{"id":11140,"date":"1999-05-10T00:00:00","date_gmt":"1999-05-10T00:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/montanismo.org\/revista\/?p=11140"},"modified":"2012-03-08T12:08:59","modified_gmt":"2012-03-08T18:08:59","slug":"kangchenjunga_oeste_8420_m","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/montanismo.org\/1999\/kangchenjunga_oeste_8420_m\/","title":{"rendered":"Kangchenjunga Oeste (8,420 m)"},"content":{"rendered":"
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1º de febrero.<\/b> Despedida de la comunidad universitaria y monta\u00f1ista de M\u00e9xico en el Palacio de Miner\u00eda. All\u00ed tiene lugar una conferencia de prensa, donde se presenta el primer tomo del libro Expedici\u00f3n al Himalaya 1980.<\/p>\n

2 de febrero<\/b>. Se realiza el \u00faltimo examen m\u00e9dico de los miembros de la expedici\u00f3n en las instalaciones de la ENEP Iztacala, donde se vuelven a aplicar las pruebas de fisiolog\u00eda del esfuerzo. Hay nerviosismo entre los expedicionarios, pues es el \u00faltimo d\u00eda que permanecemos en M\u00e9xico. El examen arroja un solo resultado negativo: el doctor Jaime Arciniega, m\u00e9dico de la expedici\u00f3n, presenta un problema cardiaco, por lo que se decide, a pesar de lo que esto implica, sustituirlo por otro m\u00e9dico.<\/p>\n

3 de febrero<\/b>. Salida del aeropuerto de la ciudad de M\u00e9xico. Volamos M\u00e9xico-Houston-Nueva York-Londres-Frankfurt-Bombay-Bangkok. En esta \u00faltima ciudad el calor es insoportable. All\u00ed esperamos realizar tr\u00e1mites aduanales para la introducci\u00f3n de equipo, pero el encargado nos informa que no es necesario hacer ninguna gesti\u00f3n porque nuestra carga est\u00e1 en tr\u00e1nsito. Los dos d\u00edas siguientes nos dedicamos a realizar algunas compras de \u00faltima hora.<\/p>\n

8 de febrero<\/b>. Al mediod\u00eda volamos por la Royal Nepal Airways a la ciudad de Kathmand\u00fa, adonde llegamos por la noche.<\/p>\n

9 de febrero<\/b>. Despu\u00e9s de acomodarnos en el hotel, vamos en busca de nuestro contacto, el ingl\u00e9s Michael Chaney, quien hab\u00eda realizado para nosotros los tr\u00e1mites necesarios para la obtenci\u00f3n de permisos, as\u00ed como para contratar los sherpas y porteadores de la expedici\u00f3n, todos ellos pertenecientes a la compa\u00f1\u00eda Sherpa Cooperative Trekking. Durante los 20 d\u00edas siguientes nos dedicamos a resolver multitud de tr\u00e1mites burocr\u00e1ticos: permiso para introducir radios, material fotogr\u00e1fico, ampliaci\u00f3n de visas, permisos de trekking, recuento del material. No obstante, tratamos siempre de conservar nuestra condici\u00f3n f\u00edsica. Todas las ma\u00f1anas corremos un promedio de 10 kil\u00f3metros y adem\u00e1s realizamos otros ejercicios, sin olvidar los rigurosos ex\u00e1menes m\u00e9dicos.<\/p>\n

Los domingos en Nepal se trabaja como cualquier otro d\u00eda y solamente los s\u00e1bados se consideran d\u00edas de descanso. Algunos de los expedicionarios son confundidos por nepaleses ya que existe cierto parecido entre los rasgos f\u00edsicos. En estos d\u00edas nos adentramos en el conocimiento de la cultura, el arte y las costumbres de este pueblo.<\/p>\n

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\n Marcha de aproximaci\u00f3n<\/b><\/p>\n

