00e9n, al ver que una muchedumbre inmensa, que se extend\u00eda hasta donde llegaban nuestras miradas, hab\u00eda venido a darnos la bienvenida. Nada m\u00e1s asomarnos por las ventanillas fuimos aclamados estruendosamente. Constant aprovecho la ocasi\u00f3n para informarnos acerca de la amabilidad de lo ind\u00edgenas, lo que era uno de sus rasgos de car\u00e1cter principales. Apenas descendidos del tren, fuimos recibidos por un dignatario, que yo cre\u00ed ser\u00eda el clang<\/em> local, o jefe del poblado. Constant inici\u00f3 la conversaci\u00f3n con \u00e9l, en su tono m\u00e1s diplom\u00e1tico. Conversaron as\u00ed varios minutos, y un espectador europeo hubiera podido cometer el error de concluir que se querellaban violentamente; pero yo me dije que esto ser\u00eda, sin duda, el idioma del pa\u00eds. Constant termin\u00f3 por decimos que este hombre no era el clang<\/em>, sino el bang<\/em>, o jefe de los portadores, y que la multitud que nos rodeaba estaba compuesta de los portadores que \u00e9l hab\u00eda contratado. \u2014Si quiere usted saber mi opini\u00f3n \u2014dijo Prone\u2014 hay muchos mas de tres mil. Yo era de la misma opini\u00f3n, pero Constant dijo que nadie hab\u00eda preguntado nada a Prone y que \u00e9l estaba seguro de sus cifras. \u2014\u00bfPor qu\u00e9 no interrogar a su amigo? \u2014propuso Prone. Constant se entreg\u00f3 con el bang<\/em> a una nueva discusi\u00f3n, al t\u00e9rmino de la cual nos declar\u00e9 que el hombre hablaba un dialecto oscuro y que parec\u00eda no conocer bien el yogistan\u00e9s corriente. \u2014Bueno\u2014dijo Prone\u2014; no tenemos m\u00e1s que contarlos. Aline\u00e9moslos por filas de a diez. Constant se volvi\u00f3 de nuevo al bang<\/em> y, despu\u00e9s de mucho ruido y muchas gesticulaciones, nos explic\u00f3 que no hab\u00eda en yogistan\u00e9s ninguna expresi\u00f3n que significara filas de a diez, y que como este pa\u00eds ignoraba todo de la instrucci\u00f3n militar, era bastante dif\u00edcil hacer comprender a un esp\u00edritu yogistan\u00e9s lo que se entend\u00eda por alinear. Yo dije entonces a Constant que \u00edbamos a dejarle ajustar esta cuesti\u00f3n con el bang. El convino en que era una buena idea, pues, sin duda, nuestra presencia pon\u00eda nervioso al pobre ind\u00edgena. En la estafeta de Correos me esperaba una sorpresa bajo la forma de una carta de Jungle. Hab\u00eda llegado por avi\u00f3n tres d\u00edas antes y hab\u00eda partido en explorador para preparar el camino. <\/em><\/em><\/div>\n

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Pasamos en la sala de espera de la estaci\u00f3n una noche muy inc\u00f3moda y hambrienta, pues mientras que no se arreglara la situaci\u00f3n con el bang<\/em>, no se pod\u00eda proceder a la descarga de nuestro equipo, y en la ausencia de Constant no nos atrev\u00edamos a aventurarnos en el hotel del poblado. Al alba volv\u00ed al anden, donde Constant prosegu\u00eda su discusi\u00f3n con el bang<\/em>. Nuestro amigo me explic\u00f3 que, en yogistan\u00e9s, la palabra que significa tres era id\u00e9ntica a la que significaba treinta, con la diferencia de una especie de relincho en el medio. Era, evidentemente, imposible significar este relincho por telegrama, y el bang<\/em> hab\u00eda interpretado el mensaje como una demanda de treinta mil portadores. Los treinta mil hombres en cuesti\u00f3n hac\u00edan mucho ruido ante la estaci\u00f3n, y Constant me dijo que ellos reclamaban comida y un mes de paga. Si rehus\u00e1bamos, tem\u00eda que nos robaran todo. No hab\u00eda otro remedio que satisfacer sus exigencias. Se aliment\u00f3, pues, a los treinta mil portadores \u2014al precio de muchos esfuerzos y de grandes gastos\u2014, y tres d\u00edas m\u00e1s tarde pudimos partir para nuestro viaje de ochocientos kil\u00f3metros con los tres mil hombres que hab\u00edamos escogido. Los trescientos setenta y cinco muchachos que completaban nuestros efectivos fueron reclutados sobre el lugar. Los muchachos no faltan en el Yogist\u00e1n, y parece que sus madres est\u00e1n encantadas de deshacerse de ellos. El viaje hasta el macizo del Khili-Khili se desarroll\u00f3 sin incidentes. Seguimos una serie de r\u00edos encajados en gargantas profundas, entre paredes abruptas que se elevaban hasta alturas de diez mil metros, y a\u00fan m\u00e1s. Pas\u00e1bamos, a veces, de un valle a otro por puertos situados a siete mil metros sobre el nivel del mar, para despu\u00e9s ir por lechos de r\u00edos a menos de cincuenta y un metros de altura. Tan abruptas eran las pendientes de estos valles, que la vegetaci\u00f3n pasaba de las especies tropicales a la flora \u00e1rtica en una distancia de mil quinientos metros; es decir, que nuestros bot\u00e1nicos estaban en su elemento. Yo no soy naturalista, pero me esforc\u00e9 en manifestar un inter\u00e9s comprensivo ante el trabajo de mis compa\u00f1eros, anim\u00e1ndoles a venir a mostrarme sus descubrimientos. Yo les debo los pocos conocimientos que poseo ahora en este dominio. Las pendientes bajas estaban amenizadas por espesuras de facetias y persiflajes, entonces en plena floraci\u00f3n, y la brisa tra\u00eda sin cesar a nuestro olfato el perturbador aroma de las rodencias. La nostalgia, que florece en todas partes, excepto entre nosotros, se encontraba en abundancia, as\u00ed como la universal gogueta. M\u00e1s arriba, los sombr\u00edos parterres de sospechas y melancol\u00edas ced\u00edan la plaza a los \u00faltimos taludes herbosos ante las nieves eternas, donde no crec\u00eda nada, salvo, a veces, un excentricular solitario o una vanidad marchita. La fauna ten\u00eda tambi\u00e9n con qu\u00e9 regalar al ojo. El chivo emisario estaba naturalmente muy extendido. A veces, en la noche, yo ve\u00eda una sombra furtiva que Burley identific\u00f3 como perteneciente a un patibulario tibetano. Una tarde, Shute, en el colmo de la excitaci\u00f3n, me design\u00f3 una criatura de aspecto poco animador, asegur\u00e1ndome que era un perro de aguas. Burley jur\u00f3 que no era un perro de aguas, sino un horror peludo; quiz\u00e1 hab\u00eda querido bromear. Burley tiene un sentido del humor bastante pobre. Me cont\u00f3 un d\u00eda que \u00e9l hab\u00eda sido seguido por una vaga sospecha, lo que era evidentemente absurdo. Todos est\u00e1bamos, no hay que decirlo, \u00e1vidos de ver al abominable hombre de las nieves, que ha hecho correr tanta tinta. Esta criatura fue vista por vez primera por Thudd en 1928, no lejos de la cima del TrahLalah. Thudd le describe como una criatura de apariencia humana, de unos dos metros diez de altura, cubierto de piel azul y con tres orejas. El hombre de las nieves emite un peque\u00f1o silbido y huye corriendo a una velocidad asombrosa. El segundo encuentro con el hombre de las nieves tuvo lugar cuando la expedici\u00f3n de reconocimiento emprendida en 1931 por los Bavarois hacia la barrera del Hi. En esta ocasi\u00f3n fue visto por tres miembros de la expedici\u00f3n a una altura de ocho mil metros; sus testimonios son bastante contradictorios, pero todos est\u00e1n de acuerdo en afirmar que la criatura llevaba un pantal\u00f3n. En 1933, Orgrind y Stretcher descubrieron huellas de pasos sobre una pendiente nevada debajo del Youpala, y al a\u00f1o siguiente, Moodles oy\u00f3 gru\u00f1idos a diez mil metros. Despu\u00e9s, nada hasta 1946, fecha en la que Brewody tuvo la fortuna de ver al monstruo desde muy cerca. Seg\u00fan Brewody, no ten\u00eda pelos ni piel de ninguna clase, y se parec\u00eda a un ser humano de estatura normal. Llevaba un pa\u00f1o y hablaba s\u00f3lo en rudistan\u00e9s con un fuerte acento de Birmingham. Al ver a Brewody, el monstruo salt\u00f3 sobre una roca y desapareci\u00f3. Tales eran los escasos informes recogidos hasta entonces, y nosotros sent\u00edamos deseos de aportar a nuestra vez nuestra cosecha de informaciones. El m\u00e1s ansioso de entre nosotros era Wish, que alimentaba, quiz\u00e1, la secreta esperanza de a\u00f1adir el Eanthropus Wishi<\/em> al \u00e1rbol geneal\u00f3gico de la familia humana. Wish pasaba largos ratos por encima del l\u00edmite de las nieves eternas, examinando toda cosa susceptible de ser una huella de pie; pero aunque oy\u00f3 gru\u00f1idos, silbidos, suspiros y borborigmos, no descubri\u00f3 ning\u00fan indicio v\u00e1lido. Su entusiasmo se enfri\u00f3 considerablemente cuando, despu\u00e9s de haber seguido durante toda una semana las huellas de unos pasos sobre una vertiente de monta\u00f1a muy escarpada, comprob\u00f3 que era la pista trazada por un portador enviado por Burley. Los portadores parec\u00edan poco entusiasmados. La monta\u00f1a, para ellos, era la oficina. Hab\u00edamos convenido una jornada de ocho horas, por la cual recibir\u00eda cada uno cinco bohees (1 peseta 80 c\u00e9ntimos). Nada en el mundo podr\u00eda persuadirles a trabajar m\u00e1s all\u00e1 de esas ocho horas, a no ser el dinero. Cuando par\u00e1bamos la marcha, se pon\u00edan en cuclillas en grupos, fumando un horrible tabaco llamado groku<\/em>. Ten\u00edan un aire en extremo avinagrado. Su aspecto contrastaba tanto con la descripci\u00f3n que de ellos nos hab\u00eda dado Constant, que me vi obligado a preguntarle discretamente. El me explic6 que ten\u00edan la costumbre de vivir por encima de los siete mil metros; sus cualidades no comenzaban a manifestarse mas que a esta altura. Me afirm\u00f3 que ir\u00edan mejorando a medida que fu\u00e9ramos ascendiendo, y que a trece mil trescientos metros alcanzar\u00edan el summum de esa imperturbable dignidad que no exclu\u00eda la alegr\u00eda. Esto me alivio grandemente. En su trabajo de portadores no hab\u00eda nada que reprocharles. A pesar de su peque\u00f1a talla \u2014raros eran los que sobrepasaban el metro cincuenta\u2014, eran casi tan anchos como altos y muy robustos. Cada uno de ellos llevaba una carga de cuatrocientos cincuenta kilos. No se podr\u00eda encomiar demasiado a los portadores, sin los cuales la expedici\u00f3n hubiera conocido el fracaso.<\/div>\n

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Mi coraz\u00f3n se apret\u00f3, y Burley, que escuchaba nuestra conversi\u00f3n, lanz\u00f3 un gru\u00f1ido. Est\u00e1bamos perdidos todos ahora, no hab\u00eda duda. Nosotros, que hab\u00edamos partido con una tal confianza, que hab\u00edamos trabajado tan duramente para llegar cerca del fin; nosotros, que \u00e9ramos la esperanza de nuestra patria y los h\u00e9roes del mundo entero, est\u00e1bamos destinados a perecer miserablemente en este pa\u00eds poco acogedor, lejos de nuestras casas, lejos de los que nos eran queridos. Esto era tan triste, que no pude retener las l\u00e1grimas. \u00c9stas se helaron inmediatamente, y me encontr\u00e9 soldado al glaciar por dos peque\u00f1as estalactitas, en una situaci\u00f3n m\u00e1s penosa aun. Anunci\u00e9 la noticia a Constant, esforz\u00e1ndome en reconfortarle. El pobre tom\u00f3 magn\u00edficamente la cosa, igual que Burley cuando me dirig\u00ed a el. Si deb\u00edamos morir, al menos lo har\u00edamos en gentleman. Quedaba aun la esperanza de que Jungle nos encontrase; pero esta esperanza era tan d\u00e9bil, que no me atrev\u00ed a mantenerla. Pasaron las horas. Yo creo que hab\u00eda perdido a medias el conocimiento, cuando me vino s\u00fabitamente una idea. \u00a1Los portadores! Nos hab\u00edan salvado ya una vez. \u00bfNo podr\u00edan salvamos ahora? No pod\u00eda comunicar con ellos m\u00e1s que por medio de Prone. Ninguno de nuestros portadores quer\u00eda tocar un aparato de radio; se imaginaban que era cosa de brujer\u00eda. Todo estaba en saber si Prone estar\u00eda al alcance de un aparato para que nos pudiera o\u00edr, si el receptor estaba funcionando y si Prone estaba en estado de responder. Llam\u00e9 y esper\u00e9; llam\u00e9 otra vez y segu\u00ed esperando; continu\u00e9 llamando. Gem\u00eda de angustia. Me di cuenta de que lo estaba haciendo mal. Interrump\u00ed el zumbido y dije en el micr\u00f3fono: “Lazo de Uni\u00f3n a Enfermizo. Lazo de Uni\u00f3n a Enfermizo. \u00bfMe oye? Terminado.” Fue entonces cuando me llegaron las palabras que resonaran en mis o\u00eddos hasta mi ultimo d\u00eda: “Enfermizo a Lazo de Uni\u00f3n. Enfermizo a Lazo de Uni\u00f3n. Le oigo muy bien. \u00bfMe oye? Terminado.” Hubiera llorado… si la presencia de las estalactitas no me hubiera recordado que habr\u00eda sido una locura. Expuse la situaci\u00f3n a Prone y le dije que llamara al bang<\/em>. Lo hizo, y yo entonces emprend\u00ed la tarea dif\u00edcil de darle instrucciones. Constant traduc\u00eda mis mensajes en yogistan\u00e9s y yo los transmit\u00eda tan fielmente como pod\u00eda a Prone, que se los traspasaba a su vez a Bing. La situaci\u00f3n era desesperada. Mi est\u00f3mago y el de Prone no estaban hechos para la pronunciaci\u00f3n yogistanesa. Los sonidos que emit\u00edamos hubieran escandalizado a cualquiera, pero como medios de expresi\u00f3n eran notoriamente insuficientes. Constant declar\u00f3 que las respuestas que yo le transmit\u00eda no ten\u00edan la menor relaci\u00f3n con el problema que nos ocupaba. En las calles de Chaikhosi, tal corrupci\u00f3n del yogistan\u00e9s traer\u00eda para quien los pronunciara prisi\u00f3n perpetua, si no algo peor. No les ve\u00eda \u2014asegur\u00f3\u2014 ning\u00fan precedente ni paralelo en toda la historia del lenguaje hablado. Por otra parte, no hubiera cre\u00eddo jam\u00e1s que fuese posible expresarse as\u00ed; si sal\u00eda vivo de su abismo, tendr\u00eda que reconsiderar toda su filosof\u00eda a la luz de lo que me hab\u00eda o\u00eddo. Me suplic\u00f3 contuviera mi est\u00f3mago y que dijera a Prone que hiciera otro tanto. Si el eco de lo que el hab\u00eda o\u00eddo hab\u00eda llegado igualmente a Bing, la cosa pod\u00eda degenerar en masacre, o, al menos, los portadores nos abandonar\u00edan o quedar\u00edan incapacitados para trabajar. He aqu\u00ed hasta donde llegaba la gravedad de la situaci\u00f3n. No nos quedaba m\u00e1s que una esperanza: Prone \u00bfestaba en estado de desplazarse? “No”, dijo; esto estaba fuera de cuesti\u00f3n. No pod\u00eda sostenerse sobre sus piernas. Pero \u00bfpod\u00eda hacerse llevar? S\u00ed, desde luego. Esperamos, pues; pero esta vez la esperanza iluminaba nuestros corazones. Prone, llevado por el bang<\/em>, nos tuvo al corriente de su acercamiento. No tardaron en un\u00edrsenos. Bing, peque\u00f1o pero inmensamente potente, llevando a Prone sobre sus hombros; Bung, m\u00e1s bajo a\u00fan, pero no menos robusto, y un tercer portador, llamado Bo, que era aun m\u00e1s peque\u00f1o y m\u00e1s vigoroso. En un instante vi rotas las estalactitas que me soldaban al suelo y Constant devuelto a la superficie, transido, pero indemne. Bing y Bung corrieron en socorro de los dem\u00e1s, mientras que Constant y yo volv\u00edamos con paso vacilante al campamento, escoltados por Bo, que llevaba a Prone sobre sus hombros. Menos de una hora m\u00e1s tarde, se nos reunieron todos. Bing hab\u00eda escalado hasta el sitio en que se encontraba Shute y lo hab\u00eda bajado a cuestas; despu\u00e9s hab\u00eda hecho lo mismo con Wish. Uno y otro estaban muy afectados por la prueba que acababan de sufrir, y hubo que administrarles champa\u00f1a. Burley, que hab\u00eda vuelto de la misma manera, fue a acostarse con una botella. La cuesti\u00f3n que se planteaba ahora era esta: \u00bfdonde estaba Jungle? Lo llamamos por radio, pero no conseguimos ponernos en contacto con \u00e9l. Shute dijo que no le ver\u00edamos nunca m\u00e1s; que reaparecer\u00eda, probablemente, de aqu\u00ed a un a\u00f1o en Vladivostock, o de aqu\u00ed a dos a\u00f1os en Valpara\u00edso, y escribir\u00eda un libro titulado Manual practico del gu\u00eda en Asia y en Am\u00e9rica<\/em>. Puesto que Jungle se dirig\u00eda hacia el campamento de base \u2014asegur\u00f3 Shute\u2014, era de una certitud matem\u00e1tica que no llegar\u00eda a el jam\u00e1s; m\u00e1s val\u00eda no preocuparse de \u00e9l. Me fue forzoso concluir que Shute no se hab\u00eda recobrado de su conmoci\u00f3n. Enviar una patrulla de socorro era manifiestamente lo \u00fanico a hacer. Pero ninguno de nosotros estaba en estado de volver. Los portadores \u00bfpodr\u00edan ayudarnos? Constant plante\u00f3 la cuesti\u00f3n al bang<\/em>. Este reuni\u00f3 en seguida a los portadores y los despleg\u00f3 en una l\u00ednea recta que se extend\u00eda desde el campamento a la otra extremidad del glaciar. Tomando el campamento por centro, describieron un c\u00edrculo, y no les hizo falta mucho tiempo para encontrar a Jungle, agotado, pero sano y salvo. Se mostr\u00f3 muy sorprendido al enterarse de que nos hab\u00edamos inquietado por su suerte y se puso suspicaz respecto a que la expresi\u00f3n de nuestras dudas concernieran a su competencia de gu\u00eda de la expedici\u00f3n. Era \u2014le dije\u2014 culpa de nuestro car\u00e1cter, naturalmente ansioso, el que la idea de que hubiera podido perderse nos hubiera atravesado por un instante la imaginaci\u00f3n. Comprendi\u00f3 el punto de vista y pareci\u00f3 satisfecho de esta explicaci\u00f3n.<\/div>\n

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Al d\u00eda siguiente tuvimos un consejo de guerra. La cara Norte se revelaba m\u00e1s dif\u00edcilmente accesible de lo que hab\u00edamos previsto en un principio. Era, pues, preciso modificar radicalmente nuestros planes. Burley, adem\u00e1s, dijo que en ning\u00fan caso aceptar\u00eda compartir una cuerda con Wish. El hab\u00eda \u2014nos dijo\u2014 prometido a su novia no correr riesgos in\u00fatiles, y los sabios que se dejaban arrinconar en medio de una pared entraban con toda evidencia en la categor\u00eda de riesgos in\u00fatiles. Afirm\u00f3 que la opini\u00f3n que hab\u00eda emitido varias veces, a saber: que los sabios en la monta\u00f1a eran m\u00e1s estorbo que otra cosa, hab\u00eda sido evidentemente confirmada. Un sabio que practique el himalayismo era, en su opini\u00f3n, uno de los tipos m\u00e1s acentuados y m\u00e1s peligrosos de esquizofrenia, y que siempre se pod\u00eda contar con ellos para hacer lo que no hiciera falta. Wish replic\u00f3 que el primero de la cuerda estaba en su derecho de esperar la ayuda del segundo. Si Burley no hubiera sido m\u00e1s que la mitad de un monta\u00f1ero y no un fardo a arrastrar, el penoso incidente de la v\u00edspera no se hubiera jam\u00e1s producido. Dijo que, por su parte, no deseaba otra cosa mejor que ver a Burley quedarse al pie de la monta\u00f1a. Esto ser\u00eda lo \u00fanico que podr\u00eda evitar los males futuros. Los de entre nosotros que tuvieran novia \u2014a\u00f1adi\u00f3\u2014 deb\u00edan, por \u00e9sta, evitar tanto como fuera posible toda relaci\u00f3n con Burley. Jungle intervino entonces, diciendo que \u00e9l mismo no ten\u00eda novia, pero que si la tuviera, considerar\u00eda como un deber evitar la compa\u00f1\u00eda de Shute, de quien \u2014afirm\u00f3\u2014 se pod\u00eda uno fiar tanto como de un piel roja en pie de guerra. Shute, que me pareci\u00f3 en un estado vivo de sobreexcitaci\u00f3n, respondi\u00f3 que su novia le hab\u00eda puesto expresamente en guardia contra la gente que deja a los dem\u00e1s hacer todo el trabajo y que se pierden cuando se les pide hacer un servicio. Asegur\u00f3 que la sola vista de Jungle al otro extremo de la cuerda bastaba para hacer soltar el bast\u00f3n al escalador m\u00e1s hecho a la ascensi\u00f3n de los glaciares. Concluy\u00f3 que nada podr\u00eda llevarle a aventurarse de nuevo solo con Jungle. Todo esto era bastante desconcertante. Era bien evidente que mis compa\u00f1eros no se hab\u00edan repuesto aun de sus recientes pruebas. Aquellas de sus observaciones que no eran debidas a su franqueza habitual eran debidas, sin ninguna duda, a la reacci\u00f3n nerviosa consecuente a sus desgracias. De aqu\u00ed a un d\u00eda o dos habr\u00edan recobrado plenamente su equilibrio. En espera de esto, era a m\u00ed a quien incumb\u00eda la responsabilidad de evitar la ruptura de estas dos amistades, y la tarea promet\u00eda no ser f\u00e1cil. Todo lo que encontr\u00e9 para decir en conclusi\u00f3n fue recordarles una vez m\u00e1s que el Khili-Khili no era el Mont Blanc. Shute declar\u00f3 estar encantado de que le hubiese recordado este detalle, que hab\u00eda totalmente olvidado. Me pregunt\u00f3 si recordaba alguna observaci\u00f3n de Totter a este respecto que fuese susceptible de ayudarle en el porvenir. Le cit\u00e9 la frase famosa de Totter: “Una cosa es escalar el Mont Blanc y otra el Khili-Khili.” Shute me dio las gracias, diciendo que estas eran las palabras m\u00e1s sensatas que hab\u00eda o\u00eddo jam\u00e1s; ellas le inspirar\u00edan en lo sucesivo. Gracias a ellas sabr\u00eda, de ah\u00ed en adelante, que no estaba sobre el Mont Blanc, y, en consecuencia, modificar\u00eda su comportamiento. Si se hubiese encontrado sobre el Mont Blanc \u2014continu\u00f3\u2014, hubiera estado encantado de tener a Jungle por pareja; pero puesto que no estaba en el Mont Blanc, sino sobre el Khili-Khili, insist\u00eda en llevar una tercera persona en la cuerda, preferentemente un portador. Esto me pareci\u00f3 bastante razonable. La experiencia de la v\u00edspera nos hab\u00eda demostrado que dos hombres ligados a la misma cuerda no estaban en condiciones de hacer frente a una situaci\u00f3n dif\u00edcil. Un portador adjunto a cada grupo de dos aumentar\u00eda considerablemente nuestro factor de seguridad. Pero como las tiendas de vivac estaban previstas para acoger a s\u00f3lo dos personas, nos ser\u00eda preciso ser cuatro por cada cuerda: dos europeos y dos portadores. Esto tendr\u00eda, adem\u00e1s, la ventaja de que los portadores podr\u00edan cargar el equipaje completo de los cuatro hombres, si bien cada cuerda seria una unidad aut\u00f3noma, capaz de subvenir a sus propias necesidades durante varios d\u00edas, si fuera necesario. Burley observ\u00f3 que esta medida cambiaba todos nuestros planes; pero como eso significaba que en adelante no estar\u00eda m\u00e1s solo con Wish, aprobaba plenamente este nuevo m\u00e9todo. Los dem\u00e1s se mostraron tambi\u00e9n entusiasmados y decididos, pues, a adoptar este proyecto. Me alegr\u00f3 mucho esta unanimidad, que pareci\u00f3 reflejar muy exactamente el esp\u00edritu mismo de la expedici\u00f3n.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO VII CONQUISTA DE LA CARA NORTE<\/strong><\/div>\n
Al d\u00eda siguiente volvimos a partir al asalto de la pared. Burley estaba demasiado d\u00e9bil para salir de su saco de dormir. Envi\u00e9, pues, a Shute y a Constant con sus dos portadores, seguidos de Wish y de Jungle, con sus propios portadores. Antes de ponerme yo mismo en camino, despach\u00e9 a un mensajero con el siguiente mensaje: “Nos reagrupamos para el segundo asalto de la cara Norte. Todos en excelente forma. Esp\u00edritu de equipo por encima de todo elogio. Portadores de una admirable abnegaci\u00f3n.” Lo que realizamos aquel d\u00eda fue verdaderamente fenomenal. Al llegar al pie de la pendiente helada, Shute decidi\u00f3, muy sabiamente, dar a sus portadores una lecci\u00f3n sobre la escalada en terreno helado. Les ense\u00f1\u00f3 primero como se tallan escalones y luego los dej\u00f3 probar a ellos mismos. Lo asimilaron tan r\u00e1pidamente, que a Shute y a Constant les costaba trabajo seguirlos. Escalaron esta pendiente abrupta tan r\u00e1pidamente como eran capaces dentro de una atm\u00f3sfera rarificada. Shute y Constant declararon que no hab\u00edan visto jam\u00e1s nada parecido. Los portadores no manifestaban ning\u00fan signo de fatiga; continuaban incansablemente, a pesar de su carga y del rudo trabajo que era tallar el hielo. Cuando Wish y Jungle llegaron al muro de hielo, el primer equipo se hab\u00eda perdido ya de vista. Hubiera sido est\u00fapido, evidentemente, no utilizar una escalera tan c\u00f3moda; renunciaron, pues, a su proyecto de atacar nuevamente una pared rocosa. Yo llegu\u00e9 algunas horas m\u00e1s tarde. Los dos equipos ya se hab\u00edan perdido de vista. Llame a Wish por radio. Me cont\u00f3 lo que hab\u00eda pasado. Todos los europeos \u2014me dijo\u2014 estaban al borde del agotamiento: tan r\u00e1pido hab\u00eda sido el tren que hab\u00edan impuesto los portadores. Alcanzar\u00edan seguramente el col Sur en el mismo d\u00eda. Me aconsej\u00f3 me reintegrara al campamento de base y seguir al d\u00eda siguiente con todo aquello de que tuvi\u00e9ramos necesidad en el campamento de base avanzada. Me recomend\u00f3, sobre todo, no olvidar el material m\u00e9dico, que ser\u00eda, sin duda, m\u00e1s indispensable a\u00fan que en el campamento inferior. Regres\u00e9, pues, al campamento de base; me agrad\u00f3 tener as\u00ed la ocasi\u00f3n de descansar y pasar algunas horas tranquilas con Burley. Mi afecto por este buen gigante no hab\u00eda hecho m\u00e1s que crecer desde nuestro primer encuentro. Un jefe, claro es, no deber\u00eda tener favoritos; pero yo debo confesar que, de todos mis compa\u00f1eros, ser\u00eda a Burley a quien hubiera escogido para compartir mi tienda. Le encontr\u00e9 en su saco de dormir y le anunci\u00e9 mi intenci\u00f3n de pasar la noche con \u00e9l. Me dijo que era muy amable, pero que, en su opini\u00f3n. Prone ten\u00eda a\u00fan m\u00e1s necesidad de mi presencia. Prone \u2014explic\u00f3\u2014 iba a estar muy solo en el campamento, y su larga vigilia le parecer\u00eda menos penosa si le quedaba el recuerdo de una noche de c\u00e1lida camarader\u00eda. Admir\u00e9 el altruismo de Burley, y, a pesar de mi decepci\u00f3n, convine, en efecto, que mi deber me llamaba cerca del enfermo. Encontr\u00e9 a Prone en su saco de dormir. El tambi\u00e9n se mostr\u00f3 reconocido a mi gesto, pero su altruismo no le ced\u00eda en nada al de Burley, y me dijo que no quer\u00eda, a ning\u00fan precio, privar a \u00e9ste ultimo de mi compa\u00f1\u00eda. Yo le respond\u00ed que no le quer\u00eda o\u00edr hablar de un tal sacrificio, y me qued\u00e9 con \u00e9l. El pobre Prone parec\u00eda muy abatido, y, a fin de animarlo, le hice hablar un poco de su vida. \u00bfTen\u00eda novia?, le pregunt\u00e9. Me dijo que no, que su mujer no era del g\u00e9nero comprensivo y que sus hijos estimaban que una sola madre bastaba. Me excus\u00e9 de mi yerro, pero a\u00f1ad\u00ed que me hab\u00eda sorprendido saber que estaba casado. Sir Hugeley me hab\u00eda afirmado que era soltero. Prone me dijo que Sir Hugeley ten\u00eda derecho a tener su opini\u00f3n sobre este punto, como sobre cualquier otra cuesti\u00f3n; pero que esta era una opini\u00f3n que el no compart\u00eda. Sin duda \u2014continu\u00e9 yo\u2014, encontrar\u00eda la vida de familia agradable. \u00c9l me aseguro que al contrario, que la encontraba insoportable.<\/div>\n

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Le rogu\u00e9 me dijera algo mas, afirm\u00e1ndole que una preocupaci\u00f3n compartida pesaba menos sobre el coraz\u00f3n. El pobre me manifest\u00f3 estar de acuerdo en esto con alguna reticencia. Pero termin\u00e9 por vencer al t\u00edmido y me cont\u00f3 su triste historia. Era de una familia pobre. Su padre era un descubridor de yacimientos de petr\u00f3leo en paro, uno de esos artesanos de antiguamente, orgulloso de su estado y al que horrorizaba pedir limosna. Para enviar a su hijo a la Facultad debi\u00f3 meterse el orgullo en el bolsillo y tragarse muchas afrentas. Prone me dijo que la vista de su padre tragando afrentas todos los d\u00edas era el recuerdo m\u00e1s vivo de su adolescencia. Percib\u00eda socorros de seis obras de caridad bajo ocho identidades diferentes; escrib\u00eda cartas solicitando limosnas, cartas llenas de amenazas y cartas an\u00f3nimas; robaba, atacaba a los repartidores de los giros, se apoderaba de los bolsos de las se\u00f1oras, birlaba los caramelos a los ni\u00f1os y escrib\u00eda art\u00edculos de arrepentimiento en los peri\u00f3dicos salvacionistas. Sacrificios tan obstinados hab\u00edan decidido al joven Prone a consagrarse enteramente al cumplimiento de los deseos de su padre. Resolvi\u00f3 que ning\u00fan obst\u00e1culo le impedir\u00eda alcanzar este lejano ideal: llegar a ser m\u00e9dico de barrio. Su primer cliente fue una viuda a quien la lectura de los peri\u00f3dicos de su hijo hab\u00eda completamente pervertido. Desde su primera visita odi\u00f3 al joven m\u00e9dico y concibi\u00f3 el horrible proyecto de casarlo con ella. Ella le dijo que si no la tomaba por esposa, le acusar\u00eda p\u00fablicamente de haber extraviado su tarjeta de seguridad social. Antes que arriesgarse al deshonor y ver rotos los sue\u00f1os de su padre. Prone consinti\u00f3. Se casaron en Gravesend la v\u00edspera del d\u00eda de Todos los Santos. Su vida conyugal hab\u00eda sido un largo martirio. Su mujer era un monstruo de aspecto humano. Encantadora con los extra\u00f1os, era demon\u00edaca en la intimidad. Lo que ella le hacia sufrir era demasiado horrible para que se pudiese contar. Sus hijos \u2014ten\u00edan ocho, y esperaban un noveno\u2014 eran dignos herederos de tal monstruo, y cada uno de ellos era m\u00e1s antip\u00e1tico que su precedente inmediato; tanto, que por un proceso bien comprensible de extrapolaci\u00f3n, el que no hab\u00eda nacido a\u00fan le parec\u00eda a Prone una criatura salida de un film<\/em> de horror. Nadie \u2014me sonri\u00f3 Prone\u2014 pod\u00eda tener la menor idea de lo que \u00e9l hab\u00eda sufrido. Sus s\u00e1bados por la tarde eran verdaderas pesadillas. Su pat\u00e9tico relato me conmovi\u00f3. Asegur\u00e9 a Prone que gozaba de toda mi simpat\u00eda, y le propuse ayudarle en la medida de mis fuerzas. Me dijo que esto era muy amable por mi parte y que hab\u00eda algo que podr\u00eda hacer por el: deseaba experimentar un suero contra la peste. \u00bfVer\u00eda yo alg\u00fan inconveniente en que lo ensayase sobre m\u00ed? No hay que decir que me mostr\u00e9 encantado de hacerle este peque\u00f1o servicio. Cogi\u00f3 su jeringa hipod\u00e9rmica y me administr\u00f3 una generosa inyecci\u00f3n. Me confi\u00f3 despu\u00e9s que le hab\u00eda encantado el resultado. El pinchazo deb\u00eda tener por efecto hundirme r\u00e1pidamente en un profundo sue\u00f1o, y as\u00ed termin\u00f3 la \u00fanica conversaci\u00f3n a coraz\u00f3n abierto que he tenido con Prone.<\/div>\n

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Fue Burley quien encontr\u00f3 la respuesta, aunque nunca he podido comprender como hab\u00eda podido acertar tan pronto. \u2014Hay que regarlo, mi viejo\u2014dijo\u2014; hay que regarlo. \u2014Yo le mir\u00e9 extra\u00f1ado. \u00bfQue deb\u00eda yo regar y por qu\u00e9 en un clima parecido? Afortunadamente, Burley tom\u00f3 entonces la iniciativa de las operaciones. Ante mi estupefacci\u00f3n, saco de su bolsillo un bohee<\/em> (30 c\u00e9ntimos y medio) y lo ofreci\u00f3 a Bing. Este sacudi\u00f3 la cabeza y se rasc\u00f3 a\u00fan m\u00e1s fuerte la palma. Burley a\u00f1adi\u00f3 un nuevo bohee<\/em>, lo que tuvo el mismo resultado. Ten\u00eda la impresi\u00f3n de que estaban concertando un precio. Constant me explic\u00f3 despu\u00e9s la cosa. Parece que el seis es una cifra sagrada para los yogistaneses. Cada vez que algo se repite, la sexta vez es tratada de forma especial. El sexto d\u00eda es un d\u00eda de descanso. El sexto hijo es destinado al sacerdocio. La sexta pipa de groka<\/em> es fumada en honor del abuelo, y as\u00ed todo. Se puede, sin embargo, hacer derogaciones a este rito, a condici\u00f3n, sin embargo, de hacer a los dioses una ofrenda conveniente. En el caso que nos ocupa, cinco vidas hab\u00edan sido salvadas; los dioses hab\u00edan sido privados de la presencia de cinco europeos. Privarlos de un sexto seria un espantoso sacrilegio, y solo una importante ofrenda en dinero podr\u00eda arreglar la cuesti\u00f3n. El regateo prosigui\u00f3 durante alg\u00fan tiempo. El bang<\/em> era manifiestamente muy devoto, pues defendi\u00f3 resueltamente los intereses de sus dioses. Se detuvo, finalmente, la cifra en mil bohees<\/em> (355 pesetas). Una vez efectuado el pago, el bang se aproxim\u00f3 a la grieta, seguido de Bung. Pero esto no pareci\u00f3 gustar a los portadores, que no hab\u00edan cesado de gritar y de gesticular durante toda la discusi\u00f3n. Rodearon a Bing y a Bung, y todo el mundo se puso a gritar desaforadamente. Esto dur\u00f3 algunos minutos. Los portadores se opon\u00edan, indudablemente, al salvamento; sus esp\u00edritus supersticiosos no estaban, sin duda, apaciguados, a pesar de la importancia de la ofrenda. Al fin, ante nuestro vivo alivio, el bang<\/em> pareci\u00f3 haberse hecho el due\u00f1o de la situaci\u00f3n. Pronto al tumulto sucedieron simples clamores de descontento, y los dos salvadores se abrieron camino entre las apretadas filas de los yogistaneses. Constant nos fue devuelto nulamente impresionado por esta aventura, que no le hab\u00eda ocasionado mas que un ataque de hipo. Me di cuenta entonces que era tiempo de hacer alto para la noche, y di orden de levantar el campamento. Est\u00e1bamos de nuevo felizmente reunidos. Me despert\u00e9, poco antes de la Llegaba del d\u00eda, con la vaga sospecha de que algunos puntos de este episodio permanec\u00edan un poco oscuros. \u00bfPor qu\u00e9, por ejemplo, esta dram\u00e1tica salvaci\u00f3n no hab\u00eda tenido lugar m\u00e1s que cuando lo avanzado de la hora no permit\u00eda reemprender la marcha? Rechac\u00e9 en seguida tan innobles pensamientos, y no los traigo aqu\u00ed sino como la prueba del estado de desmoralizaci\u00f3n que puede reinar en las grandes alturas en raz\u00f3n de la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera. Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, nadie estaba en estado de reemprender la marcha. Burley \u2014y esto era una reacci\u00f3n bien normal despu\u00e9s de sus valientes esfuerzos de la v\u00edspera\u2014 estaba de nuevo agotado por el mal de los glaciares; Prone sufr\u00eda hormigueos. Los otros se quejaban de la depresi\u00f3n de los glaciares e insist\u00edan para que Prone les prescribiese champa\u00f1a. Pero \u00e9ste estaba, desgraciadamente, demasiado mal para poder ocuparse de ellos, y yo no me atrev\u00eda, por mi propia iniciativa, a tomar la responsabilidad de administrar un remedio tan poderoso. \u00bfEs necesario decir, en efecto, que el champa\u00f1a no figuraba en nuestro equipo mas que con fines exclusivamente medicinales? Ten\u00eda prisa por llegar al campamento de base. \u00cdbamos ya retrasados respecto a nuestro programa. Adem\u00e1s, est\u00e1bamos sobre un glaciar y de un momento a otro pod\u00eda abrirse una grieta bajo nuestros pasos, precipit\u00e1ndonos en el abismo. Di, pues, la orden de levantar el campo. Mis compa\u00f1eros fueron izados sobre los hombros de los infatigables portadores, y yo, abrumado como estaba por las emociones de nuestras recientes aventuras, me dej\u00e9 transportar por el mismo medio. Bing, el bang<\/em>, que hab\u00eda dado pruebas de un tan bello esp\u00edritu de iniciativa cuando el incidente de la grieta, fue enviado delante para abrir camino. La jornada transcurri\u00f3 sin incidentes. Me despert\u00e9 a mediod\u00eda para ver la vasta muralla de la pared norte que se elevaba por encima de nosotros. Est\u00e1bamos en el campamento de base.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO V EL CAMPAMENTO DE BASE<\/strong><\/div>\n
En el campamento de base comenzamos a prepararnos para la tarea que nos esperaba. Nuestro primer cuidado fue aclimatarnos. Obtener lo mejor de cada uno de los miembros que componen una expedici\u00f3n de este g\u00e9nero es uno de los problemas m\u00e1s delicados que se plantean a un jefe digno de este nombre. Este problema, en efecto, es triple, y comprende tres puntos: fatiga, aclimataci\u00f3n y enfermedad. La cuesti\u00f3n de la fatiga tiene un doble aspecto: si un hombre trabaja demasiado, se agota; si no trabaja, se hace perezoso. En cuanto a la aclimataci\u00f3n, es igualmente un problema triple: primero, un hombre debe pasar alg\u00fan tiempo en altura antes de poder trabajar efectivamente; segundo punto: si permanece demasiado tiempo a grandes alturas, su salud se resiente; tercer punto: sin duda, podr\u00e1 recobrar fuerzas si desciende a alturas normales. El factor psicol\u00f3gico viene aun a complicar m\u00e1s las cosas, y en esto no tengo m\u00e1s que un principio, pero al cual me atengo siempre: un escalador satisfecho es un buen escalador. Gracias a los notables esfuerzos de Prone, la expedici\u00f3n permaneci\u00f3 al abrigo de los ataques de la enfermedad. Todo el mundo estaba en excelente forma f\u00edsica, con excepci\u00f3n del pobre Burley, a quien el clima del campamento de base fatigaba considerablemente y que no se acostumbraba tan r\u00e1pidamente como los otros, y de Prone, que sufr\u00eda s\u00edntomas extra\u00f1os y complicados: palidez, sudores abundantes, pulso r\u00e1pido y d\u00e9bil, temperatura por bajo de lo normal, suspiros, nerviosidad, sed, enfriamiento de las extremidades, debilidad, v\u00e9rtigo y zumbidos en los o\u00eddos. El pobre estaba irritado de encontrarse en este estado y tambi\u00e9n de ser incapaz de formular un diagn\u00f3stico. El misterio termin\u00f3 siendo aclarado gracias a Constant, que exhibi\u00f3 un manual de curas de socorro, haciendo observar que los s\u00edntomas que presentaba Prone eran exactamente los de la hemorragia, falt\u00e1ndole solamente los dos \u00faltimos: insensibilidad y muerte. A\u00f1adi\u00f3 que quedaba alguna esperanza; Prone descubri\u00f3 entonces que se hab\u00eda hecho un corte en la oreja al afeitarse y que perd\u00eda lentamente su sangre. Despu\u00e9s de haberla detenido aplic\u00e1ndose sobre la oreja un pedazo de hielo y haberse cuidado para responder a los efectos de la operaci\u00f3n y curar su oreja helada, cayo enfermo de sarampi\u00f3n. Cada uno de nosotros pas\u00f3 su periodo de aclimataci\u00f3n seg\u00fan sus disposiciones naturales y las exigencias de su misi\u00f3n. Burley vigil\u00f3, tan bien como se lo permit\u00eda su estado, el desembalaje y el empaquetado de las provisiones; en sus mementos de mayor actividad ten\u00eda que huir de Wish, que insist\u00eda en someterlo, a \u00e9l que era el m\u00e1s corpulento de toda la expedici\u00f3n, a una agotadora prueba titulada test de fatiga. Wish estaba entregado a toda suerte de investigaciones. Se pod\u00eda verle a cualquier hora del d\u00eda cortando bloques de hielo con la pala o el pico y calent\u00e1ndolos para medir el punto de ebullici\u00f3n del hielo. Ofreci\u00f3 una recompensa de un chel\u00edn por cada esp\u00e9cimen de fauna local que se le llevara, y de tres chelines por cada ejemplo de transversi\u00f3n de Wharton; pero, a pesar del tiempo que nos pasamos registrando grietas y levantando piedras, ninguno de nosotros consigui\u00f3 mejorar sensiblemente sus ingresos. Wish llev\u00f3 su elecci\u00f3n sobre m\u00ed, el miembro m\u00e1s ligero de la expedici\u00f3n, para someterme al test de la fatiga. Deseoso como estaba de animar todas las actividades de mis compa\u00f1eros, puse de mi parte todo lo posible para satisfacer sus exigencias; pero pronto me encontr\u00e9 tan agotado, que no me quedaba ninguna energ\u00eda para consagrar a los dem\u00e1s, lo que no dejaba de ser bastante injusto; pero nadie se quej\u00f3, lo que prob\u00f3, una vez m\u00e1s, la buena moral que animaba a la expedici\u00f3n. Shute aprovech\u00f3 este par\u00e9ntesis para proceder a minuciosas comprobaciones y ensayos de su material. Me film\u00f3 notablemente varias veces subiendo o bajando, corriendo la pendiente seleccionada por Wish para practicar all\u00ed su test de fatiga. Yo esperaba que estas secuencias no tendr\u00edan en el film<\/em>, una vez montado este, un lugar tan importante. Jungle ten\u00eda por misi\u00f3n poner a punto el material de radiotelefon\u00eda e iniciarnos en el uso del walkie-talkie<\/em>. Siempre he tenido horror a estos peque\u00f1os aparatos el\u00e9ctricos, y me alivi\u00f3 comprobar que aquellos eran de funcionamiento bastante simple y que la corriente que utilizaban era demasiado d\u00e9bil para resultar peligrosos. Pero si los aparatos eran simples, los m\u00e9todos de conversaci\u00f3n no lo eran tanto. En mi ignorancia, yo me imaginaba que nos llamar\u00edamos como se hace cuando se telefonea. Pero esto es infinitamente m\u00e1s complicado. Lo primero es que no se llama a nadie por su verdadero nombre. Se recurre a designaciones en c\u00f3digo. Jungle nos dio nuestros nombres en c\u00f3digo, que se repartieron as\u00ed: Burley: Peso Muerto. Wish: Inventor. Shute: Pajarito. Constant: Excelencia. Prone: Enfermizo. Yo mismo: Lazo de Uni\u00f3n. El nombre de c\u00f3digo de Jungle dio lugar a discusiones. El hab\u00eda encontrado el de Explorador<\/em>; pero este mote, no s\u00e9 por que, no encontr\u00f3 la aprobaci\u00f3n de los otros miembros de la expedici\u00f3n. Shute, con una falta de tacto flagrante, propuso el nombre de Pierde-Nortes<\/em> como mucho m\u00e1s apropiado. Terminamos por ponemos de acuerdo en el de Vagabundo<\/em>, pero Jungle pareci\u00f3 haber quedado vejado. Tuvimos que iniciarnos en el lenguaje. No se debe jam\u00e1s, bajo ning\u00fan pretexto, expresarse de forma normal. No se puede decir “S\u00ed”, “No” o “Muy bien”. En lugar de esto, se deben emplear expresiones tales como “Correcto”, “De acuerdo”, etc. Las dos se dicen mil cuatrocientas horas, y en cuanto a la medianoche, por no se sabe que oscura raz\u00f3n matem\u00e1tica, no se habla de ella. Dirigirse hacia el Este es “poner la proa cero-nueve-cero”, y veinte mil pies se convierten en “veinte \u00e1ngeles”. Hab\u00eda tambi\u00e9n todo un rito a observar para las llamadas y las respuestas. Nos estaba prohibido, en fin, utilizar nuestras voces normales; deb\u00edamos expresamos en una especie de melopea que har\u00eda dif\u00edcil identificar la voz de cada uno. Los m\u00e1s j\u00f3venes de mis compa\u00f1eros parecieron encontrar un inocente placer en este rito, pero yo debo convenir que lo encontr\u00e9 un poco desconcertante.<\/div>\n