29 de febrero<\/b>. Hoy es nuestro \u00faltimo d\u00eda en Kathmand\u00fa. El entusiasmo reina entre nosotros, pues hemos resuelto satisfactoriamente lo referente a los permisos as\u00ed como otros m\u00faltiples problemas. Hoy sentimos que verdaderamente comienza la expedici\u00f3n. A las ocho y media, en un autob\u00fas contratado, nueve mexicanos y 35 nepaleses partimos con rumbo a Dharan Bazar. Nos sigue un cami\u00f3n de redilas con seis toneladas de material. La carretera es espectacular, llena de barrancas que nos mantienen atentos todo el tiempo.<\/p>\n

1 de marzo<\/b>. A la una de la tarde llegamos a Dahran. Inmediatamente se instala el campamento y se organizan las cargas que ser\u00e1n repartidas entre los 235 porteadores contratados all\u00ed.<\/p>\n

2 de marzo<\/b>. Temprano parten Hugo Salda\u00f1a y Alfonso Medina con diez porteadores. Su misi\u00f3n: contratar a los porteadores de recambio y preparar la buena marcha de la gran caravana que los seguir\u00e1 con un d\u00eda de diferencia. Mientras, el resto se dedica al reparto de la carga.<\/p>\n

3 de marzo<\/b>. A las nueve treinta personas estamos listos para nuestra primera jornada. El camino principia estando a 400 metros sobre el nivel del mar. Por una ca\u00f1ada pedregosa de escasa vegetaci\u00f3n y en medio de un calor intenso, ascendemos hasta los 1200 metros; sin embargo, por la tarde bajamos nuevamente hacia un r\u00edo, con lo que perdemos la altura ganada. Durante todo el trekking nos acostumbramos a una nueva forma de vida: a las seis de la ma\u00f1ana el ayudante de cocina nos despierta con una taza de t\u00e9. Veinte minutos despu\u00e9s ya est\u00e1 el desayuno servido, que consiste en huevos, avena, leche, mermelada, una especie de tortillas de harina denominadas chapat\u00ed, as\u00ed como complemento de soya y vitaminas que hemos tra\u00eddo desde M\u00e9xico.<\/p>\n

La marcha se inicia a las once de la ma\u00f1ana siguiendo por los m\u00faltiples caminos y veredas que ah\u00ed existen. A mediod\u00eda hacemos la segunda comida Â?muy ligeraÂ?, que consiste en huevos cocidos, chapat\u00ed untado con crema de cacahuate o mermelada y miel sobre una especie de panes llamados ruti. En el camino hacemos altos de vez en cuando en diferentes casas para tomar el t\u00e9. La jornada termina a las tres o cuatro de la tarde. Se coloca el campamento, se espera que lleguen los porteadores para reunir las cargas. De esto se encargan los sherpas mientras nosotros nos dedicamos a leer o a escribir cartas a los familiares y amigos. A pesar de la barrera del idioma, la convivencia con los porteadores es f\u00e1cil, pues los habitantes de estos lugares se caracterizan por su curiosidad.<\/p>\n

Durante los 26 d\u00edas siguientes recorremos todos los climas: vamos del \u00e1rido seco a los bosques de con\u00edferas. Atravesamos zonas selv\u00e1ticas y sabanas, pero casi nunca perdemos de vista al r\u00edo Tamur. A poco menos de la mitad del camino y teniendo como marco una ma\u00f1ana esplendorosa, desde un collado de 2900 metros de altura vemos por primera vez la gran cordillera del Himalaya. All\u00ed estaban el Everest y otros gigantes, pero el que m\u00e1s nos interesaba era el Kangchenjunga. Nos disputamos los binoculares para gozar m\u00e1s de esta vista. Para muchos es como un sue\u00f1o de muchos a\u00f1os antes. El tiempo es alterno: dos o tres d\u00edas templados, uno o dos de lluvia, neblina y lluvias espor\u00e1dicas.<\/p>\n

Sin embargo, conforme avanza el tiempo, los d\u00edas mejoran. A lo largo de los 250 kil\u00f3metros de la marcha de acercamiento, atravesamos numerosos accidentes del terreno. No era extra\u00f1o estar a los tres mil metros y al d\u00eda siguiente haber bajado hasta los 800.<\/p>\n