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Los aparatos de radio eran peque\u00f1os, para economizar peso, y su alcance era limitado. A veces ser\u00eda, quiz\u00e1, necesario hacer reforzar los mensajes por uno o dos intermediarios. Como yo hab\u00eda hecho algunas experiencias de este g\u00e9nero en mi infancia, juzgu\u00e9 \u00fatil el entrenarnos un poco. Ped\u00ed a mis compa\u00f1eros que se desplegaran siguiendo un ancho c\u00edrculo, de forma que el mensaje pudiera ser transmitido de aparato en aparato. Al principio me encontr\u00e9 incapaz en absoluto de pensar un mensaje. Se hubiera dicho que mi cerebro se hab\u00eda congelado, y permanec\u00ed algunos minutos sinti\u00e9ndome completamente est\u00fapido. Logr\u00e9, finalmente, componer el primer mensaje: “\u00a1Qu\u00e9 sereno est\u00e1 el Khili-Khili en la luz de la ma\u00f1ana!” El mensaje que yo hab\u00eda lanzado, cuando lleg\u00f3 a m\u00ed, se hab\u00eda convertido en este otro: “Tranquilo y alegre, el canario canta en casa de la madre del marino.” Despu\u00e9s de algunos instantes de reflexi\u00f3n, envi\u00e9 el mensaje siguiente: “Por favor, presten o\u00eddo atento a este texto.” Cuando me lleg\u00f3, dio igualmente: “Tranquilo y alegre, el canario canta en casa de la madre del marino.” Esto era absurdo. A t\u00edtulo de experiencia, lanc\u00e9 el mensaje siguiente: “Tranquilo y alegre, el canario canta en casa de la madre del marino.” Lo que se convirti\u00f3 a mi recepci\u00f3n en: “La voz del jefe es una dulce m\u00fasica para los o\u00eddos de sus compa\u00f1eros.” Esto continu\u00f3 as\u00ed durante toda la ma\u00f1ana. Yo estaba determinado a no renunciar hasta que no hubi\u00e9ramos dominado la t\u00e9cnica, y pronto, ante mi gran maravilla, los mensajes comenzaron a ser transmitidos perfectamente justamente cuando lleg\u00f3 la hora de comer. Algunos de entre nosotros se inclinaban a mostrarse esc\u00e9pticos sobre el valor de la radio; pero no deb\u00edamos tardar en recibir una prueba estupenda de su utilidad. Me paseaba una ma\u00f1ana, a fin de meditar sobre las responsabilidades del mando, cuando mi walkie-talkie<\/em> se puso a zumbar. Lleve el aparato a mi o\u00eddo y o\u00ed una voz: “Excelencia a Lazo de Uni\u00f3n. Excelencia a Lazo de Uni\u00f3n. \u00bfMe oye? Terminado.” “Lazo de Uni\u00f3n a Excelencia. Lazo de Uni\u00f3n a Excelencia. Le oigo muy bien. \u00bfMe oye? Terminado.” La respuesta me lleg\u00f3 en seguida: “Excelencia a Lazo de Uni\u00f3n. Le recibo fuerza ocho. Aumente potencia dos crans. Terminado. Aumente la potencia dos crans, y dije: “Lazo de Uni\u00f3n a Excelencia. He aumentado potencia dos crans. \u00bfMe oye? Terminado.” “Excelencia a Lazo de Uni\u00f3n. Le oigo muy bien. Buenos d\u00edas. \u00bfSabe donde est\u00e1 el sacacorchos? Terminado.” “Lazo de Uni\u00f3n a Excelencia. \u00bfQuiere usted repetir? Terminado.” “Excelencia a Lazo de Uni\u00f3n. Repito: le oigo muy bien. Buenos d\u00edas. \u00bfSabe donde est\u00e1 el sacacorchos? Terminado.” “Lazo de Uni\u00f3n a Excelencia. Buenos d\u00edas. El sacacorchos est\u00e1 en el bolsillo derecho de mi pantal\u00f3n de recambio. Terminado.” “Excelencia a Lazo de Uni\u00f3n. Terminado. Corto.” Uno se pregunta c\u00f3mo las expediciones precedentes han podido triunfar sin el concurso inapreciable de la radio. A Constant le incumb\u00eda la misi\u00f3n de ajustar el salario de los portadores sobrantes y de dar a los que se quedaban todas las instrucciones sobre lo que se esperaba de ellos. Nos quedamos con ochenta y ocho portadores y once muchachos para el viaje de retorno y despedimos a los otros. De estos noventa y nueve, los que no deb\u00edan participar en el asalto propiamente dicho deber\u00edan instalar el campamento de base en otro emplazamiento donde estar\u00eda al abrigo de las avalanchas. Constant estim\u00f3 que pod\u00eda dejarles encargarse a ellos mismos de la operaci\u00f3n, puesto que \u00e9l se los hab\u00eda explicado todo muy claramente. Fue para m\u00ed un gran alivio, pues para el asalto tendr\u00edamos necesidad de todos los europeos de la expedici\u00f3n.<\/div>\n

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Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, me despert\u00e9 tarde; me sent\u00eda mal, no s\u00e9 por qu\u00e9. En la ausencia de Constant, deb\u00eda, sin comprender una sola palabra de su lenguaje, dar instrucciones a los portadores. Afortunadamente, toda la impedimenta estaba ya preparada; no tuve m\u00e1s que ir a buscar a los portadores, uno tras otro, y conducirlos hasta su cargamento respectivo. No obstante, pareci\u00f3 que ten\u00edan sus ideas sobre la repartici\u00f3n de los fardos, lo que provoc\u00f3 una cierta confusi\u00f3n. Est\u00e1bamos ya dispuestos cuando lleg\u00f3 la hora del almuerzo, y se fueron todos a restaurarse. Hubo que recomenzar despu\u00e9s de la comida, y el d\u00eda estaba ya muy avanzado cuando estuvimos, al fin, dispuestos a levantar el campamento. Tuve alguna dificultad en persuadir a Prone de que nos confiara el material medico, pero termin\u00f3 por ceder, no sin haberse antes quedado con todo lo que a \u00e9l le pudiera hacer falta. Tuvimos una larga discusi\u00f3n sobre la cuesti\u00f3n de saber si el champa\u00f1a \u2014que formaba parte, claro, del material de enfermer\u00eda\u2014 deber\u00eda ser transportado hasta el col Sur. Terminamos por adoptar un compromiso: yo le dejar\u00eda una caja. El ten\u00eda particularmente necesidad de champa\u00f1a \u2014afirm\u00f3\u2014, pues estaba seguro de caer en una anemia. Burley fue incapaz de ayudarme, pues estaba a\u00fan encerrado en su saco de dormir. Vino a desearme buen viaje. \u00a1Un bravo compa\u00f1ero este Burley! Pareci\u00f3 muy inquieto al ver que part\u00eda con el material m\u00e9dico; no sab\u00eda que me llevaba todo al col Sur. Despu\u00e9s de afectuosos adioses a Prone, nos pusimos en ruta, y no hab\u00edamos apenas avanzado, cuando Burley se nos reuni\u00f3. No le gustaba verme partir solo \u2014declar\u00f3\u2014, y como se hab\u00eda sentido s\u00fabitamente mucho mejor, hab\u00eda decidido acompa\u00f1arme. Se aclimatar\u00eda, sin duda, m\u00e1s r\u00e1pidamente \u2014asegur\u00f3\u2014 en el col Sur. Me conmovieron a la vez su coraje y su atenci\u00f3n. Quiz\u00e1 fuese por aquella prueba de amistad por lo que decid\u00ed contar algunas intimidades a Burley. Le habl\u00e9 de mi familia y de mis amigos, y cuando hicimos alto, le ense\u00f1\u00e9 algunas fotograf\u00edas. Burley se mostr\u00f3 extremadamente brusco; casi se podr\u00eda decir que desagradable. \u00c9l tambi\u00e9n, con toda evidencia, se sent\u00eda lejos de los suyos y le costaba disimular sus sentimientos. Le puse sobre el hombro una mano amistosa y \u00e9l solt\u00f3 un peque\u00f1o bufido. Este bufido me dijo m\u00e1s que un largo discurso. Dud\u00e9 que su brusca decisi\u00f3n de seguirme hubiera sido motivada por su deseo de aprovechar mi compa\u00f1\u00eda, y estaba seguro de que quer\u00eda decirme algo, pero que le faltaban las palabras. Le dije, pues, con un tono afectuoso: “\u00bfHay algo que quiera usted decirme, amigo m\u00edo?” A lo cual me respondi\u00f3: “\u00a1No sea idiota!”, lo que me parece reflejaba bastante el estado de esp\u00edritu en que se encontraba el pobre. El resto de la jornada lo pasamos escalando penosamente los escalones tallados en el hielo. Hab\u00edamos tendido cuerdas en los pasajes m\u00e1s dif\u00edciles, y no ten\u00edamos m\u00e1s que subir regularmente, manteniendo el ritmo tan necesario en alta monta\u00f1a. A pesar del peso de su carga, los portadores no manifestaban ninguna tendencia a caerse hacia atr\u00e1s; se comportaban magn\u00edficamente. Al fin de la tarde franqueamos la \u00faltima pendiente dulce que conduc\u00eda al campamento de base avanzada. No distinguimos al principio ning\u00fan signo de vida; pero al aproximarnos m\u00e1s, el eco de sonoros ronquidos proviniendo de las cuatro tiendas nos revel\u00f3 que nuestros compa\u00f1eros y sus portadores recobraban fuerzas despu\u00e9s de sus terribles esfuerzos de la v\u00edspera. Empezamos a levantar nuestras tiendas y Pong no tard\u00f3 en afanarse sobre sus hornillos de gasolina. Yo no pod\u00eda comprender como se encontraba en el campamento avanzado; Dios sabe que no estaba en mis intenciones llevarlo conmigo. Por un momento tuve una sospecha, de la que luego me avergonc\u00e9. \u00bfNo lo habr\u00eda mandado Prone a la cola de nuestro peque\u00f1o cortejo? Esto hubiera sido muy poco brit\u00e1nico por su parte; pero \u00a1que tentaci\u00f3n!, y se le pod\u00eda perdonar a un hombre como \u00e9l, en el estado en que se encontraba, el haber cedido a ella. Debo precisar, en descargo de Prone, que el neg\u00f3 toda intervenci\u00f3n en este asunto. M\u00e1s bien habr\u00eda que creer en que Pong vino por propia iniciativa, furioso ante la idea de dejar escapar tantas v\u00edctimas. Fuera por quien fuese, cuando los otros emergieron de sus tiendas se pusieron furiosos al reconocer al verdugo familiar, y forzoso me es decir que en esta ocasi\u00f3n fueron pronunciadas algunas palabras desagradables. A pesar de mis protestas de inocencia, fue tachado de incompetencia, y la cena, que era, como siempre, la m\u00e1s terrible prueba del d\u00eda, se desarroll\u00f3 en un ambiente de \u00e1speras recriminaciones. Ve\u00eda bien que a\u00fan no nos hab\u00edamos aclimatado, y mis compa\u00f1eros me confirmaron en esta opini\u00f3n. El tren endiablado al que los portadores hab\u00edan tallado los escalones les hab\u00eda agotado a todos \u2014me confiaron\u2014. Aconsejaban un\u00e1nimemente mostrarse prudentes hasta el extremo en el empleo de los portadores para esta tarea; no ser\u00eda preciso, en lo sucesivo, considerar su fuerza brutal y su resistencia como uno de los peligros inherentes a las ascensiones en el Yogist\u00e1n. Este era un serio problema. Est\u00e1 fuera de duda que el yogistan\u00e9s es un monta\u00f1ero nato. Para Llegar a la cima del Khili-Khili hac\u00eda falta el concurso del m\u00fasculo y del cerebro; el m\u00fasculo era indispensable, pero deb\u00eda ser subordinado al cerebro. Convinimos que en lo sucesivo habr\u00eda que cuidar de que los portadores no pusieran en peligro la salud y la seguridad misma de la expedici\u00f3n.<\/div>\n

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Antes de acostarme aquella noche, fui hasta un peque\u00f1o promontorio que dominaba el campamento para examinar el panorama. Era de una grandeza que cortaba el aliento. A la izquierda, el Guili-Guili ergu\u00eda por encima del campamento su masa temible e inhospitalaria. A la derecha, el gran Khili-Khili se elevaba, sombr\u00edo y terrible, en la luz de la tarde. Abajo, sobre el glaciar, el campamento de base no era m\u00e1s que un grupo de peque\u00f1os puntos min\u00fasculos. El glaciar se perd\u00eda a los lejos, en medio de un caos de picos encrestados de nieve y de agujas. Al Este se extend\u00eda un paisaje desolado de cimas sucedi\u00e9ndose una tras otra tan lejos, que se extend\u00eda m\u00e1s all\u00e1 de la mirada. Yo estaba sin aliento. Las agujas y los picos se elevaban hacia el cielo, haci\u00e9ndole a uno perder el aliento. Llegu\u00e9 jadeante a mi tienda, para encontrar a Burley ya instalado en su saco de dormir y ocupando las tres cuartas partes de la alfombra sobre el suelo. Me instal\u00e9 en la cuarta parte que quedaba lo mejor que pude, agradeciendo al Cielo no haberme hecho m\u00e1s grande de lo que soy. Burley y yo estabamos, al fin, reunidos; yo esperaba que \u00edbamos a proseguir nuestras confidencias de la tarde. Reposamos algunos instantes en silencio; despu\u00e9s dije a Burley que quiz\u00e1 quer\u00eda hablar de su novia. Me respondi\u00f3: “\u00bfPor qu\u00e9 no?”, y cre\u00ed discernir en su tono una cierta reticencia. Declar\u00e9 que nada ligaba m\u00e1s a los hombres que hablar entre s\u00ed de sus familias, de sus amigos. Me dijo que si lo tomaba as\u00ed, no ve\u00eda ning\u00fan inconveniente en relatarme sus aventuras; pero \u2014a\u00f1adi\u00f3\u2014 esto era un tema delicado de abordar, y yo comprender\u00eda, sin duda, que \u00e9l no ten\u00eda la costumbre de abrirse al primer curioso llegado. Yo respond\u00ed que comprend\u00eda muy bien y que apreciar\u00eda tanto m\u00e1s la confianza con que se me honraba. Me cont\u00f3 que hab\u00eda encontrado a su novia, un s\u00e1bado por la tarde, detr\u00e1s del aparador del comedor de M. Burley, padre. Era peque\u00f1a y menuda, coja y con unos labios de liebre que le hac\u00edan sufrir de un ligero acento de pronunciaci\u00f3n. Era miope y no se desplazaba nunca sin una corneta ac\u00fastica, pues era demasiado nerviosa para utilizar un aparato el\u00e9ctrico que remediara su sordera. Era daltoniana, no ten\u00eda la memoria de los nombres y confund\u00eda los colores. No era muy bonita, pero, como dec\u00eda Burley, no se puede tener todo. Estaba, cuando la vio, estudiando la estructura del aparador para la sociedad local de arte antiguo; pero, desgraciadamente, se hab\u00eda quedado encajada entre el mueble y el muro, y llevaba as\u00ed quince d\u00edas cuando Burley la hab\u00eda descubierto. Sin duda, era demasiado t\u00edmida para pedir ayuda, o bien demasiado d\u00e9bil para hacerse o\u00edr. Burley hab\u00eda logrado sacar\u00eda de este mal paso, y eso hab\u00eda dado un giro a su vida. Hab\u00eda, al fin, realizado un sue\u00f1o de su infancia: salvar a una joven en peligro. Hab\u00eda sido tentado por la idea de enamorarse de ella. Es lo que hizo. Ella ten\u00eda \u2014me dijo\u2014 un gran n\u00famero de cualidades admirables, que no eran menos admirables porque se escaparan a una mirada distra\u00edda. \u00c9l mismo no sab\u00eda exactamente cuales eran, pero ya el hecho de procurarle el sentimiento de vivir una misteriosa aventura era una prueba de su delicadeza. Las m\u00e1s bellas cualidades \u2014concluy\u00f3\u2014 no son jam\u00e1s las que saltan a los ojos. Yo le dije que estaba de acuerdo con \u00e9l. Le asegur\u00e9 tambi\u00e9n que estaba conmovido por su relato, que revelaba un refinamiento que un observador superficial no hubiera cre\u00eddo encontrar en un mozo de su temple. En mi emoci\u00f3n, Llegu\u00e9 a confesarle el afecto que me inspiraba y a expresarle la esperanza de que su novia y \u00e9l no dejaran de visitarme cuando estuvi\u00e9ramos de regreso. Respondi\u00f3 con un ronquido sonoro. El pobre deb\u00eda de estar agotado. Me instal\u00e9 tan confortablemente como pude en el poco espacio de que dispon\u00eda y pas\u00e9 una noche de insomnio meditando sobre muchos temas y tratando de descubrir algo que nos librara al d\u00eda siguiente de Pong. A pesar de las inc\u00f3modas condiciones, fue una de las noches m\u00e1s agradables que he pasado jam\u00e1s. La expedici\u00f3n progresaba de manera satisfactoria; form\u00e1bamos un grupo unido y alegre; los portadores se comportaban magn\u00edficamente; estaba en compa\u00f1\u00eda de mi amigo. \u00bfQue m\u00e1s pod\u00eda pedir?<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO VIII DE LA BASE AVANZADA AL CAMPAMENTO 2<\/strong><\/div>\n
Al d\u00eda siguiente nos reagrupamos. Wish hab\u00eda descubierto interesantes espec\u00edmenes de hielo de los que quer\u00eda medir el punto de ebullici\u00f3n; se qued\u00f3, pues, en la base avanzada con Burley, al que los esfuerzos de la v\u00edspera hab\u00edan agotado y que, por tanto, no estaba en estado de continuar. Constant y yo deb\u00edamos acompa\u00f1ar hasta el campamento de base a los portadores sobrantes y regresar a la base avanzada al d\u00eda siguiente. Jungle intentar\u00eda establecer el campamento I a nueve mil metros. Shute se unir\u00eda a Jungle despu\u00e9s de haber filmado nuestras partidas respectivas. Shute se afanaba desde el alba entre su material, pero los aparatos de toma de vista no estaban a\u00fan en estado de funcionar cuando Jungle parti\u00f3; tampoco lo estaban una hora m\u00e1s tarde, cuando Jungle tom\u00f3 de nuevo la salida, pues la primera vez hab\u00eda dado la vuelta en redondo. Not\u00e9 que ninguno de ellos hacia ning\u00fan comentario sobre las actividades del otro, y quise creer que no habr\u00eda en aquello ning\u00fan s\u00edntoma del mal de las alturas. Pero cuando Jungle pas\u00f3 por segunda vez ante Shute, murmur\u00f3 algunas explicaciones seg\u00fan las cuales se trataba de “un simple ajuste del comp\u00e1s”, mientras que Shute giraba la manivela como si filmara realmente. Esper\u00e9 que estos manejos no significaran que trataban de enga\u00f1arse mutuamente, pero yo ten\u00eda, por mi parte, demasiados asuntos en la cabeza para detenerme en \u00e9ste. Despu\u00e9s de haber terminado nuestros preparativos. Constant y yo retardamos nuestra partida tanto como fue posible, pues dese\u00e1bamos dar a Shute la ocasi\u00f3n de ejercer sus talentos; pero tuvimos que marchamos sin ser filmados. Alcanzamos el campamento de base sin incidente y nos encontramos a Prone an\u00e9mico, pero alegre. Pas\u00e9 la tarde poniendo al d\u00eda mi Diario y zurciendo calcetines, mientras que Constant repet\u00eda a los portadores las ultimas instrucciones. Por la noche. Prone, siempre tan altruista, rehus\u00f3 dejarme compartir su tienda; dijo que Constant y yo, que deb\u00edamos hacer la ascensi\u00f3n juntos, no deb\u00edamos estar separados. Pens\u00e9 que ten\u00eda raz\u00f3n; Constant y yo no deb\u00edamos olvidar ninguna ocasi\u00f3n de mejor conocernos. De hecho, todo lo que pude saber de Constant fue que ten\u00eda un buen dormir, pues apenas me hab\u00eda metido en mi saco, ya estaba \u00e9l dormido. Nos levantamos muy de madrugada, y exped\u00ed el mensaje siguiente: “Cara Norte conquistada, hemos comenzado el reconocimiento del Khili-Khili. Todos en buena salud e impacientes de atacar la potente monta\u00f1a que se yergue por encima de nosotros, como desafi\u00e1ndonos a poner el pie sobre sus pendientes traidoras. La moral de la expedici\u00f3n continua siendo excelente, y los portadores son magn\u00edficos.” Dimos un ultimo adi\u00f3s a Prone. Era una gran decepci\u00f3n para \u00e9l \u2014tanta como para cada uno de nosotros\u2014 que no pudiese acompa\u00f1arnos; me pregunt\u00e9 c\u00f3mo su padre reaccionar\u00eda al saber que se hab\u00eda quedado atr\u00e1s. En cuanto a su mujer, sin duda encontrar\u00eda ah\u00ed otro medio de atormentar al pobre hombre. Trat\u00e9 de reconfortarle. Le declar\u00e9 que la noble forma con que hab\u00eda soportado todos sus sufrimientos era para todos nosotros un constante ejemplo, y sobre todo para m\u00ed, que conoc\u00eda su triste historia. Me golpe\u00f3 afectuosamente el hombro, diciendo: “S\u00ed, mi peque\u00f1o.” Parec\u00eda que estaba encantado. Llegamos sin incidente a la base avanzada. Constant cay\u00f3 en algunas grietas, y yo mismo tropec\u00e9 en una o dos; pero fuimos sacados por los portadores, que no hab\u00edan tardado en aprender el uso de la cuerda. Se llamaban So Lo y Lo Too. Eran peque\u00f1os y robustos. Cuando no fumaban groka \u2014lo que era raro\u2014 se querellaban, o, al menos, esa era la impresi\u00f3n que me daban; no nos prestaban ninguna atenci\u00f3n ni a Constant ni a m\u00ed, salvo cuando les d\u00e1bamos \u00f3rdenes, que ellos ejecutaban escrupulosamente, pero sin manifestar el menor signo de inter\u00e9s. Constant me dijo que ahora que hab\u00edamos sobrepasado los siete mil metros, el humor de los ind\u00edgenas mejorar\u00eda r\u00e1pidamente. Yo estaba al acecho del m\u00e1s ligero s\u00edntoma de esta evoluci\u00f3n, pues, a decir verdad, yo soportaba dif\u00edcilmente su independencia de esp\u00edritu y su impasibilidad. Yo sab\u00eda, ciertamente, que el Oriente es impenetrable, pero no pensaba que permanecer\u00eda impenetrable a mis ojos.<\/div>\n

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Acab\u00e1bamos de alcanzar un punto situado hacia la mitad de la primera pared de hielo, cuando Constant atrajo mi atenci\u00f3n sobre una peque\u00f1a silueta que se acercaba a nosotros viniendo del campamento de base. Hay ocasiones en que la vida golpea tan duramente al hombre, que \u00e9ste no se siente due\u00f1o de su destino; en esos mementos se parece a un insecto aplastado por los pies de un gigante. Esta era para m\u00ed una de esas ocasiones, y lo le\u00ed en el rostro de Constant, que no estaba menos afectado. Baj\u00e9 los ojos, esperando olvidar lo que acababa de ver en su mirada. \u2014\u00bfNo se puede hacer nada?\u2014murmur\u00e9. El sacudi\u00f3 la cabeza. \u2014Voy a intentarlo, pero sin esperanza. La corta silueta escalaba los z\u00f3calos de hielo. Estaba casi plegada en dos bajo una inmensa pila de utensilios de cocina, que resonaban a cada paso. Se elevaba lentamente como una criatura surgida del infierno, para detenerse a algunos metros, volviendo hacia nosotros un rostro aplastado y de pesadilla. Constant se entreg\u00f3 con el reci\u00e9n llegado a una conversaci\u00f3n larga y animada, durante la cual So Lo y Lo Too chupaban con aire de beatitud de sus pipas, mientras que yo trataba de recuperar el dominio de mi destino meditando sobre las Reflexiones en alta monta\u00f1a, de Totter. La discusi\u00f3n lleg\u00f3 a su fin, y Constant me declar\u00f3 que no hab\u00eda podido lograr persuadir a Pong a que se volviera; la corrupci\u00f3n, las amenazas, la astucia, todo se hab\u00eda revelado in\u00fatil. Pong \u2014dijo\u2014 era, evidentemente, un hombre que ten\u00eda un fin en la vida; a menos de lapidarlo, Constant no ve\u00eda ning\u00fan medio de hacerlo volver. Hab\u00eda, no obstante, precisado a Pong \u2014me afirm\u00f3\u2014 que \u00e9ste no deber\u00eda pasar de la base avanzada, donde se tendr\u00eda necesidad de \u00e9l para velar por aquellos de nosotros que pudieran descender de la cima debilitados y desamparados. Protest\u00e9, argumentando que esto era dar la puntilla a un hombre debilitado y desamparado. Constant manifest\u00f3 estar de acuerdo conmigo, pero me dijo que no hab\u00eda otra alternativa. Medit\u00e9 un momento. La presencia de Pong amenazaba poner en peligro a toda la expedici\u00f3n. Por encima de los siete mil metros los est\u00f3magos se hacen delicados; es absolutamente necesario incorporar al r\u00e9gimen de grandes alturas platos particularmente apetitosos. \u00bfNo deber\u00edamos Constant y yo resignarnos al supremo sacrificio: volver al campamento de base con Pong y soportar su cocina, a fin de perdon\u00e1rsela al resto del equipo? Esto era exigir demasiado de s\u00ed mismo. Termin\u00e9 por renunciar a este gesto. Se ten\u00eda necesidad de nosotros en la monta\u00f1a; no pod\u00edamos dejar solos a los otros. Tragu\u00e9 precipitadamente un comprimido antidisp\u00e9ptico y di la orden de partir. Alcanzamos la base avanzada. Todo estaba desierto. Lanc\u00e9 llamadas por walki-talkie y tom\u00e9 contacto con Wish. Estaban todos en el campamento I. Pasar\u00edan all\u00ed un d\u00eda o dos, para aclimatarse, antes de lanzarse al campamento II. Esto era una buena noticia. Anunci\u00e9 a Wish que Constant y yo llegar\u00edamos al d\u00eda siguiente, y le rogu\u00e9 nos describiera el camino que hab\u00edan seguido. Mientras \u00e9l hablaba, o\u00ed claramente a los otros cantar algunos compases de My darling Clementine<\/em>, y lament\u00e9 no encontrarme con esa alegre banda. Not\u00e9 poco despu\u00e9s que el material m\u00e9dico hab\u00edan desaparecido, y conclu\u00ed que hab\u00eda debido ser transportado hasta el campamento I. Esto me sorprendi\u00f3. Despu\u00e9s me dije que hab\u00eda, sin duda, un error.<\/div>\n

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Nuestra comida aquella tarde no fue tan repugnante como me hab\u00eda temido; fue solamente indigesta. Pero Constant dijo que esto era, probablemente, porque Pong no se hab\u00eda acostumbrado a\u00fan a la cocina en grandes alturas: en su opini\u00f3n, cuando se acostumbrara, ser\u00eda mucho peor. Fuera lo que fuese, aquella cena nos impidi\u00f3 a los dos dormir, y yo lo aprovech\u00e9 para inquirir con bondad de la vida privada de Constant. Le dije que no hab\u00eda podido comprender muy bien cuales de entre nosotros ten\u00edan novia y cuales no la ten\u00edan, y le pregunt\u00e9 si hab\u00eda dejado una novia en Inglaterra. Me respondi\u00f3 que no. Le pregunt\u00e9 si sus padres viv\u00edan a\u00fan. Me respondi\u00f3 que s\u00ed. Le pregunt\u00e9 si ten\u00eda hermanos o hermanas. Me dijo que s\u00ed. Yo le confi\u00e9 que ten\u00eda tres hermanas. El me dijo: “\u00a1Oh!” Algo no iba bien; bastaba tener antenas, como es mi caso, para comprenderlo. Estuve alg\u00fan tiempo pregunt\u00e1ndome cu\u00e1l ser\u00eda el mejor medio de establecer contacto con Constant y meditando sobre la soledad del alma humana, sobre todo en la aflicci\u00f3n. Sospechaba que el car\u00e1cter taciturno de Constant escond\u00eda un coraz\u00f3n herido. Este es un g\u00e9nero de situaci\u00f3n que un jefe digno de este nombre tiene a veces que afrontar, y, sin duda, \u00e9ste es uno de los casos en los que la caridad exige que no se tengan en cuenta los sentimientos de los dem\u00e1s. Por dif\u00edcil que sea hablar de las propias desgracias, es siempre un alivio; generalmente, es m\u00e1s caritativo hacer hablar a alguien de sus propios sufrimientos que respetar su deseo superficial de dejarlos en silencio. El mejor medio de provocar las confidencias es comenzar por hacerlas. Adivinando que la reticencia de Constant ten\u00eda su origen en una historia de amor desgraciado, le cont\u00e9 una aventura por la que yo hab\u00eda pasado, y cuya herida, si un d\u00eda me hab\u00eda hecho sufrir mucho, estaba hoy completamente cicatrizada. Esperaba animarlo as\u00ed a esperar que su dolor tambi\u00e9n pasara. No hizo ning\u00fan comentario a mi historia; yo observ\u00e9 entonces que todos hab\u00edamos conocido experiencias semejantes. Ninguna reacci\u00f3n. Pero o\u00ed algo extra\u00f1o, y al mirar a Constant vi que estaba sacudido de estremecimientos. \u00a1El desgraciado sollozaba! Conmovido, le puse una mano en el hombro. Los sollozos redoblaron. \u2014Cu\u00e9ntemelo, mi viejo \u2014dije afectuosamente. Cre\u00ed que iba a perder todo control de sus nervios. Pero poco a poco la crisis pas\u00f3. Y comprob\u00e9 que sus mejillas estaban mojadas por las lagrimas. \u2014Cu\u00e9ntemelo \u2014repet\u00ed. De nuevo meti\u00f3 el rostro bajo las mantas, mientras que algunos \u00faltimos sollozos le sacud\u00edan. Despu\u00e9s permaneci\u00f3 perfectamente inm\u00f3vil. Yo sent\u00eda que ahora la atm\u00f3sfera no era la misma y esperaba con impaciencia. No fui decepcionado. Se puso a hablar lentamente, primero con un tono vacilante; despu\u00e9s, con una animaci\u00f3n creciente. Desde su infancia Constant hab\u00eda sido siempre un apasionado por el circo, y, a pesar de los esfuerzos de sus padres por apartarle de \u00e9l, esta pasi\u00f3n le hab\u00eda durado toda su vida, no haciendo m\u00e1s que afirmarse con los a\u00f1os. Los recuerdos m\u00e1s felices de Constant estaban todos ligados al circo; la mezcla tan particular de car\u00e1cter, grandilocuencia y fantas\u00eda que encontraba en el circo respond\u00eda en \u00e9l a\u00fan apetito novelesco s\u00f3lidamente arraigado. Era \u2014dec\u00eda\u2014 esta misma tendencia la que le hab\u00eda guiado en la elecci\u00f3n de carrera cuando hab\u00eda decidido a consagrarse a la diplomacia. La gente de circo era para \u00e9l otra cosa que la gente corriente. Todos sus sue\u00f1os de ni\u00f1o estaban centrados alrededor del circo. Y su primero y \u00fanico amor hab\u00eda sido una artista de circo. Se llamaba Stella. Hac\u00eda un numero con una troupe de focas. Era \u2014me asegur\u00f3 Constant\u2014 la m\u00e1s encantadora criatura del mundo. Nobles y pr\u00edncipes la adoraban; pero ella ten\u00eda un coraz\u00f3n sencillo, y rehus\u00f3 a todos; hab\u00eda hecho la promesa de casarse con un hombre sencillo y darle hijos sencillos. Se amaron desde la primera mirada y fueron felices como s\u00f3lo pueden serlo aquellos que se aman por primera vez. El asist\u00eda a todas sus representaciones; ella le enviaba besos dos veces cada tarde, m\u00e1s el mi\u00e9rcoles y el s\u00e1bado, en matinee. No hab\u00eda m\u00e1s que una sombra en la perfecci\u00f3n de su para\u00edso privado. Travers<\/em>, el viejo macho de la troupe de las focas, no amaba a Constant. Stella dec\u00eda que era por celos. El ladraba cada vez que Constant se acercaba a ella, y durante las representaciones se aproximaba al borde de la pista y le hacia muecas que espantaban a los ni\u00f1os. Pronto se puso a rehusar todo alimento. La crisis estall\u00f3 el d\u00eda que Stella apareci\u00f3 llevando en el dedo por primera vez el anillo de pedida. Al ver el anillo, Travers<\/em> lanz\u00f3 un grito que desgarr\u00f3 el coraz\u00f3n de todos los que lo oyeron. Se lanz\u00f3 al suelo y meti\u00f3 la cabeza debajo de sus aletas. Stella estaba desesperada. Se sent\u00eda muy ligada a sus focas, y su dolor la hac\u00eda sufrir como si se hubiera tratado de un hijo. Declar\u00f3 a Constant que no pod\u00eda soportar la idea de apenar durante m\u00e1s tiempo a Travers<\/em>. Adem\u00e1s, ella ten\u00eda una gran confianza en el juicio de la foca; la aversi\u00f3n que Travers<\/em> experimentaba por Constant era, quiz\u00e1 debida a alg\u00fan grave defecto que ve\u00eda en \u00e9ste y que ella misma no hab\u00eda sabido descubrir. Si Constant no pod\u00eda hacerse simp\u00e1tico a las focas, todo deb\u00eda terminar entre ellos. Constant jur\u00f3 que ganar\u00eda su amistad. Esta era una empresa hecha para seducir su alma novelesca. Se fue a los puertos m\u00e1s lejanos para traer a Travers<\/em> chucher\u00edas frescamente pescadas y se pas\u00f3 muchas tardes ante la foca intentando conquistarla. Pero la bestia permanec\u00eda insensible. Travers<\/em> no aceptaba alimento m\u00e1s que de la mano de Stella, y a\u00fan muy poco. Se puso tan delgada como una anguila. Constant estaba desesperado. Consult\u00f3 autoridades en materia de psicolog\u00eda focuna, y fue a ver a viejos lobos de mar a los cuatro rincones del mundo. Se pasaba las horas muertas en su ba\u00f1era ensayando, tratando de ponerse en el lugar de Travers<\/em>. Los dedos de los pies se le quedaron definitivamente arrugados, pero el secreto del afecto de la foca le segu\u00eda resultando un misterio. Un d\u00eda que, presa de la m\u00e1s negra desesperaci\u00f3n, erraba por el West End de Londres, fue acometido de un irreprimible deseo de justificar su triste condici\u00f3n entreg\u00e1ndose a un acto que le envilecer\u00eda para siempre. Lanzando un grito que conmovi\u00f3 la existencia de tres peatones, se precipit\u00f3 como un poseso a un cine que no proyectaba m\u00e1s que cortometrajes. Acababa de comenzar un dibujo animado. Las primeras im\u00e1genes mostraban una ribera rocosa en la que una bonita sirena encantaba con sus canciones a las criaturas del mar. Entre su auditorio se encontraba una gruesa foca, estallante de salud, que escuchaba con una expresi\u00f3n de completo \u00e9xtasis. Gimiendo, Constant se dio cuenta de que esta foca era el retrato mismo de Travers<\/em> cuando a\u00fan era feliz. Sali\u00f3 del cine corriendo, salt\u00f3 a un taxi y se hizo conducir a toda velocidad al circo. All\u00ed se precipito donde Travers<\/em> y, poniendo su coraz\u00f3n al desnudo, dio una interpretaci\u00f3n vibrante de pasi\u00f3n al Te he dado mi coraz\u00f3n. El efecto fue asombroso. Los leones se pusieron a rugir; los perros, a aullar; los elefantes, a barritar y a patear el suelo. Un acr\u00f3bata cay\u00f3 sobre su partenaire<\/em> y tres clowns<\/em> plantearon su dimisi\u00f3n en el cuarto de hora que sigui\u00f3. Pero Constant no se preocupaba apenas de estos menudos incidentes, pues Travers<\/em> estaba sentado en el agua, exhibiendo una sonrisa de perfecta beatitud, y acompa\u00f1aba a Constant con una voz de bajo bien timbrada. El director del circo corri\u00f3 para ofrecer a Constant un contrato fabuloso. Constant le apart\u00f3 y se precipit\u00f3 hacia Stella. Volvieron los dos en seguida, y Constant reemprendi\u00f3 su d\u00fao con Travers<\/em>. Stella lanz\u00f3 un grito de amor y se ech\u00f3 en los brazos de Constant. Travers<\/em> entonces emiti\u00f3 un rugido cavernoso. Estupefacta, ella se volvi\u00f3 hacia el animal e intent\u00f3 acariciarle la cabeza. Ante el horror de Stella, la foca le mordi\u00f3 la mano. Aquello fue el fin. La foca hab\u00eda transferido su afecto a Constant y experimentaba hacia Stella unos celos rabiosos. Furiosa y con el coraz\u00f3n roto, ella dijo a Constant que se fuera llev\u00e1ndose al animal cuyo coraz\u00f3n le hab\u00eda robado. El cogi\u00f3 a Travers<\/em> en sus brazos y huy\u00f3, sollozando, a la calle, donde cogi\u00f3 un taxi hasta el Zoo. Durante todo el trayecto, Travers<\/em> no ceso de acompa\u00f1arle cantando Te he dado mi coraz\u00f3n. Constant hab\u00eda de nuevo estallado en sollozos, el rostro hundido en su saco de dormir. Yo esper\u00e9 a que pasara la crisis; despu\u00e9s le asegur\u00e9 que contaba con mi profunda simpat\u00eda, y le dije que sab\u00eda cu\u00e1n grande habr\u00eda sido el alivio que habr\u00eda sentido al contarme todo esto. El movi\u00f3 la cabeza. Ya \u2014afirm\u00f3\u2014 se sent\u00eda mejor. Comenzaba incluso a creer que hab\u00eda terminado por vencer su pesar. Me volv\u00ed para enjugarme una l\u00e1grima furtiva. Las recompensas del oficio de jefe no son siempre tan inmediatas ni tan intensas. Cuando hube dominado mi emoci\u00f3n, le pregunt\u00e9 qu\u00e9 hab\u00eda sido de Travers<\/em>. El desgraciado animal \u2014me dijo\u2014 hab\u00eda formado una coral entre las focas del Zoo. Constant iba a cantar con ellas todos los s\u00e1bados por la tarde.<\/div>\n

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Aquella noche Constant y yo dormimos muy mal. Yo fui visitado por una pesadilla en la que el rostro de Constant se me aparec\u00eda sin cesar en el momento en que hab\u00eda reconocido a Pong en la silueta misteriosa que nos segu\u00eda. Pero al aproximarse, su rostro se convert\u00eda en el hocico aplastado de una foca que sollozaba hasta romperle a uno el alma y trataba de disimularse en un saco de dormir demasiado peque\u00f1o para \u00e9l. Me despert\u00e9, roto por la fatiga. Constant no estaba mejor. Hab\u00eda sido acometido de crisis de sollozos que hab\u00edan conmovido la tienda. Me afirm\u00f3 que estas crisis no eran m\u00e1s que una costumbre, que no eran debidas al pesar, lo que me consol\u00f3. No est\u00e1bamos verdaderamente en condiciones de reemprender nuestra marcha, pero la monta\u00f1a era menos terror\u00edfica que la perspectiva de la cocina de Pong. Le dejamos atr\u00e1s con un inmenso alivio, y no sin antes repetirle que no hab\u00edamos comido tan bien jam\u00e1s. Le dijimos que nos apresurar\u00edamos a regresar para poder gozar, lo m\u00e1s pronto posible, de sus maravillas culinarias. Esto ser\u00eda \u2014le aseguramos\u2014 el coronamiento de nuestra aventura, la recompensa despu\u00e9s de tantas dificultades vencidas, la calma despu\u00e9s de la tempestad. Nos dirigimos hacia el campamento I siguiendo el camino que Wish nos hab\u00eda descrito. Constant y yo utiliz\u00e1bamos aparatos de ox\u00edgeno; pero nos parecieron tan inc\u00f3modos, que dejamos a So Lo tomar la cabeza de nuestro primer grupo. Los portadores hab\u00edan rehusado emplear aparatos respiratorios; se imaginaban, creo, que era cosa de brujer\u00eda. Muy pronto la pendiente se hizo m\u00e1s abrupta, y debimos, o m\u00e1s exactamente, los portadores debieron tallar escalones en el espesor del hielo. Nuestra progresi\u00f3n era lenta: la escalada de cada z\u00f3calo, en efecto, exig\u00eda un esfuerzo equivalente al que hubiera sido preciso para correr sobre una distancia de cincuenta y un metros al nivel del mar; estimaci\u00f3n debida a los c\u00e1lculos de Wish. La gran prueba hab\u00eda, al fin, comenzado. Pod\u00edamos en lo sucesivo contarnos entre los que hab\u00edan pisado las m\u00e1s altas cimas y penetrado en el \u00faltimo basti\u00f3n que la Naturaleza opon\u00eda al esp\u00edritu de conquista del hombre. Trat\u00e9 de recordar todo lo que hab\u00eda le\u00eddo sobre la t\u00e9cnica de la ascensi\u00f3n en semejantes altitudes. Yo daba un paso adelante; despu\u00e9s, esperaba diez minutos. Esto era indispensable; nuestros predecesores hab\u00edan un\u00e1nimemente insistido sobre este punto: un paso hacia adelante y despu\u00e9s diez minutos de reposo, reducidos a siete en caso de urgencia. Este m\u00e9todo me pareci\u00f3 m\u00e1s dif\u00edcil de practicar de lo que hab\u00eda supuesto. Quedar en una misma posici\u00f3n durante diez minutos no era f\u00e1cil. Primeramente yo ten\u00eda tendencia a vencerme de un lado; despu\u00e9s me sent\u00ed atacado de un calambre en las pantorrillas; la nariz comenz\u00f3 a hel\u00e1rseme; un pie se me puso a temblar, y lo tuve que sujetar con las dos manos. Esto era extremadamente fatigoso, y cuando me puse en cuclillas para mantener mi pie, me encontr\u00e9 en una posici\u00f3n m\u00e1s baja que antes de haber dado mi paso hacia adelante, lo que me llev\u00f3 a preguntarme si ganaba altura o la perd\u00eda; la tensi\u00f3n mental se hizo tan grande, que perd\u00ed el control de mis movimientos y me ca\u00ed al suelo. So Lo me levant\u00f3 y yo hice una nueva tentativa. Comenzaba a comprender verdaderamente todo lo que hab\u00eda le\u00eddo concerniente a las dificultades de la alta monta\u00f1a. Me di cuenta entonces que los dem\u00e1s no parec\u00edan practicar el mismo m\u00e9todo. Mientras que yo hac\u00eda esfuerzos desesperados para no moverme, ellos andaban libremente, dando incluso ciertas se\u00f1ales de impaciencia. Esto era comprensible en los portadores, pero esperaba encontrar a Constant en disposiciones m\u00e1s razonables. Iba a dec\u00edrselo, cuando me lanz\u00f3: “\u00bfQu\u00e9 es lo que le pasa, Lazo de Uni\u00f3n?” Se lo expliqu\u00e9, y, ante mi gran sorpresa, se ech\u00f3 a re\u00edr a carcajadas. Me dijo que los primeros escaladores hab\u00edan estado obligados a reposar, cada pocos pasos, para recobrar el aliento. Esto era porque no hab\u00edan empleado aparatos de ox\u00edgeno. Pero nadie \u2014me asegur\u00f3\u2014 ten\u00eda necesidad de tomar m\u00e1s descanso del necesario; al tren que \u00edbamos, no llegar\u00edamos jam\u00e1s hasta la cima. Sus palabras me causaron alg\u00fan asombro; pero, reflexionando, eso me pareci\u00f3 bastante sensato, y decid\u00ed intentar la experiencia. Descubr\u00ed, encantado, que la marcha no era m\u00e1s penosa de lo que lo hab\u00eda sido la v\u00edspera, por ejemplo. Cito este incidente, que no me hace ning\u00fan favor, pues ilustra de forma terminante a qu\u00e9 errores puede llevaros el conocimiento libresco. Esto fue para m\u00ed una doble lecci\u00f3n: en tanto que lector, sabr\u00e9, en adelante, no poner tanta confianza, y en tanto que escritor, aprender\u00e9 a no extraviar a mis lectores. Gem\u00ed pensando en lo que hubiera sido mi progreso si Constant no hubiera estado all\u00ed para iluminarme.<\/div>\n