21 de marzo. <\/b>A mediod\u00eda llegamos a Ramser, donde instalamos nuestro campamento base de aprovisionamiento. Aqu\u00ed despedimos a 200 porteadores y nos quedamos s\u00f3lo con 35 sherpas para las jornadas que a\u00fan faltaban para llegar al campamento base definitivo.<\/p>\n

Un d\u00eda antes nos hab\u00edamos ya reunido con Hugo y Alfonso, que desbordaban entusiasmo. El lugar es perfecto para cualquier alpinista, pues estamos rodeados de monta\u00f1as de m\u00e1s de siete mil metros, con glaciares espectaculares y aristas sorprendentes. EL tiempo es generalmente benigno. Para los 20 kil\u00f3metros que nos restaban hasta el campamento base, hay que recorrer un glaciar cubierto de grandes pedruscos y nieve suelta que en ocasiones nos llega hasta la cintura. La zona es peligrosa por lo cual se instala en algunos puntos cuerda fija, as\u00ed como dos campamentos intermedios para que los porteadores puedan dormir y depositar sus cargas. El sistema de trabajo consiste en que 15 porteadores llevan cargas desde Ramser hasta el primer campamento en el glaciar. Otros diez llevan estas cargas del campamento intermedio al segundo. Posteriormente solo 10 llevan toda la carga en m\u00e1s de 30 d\u00edas hasta el campamento base.<\/p>\n

1 de abril<\/b>. Cuatro expedicionarios, dos sherpas y algunos porteadores alcanzamos la cota de los 500 metros, lugar donde se instal\u00f3 el campamento base. Durante la semana siguiente nos dedicamos organizar el campamento con las cargas que van llegando continuamente. EL lugar es una peque\u00f1a colina rocosa protegida por los aludes que a toda hora se desprenden de las monta\u00f1as circunvecinas. En este lugar se han instalado las expediciones anteriores y existe ah\u00ed una piedra grabada con el nombre de Alexis A. Pach\u00e9. La vista es maravillosa: al noroeste tenemos la inmensa mole del Kangchenjunga, tan grande que no alcanzamos a dominarla por completo. Hacia el este se contempla el Talung, de m\u00e1s de siete mil metros, y al poniente el Jann\u00fa, monta\u00f1a que los franceses hicieron famosa en los albores del himalayismo debido a su belleza y a sus dificultades t\u00e9cnicas. A nuestros pies y hacia el sur, se domina todo el glaciar Yalung.<\/p>\n


\n El ataque a la monta\u00f1a<\/b><\/p>\n

8 de abril<\/b>. Hoy nos sentimos bien aclimatados y empezamos el ataque a la monta\u00f1a. Dos expedicionarios y dos sherpas salen con el equipo necesario para varios tramos de la ruta. El primer problema a vencer es una barrera de unos 25 metros de altura. Despu\u00e9s de colocar escaleras, contin\u00faan adelante, buscando el camino m\u00e1s viable entre numerosas grietas.<\/p>\n

9 de abril.<\/b> Salida hacia el campamento base. Mientras dos expedicionarios en la punta abren ruta, el resto eleva material hasta cerca de los seis mil metros. Al d\u00eda siguiente se llega al emplazamiento del campamento n\u00famero uno, a 6100 metros. Las dificultades: grietas, una traves\u00eda de 50 metros sobre una pendiente de 70 grados que requiri\u00f3 la colocaci\u00f3n de cuerda fija. Al terminar la traves\u00eda se forma una repisa que facilita la ascensi\u00f3n de una pared de 20 metros. En los primeros siete se coloca una escalera y el resto se pasa despu\u00e9s con ascensores. La pendiente es fuerte y hasta el reborde de una gran grieta instalamos el campamento n\u00famero uno., en un lugar bien protegido del viento y de posibles avalanchas.<\/p>\n

11 de abril<\/b>. Hoy decidimos descansar en el campamento base y aprovechar el tiempo para preparar la ceremonia budista que los sherpas realizan tradicionalmente. Comienzan por levantar un peque\u00f1o altar donde han colocado madera e incienso; asimismo hay un asta de donde cuelgan dos hileras de peque\u00f1as banderas de muchos colores, cada una de las cuales lleva inscrita una oraci\u00f3n a sus dioses. Ofrecen alimentos y bebidas a Buda y luego de un buen rato de oraciones, nos ofrecen parte de este alimento. Tambi\u00e9n riegan arroz en el altar. Ya para entonces las banderas de M\u00e9xico, Nepal y nuestra Universidad ondean en una sola asta.<\/p>\n