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La marcha no tard\u00f3, sin embargo, en hacerse m\u00e1s dif\u00edcil, y yo esperaba ver manifestarse algunos de esos extra\u00f1os fen\u00f3menos que se producen en una atm\u00f3sfera rarificada. Record\u00e9 a Constant que me gustar\u00eda me tuviese al corriente de toda sensaci\u00f3n ins\u00f3lita que pudiera experimentar, y, cuando nos detuvimos para descansar un poco, tom\u00e9 contacto por radio con los otros para hacerles la misma recomendaci\u00f3n. Burley, que me respondi\u00f3, me dijo que Wish se hab\u00eda mostrado particularmente desagradable aquella ma\u00f1ana. \u00bfNo ser\u00eda eso uno de los s\u00edntomas de que yo hablaba? Le asegur\u00e9 que no hab\u00eda que dudarlo y le agradec\u00ed su comunicaci\u00f3n. Wish, en aquel momento, debi\u00f3 apoderarse del aparato, pues o\u00ed bruscamente su voz explicarme que la actitud que le reprochaba Burley estaba perfectamente justificada. Burley hab\u00eda roncado pesadamente toda la noche y el no hab\u00eda podido pegar un ojo. Los ronquidos \u2014declar\u00f3\u2014 no se atenuaban, como hab\u00eda esperado, por la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera, sino que, al contrario, eran m\u00e1s potentes y m\u00e1s complejos; en una palabra: m\u00e1s odiosos que nunca. Se ten\u00eda ah\u00ed un ejemplo \u2014concluy\u00f3\u2014 de la forma en que la verdadera naturaleza bestial de un hombre se revela a grandes alturas. Burley no estaba manifiestamente hecho para la vida social arriba de los siete mil metros, admitiendo incluso que lo pudiese estar a una altura m\u00e1s baja. Compadec\u00ed a Wish, pero le exhort\u00e9 a mostrarse caritativo con su compa\u00f1ero, que sufr\u00eda tanto. El me prometi\u00f3 que har\u00eda lo que pudiera y me pidi\u00f3 que mirara si ve\u00eda transversiones de Wharton. Reanudamos la marcha a buen paso, teniendo, no obstante, que frenar al impetuoso So Lo, a quien, si se le hubiera dejado, habr\u00eda escalado la pendiente a paso de carrera, un error en el que incurren la mayor\u00eda de los debutantes. Un novicio se agotara as\u00ed en una hora, mientras que el monta\u00f1ero experimentado marchara todo el d\u00eda al mismo paso regular. Nos elev\u00e1bamos cada vez m\u00e1s y ten\u00edamos las piernas cada vez m\u00e1s pesadas y el aliento m\u00e1s corto. Ten\u00edamos ahora que detenernos muy frecuentemente; pero estos altos me parecieron entonces un placer, porque eran necesarios, y no porque cre\u00eda que eran necesarios. El magn\u00edfico paisaje que nos rodeaba me interesaba mucho menos. Llegamos a los nueve mil metros en un tiempo notablemente corto y buscamos con la mirada el campamento I. Ante nuestra viva decepci\u00f3n, el campamento no aparec\u00eda. Llam\u00e9 a los otros por radio. Fue Shute quien me respondi\u00f3. Le describ\u00ed el camino que hab\u00edamos seguido y el sitio en que nos encontr\u00e1bamos. Me dijo que, en su opini\u00f3n, estabamos efectivamente en el campamento I. Me aconsej\u00f3 buscara alguna eminencia desde la que pudi\u00e9ramos dominar un horizonte m\u00e1s amplio. Esto era f\u00e1cil de decir. All\u00ed hab\u00eda un verdadero laberinto de eminencias; las tiendas pod\u00edan muy bien estar disimuladas detr\u00e1s de cualquiera de las agujas rocosas que nos rodeaban. Partimos en reconocimiento, lanzando gritos de llamada. Silbamos, cantamos canciones tirolesas, hicimos explotar bolsas de papel. Todo fue en vano. Acab\u00e1bamos apenas de sentarnos para meditar sobre la situaci\u00f3n, cuando Constant lanz\u00f3 un grito ahogado designando un punto m\u00e1s bajo sobre la pendiente. Una silueta sombr\u00eda y siniestra escalaba los z\u00f3calos que hab\u00edamos tallado: \u00a1Pong! Era terrible. Sostuvimos un r\u00e1pido consejo de guerra. Pong estaba pesadamente cargado. Parec\u00eda haber tra\u00eddo con \u00e9l todo el material de cocina y la mayor parte de los v\u00edveres que le hab\u00edamos dejado en la base avanzada. Quiz\u00e1 pudi\u00e9ramos desembarazarnos de \u00e9l. Abandonar\u00edamos nuestra b\u00fasqueda del campamento I. Reemprender\u00edamos nuestra ascensi\u00f3n y escalar\u00edamos tan alto como fu\u00e9ramos capaces. Nosotros establecer\u00edamos el campamento II cuando no pudi\u00e9ramos ir m\u00e1s lejos. Mientras discut\u00edamos. Pong se hab\u00eda peligrosamente acercado. Y cuando emprendimos la marcha, tuve que luchar con un p\u00e1nico indigno de nosotros. Constant me dijo que no hab\u00eda nunca conocido nada semejante desde el d\u00eda que hab\u00eda sido perseguido por un toro en Broadstairs. Dejamos a So Lo tomar la cabeza y tallar los escalones e hicimos lo que pudimos para seguirle. Marchaba a un tren endiablado. Dudo que hayan sido tallados escalones sobre el hielo en ning\u00fan sitio a tal velocidad. Hab\u00eda en nuestra aventura algo de irreal. Hacer alpinismo a nueve mil metros esta reputado como una haza\u00f1a casi sobrehumana, y, sin embargo. So Lo, sin aparato de ox\u00edgeno, tallaba escalones tan r\u00e1pido como nosotros, con nuestros respiradores, pod\u00edamos escalar. Todo esto era demasiado fant\u00e1stico. Me preocupaba tambi\u00e9n lo del toro de Constant. Me parec\u00eda muy poco veros\u00edmil que se hubiese encontrado un toro escapado en Broadstairs. \u00bfMe hab\u00eda mentido? Me dio verg\u00fcenza dudar as\u00ed de \u00e9l, lo que se a\u00f1ad\u00eda a\u00fan a mis preocupaciones. A pesar de la rapidez de nuestro avance. Pong continuaba ganando terreno. \u00cdbamos, sin embargo, cada vez m\u00e1s de prisa. Constant y yo no tardamos en ser presas del v\u00e9rtigo y en tropezar frecuentemente. Muy pronto estuve cubierto de cardenales, y Constant estaba a\u00fan en m\u00e1s triste estado: como era m\u00e1s alto que yo, se ca\u00eda desde mayor altura. El colmo fue cuando, despu\u00e9s de una ca\u00edda particularmente mala, se encontr\u00f3 levantado por Pong, que nos hab\u00eda alcanzado. Constant lanz\u00f3 un grito horrible y perdi\u00f3 el conocimiento. Yo le reanim\u00e9 d\u00e1ndole golpes en la cabeza y le pregunt\u00e9 qu\u00e9 era lo que deb\u00edamos hacer. Me dijo que, puesto que con toda evidencia yo no estaba en condiciones de continuar, lo mejor ser\u00eda que acamp\u00e1ramos. Fue lo que hicimos. Est\u00e1bamos a nueve mil seiscientos metros. Hab\u00edamos establecido el campamento II como estaba previsto en nuestro plan. Pero esto no era para nosotros m\u00e1s que una peque\u00f1a compensaci\u00f3n; no pod\u00edamos m\u00e1s que pensar en las abominaciones culinarias que nos esperaban.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO IX EL CAMPAMENTO PERDIDO<\/strong><\/div>\n
A\u00fan hoy me ocurre a veces despertarme aullando cuando reveo en sue\u00f1os los horrores de aquella noche tr\u00e1gica. Una vez montadas las tiendas. Constant y yo nos metimos en nuestros sacos de dormir, esperando la cena. Me prepar\u00e9 a esta prueba pensando en los m\u00e1rtires cristianos y repiti\u00e9ndome que el Khili-Khili no valdr\u00eda la pena de ser escalado si no se tratara m\u00e1s que de un viaje de recreo. Pero mis meditaciones fueron bruscamente interrumpidas por un estr\u00e9pito prolongado de utensilios de cocina procedente de la tienda de Pong. Constant, cuyos nervios comenzaban a saltar, fue a ver que era lo que pasaba. Regres\u00f3, todo tembloroso, tray\u00e9ndome inquietantes noticias. Hab\u00eda encontrado a Pong en cuclillas ante una gran cacerola, de la que sub\u00edan indescriptibles efluvios. El suelo, ante la tienda, estaba sembrado de cajas de conservas vac\u00edas, y Constant hab\u00eda podido comprobar que eran justamente las que conten\u00edan aquellos platos delicados que hab\u00edamos escogido para avivar nuestro apetito a grandes alturas. Y cuando se nos sirvi\u00f3 la cena, esta horrible mezcla confirm\u00f3 las aprensiones de Constant. Todos nuestros m\u00e1s exquisitos manjares hab\u00edan encontrado el camino de la marmita de Pong: la sabrosa pechuga de pollo, las conservas de melocot\u00f3n a la crema que nos hac\u00edan salivar cuando pens\u00e1bamos en ellas, las sardinas, el caviar, la langosta, el magn\u00edfico queso de gruy\u00e8re, el salm\u00f3n, incluso el caf\u00e9 y las galletas con chocolate; todo eso no era ahora m\u00e1s que un pisto descorazonador que hubiera hecho huir, exhalando gritos de espanto, a las brujas de Macbeth. Los horrores de aquella comida no eran m\u00e1s que el preludio de una noche como pocos seres humanos habr\u00e1n conocido. Era, creo, alrededor de la medianoche, cuando me despert\u00e9 de una pesadilla en la que yo estaba enterrado bajo el Khili-Khili para descubrir a Constant acostado sobre m\u00ed, roncando pesadamente y diciendo incoherencias en su sue\u00f1o. Cuando le rechac\u00e9, se despert\u00f3 con un grito de terror y me golpe\u00f3 sobre la nariz, haciendo saltar l\u00e1grimas de mis ojos. Me excus\u00e9 de haberle despertado, y volvimos a dormirnos. Yo hab\u00eda debido dormir, en efecto, pues me despert\u00e9 s\u00fabitamente con la impresi\u00f3n de que un monstruo prehist\u00f3rico se hab\u00eda deslizado bajo la tienda e iba a herirme. Cog\u00ed el primer objeto contundente que pude encontrar al alcance de mi mano \u2014en tal circunstancia, un zapato de monta\u00f1a\u2014 y golpe\u00e9 al monstruo con todas mis fuerzas. Era Constant, claro. Le pregunt\u00e9 si le hab\u00eda despertado; y si me respondi\u00f3 lo que yo creo que dijo, no es el hombre que yo imaginaba. Despu\u00e9s de madura reflexi\u00f3n, conclu\u00ed que hab\u00eda debido imaginar todo eso, e iba a hundirme de nuevo en el sue\u00f1o, cuando Constant lanz\u00f3 un grito bestial y me mordi\u00f3 una oreja. Le despert\u00e9, y propuse, para nuestra mutua seguridad, instalarnos en sentido distinto. Despu\u00e9s de algunas extra\u00f1as observaciones, acept\u00f3, y yo comenc\u00e9 a girar con mi saco de dormir. A esta altura esto era un trabajo agotador. Deb\u00ed detenerme varias veces para recobrar el aliento, y cuando hube terminado mi movimiento de rotaci\u00f3n, descubr\u00ed que hab\u00eda perdido mi almohada en el camino. No pod\u00eda pensar en buscarla, y la sustitu\u00ed con un zapato. Iba a dormirme de nuevo, cuando un ruido espantoso se hizo o\u00edr a algunos cent\u00edmetros solamente de mi rostro. Aterrorizado, golpe\u00e9 instintivamente, y, ante mi viva sorpresa, me encontr\u00e9 cogiendo con las dos manos una boca. Era horrible; creo que no olvidar\u00e9 jam\u00e1s el terror ni el disgusto que me inspir\u00f3 este contacto. Descubrimos entonces que tanto Constant como yo hab\u00edamos efectuado una media vuelta y que de nuevo estabamos instalados con la cabeza del mismo lado. Brutalmente sacado de la pesadilla que hab\u00eda hecho nacer esta mordaza sobre su boca, Constant se precipit\u00f3 sobre m\u00ed. A\u00fan bajo el aturdimiento del sue\u00f1o y del miedo, me defend\u00ed furiosamente, y la tienda fue muy pronto sacudida por nuestra lucha. No tard\u00e9 en estar agotado, y ya casi hab\u00eda perdido toda esperanza de sobrevivir, cuando Constant ces\u00f3 repentinamente, agotado y jadeante. Cuando hubimos recobrado el aliento y la cabeza, le renov\u00e9 mis excusas, y tratamos de desenredarnos. Pero esto no era tan f\u00e1cil. Estabamos encerrados en un estrecho complejo, a medias salidos de nuestros sacos de dormir respectivos, en medio de un l\u00edo de cuerdas y ropas. La noche era negra. Al tratar de liberarme, termin\u00e9 por caer dormido sentado, y me despert\u00e9, poco despu\u00e9s, aullando, con la impresi\u00f3n de que la cuerda era una serpiente que trataba de estrangularme. Me debat\u00ed desesperadamente antes de recobrar mi presencia de \u00e1nimo, lo que no hizo m\u00e1s que agravar a\u00fan m\u00e1s el embrollo.<\/div>\n

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Continuamos nuestros esfuerzos, pero no lleg\u00e1bamos a coordinarlos. Ya tir\u00e1bamos cada uno hacia nuestro lado del mismo extremo de la cuerda, ya rod\u00e1bamos por el suelo, enred\u00e1ndosenos las piernas; a veces, tambi\u00e9n, en una valiente tentativa para liberarnos un brazo, nos envi\u00e1bamos mutuamente un pu\u00f1etazo al ojo. Los dos est\u00e1bamos al borde del jadeo. Estabamos llenos de cardenales y de dolores de est\u00f3mago que nos hac\u00edan retorcemos por el suelo, complicando a\u00fan m\u00e1s la situaci\u00f3n. Y no ces\u00e1bamos de caer dormidos y de despertamos en medio de las m\u00e1s horribles pesadillas. Para terminar de arreglar la noche, la tienda se cay\u00f3 sobre nosotros. Nos resignamos. Nos quedamos donde estabamos esperando el d\u00eda. Cuando hubo claridad, logramos levantar la cabeza y miramos. \u2014Esto no puede continuar\u2014 dijo Constant. No se pod\u00eda resumir mejor la situaci\u00f3n, estim\u00e9 yo. Hab\u00eda que descender, como fuera, al campamento I. Pero deb\u00edamos antes salir de la tienda, lo que a nueve mil seiscientos metros no era una cosa tan f\u00e1cil. Despu\u00e9s de algunos instantes de esfuerzos, tuvimos que parar a recobrar el aliento. Ten\u00edamos las manos heladas, y tuvimos que ponernos los guantes, lo que hizo pr\u00e1cticamente imposible nuestros trabajos de desembrollamiento. En mi desesperaci\u00f3n, estuve tentado por un momento de abandonar. Estaba tumbado, jadeante, con Constant sentado sobre mi cabeza, los brazos atados a la espalda por un extremo de la cuerda, las piernas aprisionadas en el saco de dormir y bajo los pliegues de la tienda. Por tercera vez cre\u00ed en la posibilidad de un fracaso. \u00bfLa monta\u00f1a iba, despu\u00e9s de todo, a revelarse demasiado fuerte para nosotros? Para agravar m\u00e1s las cosas. Pong lleg\u00f3 con el desayuno. Despu\u00e9s de una lucha breve y viril contra la n\u00e1usea, Constant envi\u00f3 a Pong a buscar a So Lo y Lo Too. Estos pusieron en seguida manos a la obra y, despu\u00e9s de lo que nos pareci\u00f3 una eternidad, fuimos de nuevo hombres libres. Dimos la orden a los portadores de instalar de nuevo nuestra tienda y nos retiramos a la suya, donde pasamos un largo momento haciendo hervir nuestros zapatos, a fin de deshelarlos. Pong nos sigui\u00f3 con el desayuno, preparado a partir de los restos de la v\u00edspera, hechos m\u00e1s incomibles a\u00fan, pues se hab\u00edan quemado. Nos forzamos a tragar algunos bocados, tap\u00e1ndonos la nariz y cerrando los ojos, repiti\u00e9ndonos que todo por la expedici\u00f3n. Tomamos despu\u00e9s algunos comprimidos para el est\u00f3mago y discutimos nuestros planes de campa\u00f1a. Eran muy simples. Ten\u00edamos que ganar el campamento I lo m\u00e1s r\u00e1pidamente posible y repartir sobre el mayor numero posible de est\u00f3magos el fardo de Pong. Avisamos a nuestros compa\u00f1eros por radio dici\u00e9ndoles que nos esperaran. No les dijimos nada de Pong, por temor a provocar el p\u00e1nico. Jungle me respondi\u00f3 que nos esperar\u00edan. Burley \u2014nos anunci\u00f3\u2014 acababa de aclimatarse; pero estimaba que un d\u00eda m\u00e1s en el campamento I no podr\u00eda hacerle m\u00e1s que bien. Los dem\u00e1s tambi\u00e9n pensaban que un d\u00eda de reposo suplementario les ser\u00eda conveniente. Partimos de madrugada. Nuestros zapatos mojados se helaron r\u00e1pidamente; aparte de una elevaci\u00f3n \u2014poco probable\u2014 de la temperatura, s\u00f3lo la amputaci\u00f3n podr\u00eda separarnos de ellos. Tropez\u00e1bamos sin cesar y nos dorm\u00edamos a veces donde ca\u00edamos. So Lo y Lo Too nos salvaron muchas veces la vida; pero, sin duda, terminaron por cansarse, pues nos echaron encima de su carga y nos llevaron as\u00ed hasta el final de la jornada. A nueve mil metros recomenzamos a buscar el campamento I, y una vez m\u00e1s, a pesar de las instrucciones que se nos transmit\u00edan por radio, no conseguimos encontrarlo. Desesperados, decidimos seguir hasta la base avanzada. Llegamos all\u00ed al caer la tarde, en un estado de completo agotamiento. Nuestro primer cuidado fue deshelar nuestros pies. Para esto, metimos los pies en un cubo lleno de nieve fundida, que hicimos en seguida hervir sobre un hornillo de gasolina. Afortunadamente, ten\u00edamos zapatos de repuesto. Tuvimos despu\u00e9s de esto una breve conversaci\u00f3n con el campamento I y nos fuimos a acostar, rehusando beber nada ni comer nada.<\/div>\n

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Al d\u00eda siguiente est\u00e1bamos casi restablecidos. En circunstancias normales, hubi\u00e9ramos tomado un largo descanso; pero como esto significaba quedar a merced de Pong, no hab\u00eda ni que pensar en ello. Amparados en la noche, nos hab\u00edamos deslizado hasta la tienda en que se encontraban las provisiones y hab\u00edamos injerido alg\u00fan alimento. Fortificados por esta colaci\u00f3n, pudimos pasarnos sin el desayuno, y poco despu\u00e9s de la salida del d\u00eda nos pusimos en marcha hacia el campamento I. No intentamos esta vez dejar atr\u00e1s a Pong. Est\u00e1bamos ya completamente desmoralizados. Nos hab\u00eda alegrado saber que Shute, Jungle y Wish estaban ya en camino hacia el campamento II. Burley, que se hab\u00eda quedado solo en el campamento I, hab\u00eda, desgraciadamente, sobrepasado el estado \u00f3ptimo de su aclimataci\u00f3n, y su estado de salud no era tan magn\u00edfico como el de la v\u00edspera. Hab\u00eda, pues, juzgado preferible quedarse atr\u00e1s para recuperar algunas fuerzas. %<\/div>\n

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Constant y yo hab\u00edamos conocido tales pruebas, que casi fue una sorpresa para nosotros encontrar en el campamento II gentes felices. A medida que nos aproxim\u00e1bamos, los ecos de Los Caballeros de la Tabla Redonda vinieron a encantar nuestros o\u00eddos como los hosannas de los bienaventurados. Fuimos acogidos a brazos abiertos y a grandes palmadas en la espalda. Nos echaron nieve por el cuello. Nunca hab\u00eda visto a mis camaradas de tan buen humor desde el incidente de la grieta. Me pregunt\u00e9 cu\u00e1l podr\u00eda ser la causa. Fue entonces cuando vieron a Pong. Jam\u00e1s he sido testigo de un cambio de humor tan s\u00fabito. Fue como si acabara de pasar sobre nosotros una plaga de Egipto. Nuestros tres compa\u00f1eros, que un momento antes estaban alegres como colegiales, tomaron el aire melanc\u00f3lico de tres viajeros. Se lanzaban miradas malignas y se prodigaban las maldiciones. Se retorc\u00edan las manos, agitando la cabeza. Se retiraron, al fin, a su tienda y se metieron en un rinc\u00f3n, mordi\u00e9ndose las u\u00f1as y murmurando frases sin sentido. Cuando nadie los miraba, lloraban en silencio. Despu\u00e9s de todo lo que yo hab\u00eda sufrido, esto era demasiado para m\u00ed. Me met\u00ed sin cenar en mi saco y me dorm\u00ed sollozando. Me despert\u00e9 al d\u00eda siguiente por la ma\u00f1ana, para encontrarme a Constant sentado sobre su saco de dormir. Parec\u00eda irritado. \u2014Se han marchado\u2014dijo. \u2014\u00bfEs verdad?\u2014grit\u00e9. Movi\u00f3 tristemente la cabeza. \u2014Expl\u00edqueme\u2014insist\u00ed. Un largo suspiro le sacudi\u00f3 todo el cuerpo. Su boca se abri\u00f3 y un largo gemido sali\u00f3 de su garganta, como si le costase mucho trabajo evocar un tal horror. \u2014\u00a1Traicionados! \u2014gimi\u00f3. \u2014\u00bfEs verdad?\u2014dije. Movi\u00f3 tristemente la cabeza. Era horrible. Poco a poco consegu\u00ed calmarle; y mientras que nuestro amigo el sol se elevaba en los cielos, calentando nuestra peque\u00f1a tienda, \u00e9l recobr\u00f3 alg\u00fan coraje. Me cont\u00f3: Jungle y Wish hab\u00edan dejado el campamento a hurtadillas antes del alba y hab\u00edan ganado la monta\u00f1a. Shute hab\u00eda partido poco despu\u00e9s, a fin de llegar al campamento I. Pasamos todo el d\u00eda metidos en nuestros sacos, afrontando cada uno a su manera la crisis. Hacia, la tarde, Constant rompi\u00f3 el silencio: \u2014Ma\u00f1ana \u2014anunci\u00f3\u2014 me voy al campamento uno. Yo asent\u00ed. Esto era inevitable. Me volv\u00ed y me dorm\u00ed. Al d\u00eda siguiente, cuando me despert\u00e9. Constant hab\u00eda partido. No me sorprendi\u00f3. Ni me decepcion\u00f3. Apenas si me import\u00f3. Esto era el fin: el fin de una bella aventura; el fin de nuestra camarader\u00eda, de nuestros sue\u00f1os; el fin de todo. Me sent\u00ed al borde de una nada infinita. Despu\u00e9s, sin un suspiro, sin una mirada atr\u00e1s, con resignaci\u00f3n, incluso con gratitud, franque\u00e9 el umbral. Alguien me administraba bofetadas en el rostro de la forma m\u00e1s desagradable. Una voz impaciente repet\u00eda: “\u00a1Despi\u00e9rtese, Lazo de Uni\u00f3n, idiota!” Me despert\u00e9, abr\u00ed los ojos y mire a mi alrededor. Estaba tendido de espaldas sobre la nieve, bajo la luz cegadora del d\u00eda. Shute estaba inclinado sobre m\u00ed. \u2014\u00bfDonde estoy?\u2014dije. \u2014\u00bfDonde cree usted que est\u00e1?\u2014pregunto \u00e9l. Permanec\u00ed algunos instantes pensativo. \u2014Pensaba que quiz\u00e1 estuviese en el cielo\u2014repliqu\u00e9. Se echo a re\u00edr. \u2014\u00a10\u00edd, muchachos! Lazo de Uni\u00f3n se cree que est\u00e1 en el cielo. Las risas redoblaron. Mir\u00e9 a mi alrededor. Wish estaba all\u00ed, y Jungle; y sentado sobre una caja, cerca de m\u00ed, el aire cansado, Constant. Y detr\u00e1s de ellos, los ojos fijos en m\u00ed, varios portadores, entre los cuales So Lo, Lo Too y Pong. Vi entonces las tiendas y comenc\u00e9 a comprender. Era el campamento II. Constant y yo acab\u00e1bamos justamente de llegar por segunda vez de la base avanzada y nos hab\u00edamos encontrado a los otros ya instalados. Hab\u00eda debido de dormirme. El resto no era m\u00e1s que un sue\u00f1o.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO X MAS ALTO QUE EL Everest<\/strong><\/div>\n
Despu\u00e9s de una comida que m\u00e1s vale no describir, nos reunimos en una de las tiendas para discutir nuestros planes. La cuesti\u00f3n que se planteaba era: \u00bfqu\u00e9 \u00edbamos a hacer de Pong? Varias soluciones fueron examinadas, pero ninguna era a la vez pr\u00e1ctica y humana. Wish, con la precisi\u00f3n que le caracteriza, resumi\u00f3 la situaci\u00f3n declarando que deb\u00edamos aceptar a Pong como uno de los riesgos de la monta\u00f1a y concebir nuestros planes en consecuencia. Constant dijo que \u00e9l y yo hab\u00edamos sufrido a Pong durante cuatro d\u00edas y que ahora le tocaba a otro. Wish respondi\u00f3 que, en principio, estaba completamente de acuerdo, pero que deber\u00edamos entonces reflexionar en los medios de establecer la f\u00f3rmula pr\u00e1ctica. Hab\u00eda que partir de la hip\u00f3tesis \u2014dijo\u2014 de que cuando nos separ\u00e1ramos Pong seguir\u00eda al grupo m\u00e1s numeroso, a fin de causar el m\u00e1ximo estrago. Pero bastar\u00eda una estratagema bien sencilla para burlar sus prop\u00f3sitos. Eramos ahora cinco. De madrugada, dos de nosotros partir\u00edamos juntos para ir a establecer el campamento III, y los otros tres se quedar\u00edan en el campamento II. Pong permanecer\u00eda, naturalmente, con estos \u00faltimos. Pero poco despu\u00e9s uno de los tres partir\u00eda a su vez, sea para ir al campamento III, sea para descender al campamento I. Pong, una vez m\u00e1s, se quedar\u00eda con la mayor\u00eda. Despu\u00e9s, los dos que permanecieran a\u00fan en el campamento II se separar\u00edan. De este modo, la esfera de influencia de Pong se encontrar\u00eda reducida a un solo individuo. \u2014\u00bfNo es esto muy duro para el ultimo? \u2014pregunt\u00e9. \u2014No ser\u00e1 por mucho tiempo \u2014me asegur\u00f3 Wish\u2014. Podemos establecer turnos seg\u00fan las circunstancias. \u00bfEstamos de acuerdo en principio? Constant y yo cambiamos una mirada vacilante. Pero Shute y Jungle declararon que era una excelente organizaci\u00f3n, y felicitaron a Wish por su talento de estratega. \u2014Muy bien \u2014sigui\u00f3 \u00e9ste\u2014. Veamos: es bien evidente que Lazo de Uni\u00f3n y Excelencia no est\u00e1n en condiciones de subir al campamento tres. \u2014Desde luego \u2014dijeron Shute y Jungle a coro. \u2014A decir verdad \u2014continu\u00f3 Wish\u2014, es indispensable que se tomen un d\u00eda de descanso. \u2014Absolutamente \u2014dijeron Shute y Jungle. \u2014Se deben quedar aqu\u00ed con Pong. \u2014Esa es la \u00fanica soluci\u00f3n\u2014dijeron Shute y Jungle. \u2014En cuanto a ustedes \u2014prosigui\u00f3 Wish\u2014, presumo que no querr\u00e1n hacer equipo el uno con el otro. \u2014Ciertamente, no \u2014dijeron Shute y Jungle. Yo me pregunt\u00e9 por qu\u00e9. \u2014Yo ir\u00e9 entonces al campamento tres con uno de ustedes. \u00bfCu\u00e1l? \u2014Jungle \u2014dijo Shute. \u2014Shute \u2014dijo Jungle. \u2014Har\u00edan mejor ech\u00e1ndolo a cara o cruz. \u2014Cara \u2014dijo Shute. \u2014Es cruz \u2014dijo Jungle. \u2014Felicitaciones, mi viejo \u2014declar\u00f3 Shute\u2014. Ser\u00e1 usted el primero en subir m\u00e1s alto que el Everest. \u2014Pero \u00a1si he ganado! \u2014protest\u00f3 Jungle. \u2014Naturalmente. Es el que pierde el que se queda aqu\u00ed. \u2014Pero yo cre\u00eda que era al contrario. \u2014\u00bfPor qu\u00e9? \u2014Y bien… \u2014comenz\u00f3 Jungle. \u2014Bien entendido \u2014sigui\u00f3 Shute\u2014, si usted cree que yo trato de… Jungle no dec\u00eda nada. \u2014Usted no tiene confianza en m\u00ed. Jungle permanec\u00eda con la cabeza baja. \u2014Despu\u00e9s de todo lo que he hecho por usted… Jungle adopt\u00f3 un aire embarazado. \u2014Muy bien \u2014dijo Shute\u2014. Vamos a retirarlo. Y a repetir. Cara. \u2014Ha salido cara \u2014anuncio Jungle. \u2014A m\u00ed me toca, pues, elegir \u2014dijo Shute\u2014. No quer\u00eda decirlo, pero no me siento muy bien. No me atrevo a correr el riesgo de flaquear ahora. Voy a descender al campamento uno. Jungle pareci\u00f3 un poco desconcertado. Se retir\u00f3 de la conversaci\u00f3n y qued\u00f3 un largo rato, las cejas fruncidas, rezongando. De vez en cuando abr\u00eda la boca, como si fuera a hablar; despu\u00e9s se callaba. Para terminar, lanz\u00f3 un profundo suspiro y se inmoviliz\u00f3, la mirada fija en el vac\u00edo, como alguien que ha abandonado toda esperanza y que espera apaciblemente la muerte. Yo olfate\u00e9 algo extra\u00f1o en su actitud, pero estaba demasiado fatigado para inquietarme por ello. Adem\u00e1s, ten\u00eda otras preocupaciones: \u00bfc\u00f3mo \u00edbamos a soportar Constant y yo un d\u00eda m\u00e1s a merced de Pong? Plante\u00e9 la cuesti\u00f3n a Wish, y este maestro de la estrategia propuso una seductora soluci\u00f3n. Alguien deb\u00eda atraer a Pong fuera de la tienda en que \u00e9l cocinaba, de forma que alg\u00fan otro pudiese robar v\u00edveres, que se disimular\u00edan en nuestros sacos de dormir. Al d\u00eda siguiente subsistir\u00edamos sobre estas reservas, diciendo a Pong que no ten\u00edamos necesidad de comer. Tendr\u00edamos as\u00ed todo un d\u00eda para dar descanso a nuestro sistema digestivo. Wish aconsej\u00f3 a los que viajaran con Pong no tomaran m\u00e1s que los alimentos m\u00e1s sencillos, sobre el cual su negro talento tendr\u00eda el menor efecto. Esto fue lo convenido. Era duro renunciar a las golosinas con las que nos cuid\u00e1bamos desde hac\u00eda tanto tiempo, pero m\u00e1s val\u00eda eso que verlas reducidas a las repugnantes mixturas que Constant y yo hab\u00edamos debido ingurgitar. Se organiz\u00f3 el raid sobre las reservas de v\u00edveres. Jungle fue a ocultarse detr\u00e1s de una roca; despu\u00e9s Constant llam\u00f3 a Pong a nuestra tienda y entabl\u00f3 conversaci\u00f3n con \u00e9l. Apenas hab\u00edan cambiado unos cuantos borborigmos, cuando Pong levant\u00f3 la cabeza, como si percibiera un ligero ruido. Un instante m\u00e1s tarde se precipitaba fuera de la tienda y le o\u00edmos lanzar rugidos mientras corr\u00eda a la cocina. Corrimos detr\u00e1s de el para ver a Jungle perderse, perseguido por Pong. Wish, siempre r\u00e1pido de ingenio, desapareci\u00f3 en seguida de la cocina y emergi\u00f3 de ella con los brazos cargados de v\u00edveres. Corri\u00f3 con su carga hasta nuestra tienda; hab\u00eda estado inspirado, pues Pong, abandonando bruscamente su persecuci\u00f3n, regres\u00f3 a grandes pasos a su tienda y se puso en cuclillas sobre el umbral, consider\u00e1ndonos con una maligna mirada. Jungle hab\u00eda desaparecido a nuestros ojos, y la opini\u00f3n general era que no le ver\u00edamos ya jam\u00e1s. No hab\u00eda m\u00e1s que una soluci\u00f3n: organizar una batida. Se envi\u00f3 a los portadores en su busca, mientras que nosotros nos qued\u00e1bamos all\u00ed, dispuestos a defender nuestros alimentos al precio de nuestras vidas, si fuera preciso, contra otro ataque. El equipo de socorro lleg\u00f3 a las dos horas, con Jungle a las espaldas de un portador peque\u00f1o, pero robusto. Pong no dijo nada, y volvimos tranquilamente a nuestras tiendas.<\/div>\n

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A pesar de mi agotamiento, consider\u00e9 mi deber informarme de todo lo que hab\u00eda pasado desde nuestra ultima reuni\u00f3n en la base avanzada cinco d\u00edas antes. Durante los dos d\u00edas que hab\u00eda pasado en el campamento I, Wish hab\u00eda hecho fundir trece quintales de hielo y procedido a una nueva instalaci\u00f3n de sus term\u00f3metros. Shute hab\u00eda rodado m\u00e1s de seiscientos metros de pel\u00edcula, y si no hubiera sido porque un lamentable accidente hab\u00eda expuesto las bobinas a la luz, hubi\u00e9ramos tenido de all\u00ed unas bellas secuencias. Jungle hab\u00eda ajustado sus br\u00fajulas tan minuciosamente como jam\u00e1s br\u00fajula alguna haya podido ser ajustada. Las que hab\u00edan sobrevivido a la operaci\u00f3n deb\u00edan ser consideradas como exactas, con un peque\u00f1o margen de error, sin embargo, que \u00e9l era incapaz de determinar. Llamamos a Burley por radiotelefon\u00eda y supimos que se repon\u00eda lentamente, pero que no estimaba oportuno a\u00fan dejar el campamento I. Pregunt\u00e9, en fin, si nadie ten\u00eda fen\u00f3menos extra\u00f1os que comunicarme. Obtuve respuestas extremadamente interesantes. Wish y Shute hab\u00edan sido v\u00edctimas, los dos, de alucinaciones de grandes alturas. Wish hab\u00eda visto ecuaciones diferenciales, tubos de ensayo y maquinas de Wimshurst, mientras que Shute hab\u00eda tenido la horrible visi\u00f3n de una c\u00e1mara oscura. Jungle hab\u00eda manifestado una cierta tendencia a errar cuando no estaba encordado a los otros. Estaba convencido tambi\u00e9n por momentos que le segu\u00eda un prude. Cuando se le pregunt\u00f3 que era un prude, se embarull\u00f3 en sus explicaciones. Wish dijo: “Muy divertido, Vagabundo”, como si ese prude no hubiese sido m\u00e1s que el fruto de la imaginaci\u00f3n de Jungle, y todos se echaron a re\u00edr. Debo decir que la broma me fue perfectamente herm\u00e9tica; creo poder afirmar que mis compa\u00f1eros sufr\u00edan histeria de las alturas. Encantados de. encontrarnos de nuevo reunidos, fuimos a acostamos, y, a pesar de la cena preparada por Pong, pase una noche relativamente tranquila. Al d\u00eda siguiente, por la ma\u00f1ana, estabamos en pie a buena hora. Jungle y Wish partieron sin desayunar, con la intenci\u00f3n de detenerse para comer cuando estuvieran fuera de la vista de Pong. Se Llevaron con ellos los platos m\u00e1s sabrosos, no dej\u00e1ndonos m\u00e1s que las lentejas y el pemmican, cuyo car\u00e1cter naturalmente poco apetitoso los hac\u00eda considerar como susceptibles de escapar a los infernales manejos de Pong. Shute parti\u00f3 poco despu\u00e9s con su portador, dej\u00e1ndonos a Constant y a m\u00ed en compa\u00f1\u00eda de So Lo, de Lo Too y de Pong. Nos metimos en nuestros sacos de dormir, donde pasamos todo el d\u00eda, aliment\u00e1ndonos de conservas fr\u00edas y ocultando cuidadosamente los restos de nuestras comidas. Por la tarde recibimos una llamada de Shute que hab\u00eda llegado sin incidencias al campamento I, donde hab\u00eda reencontrado a Burley. Burley \u2014dijo\u2014 estaba completamente repuesto y se estimaba reaclimatado. Su larga permanencia en su saco de dormir le hab\u00eda, no obstante, fatigado, y no se juzgaba a\u00fan en estado de partir. Wish llam\u00f3 poco despu\u00e9s. Jungle y el hab\u00edan tenido una ruda jornada, pero hab\u00edan conseguido establecer el campamento III a diez mil trescientos metros. Hab\u00edan dispuesto cuerdas en los pasos dif\u00edciles. Wish hab\u00eda visto otras ecuaciones diferenciales. En cuanto a Jungle, manifestaba una extra\u00f1a tendencia a marchar a reculones. Al d\u00eda siguiente nos levantamos muy temprano. Hab\u00edamos agotado nuestras reservas secretas de v\u00edveres y hubimos de tomar un desayuno a base de lentejas y pemmicam al modo de Pong. Constant tom\u00f3 un bocado y se puso p\u00e1lido como un muerto. \u2014Lo siento, mi viejo \u2014me dijo\u2014; pero no puedo soportarlo. Me es necesario volver al campamento uno. Era una noticia triste, pero no sorprendente. Nos separamos con hondo pesar; hab\u00edamos conocido muchas pruebas. Afirm\u00e9 a Constant que la viril forma con que hab\u00eda soportado sus sufrimientos hab\u00eda sido para m\u00ed un ejemplo perpetuo y que conservar\u00eda un iluminado recuerdo de los seis d\u00edas que hab\u00edamos pasado juntos. Constant dijo que \u00e9l tampoco los olvidar\u00eda. Constant se llev\u00f3 a Loo Too, dej\u00e1ndome a So Lo y a Pong. Permit\u00ed a So Lo tomar la cabeza, deseoso como estaba de economizar mi energ\u00eda mental. Yo iba al acecho de alucinaciones de grandes alturas y de transversiones. Varias veces cre\u00ed ver una transversi\u00f3n, pero no era m\u00e1s que una alucinaci\u00f3n. Varias veces tambi\u00e9n cre\u00ed ver una alucinaci\u00f3n, pero no se trataba m\u00e1s que de una mancha sobre los cristales de mis gafas. Una vez, sin embargo, vi una mancha sobre los cristales de mis gafas, pero no era m\u00e1s que una transversion que se revel\u00f3 ser una alucinaci\u00f3n. Para luchar contra mis dolores de estomago hab\u00eda tornado un desayuno ligero, y estaba un poco debilitado por la inanici\u00f3n. Me aliment\u00e9 de comprimidos antidisp\u00e9pticos, que me dieron jaqueca. Estaba, adem\u00e1s, inquieto de ver mi sue\u00f1o haberse as\u00ed realizado casi enteramente. Mis cuatro compa\u00f1eros se hab\u00edan dispersado exactamente como en mi sue\u00f1o, lo que me parec\u00eda de siniestro augurio. Todo eso perjudicaba al ritmo tan indispensable a la marcha en alta monta\u00f1a. Decid\u00ed, pues, olvidar todo el resto y concentrarme sobre el ritmo. Tanto me preocupe de concentrarme, que termin\u00e9 por estar obsesionado. Comenc\u00e9 a temer perder el control de mi destino. Afortunadamente, llegamos al campamento III antes que hubiese llegado a esta penosa extremidad. Todav\u00eda due\u00f1o de mi destino, reencontr\u00e9 a Wish y a Jungle, que se estaban tomando un d\u00eda de descanso. Como esperaban la llegada de Pong, hab\u00edan ya cenado y guardado sus provisiones fuera de su mal\u00e9fico alcance. Tuve que cenar, pues, solo lentejas y pemmicam.<\/div>\n

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W. E. Bowman. Al Asalto del Khili\u2014Khili<\/em>. Taurus (El Club de la Sonrisa), Madrid. 1957<\/p>\n

PREFACIO Por Sir Hugeley Havering A.I.S.C.I., M.P.L. Presidente del Comit\u00e9 del Khili\u2014Khili<\/strong><\/p>\n

Es para m\u00ed un placer, a la vez un honor, asociar mi nombre a este relato de la ascensi\u00f3n de la m\u00e1s alta cima del globo. Las dificultades eran innumerables. Han sido superadas gracias a la determinaci\u00f3n que animaba a cada uno de los miembros de la expedici\u00f3n y a su voluntad de consagrar lo mejor de ellos mismos a la causa com\u00fan. Estos hombres est\u00e1n por encima de todo elogio. Este es un libro que deber\u00edan leer \u2014y releer\u2014 todos los alumnos de las escuelas, como todos los que sepan apreciar el coraje y la bravura de los hombres.<\/p>\n

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INTRODUCCI\u00d3N Por O. Totter<\/strong><\/p>\n

Es un placer y un honor ver asociado el nombre de uno a este relato de la ascensi\u00f3n de la m\u00e1s alta cima del globo. Los obst\u00e1culos eran temibles. Si han sido finalmente vencidos, ha sido gracias a la incansable perseverancia con la que cada uno de los miembros de la expedici\u00f3n se ha consagrado a la causa com\u00fan. No se pueden encontrar elogios para los m\u00e9ritos de estos hombres. Todos los alumnos de las escuelas deber\u00edan leer y releer este libro, as\u00ed como todos los que honran el coraje y el esp\u00edritu de empresa.<\/p>\n

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CAP\u00cdTULO I EL EQUIPO<\/strong><\/p>\n

\"\"Cuando el Comit\u00e9 del Khili\u2014Khili me pidi\u00f3 que dirigiera la expedici\u00f3n que iba a intentar el asalto a esta cima, fui extremadamente sensible al honor que se me hac\u00eda. En efecto: una cosa es escalar el Mont Blanc por la carretera del Grepon y otra, como dec\u00eda un d\u00eda Totter, es hacer la ascensi\u00f3n del Khili\u2014Khili. Vacil\u00e9 en aceptar una tan pesada responsabilidad, y s\u00f3lo ante la insistencia del Comit\u00e9, y especialmente de su presidente, Sir Hugeley Havering, llegu\u00e9 a decidirme.<\/p>\n

Quisiera, ante todo, expresar mi reconocimiento por la admirable abnegaci\u00f3n y discernimiento de que ha dado pruebas en su tarea el Comit\u00e9 del Khili\u2014Khili, y particularmente su presidente. Si yo debiera volver a empezar, escoger\u00eda a estos mismos compa\u00f1eros que me han sostenido en todas circunstancias con tanto entusiasmo y abnegaci\u00f3n. Creo poder afirmar que jam\u00e1s un jefe de expedici\u00f3n fue mejor secundado.<\/p>\n

Debemos nuestro \u00e9xito a dos factores: ante todo, a un magn\u00edfico trabajo de equipo, y luego, a los meritorios esfuerzos de los porteadores, sin los cuales la expedici\u00f3n hubiera fracasado.<\/p>\n

Al asistir al Comit\u00e9 en su tarea de seleccionar el equipo, he seguido un principio que me ha servido m\u00e1s de una vez: que cada cosa sea \u00fatil a dos fines. Cada miembros de la expedici\u00f3n seleccionada se vio confiar tal tarea bien especializada; cada uno ten\u00eda, adem\u00e1s, una calidad particular que hac\u00eda de \u00e9l un gu\u00eda o un compa\u00f1ero precioso.<\/p>\n

Ya se ver\u00e1, al leer el relato de la expedici\u00f3n, cu\u00e1n fructuosa se revel\u00f3 esta pol\u00edtica.<\/p>\n

He aqu\u00ed cu\u00e1les eran los diferentes miembros del equipo:<\/p>\n

Tom Burley<\/strong>, comandante de Intendencia. Encargado de la intendencia. Bien conocido por sus haza\u00f1as casi legendarias en diversos macizos monta\u00f1osos y que deb\u00eda ser el pilar de nuestro equipo. Un habituado a las alturas. Interrumpi\u00f3 sus vacaciones en los Alpes para unirse a nosotros.<\/p>\n

Christopher Wish<\/strong>, el sabio de la expedici\u00f3n. Excelente escalador. El hombre \u201cm\u00e1s alto\u201d de la expedici\u00f3n. Acababa de regresar de los Andes.<\/p>\n

Donald Shute<\/strong>, nuestro fot\u00f3grafo. Un especialista del hielo. Un acostumbrado a las alturas tambi\u00e9n. Hab\u00eda regresado recientemente de las Rocosas.<\/p>\n

Humprey Jungle<\/strong>, especialista de radio, deb\u00eda servirnos de gu\u00eda. No tem\u00eda a las alturas. Llamado del C\u00e1ucaso, donde se encontraba, para participar en la expedici\u00f3n.<\/p>\n

Lancelot Constant<\/strong>, diplom\u00e1tico y ling\u00fcista. Encargado de los porteadores. Elegido especialmente por su mundo y su sentido de la camarader\u00eda. Acostumbrado a las situaciones elevadas. Regresado del Atlas.<\/p>\n

Ridley Prone<\/strong>, el m\u00e9dico de la expedici\u00f3n, y nuestro especialista para las cuestiones de respiraci\u00f3n artificial. Un escalador distinguido. Reci\u00e9n vuelto del Himalaya.<\/p>\n<\/div>\n<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO II Nuestro Plan<\/strong><\/div>\n
Despu\u00e9s de tres meses de febriles preparativos, nos reunimos en Londres la v\u00edspera de la partida para examinar juntos por \u00faltima vez nuestro plan. S\u00f3lo Jungle, que deb\u00eda instruirnos acerca del empleo de material de radio y de sus m\u00e9todos personales de navegaci\u00f3n en monta\u00f1a, estaba ausente de la reuni\u00f3n. Telefone\u00f3 para anunciar que se hab\u00eda equivocado de autob\u00fas y que no sab\u00eda muy bien d\u00f3nde se encontraba, pero que acababa de ver la Estrella Polar y esperaba reunirse con nosotros en seguida. Burley, aunque no estuviese en lo mejor de su forma \u2014me confi\u00f3 m\u00e1s tarde que la vida en Londres le fatigaba\u2014, nos dio explicaciones detalladas sobre la forma en que ser\u00eda organizado el transporte. El objeto de la expedici\u00f3n era llevar dos hombres a la cima del Khili\u2014Khili. Esto necesitaba del establecimiento de un campamento a trece mil metros, con quince d\u00edas de v\u00edveres para dos, a fin de que, caso de condiciones meteorol\u00f3gicas desfavorables, los dos miembros de la expedici\u00f3n pudiesen esperar confortablemente una mejora. EL equipo de este campamento deber\u00eda ser transportado desde el t\u00e9rmino del ferrocarril, en Chaikhosi, lo que representaba una distancia de ochocientos kil\u00f3metros. Ser\u00edan precisos para esto cinco porteadores. Dos porteadores ser\u00edan necesarios para transportar el abastecimiento de sus cinco compa\u00f1eros, y un tercero se encargar\u00eda del abastecimiento de estos dos. Los v\u00edveres de que tuviera necesidad este \u00faltimo ser\u00edan llevados por un muchacho, que transportar\u00eda adem\u00e1s su propio abastecimiento. El campamento precedente ser\u00eda instalado a doce mil setecientos metros, con otros quince d\u00edas de v\u00edveres, lo que exig\u00eda tambi\u00e9n ocho porteadores y un muchacho. En total, para transportar las tiendas del equipo, los v\u00edveres, el material de radio, los instrumentos de observaci\u00f3n cient\u00edficos y el material de fotograf\u00eda adem\u00e1s de nuestros efectos personales, har\u00edan falta tres mil porteadores y trescientos setenta y cinco muchachos. En este preciso momento de la exposici\u00f3n, el tel\u00e9fono son\u00f3. Era Jungle, que aprecia estar muy contento. Nos dijo que ya sab\u00eda donde se encontraba: en Cockfosters. Le felicitamos y le dijimos que esper\u00e1bamos tenerle entre nosotros muy pronto. Se felicito a Burley por la forma tan magistral con que hab\u00eda resuelto el problema del transporte. Wish, sin embargo, declar\u00f3 que, en su opini\u00f3n, el peso previsto para el material cient\u00edfico era escandalosamente d\u00e9bil. Quer\u00eda llevar especialmente una pala de hielo mec\u00e1nica y un martillo neum\u00e1tico de ge\u00f3logo que pesaba tres toneladas, pero no fue autorizado a llevar ninguno de estos dos elementos indispensables. Burley se mostr\u00f3 muy firme. Le hizo observar que desembarazarse del hielo con la pala sobre el Khili\u2014Khili y sobre le Mont Blanc eran dos operaciones muy diferentes, y que la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera har\u00eda, sin duda, imposible el empleo del martillo neum\u00e1tico. Wish estall\u00f3 en sollozos y amenaz\u00f3 con que se ir\u00eda a su casa, puesto que no se le apreciaba. Constant, con el tacto que le caracteriza, afirm\u00f3 que seguramente Burley no hab\u00eda querido disminuir la importancia del papel de Wish en la expedici\u00f3n, sino que hab\u00eda querido decir que el material cient\u00edfico no ten\u00eda nada que hacer en una expedici\u00f3n que tenia por objeto llevar dos hombres a la cima del Khili\u2014Khili. Esta observaci\u00f3n provoc\u00f3 una intervenci\u00f3n de Shute: \u00e9ste lamentaba infinitamente, declar\u00f3, ver el material cient\u00edfico tratado como un pariente pobre; uno de los puntos mas importantes de nuestros trabajos consistir\u00eda en estudiar los efectos de rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera sobre la televisi\u00f3n de colores a tres dimensiones. Prone, que sufr\u00eda un violento romadizo, murmur\u00f3 algo que nadie comprendi\u00f3 muy bien acerca \u201cdel imbortante baterial b\u00e9dico\u201d. Sensible, como debe ser un buen jefe, a tales matices, percib\u00ed en seguida una sorda hostilidad entre mis compa\u00f1eros, y les record\u00e9 simplemente las palabras de Totter: \u201cUn equipo de sonido podr\u00eda lograr la ascensi\u00f3n del Mont Blanc; nunca la del Khili\u2014Khili.\u201d Esta observaci\u00f3n apaciguadora surti\u00f3 el efecto deseado, apoyada, quiz\u00e1, tambi\u00e9n por el hecho de que Burley, abrumado por la fatiga, se hab\u00eda dormido. Wish que deb\u00eda compartir una tienda con \u00e9l, se mostr\u00f3 desagradablemente sorprendido al descubrir que Burley roncaba pesadamente; pero Shute le consol\u00f3 record\u00e1ndole que, en raz\u00f3n de la atenuaci\u00f3n de las ondas sonoras en atm\u00f3sfera rarificada, los ronquidos ser\u00edan menos molestos a elevadas alturas. Wish esbozo entonces las grandes l\u00edneas de nuestro programa cient\u00edfico. Adem\u00e1s de los estudios sobre la fosiferaci\u00f3n hipogr\u00e1fica y topnol\u00f3gica de la regi\u00f3n, esperaba recoger elementos nuevos de informaci\u00f3n sobre el efecto de distratificaci\u00f3n biocr\u00f3nica de las pend\u00edculas geneosf\u00e9ricas sobre la ex\u00e9gesis de las transversiones de Warthon. Esperaba igualmente recoger una pareja de todas las especies vivas que encontrara en la monta\u00f1a, a fin de estudiar la posibilidad de producir una raza de monta\u00f1eros capaces de llevar una vida normal a altas altitudes.<\/div>\n