12 de abril.<\/b> Se pone en marcha el programa para instalar el campamento dos. Hoy, dos mexicanos y un sherpa salen a dormir en el campamento uno. Al d\u00eda siguiente el sherpa se siente enfermo y se ve obligado a descender. Hugo Salda\u00f1a y Manuel Casanova exploran en busca de una mejor ruta, la que se encuentra hacia la izquierda del campamento. Para llegar a la cumbre de la Joroba es necesario instalar una escalera sobre una grieta y luego colocar 400 metros de cuerda por una pendiente inclinada que finalmente se convierte en pared. El d\u00eda es hermoso y gozamos de la escalada.<\/p>\n

15 de abril<\/b>. Hoy llegamos al lomo de la Joroba, lugar important\u00edsimo porque es el \u00fanico punto desde donde se aprecia toda la ruta de la cascada superior de hielo y el acceso a la cumbre. Por la observaci\u00f3n sentimos que tenemos posibilidades de coronar nuestro objetivo, a pesar del peligro que representan algunos tramos de escalada.<\/p>\n


\n Encuentro con otras expediciones<\/b><\/p>\n

17 de abril<\/b>. Mientras se contin\u00faa trabajando entre el campamento uno y dos, llegan a nuestro campamento base dos grupos: el primero est\u00e1 compuesto de alemanes que intentan conquistar la cumbre principal; el otro es de japoneses y van en plan de exploraci\u00f3n con permiso solamente para llegar hasta los 6500 metros.<\/p>\n

Como los alemanes necesitan utilizar el mismo camino que nosotros hasta el campamento tres, se procura llegar a un acuerdo para cooperar en el avance. Como nosotros llevamos la delantera, les pedimos que nos indiquen en qu\u00e9 forma se puede cooperar, ya que no llevan equipo suficiente y apenas cuatro de ellos han llegado al campamento base. En una forma que hiere nuestra sensibilidad, nos dicen que tienen mucha experiencia en el Himalaya y que a cambio de su experiencia nosotros debemos proporcionar el trabajo y el equipo. L\u00f3gicamente esto no es visto con agrado por nosotros; se acuerda que los mexicanos seguiremos abriendo la ruta y que les permitiremos pasar por ella a cambio de ayuda m\u00e9dica, ya que nuestro doctor hab\u00eda tenido que retirarse por motivos de salud desde el d\u00eda 10. Dentro del acuerdo se establece que no pueden pasar delante hasta que la ruta est\u00e9 abierta.<\/p>\n

Por la tarde, los japoneses se entrevistan con nosotros y en forma muy respetuosa nos piden que, sin obstaculizar nuestro trabajo, les permitamos utilizar la ruta hasta el lomo de la Joroba. Este es el inicio de una buena amistad.<\/p>\n

21 de abril<\/b>. El campamento dos queda instalado despu\u00e9s de once d\u00edas de trabajo. Para llegar hasta all\u00ed, la ruta presenta serios problemas. Primero hubo necesidad de descender por una pared rocosa aprovechando un canal\u00f3n de 80 grados de inclinaci\u00f3n en donde el principal peligro era la constante ca\u00edda de piedras; poco m\u00e1s debajo de la mitad del canal\u00f3n, se realiz\u00f3 una traves\u00eda sobre la roca de unos 40 metros para despu\u00e9s seguir descendiendo directamente con la ayuda de una cuerda. De esta manera llegamos a la base del glaciar el cual ten\u00edamos que atravesar. El lugar es plano, pero hay grietas muy profundas que se bordeaban cuando era posible; cuando no, se instalaban escaleras. Esto es dif\u00edcil por la necesidad de transportarlas por el canal\u00f3n, no tanto por su instalaci\u00f3n. Posteriormente hab\u00eda que ascender nuevamente por la cascada de hielo. Nuevamente nos enfrentamos a lo vertical: la cascada es una inmensa escalera de hielo con tramos de 15 a 20 metros de fuerte pendiente. La cuerda fija se vuelve a instalar y su uso ser\u00e1 ya continuo hasta nuestro campamento tres.<\/p>\n