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Jungle telefone\u00f3 de nuevo. No estaba en Cockfosters, explic\u00f3, sino en Richmond. Hab\u00eda visto \u201cCockfosters\u201d, pero es que el autob\u00fas iba a Cockfosters. Este error el hab\u00eda conducido a seguir una equivocada direcci\u00f3n, pero esperaba llegar de un momento a otro. Shute nos describi\u00f3 entonces el material fotogr\u00e1fico, lo esencial del cual estaba constituido por una c\u00e1mara para film en colores y a tres dimensiones. Esperaba poder filmar as\u00ed la historia de la expedici\u00f3n bajo todos sus aspectos. La Compa\u00f1\u00eda que hab\u00eda provisto el aparato a\u00f1adir\u00eda los elementos de una intriga sentimental y algunas secuencias de accidentes. Con esto y la introducci\u00f3n de una canci\u00f3n patri\u00f3tica y la reducci\u00f3n al m\u00ednimo de las vistas de la monta\u00f1a propiamente dichas, se obtendr\u00eda un film que ser\u00eda difundido en el mundo entero como una epopeya del hero\u00edsmo brit\u00e1nico. En caso de que la expedici\u00f3n tuviera \u00e9xito, los dos miembros de la misma que hubieran alcanzado la cima, bajo condici\u00f3n de que fuesen fotog\u00e9nicos y que tuviesen menos de sesenta a\u00f1os, se ver\u00edan obligados a suscribir un contrato de cine para el film titulado Tarz\u00e1n y los abominables hombres de las nieves<\/em>. En aquel momento nos trajeron un telegrama que declaraba: \u201cBarking Creek a la vista diecinueve horas treinta. Rumbo Oeste\u2014Norte\u2014Oeste. Llegada pronta. Tiempo fr\u00eda, pero bello \u2014Jungle\u201d. El telegrama ven\u00eda de Hounslow. Barley se despert\u00f3 de un bostezo formidable, y declar\u00f3 que era irrazonable embarazar a una expedici\u00f3n himalayense que ten\u00eda por fin llevar dos hombres a la cima del Khili\u2014Khili, con todo un revoltijo de material cient\u00edfico. Seg\u00fan \u00e9l, un sabio en una expedici\u00f3n era a\u00fan m\u00e1s estorbo que los instrumentos que llevaba, lo que no era poco decir. Nos cont\u00f3 la aventura de su amigo Groag, que compart\u00eda una tienda con un sabio cuando la expedici\u00f3n de 1923 al Thara\u2014Tatah. Como todos los sabios, \u00e9ste era muy distra\u00eddo. Un d\u00eda prepar\u00f3, por descuido, el t\u00e9 utilizando, en lugar de agua, una soluci\u00f3n de sulfato e cobre. Durante quince d\u00edas Groag y \u00e9l se quedaron azules y ciegos a los colores, incapaces particularmente de distinguir el azul del blanco. Este mismo sabio cay\u00f3 por un campo de nieve, pues hab\u00eda tomado el cielo azul por la prolongaci\u00f3n del tapiz de la nieve. No fue salvado, tras de muchos esfuerzos, m\u00e1s que gracias a la abnegaci\u00f3n de Burley, que hab\u00eda tenido la mala suerte de estar ligado a \u00e9l por una cuerda. Burley afirm\u00f3 que cualquier otro hubiera abandonado a este triste compa\u00f1ero a su suerte. Wish replic\u00f3 que no cre\u00eda una sola palabra de esa historia. El mismo hab\u00eda bebido litros de t\u00e9 al sulfato de cobre, sin sufrir la menor alteraci\u00f3n. El azulamiento era debido a la cardios\u00edntesis del flujo sangu\u00edneo provocado por la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera. Y negaba eso de que todos los sabios sean distra\u00eddos. En aquel momento llamaron a la puerta. Era un sargento de la comisar\u00eda del barrio. Un polic\u00eda de Lewisham hab\u00eda visto a un extranjero que rondaba por la proximidad de la f\u00e1brica de gas. Se le hab\u00eda encontrado en posesi\u00f3n de mapas y de instrumentos de navegaci\u00f3n, y hab\u00eda sido detenido como esp\u00eda. Hab\u00eda declarado llamarse Forest y dado esta direcci\u00f3n como referencia. Tranquilizamos al sargento y le rogamos que transmitiera a Jungle un mensaje diciendo que lo esper\u00e1bamos incesantemente. Constant nos habl\u00f3 del Yoguist\u00e1n, el pa\u00eds que tendr\u00edamos que atravesar antes de llegar al pie de las monta\u00f1as. Los ind\u00edgenas \u2014dijo\u2014 eran gente vigorosa, de car\u00e1cter independiente; ten\u00edan un natural amable y una imperturbable dignidad, que no exclu\u00eda grandes disposiciones para la alegr\u00eda. Su dialecto, que \u00e9l hab\u00eda estudiado especialmente, era una rama de la lengua aneroido\u2014megal\u00edtica. Este dialecto no comprend\u00eda verbos, y se pronunciaba enteramente con el est\u00f3mago. Prone arguy\u00f3 que esto era absurdo; si esa gente hablaba con el est\u00f3mago, deber\u00edan sufrir una gastritis permanente. Constant repiti\u00f3 que \u00e9sta era, en efecto, la enfermedad nacional, puesto que era hipod\u00e9rmica en el noventa y cinco por ciento de la poblaci\u00f3n. Prone dijo entonces que, si esto era exacto, no ve\u00eda c\u00f3mo pod\u00edan ser alegres. Constant replic\u00f3 que esto se deb\u00eda a su fuerza de car\u00e1cter. A\u00f1adi\u00f3 que no estaba acostumbrado a ver su palabra puesta en duda, y que si Prone persist\u00eda en esta actitud poco comprensiva, \u00e9l, Constant, se ver\u00eda obligado a dirigirle un ultim\u00e1tum. Prone nos habl\u00f3 seguidamente del problema de mantener la buena forma f\u00edsica que era indispensable para nuestros logros. Nos rog\u00f3 que sigui\u00e9ramos al pie de la letra los consejos que hab\u00eda elaborado a este respecto para nosotros, y nos dio a cada uno unas cuantas cuartillas mecanografiadas en peque\u00f1os caracteres. Nos afirm\u00f3 que, si segu\u00edamos sus consejos, pod\u00eda garantizarnos que estar\u00edamos al abrigo de la enfermedad. En este momento de su discurso se vio interrumpido por un violento ataque de tos, y hubo que palmearle la espalda. Fue Constant quien le administr\u00f3 grandes palmadas, que me parecieron ser ejecutadas con m\u00e1s vigor, quiz\u00e1, del que fuera necesario. Fuera como fuese, Prone le devolvi\u00f3 las palmadas, y esto hubiera podido ser el principio de un molesto incidente si Prone no hubiera sufrido justamente un ataque de estornudos que le puso en total imposibilidad de defenderse. Yo aprovech\u00e9 para agradecerles a todos su colaboraci\u00f3n; yo ten\u00eda la firme convicci\u00f3n \u2014declar\u00e9\u2014 de que estas peque\u00f1as divergencias de opini\u00f3n que pod\u00edan manifestarse entre nosotros no eran m\u00e1s que la prueba de la loable franqueza que debiera presidir nuestras relaciones, y que esperaba, desde luego, que formar\u00edamos un equipo unido y perfectamente a la altura de su tarea. Les record\u00e9 las palabras de Totter: \u201cEn una expedici\u00f3n de este g\u00e9nero, los deseos del individuo deben ser subordinados a la causa com\u00fan.\u201d Constant dijo \u201cam\u00e9n\u201d, y sobre esta nota solemne, despertamos a Burley, que se hab\u00eda dormido de nuevo, y echamos la \u00faltima mano a nuestros preparativos para la partida al d\u00eda siguiente.<\/p>\n
* * *<\/strong><\/div>\n

Al d\u00eda siguiente embarcamos en Tilbury. En el momento en que yo sub\u00eda a bordo, me dieron dos telegramas. El uno dec\u00eda: \u201cMis mejores deseos. Recuerden que no es el Mont Blanc\u2014 Totter\u201d. Y el otro: \u201cAver\u00eda en Aberowmsopanfach. Me reunir\u00e9 vosotros por avi\u00f3n. Enviad cien libras. \u2014Jungle\u201d<\/p>\n<\/div>\n

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De entre todos ellos destacaba el cocinero, un tal Pong. De estos tres mil b\u00e1rbaros. Pong era, sin duda, el que ten\u00eda peor aspecto. Ten\u00eda el rostro extra\u00f1amente aplastado, como si se lo hubieran planchado. Su alma parec\u00eda haber sufrido el mismo proceso de aplastamiento. Su cocina reflejaba fielmente su car\u00e1cter. Los platos m\u00e1s suculentos, extra\u00eddos de cajas de conservas, se convert\u00edan en sus manos en una especie de repugnante pasta de un marr\u00f3n oscuro que hab\u00eda que comer con una cuchara s\u00f3lida y que conten\u00eda los grumos m\u00e1s desagradables. El hecho de que hayamos sobrevivido a sus servicios constituye un verdadero triunfo del esp\u00edritu sobre la materia, pues todos sufrimos abominables indigestiones. Todos nuestros esfuerzos para apartarle de la cocina resultaron vanos. A la menor alusi\u00f3n que pudiera darle que pensar que no est\u00e1bamos contentos de sus repugnantes servicios, entraba en una especie de frenes\u00ed y nos amenazaba con sus cuchillos. El bang<\/em> no pod\u00eda o no quer\u00eda hacer nada. Quiz\u00e1 ten\u00edan leyes sindicales muy estrictas; fuera lo que fuese, tuvimos que acostumbramos a Pong. Y en nuestro ardor por atacar el Khili-Khili, entraba en gran parte el deseo, que pronto se convirti\u00f3 en obsesi\u00f3n, de escapar a nuestro demon\u00edaco cocinero. Mientras march\u00e1bamos, yo me complac\u00eda en enso\u00f1aciones en las que Burley y yo, en nuestra tienda, nos cocin\u00e1bamos deliciosas comidas, mientras que abajo, en el campamento de base, Pong se retorc\u00eda de despecho. Atravesamos numerosos poblados, cuyos habitantes eran invariablemente desagradables y poco amables, salvo cuando Constant trataba de entrar en conversaci\u00f3n, en cuyo caso su actitud se hac\u00eda francamente hostil. Nos explic\u00f3 que no eran ind\u00edgenas t\u00edpicos, sino una clase degenerada de la poblaci\u00f3n que, atra\u00edda por la vida f\u00e1cil mas abajo de los siete mil metros, hab\u00eda terminado por desmoralizarse y por perder las cualidades fundamentales de su raza, a saber: la dignidad y la alegr\u00eda. Yo podr\u00eda hacer notar aqu\u00ed que no encontramos ning\u00fan indicio de vida mas all\u00e1 de los siete mil metros; pero, como dijo Constant, esto era debido al hecho de que nuestro itinerario no segu\u00eda las rutas comerciales. Shute se dedicaba a filmar nuestro avance. Para hacer esto le era preciso partir antes, a fin de tener su c\u00e1mara emplazada en el momento que lleg\u00e1ramos. Este plan, aparentemente sencillo, se revel\u00f3 m\u00e1s dif\u00edcil de poner en pr\u00e1ctica de lo que nuestro amigo hab\u00eda pensado. Las tres primeras veces que prob\u00f3 a hacerlo no consigui\u00f3 reunir todo su material antes de que lo hubi\u00e9semos alcanzado, y fue d\u00e1ndose mucha prisa como consigui\u00f3 reembalarlo todo y alcanzamos antes de la noche. Al d\u00eda siguiente parti\u00f3 mucho antes que nosotros, y no lo volvimos a ver mas que a los dos d\u00edas, por la ma\u00f1ana; lleg\u00f3 al campamento, vacilando sobre sus piernas, en el momento preciso en que nos dispon\u00edamos a partir. Al parecer, hab\u00edamos tomado caminos diferentes. Esto le gan\u00f3 un d\u00eda de retraso, pues juzg\u00f3 necesario recuperar su sue\u00f1o perdido. No nos alcanz\u00f3 hasta la semana siguiente, y volvi\u00f3 a partir en seguida, velando toda la noche para estar seguro esta vez de no fallarnos. Film\u00f3 toda la caravana desfilando ante \u00e9l y aclam\u00e1ndola al paso. Fue una l\u00e1stima que en esta ocasi\u00f3n la c\u00e1mara viera doble, lo que dio una sucesi\u00f3n de im\u00e1genes corridas. Esper\u00e1bamos de un d\u00eda a otro encontramos con Jungle, aunque no hubi\u00e9semos visto ninguna huella de la pista que deb\u00eda trazar para nosotros. Al vig\u00e9simo d\u00eda fuimos abordados por un corredor que nos tra\u00eda el mensaje siguiente: “Capturado por bandidos. Enviad rescate cincuenta millones de bohees. \u2014Jungle. <\/em>” Diez d\u00edas mas tarde, otro corredor nos transmiti\u00f3 el mensaje siguiente: “Repito. Capturado por bandidos. Enviad rescate cincuenta millones de bohees. \u2014Jungle. <\/em>” Concluimos de esto que el primer mensajero se hab\u00eda alzado con el dinero. Despu\u00e9s de maduras reflexiones, estim\u00e9 que no pod\u00eda conceder ninguna confianza a la honradez de estas gentes, y ped\u00ed a Prone, que estaba ya repuesto de su varicela, que acompa\u00f1ara al corredor. Diez d\u00edas mas tarde se nos reuni\u00f3 Jungle, solo, y trayendo una demanda de rescate de cincuenta millones de bohees<\/em> para Prone. Esto era ya demasiado. Decid\u00ed que las finanzas de la expedici\u00f3n no pod\u00edan soportar tales exigencias. Envi\u00e9, pues, un mensajero de confianza con este mensaje: \u201cDesolado. Sin fondos. P\u00f3nganse en contacto con la Embajada.\u201d Diez d\u00edas despu\u00e9s. Prone regresaba con nosotros. Poco despu\u00e9s de su captura por los bandidos hab\u00eda contra\u00eddo una neumon\u00eda doble, complicada con coqueluche, y hab\u00eda dado tanta pena a sus carceleros, que estos le hab\u00edan soltado. Estaba lamentable: sin afeitar, despeinado, la mirada fija, las ropas hechas jirones y las botas sin tacones. Burley, que se pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo en una litera llevada a hombros de los portadores, tratando de superar el agotamiento que sufr\u00eda en estos valles, se despert\u00f3 una tarde aullando. Hab\u00eda so\u00f1ado que la expedici\u00f3n mor\u00eda de hambre en el Khili-Khili. Reemprendi\u00f3 todos sus c\u00e1lculos y los verifico minuciosamente. Sus temores estaban fundados. Agotado, sin duda, por el clima londinense, hab\u00eda olvidado prever los v\u00edveres para el viaje de regreso. Se hab\u00eda concentrado tanto sobre el gran objetivo: llevar dos hombres a la cima del Khili-Khili, que no hab\u00eda pensado en retirarlos de all\u00ed. Esta era una de esas crisis que ponen a ruda prueba las cualidades de un jefe de expedici\u00f3n. Sin decir nada a los dem\u00e1s, lleve solo mi fardo durante toda una semana, buscando desesperadamente una soluci\u00f3n. Forzoso me fue, al fin, revelar la gravedad de la situaci\u00f3n a mis compa\u00f1eros. Wish lanz\u00f3 una mirada a Burley \u2014me es grato pensar que aun en una crisis as\u00ed uno de nosotros tuvo un pensamiento para el desgraciado responsable\u2014 y comenz\u00f3 a escribir sobre la u\u00f1a de su pulgar. \u2014La soluci\u00f3n es bien sencilla \u2014anunci\u00f3\u2014. No guarde mas que ciento cincuenta y tres portadores y diecinueve, de los ciento veinticinco muchachos. Las econom\u00edas de v\u00edveres as\u00ed realizadas nos permitir\u00e1n salir del atolladero. Este calculo se revel\u00f3 correcto. Se pidi\u00f3 a Constant tomara contacto con los portadores para anunci\u00e1rselo. Durante ocho d\u00edas, un clima de revuelta reino en la caravana, y Constant tem\u00eda sin cesar por su vida. Finalmente, nos encontramos en la imposibilidad absoluta de alimentarlos un d\u00eda mas, y debimos pagarles lo que ped\u00edan; es decir, demasiado. Nuestra \u00fanica consolaci\u00f3n era la esperanza de vernos desembarazados de Pong. Pero, no s\u00e9 por qu\u00e9 raz\u00f3n, esto no fue posible. Constant dijo que se preguntaba a veces si el bang no ten\u00eda intereses sobre Pong, pero esto me pareci\u00f3 un punto de vista injustamente c\u00ednico de la situaci\u00f3n.<\/div>\n

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Un mes m\u00e1s tarde nos encontr\u00e1bamos en la cima del Voiajenkar, enfrente del macizo del Khili-Khili, la \u00faltima posici\u00f3n de la Naturaleza que se hab\u00eda resistido hasta entonces al esp\u00edritu de conquista del hombre. La gran monta\u00f1a se ergu\u00eda majestuosa sobre un cielo sin nubes, inspirando el respeto en el coraz\u00f3n de las min\u00fasculas criaturas que muy pronto iban a poner un pie presuntuoso sobre estas pendientes temibles. \u00bfQue pluma podr\u00eda describir nuestros sentimientos mientras que desde la cima del Voiajenkar contempl\u00e1bamos el macizo del Khili-Khili? Abandonar\u00e9 un momento a la expedici\u00f3n inm\u00f3vil en la cima del Voiajenkar, enfrente del Khili-Khili, a fin de describir la configuraci\u00f3n de esta potente monta\u00f1a y de evocar los acontecimientos que llevaron nuestra presencia a estos lugares. El Khili-Khili fue descubierto por aviadores aliados durante la guerra. Sus informes evaluaban la altitud de la cima entre diez y diecisiete mil metros. En 1947, una expedici\u00f3n de reconocimiento se person\u00f3 en el Himalaya, conducida por Totter, con la misi\u00f3n de fijar el emplazamiento exacto de la monta\u00f1a, de medir su altura y de estudiar las v\u00edas posibles de acceso a la cumbre. Diversas expediciones agregaron despu\u00e9s mas informes, pero la nuestra marc\u00f3 la primera tentativa seria de ascensi\u00f3n. El macizo del Khili-Khili tiene la forma de una M invertida. La cima comprende dos picos: el Khili-Khili propiamente dicho y el GuiliGuili, que se encuentra un poco al oeste de la verdadera cumbre. Las estimaciones en cuanto a la altura del pico m\u00e1s elevado difieren considerablemente; pero, apoy\u00e1ndose sobre estas diferencias, se puede afirmar que la cima del Khili-Khili est\u00e1 a trece mil trescientos cincuenta metros sobre el nivel del mar. La arista principal del macizo va del Norte al Sur; est\u00e1 interrumpida por la l\u00ednea de partici\u00f3n de las aguas de dos r\u00edos: el Agenda y el Enigma, que dividen el macizo en tres partes, separadas por gargantas de unos siete mil metros de profundidad. La verdadera cima esta situada en la parte central, y el GuiliGuili, aunque distante un poco m\u00e1s de seiscientos metros, esta separada de ella por la garganta del Enigma. De cada una de estas cimas una cresta desciende en la direcci6n Nordeste; estas dos l\u00edneas de cresta se unen para formar un col, el col Sur (8.300 metros). La cara norte del col Sur se une con el glaciar del Voiajenkar, que rodea la cara sudeste de la monta\u00f1a antes de virar bruscamente hacia el Noroeste. Este glaciar da nacimiento al r\u00edo Voiajenkar, que corre hacia el Norte despu\u00e9s de haber franqueado la garganta del Agenda. La ultima rama de la M invertida es completada por la vertiente sur del valle del Voiajenkar, que corta la arista central del macizo a tres kil\u00f3metros alrededor al oeste de la cima propiamente dicha. He aqu\u00ed cu\u00e1l era nuestro plan. El campamento de base ser\u00eda establecido en lo alto del glaciar, a siete mil metros de altura. Pasar\u00edamos algunos d\u00edas all\u00ed para aclimatarnos. Durante este periodo har\u00edamos un reconocimiento hasta la cara Norte, que lleva al col Sur. Instalar\u00edamos un campo avanzado sobre el col, con un campamento intermediario a media altura de la ladera. De all\u00ed hasta la cima establecer\u00edamos campamentos en los lugares m\u00e1s apropiados. Tratar\u00edamos de instalarlos a cada seiscientos metros a partir del campamento avanzado. El \u00faltimo \u2014el n\u00famero 7\u2014 se encontrar\u00eda a trece mil metros, a trescientos cincuenta metros solamente debajo de la cima. En cada campamento ser\u00edan dejados v\u00edveres para quince d\u00edas, lo que nos dejar\u00eda un margen suficiente en caso de mal tiempo. La gran cuesti\u00f3n era \u00e9sta: \u00bfla monta\u00f1a ceder\u00eda? En 1947, Totter hab\u00eda escrito: “La monta\u00f1a es, ante todo, dif\u00edcil \u2014incluso severa\u2014, pero ceder\u00e1.” Los reconocimientos posteriores hab\u00edan planteado la cuesti\u00f3n de saber si la pared norte ceder\u00eda, pero se hab\u00eda finalmente decidido por la afirmativa. El mismo Totter hab\u00eda resumido as\u00ed la cuesti\u00f3n: “Con un buen esp\u00edritu de equipo y buenos portadores, la monta\u00f1a ceder\u00e1.” Todo el mundo sabe hoy que, en efecto, ha cedido. Pero desde la cima del Voiajenkar, donde nos encontr\u00e1bamos, estabamos muy impresionados por la vista de este importante basti\u00f3n que ergu\u00eda su cabeza majestuosa sobre un cielo sin nubes. Fue Constant quien expres\u00f3 los sentimientos de todos: “Se dir\u00eda una diosa desafiando a los que quieren posar un pie sacr\u00edlego sobre su altar virgen.” Un murmullo aprobador le respondi\u00f3. En este instante nos sentimos muy poco a la altura de la enorme tarea que nos hab\u00edamos fijado, y yo dirig\u00ed una ferviente oraci\u00f3n para pedir del Cielo me pudiera mostrar digno de las pruebas que nos esperaban. Nos quedamos all\u00ed hasta el momento en que la puesta de sol vino a florecer de capas rojas los campos de nieve de este potente basti\u00f3n; la monta\u00f1a se convirti\u00f3 entonces en un cuadro que muy pocos ojos humanos habr\u00e1n visto. Sin una palabra, descendimos, en la noche que ca\u00eda, hacia nuestro campamento en el valle.<\/div>\n

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CAP\u00cdTULO IV EL GLACIAR<\/strong><\/div>\n
Dos d\u00edas mas tarde llegamos a la extremidad del glaciar y comenzamos la larga ascensi\u00f3n hasta el campamento de la base. All\u00ed fue donde nos encordamos por primera vez. Jungle, nuestro gu\u00eda, pas\u00f3 el primero con Shute, que deb\u00eda filmamos, cuando hubiera encontrado un emplazamiento oportuno. Iban acompa\u00f1ados de diez portadores cargados con la c\u00e1mara y sus accesorios. Burley y Wish los segu\u00edan. Burley soportaba bastante mal el clima de los glaciares, pero pensaba acostumbrarse a \u00e9l r\u00e1pidamente. Despu\u00e9s iban Constant y Prone. Este \u00faltimo hab\u00eda contra\u00eddo la ruseola, pero se prodigaba a s\u00ed mismo los cuidados oportunos. Los portadores se hab\u00edan repartido en los diferentes grupos. Yo qued\u00e9 atr\u00e1s, a fin de meditar un momento sobre las responsabilidades del mando, y as\u00ed iba cerrando la marcha. El glaciar ten\u00eda m\u00e1s de mil quinientos metros de ancho, estaba surcado por profundas grietas y cubierto de innumerables bloques de hielo de una altura, en su mayor parte, de seis a diez metros. Era un verdadero laberinto. Incluso las m\u00e1s altas cimas desaparec\u00edan de nuestros ojos. Despu\u00e9s de algunas horas de marcha, tuve la alegr\u00eda de ver ante m\u00ed el servicio cinematogr\u00e1fico en plena acci\u00f3n, con Shute a la manivela. Le dej\u00e9 embalar su material con la ayuda de sus portadores y prosegu\u00ed mi camino. Una hora mas tarde me sorprendi\u00f3 reencontrarlo de nuevo ante su c\u00e1mara. Conclu\u00ed de esto que me hab\u00eda pasado sin yo darme cuenta \u2014lo que muy f\u00e1cilmente hubiera podido producirse\u2014, y no dej\u00e9 de felicitarle por su celo. \u00c9l me mir\u00f3 con asombro y me jur\u00f3 que no se hab\u00eda movido de all\u00ed. Yo iba a recordarle que no era hora ni lugar para semejantes bromas, cuando, ante mi gran estupor, o\u00ed un grito detr\u00e1s de m\u00ed. Puede imaginarse cu\u00e1l seria mi estupefacci\u00f3n al comprobar que era Jungle, seguido por un gran n\u00famero de portadores marchando en fila india, tras de la cual iban Burley y Wish. Debo convenir que estaba completamente desconcertado. Era aquel uno de los momentos en los que uno duda de su propia raz\u00f3n. Yo hab\u00eda visto con mis propios ojos a las cuatro personas que se encontraban all\u00ed ahora partir ante m\u00ed unas horas m\u00e1s tarde, mientras que los otros, a los que yo no hab\u00eda pasado, estaban ahora detr\u00e1s de m\u00ed. Y no se pod\u00eda creer en que nos hubi\u00e9ramos pasado todos los unos a los otros sin darnos cuenta. La cuesti\u00f3n que se planteaba era esta: \u00bfd\u00f3nde estaban Constant y Prone? Fue Shute quien dio la respuesta: \u2014\u00a1Jungle, animal! \u2014grit\u00f3\u2014. \u00a1Hab\u00e9is girado en redondo! En seguida lo comprend\u00ed todo. Est\u00e1bamos dispersos por la circunferencia de un c\u00edrculo, siguiendo cada uno al otro. Shute hab\u00eda continuado film\u00e1ndonos sin molestarse en identificarnos a nuestro paso, y nosotros hab\u00edamos descrito dos veces un c\u00edrculo completo. Sin \u00e9l, que constitu\u00eda el \u00fanico jal\u00f3n f\u00e1cilmente reconocible de nuestro itinerario, hubi\u00e9ramos estado dando vueltas todo el d\u00eda. La Llegaba de Constant y de Prone algunos instantes m\u00e1s tarde vino a confirmar esta hip\u00f3tesis. Sin duda, ven\u00edan atacados de la sordera de las alturas, pues se hablaban gritando a todo pulm\u00f3n, como si estuvieran a ochocientos metros uno de otro y no separados, como estaban, por una longitud de cuerda. Me felicit\u00e9 de la forma en que hab\u00eda dispuesto los encordamientos: dos hombres capaces de proseguir una conversaci\u00f3n tan animada despu\u00e9s de varias horas de marcha a cinco mil metros de altura estaban hechos, evidentemente, para entenderse. Esta es una de las grandes recompensas del oficio de jefe: ver que se ha triunfado en estas delicadas manipulaciones del elemento humano.<\/div>\n

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Decid\u00ed que era el momento de hacer alto y, con una copa de champa\u00f1a en la mano, discutimos las razones de este singular acontecimiento. Ped\u00ed a todos mis compa\u00f1eros que dieran francamente su opini\u00f3n, sin tratar de rozar ninguna susceptibilidad. Estimo que nada refuerza los lazos de amistad entre los hombres como afrontar la verdad juntos. Era confortante ver como respondieron a mi llamada. Shute se mostr\u00f3 particularmente franco, y esto era una buena se\u00f1al \u2014me dije\u2014, en el que justamente iba a ser el compa\u00f1ero de Jungle. Lo que ninguno de nosotros llegaba a comprender era c\u00f3mo Jungle, utilizando su br\u00fajula, como \u00e9l nos aseguraba haber hecho, hab\u00eda podido describir un c\u00edrculo. Este enigma fue descifrado por Shute, que pidi\u00f3 a Jungle le hiciera la demostraci\u00f3n de su m\u00e9todo. Se alejaron los dos, y muy pronto empezaron ellos tambi\u00e9n a discutir a pleno pulm\u00f3n. Me pareci\u00f3 que la sordera de las alturas estaba muy extendida aquel d\u00eda. Cuando regresaron, Shute nos dio la clave del misterio: \u2014Este imb\u00e9cil hab\u00eda olvidado desbloquear la aguja de su br\u00fajula \u2014nos dijo\u2014. Naturalmente, la aguja indicaba el Norte, cualquiera que fuese la direcci\u00f3n que tomase. \u2014Eso le podr\u00eda ocurrir a cualquiera \u2014dije yo. La experiencia me ha ense\u00f1ado que un hombre da lo mejor de s\u00ed mismo cuando se le otorga confianza. Nada debilita tanto la seguridad de un hombre como sentir la desconfianza de sus jefes. Hubiera sido fatal al \u00e9xito de la expedici\u00f3n llevar a Jungle a dudar de s\u00ed mismo. No expongo esto como una prueba de mi magnanimidad; \u00e9stas son cosas que constituyen las cualidades inherentes a un verdadero jefe: se tienen o no se tienen. Por esta raz\u00f3n confi\u00e9 de nuevo a Jungle la tarea de guiarnos, convencido de que no repetir\u00eda dos veces el mismo error. No me equivoqu\u00e9. Camin\u00e1bamos desde hac\u00eda cuatro horas, cuando me encontr\u00e9 de nuevo a la caravana al borde de una ancha grieta; toda la caravana, a excepci\u00f3n de Jungle, que estaba dentro. Su br\u00fajula le hab\u00eda dirigido rectamente a la grieta, y antes de dar un largo rodeo que nos hubiera alejado, hab\u00eda insistido en que se descendiera a la grieta, con intenci\u00f3n de subir al otro borde tallando escalones en la pared. Estaba en el fondo desde hac\u00eda dos horas, y nadie sab\u00eda si progresaba, pues su voz estaba multiplicada por los ecos y era un coro incomprensible lo que llegaba a la superficie. Quiz\u00e1 estuviera aprisionado. En estos momentos de crisis es donde se revela la verdadera naturaleza de un hombre. El barniz social que le ha permitido hacerse un puesto en el mundo civilizado no le es entonces de ninguna utilidad. A menos de tener un coraz\u00f3n de encina, dejar\u00e1 una hendidura, una mancha, una debilidad, que causar\u00e1n su perdida y, quiz\u00e1, la de sus camaradas. Me enorgullece poder declarar aqu\u00ed que todo el equipo sali\u00f3 brillantemente de esta prueba. No es, sin duda, decir demasiado que durante las \u00faltimas fases del asalto, cuando la situaci\u00f3n parec\u00eda tan desesperada y tan s\u00f3lo la fuerza de esp\u00edritu nos separaba del anulamiento, la confianza que hab\u00eda hecho nacer este incidente de la grieta nos permiti\u00f3 intentar este \u00faltimo esfuerzo que deb\u00eda asegurarnos la victoria. Cada uno de nosotros reaccion\u00f3 a su manera. Burley, con la sangre fr\u00eda de un Napole\u00f3n, aprovech\u00f3 la ocasi\u00f3n para recobrar fuerzas \u2014soportaba mal el clima de los glaciares\u2014 con un sue\u00f1ecito. Wish hac\u00eda hervir un trozo de hielo encima de un calentador de gasolina, a fin de determinar el punto de ebullici\u00f3n del hielo. Shute hab\u00eda desmontado las lentes de su c\u00e1mara y correg\u00eda la curvatura teniendo en cuenta el \u00edndice de refracci\u00f3n reducido por la rarificaci\u00f3n de la atm\u00f3sfera. Constant mejoraba su conocimiento de la lengua discutiendo hasta perder el aliento con el bang. Y Prone se cuidaba una inflamaci\u00f3n de los ganglios que \u00e9l sent\u00eda inminente.<\/div>\n

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El comportamiento de mis compa\u00f1eros en estas circunstancias ha sido, lo que me es grato reconocerlo, un ejemplo para m\u00ed, al mismo tiempo que un sost\u00e9n, cuando m\u00e1s de una vez, m\u00e1s adelante, el p\u00e1nico nos amenazaba. Su calma reforz\u00f3 mi humildad, y me entumeci\u00f3 la confianza que pon\u00edan en m\u00ed, a quien incumb\u00eda toda la responsabilidad de la expedici\u00f3n. Sab\u00edan que yo no los decepcionar\u00eda. Pero el tiempo apremiaba. Si quer\u00edamos sacar a Jungle de su penosa situaci\u00f3n antes de la ca\u00edda de la noche, hab\u00eda que hacer algo, y hacerlo r\u00e1pidamente. Era evidente que alguien tema que descender cerca de \u00e9l, pero \u00bfqui\u00e9n? El incidente de la ma\u00f1ana me dio la respuesta. En Shute s\u00f3lo deb\u00eda recaer el honor de arriesgar su vida por su amigo. Debo decir que la modestia de Shute le incit\u00f3 a ceder este honor a alg\u00fan otro. Pero yo no pod\u00eda dejarle renunciar a lo que su coraz\u00f3n deseaba verdaderamente, y pronto le hicimos descender al cabo de una cuerda. Despu\u00e9s de algunos metros de descenso, desapareci\u00f3 a nuestras miradas, y su voz se hizo tan ininteligible como la de Jungle. Continuamos haciendo correr la cuerda hasta que qued\u00f3 floja, y esperamos a ver como evolucionaba la situaci\u00f3n. Al cabo de algunos minutos me vino bruscamente la idea de que ten\u00edamos ahora dos hombres en el fondo de la grieta y que la situaci\u00f3n era ahora aun peor que antes. Ni el uno ni el otro pod\u00edan comunicar con nosotros, y no nos atrev\u00edamos a izar las cuerdas, por temor a herirlos. La situaci\u00f3n era cr\u00edtica. Fue Burley quien, despert\u00e1ndose en aquel momento, aport\u00f3 la soluci\u00f3n. \u2014Hay que bajarles un walkie-talke<\/em>\u2014dijo\u2014. Hemos tra\u00eddo estos cacharros hasta aqu\u00ed. Que sirvan para algo, entonces. Era una brillante idea. Decid\u00ed que en Burley deb\u00eda recaer el honor de descender con el material de radiotelefon\u00eda. Como Shute, comenz\u00f3 por declinar modestamente este privilegio; pero yo insist\u00ed. Y pronto desapareci\u00f3 a su vez de nuestras miradas. Hubiera jurado que sus ultimas palabras hab\u00edan sido algo as\u00ed como: \u201cEsto me ense\u00f1ar\u00e1 a cerrar la boca\u201d; pero, sin duda, yo hab\u00eda o\u00eddo mal, a menos que no fuera una de las incomprensibles bromas de Burley. Wish puso en marcha otro aparato de radio y esperamos anhelantes. No se o\u00eda nada. Una horrible sospecha se apodero de m\u00ed. \u2014\u00bfFunciona el aparato?\u2014pregunt\u00e9. \u2014\u00bfC\u00f3mo quiere usted que lo sepa?\u2014dijo Wish. Es Jungle el experto en radio. Era la verdad. Ninguno de nosotros sab\u00eda como utilizar los aparatos de radio. Jungle deb\u00eda explicamos su funcionamiento cuando nuestra reuni\u00f3n preparatoria en Londres, pero por un desgraciado concurso de circunstancias \u00e9l no hab\u00eda podido asistir. No hab\u00eda otro remedio: Wish deber\u00eda descender. Dir\u00eda a Jungle que redactara por escrito las instrucciones necesarias, que yo subir\u00eda gracias a un cable fino del que Wish llevar\u00eda consigo uno de los extremos. Descendi\u00f3, pues, y al cabo de unos instantes tuve en mi poder el mensaje siguiente: “Pilas aun no instaladas. Est\u00e1n embaladas en una de las cajas, pero Burley no sabe en cual. Enviad champa\u00f1a.” Imposible \u2014pens\u00e9\u2014 contar con la radio. Hab\u00eda que encontrar otro medio de entrar en comunicaci\u00f3n. Escrib\u00ed r\u00e1pidamente un mensaje: “Ruego me digan que hacer.” Lo enroll\u00e9 alrededor del gollete de una botella de champa\u00f1a y la hice descender. Ic\u00e9 el cable cinco minutos despu\u00e9s. Su respuesta era: “Env\u00ede otra botella.” Espero no se tomar\u00e1 a mal el que yo juzgara este mensaje un poco inconsiderado; las circunstancias excusaban, ciertamente, mi impaciencia. No obstante, no queriendo parecer dictatorial, les env\u00ede, como me ped\u00edan, otra botella, con el mensaje siguiente: “Les ruego tomen en cuenta mi situaci\u00f3n. Todos los medios posibles deben ser puestos en pr\u00e1ctica para sacarles de este mal paso. D\u00edganme sus intenciones.” Sub\u00ed pronto su respuesta: “Jungle, presa de v\u00e9rtigo. Absolutamente indispensable enviar cuatro botellas de champa\u00f1a inmediatamente; si no, no podemos responder de las consecuencias.”<\/div>\n

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Esto pon\u00eda la situaci\u00f3n bajo otra luz. Me arrepent\u00ed de mi juicio demasiado precipitado. He discutido despu\u00e9s este asunto con Totter, quien me ha confirmado en mi opini\u00f3n primera, a saber: que el primer mensaje no respond\u00eda a la mejor tradici\u00f3n. Quiero hacerme perdonar las sospechas injustas y sin fundamento que me hab\u00edan llevado a pensar que la demanda de una segunda botella no se justificaba. La demanda de mis compa\u00f1eros estaba perfectamente motivada, no se puede negarlo; nosotros no incrimin\u00e1bamos \u2014nosotros, es decir. Totter y yo\u2014 mas que la forma en que estaba redactado, que no ten\u00eda en cuenta la delicada posici\u00f3n en que me encontraba. Pero me es dif\u00edcil a m\u00ed, que al menos estaba sobre terra firma, enjuiciar los sentimientos de mis camaradas en el fondo de la grieta. Quiz\u00e1, despu\u00e9s de todo, me haya mostrado injusto hacia ellos; en este caso, les renuevo aqu\u00ed mis excusas m\u00e1s sinceras. No perd\u00ed, naturalmente, tiempo en responder a su \u00faltima y urgente demanda, y les dirig\u00ed el champa\u00f1a con una nueva nota en solicitud de instrucciones. Su mensaje siguiente declaraba: “Jungle, presa de convulsiones. Env\u00ede a Prone con cinco botellas.” Esta noticia llev\u00f3 al colmo mi inquietud. Me parec\u00eda que el champa\u00f1a era lo \u00faltimo que se pod\u00eda recomendar en caso de convulsiones. Pero Prone, que por enfermo que estuviera se hab\u00eda virilmente dominado al tomar conocimiento del mensaje, me afirm\u00f3 que era exactamente lo que hac\u00eda falta. Descendi\u00f3, pues, a su vez. Les di tiempo para examinar la situaci\u00f3n y despu\u00e9s sub\u00ed el cable. Recog\u00ed una botella vac\u00eda, con una nota alrededor del cuello de la botella portadora de una sola palabra: Yupi<\/em>. En aquel mismo instante, sonidos extra\u00f1os comenzaron a llegarme de la grieta. No pude, al principio, dar cr\u00e9dito a mis o\u00eddos; pero me fue forzoso concluir, al fin, que mis camaradas cantaban<\/em>. Mi conocimiento del folklore de la lengua inglesa me permiti\u00f3 incluso identificar, con una casi seguridad, el aire de Oh, my darling Clementine! <\/em>El resultado no era desagradable, y me alegr\u00e9 de comprobar que mis compa\u00f1eros no hab\u00edan perdido el coraje; pero, a menos que en su esp\u00edritu esta canci\u00f3n no constituyese un mensaje en c\u00f3digo, este recital no era de ninguna ayuda en el dilema en que yo estaba sumido. A pesar de su presencia de \u00e1nimo, mis compa\u00f1eros se encontraban en una situaci\u00f3n muy peligrosa. Tal parec\u00eda ser tambi\u00e9n la opini\u00f3n de Constant. \u2014Tienen necesidad de m\u00ed ah\u00ed abajo\u2014dijo. Y sin dejarme tiempo para comprender que es lo que iba a hacer, mi intr\u00e9pido compa\u00f1ero hab\u00eda metido en sus bolsillos algunas botellas, amarrando la cuerda alrededor de una roca y desliz\u00e1ndose por el abismo. Pas\u00f3 el tiempo; los cantos continuaban. Descend\u00ed y remont\u00e9 varias veces el cable, pero ning\u00fan mensaje llegaba. Yo estaba al borde de la desesperaci\u00f3n. Seis vidas humanas depend\u00edan de la claridad de mi razonamiento y de mi esp\u00edritu de decisi\u00f3n, pero yo estaba desamparado. Me invadi\u00f3 el deseo de descender a mi vez, aunque fuera para perecer con mis compa\u00f1eros; pero me contuvo la consideraci\u00f3n de que entonces estar\u00edamos privados de todo medio de comunicaci\u00f3n con la superficie.<\/div>\n

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Los portadores se hab\u00edan instalado confortablemente sobre sus cargamentos y fumaban su inevitable pipa de groku<\/em>. No pod\u00eda contar con ninguna ayuda por este lado. Esto era, al menos, lo que yo cre\u00eda. Pero iba a recibir una lecci\u00f3n sobre las inestimables cualidades del portador yogistan\u00e9s, sin el cual la expedici\u00f3n hubiera fracasado. El bang<\/em>, que, hora es de decirlo, se llamaba Bing, se levant\u00f3 s\u00fabitamente y se aproxim\u00f3 a la grieta, seguido de un portador de peque\u00f1a talla, pero muy ancho de hombros y poderosamente musculado, que se Llamaba Bung. Sin que una sola palabra hubiese sido cambiada entre los dos hombres. Bung se apoder\u00f3 del extremo de una cuerda y se hizo descender por Bing. Apenas la cuerda comenz\u00f3 a aflojarse, cuando un silbido taladrante Llego de las profundidades. Bing comenz\u00f3 en seguida a izar la cuerda, y se imaginar\u00e1 mi sorpresa y mi alivio cuando vi reaparecer a Bung sano y salvo a la superficie, sosteniendo con mano firme a Burley por la chaqueta. A Burley, que se mov\u00eda como una marioneta, cantando alegremente \u00a1Oh\u00e9 los del barco, oh\u00e9! <\/em>Todo ocurri\u00f3 con una extra\u00f1a simplicidad. Uno tras otro, mis compa\u00f1eros fueron sacados a la superficie, y pronto nos encontramos todos reunidos. No me averg\u00fcenza confesar que me sequ\u00e9 una lagrima furtiva. Jungle, en su alegr\u00eda, sin duda, de haber escapado por tan poco a la muerte \u2014aunque, me complazco en creerlo, hubo tambi\u00e9n en su gesto un testimonio de sincero afecto\u2014, me dio una tan vigorosa palmada en la espalda, que me tir\u00f3 al suelo, y Wish, que parec\u00eda un poco loco despu\u00e9s de esta prueba, crey\u00f3 indispensable afirmarme que hab\u00eda medido la profundidad de la hendidura, que era de cincuenta y un metros exactamente. Lo que, no s\u00e9 por qu\u00e9, le pareci\u00f3 extraordinariamente divertido. Cuando hubieron todos, salvo Constant, sido devueltos a la superficie, Bing y Bung volvieron junto a sus camaradas. Hab\u00edan olvidado a Constant, o bien es que no sab\u00edan contar hasta siete. Me aproxim\u00e9 a ellos y me esforc\u00e9 en explicarles por se\u00f1as lo que esperaba de ellos. No encontr\u00e9 m\u00e1s que rostros cerrados. Su inteligencia limitada no les permit\u00eda manifiestamente comprender lo que les quer\u00eda decir. Aline\u00e9 sobre una fila el resto del equipo, dejando un vac\u00edo en medio de la fila; design\u00e9 entonces con un dedo este vac\u00edo; despu\u00e9s, la grieta, y me entregu\u00e9 a una sabia m\u00edmica describiendo el descenso y la ascensi\u00f3n de una cuerda y, en fin, la recepci\u00f3n de un compa\u00f1ero salvado del abismo. Todos asintieron con aire de animarme \u2014algunos incluso llegaron a aplaudirme\u2014, pero nadie hizo un gesto. Recomenc\u00e9 mi pantomima; esta vez no me concedieron la menor atenci\u00f3n; continuaron chupando sus pipas de groka<\/em>, como si todo fuese perfectamente normal. Mis compa\u00f1eros, sin embargo, se hab\u00edan cogido de los hombros y se entregaban sobre el hielo a saltos y danzas como girls de music-hall<\/em>, cantando el Lambeth Walk<\/em>. \u00a1Pobres diablos! Aun no se hab\u00edan recobrado del todo de esta horrible prueba. Yo estaba a punto de ceder a un p\u00e1nico indigno de un hombre, cuando Bing se levant\u00f3, se aproxim\u00f3 a m\u00ed y, mir\u00e1ndome con una insolencia perfectamente inconveniente, hizo el gesto de rascarse el interior de la palma con el \u00edndice de la otra mano. Actuaba con una odiosa lentitud y descomponiendo cuidadosamente sus movimientos, como si tuviera una significaci\u00f3n esot\u00e9rica. Era horrible. Yo cre\u00ed, durante un momento, que trataba de maleficiarme. No se sabe nunca lo que pasa por la cabeza de los primitivos. Despu\u00e9s de todo, \u00bfno est\u00e1bamos en el Oriente misterioso? Todo pod\u00eda ocurrir. Mis compa\u00f1eros, que hab\u00edan terminado de danzar, se aproximaron. Les consult\u00e9: \u00bfque deb\u00eda hacer?<\/div>\n

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\"\"La montaña más alta del mundo no es el Everest, sino una que tiene más de catorce mil metros. Esta es la historia de su primer y único ascenso. Una novela que, además de divertida, es la única que trata al montañismo de forma sarcástica.<\/div>\n

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