\n El glaciar superior<\/b><\/p>\n

24 de abril.<\/b> Decidimos cambiar el emplazamiento del campamento dos a un lugar m\u00e1s seguro, situado 200 metros arriba, pues en el sitio anterior el viento pegaba fuerte y el peligro de avalanchas nos manten\u00eda constantemente alertas. El campamento dos definitivamente qued\u00f3 situado a 6800 metros. Altern\u00e1ndonos en la punta diferentes cordadas, mientras que otras, en coordinaci\u00f3n con los sherpas, aprovisionaban los campamentos, continuamos por la dif\u00edcil ruta en busca del emplazamiento para el campamento tres. La salud de todos era excelente y s\u00f3lo se reportaron leves infecciones y problemas estomacales. A las ocho de la ma\u00f1ana de cada d\u00eda nos comunicamos por radio para coordinar los diferentes avances de los suministros y se repite por las tardes. Entonces se informa de los avances y se dan las disposiciones para el d\u00eda siguiente. Es generalmente por las tardes cuando, para relajar tensiones, bromeamos por la radio entre los diferentes campamentos. No es raro escuchar conversaciones como:<\/p>\n

\u2014Campamento uno a campamento dos, aqu\u00ed Lucio.
\n \u2014Informa sobre tu situaci\u00f3n Â?contestaba To\u00f1o.
\n \u2014Posici\u00f3n inc\u00f3moda, futuro dif\u00edcil, porque necesidades fisiol\u00f3gicas se aproximan. Terror de satisfacerlas por la temperatura tan baja.<\/p>\n

29 de abril<\/b>. El avance es m\u00e1s lento. El trabajo se vuelve m\u00e1s pesado por la altura. Hemos rebasado los siete mil, pero el entusiasmo nos mantiene activos; todos los d\u00edas avanzamos 200 o 300 metros. Es necesario instalar cuerdas fijas, poner m\u00e1s escaleras, lo cual se convierte en una pesadilla. Por eso, cuando este d\u00eda descubrimos la ruta que nos llevar\u00e1 hasta la repisa superior. Sentimos gran alivio. Al d\u00eda siguiente se instala el campamento tres a 7300 metros, es decir: a una altura mayor que el Aconcagua, la elevaci\u00f3n m\u00e1s alta de Am\u00e9rica. La tarde es sumamente fr\u00eda: a las siete de la noche, nuestro term\u00f3metro marca 29º bajo cero.<\/p>\n


\n La decisi\u00f3n<\/b><\/p>\n

1 de mayo.<\/b> La vista es incre\u00edble. Muy a lo lejos, el Himalaya se pierde entre centenares de monta\u00f1as nevadas. La comunicaci\u00f3n de la ma\u00f1ana fue importante. Hoy decidimos entre todos qui\u00e9nes ser\u00edan los dos mexicanos que llegar\u00edan a la cumbre. Se analiz\u00f3 caso por caso, se verific\u00f3 el estado f\u00edsico, la aptitud emocional, la experiencia de cada uno. Todos deseamos ser elegidos, pero sabemos que esto es imposible, as\u00ed que aceptamos el papel que nos corresponde en este momento. No era posible que el ego\u00edsmo nos hiciera fracasar. Antonio Cort\u00e9s fue designado para que desde el campamento uno coordinara los suministros en caso de que nos sorprendiera y se prolongara el mal tiempo. Su responsabilidad es muy grande pues de \u00e9l dependeremos en gran parte. Hugo Delgado recibe la comisi\u00f3n de situarse en el campamento dos. Su misi\u00f3n ser\u00e1 enlazar las comunicaciones con los campamentos superiores, recibir a los sherpas que lleguen con carga y mandar a otros hacia el campamento tres. Lucio C\u00e1rdenas y Manuel Casanova, junto con un sherpa, se encargar\u00e1n de abrir la ruta y llevar la carga de los que atacar\u00e1n la cumbre con el fin de que la cordada de ataque est\u00e9 descansada.<\/p>\n

De aqu\u00ed en adelante, las dificultades t\u00e9cnicas ya no son tantas y no es necesario instalar cuerdas fijas ni poner escaleras. Por los estudios de otras expediciones, sabemos que en un solo d\u00eda alcanzaremos la zona para instalar el campamento cuatro.<\/p>\n

2 de mayo<\/b>. Todo lo que hemos so\u00f1ado y planeado para estos momentos se pone en pr\u00e1ctica. A las seis de la ma\u00f1ana ya estamos prepar\u00e1ndonos para la dura jornada. A las nueve comenzamos la marcha, que se hace lenta no obstante el camino que no presenta dificultades. Despu\u00e9s de bordear una grieta y siempre colocando banderas de se\u00f1ales, ascendemos por la gran repisa acerc\u00e1ndonos lentamente (promedio de 60 metros por hora) hasta el canal\u00f3n que nos conducir\u00e1 a la cumbre. En el mismo lugar en que los alemanes hace cinco a\u00f1os [1975] instalaron su cuarto y \u00faltimo campamento, nosotros lo montamos. M\u00e1s adelante era imposible, no s\u00f3lo por la fuerte pendiente (45 grados) sino tambi\u00e9n por la amenaza de los aludes. A las cinco de la tarde, Lucio y Manuel emprenden el regreso al campamento tres, dejando a Hugo, Alfonso y al sherpa en el Campamento cuatro, a 7800 metros. El regreso es realmente agotador ya que hab\u00edamos cargado con tanques de ox\u00edgeno, tiendas de campa\u00f1a, bolsas de dormir y dem\u00e1s enseres. La tarde est\u00e1 muy nublada y nos cuesta mucho trabajo llegar al campamento. A las 7:30 lo logramos.<\/p>\n

3 de mayo.<\/b> El d\u00eda amaneci\u00f3 mal. El viento era fuerte y la neblina prevalece la mayor parte del d\u00eda, frustr\u00e1ndonos las esperanzas de intentar ese d\u00eda el ataque final. Pasamos todo el d\u00eda en las tiendas y por la tarde Manuel, como jefe de la expedici\u00f3n, decide que si en tres d\u00edas el tiempo es a\u00fan malo, los del campamento cuatro deber\u00e1n descender. Fue un momento dif\u00edcil.<\/p>\n

La cumbre<\/b><\/p>\n

4 de mayo<\/b>. El d\u00eda amaneci\u00f3 hermoso. Todos estamos a la expectativa. A las siete de la ma\u00f1ana nuestros compa\u00f1eros del campamento cuatro fueron visibles en el inicio del gran corredor. Avanzan lentamente, Cada 10 o 15 minutos salimos de la tienda para observar su avance. Las horas pasan lentamente y para la una de la tarde llevan un poco m\u00e1s de la mitad. El tiempo se vuelve angustioso, pues hab\u00edamos planeado que a las dos o tres de la tarde, donde quiera que estuvieran nuestros compa\u00f1eros, tendr\u00edan que regresar. Sin embargo, contin\u00faan avanzando. Nuestro \u00e1nimo va en decaimiento pues sabemos los riesgos que esto implica. Pero ellos, con una voluntad inquebrantable, avanzan. A las cinco de la tarde los vemos por \u00faltima vez a s\u00f3lo 30 metros de la cumbre. Los perdemos de vista cuando entran en la zona rocosa. Adem\u00e1s, una espesa capa de nubes se cruza entre ellos y nosotros. A las cinco y media calculamos que nuestros compa\u00f1eros llegaron a la cumbre.<\/p>\n

La tarde fue angustiosa. Desde el campamento tres, Lucio ve descender solamente a una persona, que pronto se nos pierde en la oscuridad. Ya casi oscureciendo, lleg\u00f3 al campamento cuatro. Angustiosamente esperamos que Alfonso y Hugo se comuniquen con nosotros por radio, cosa que no hicieron. Pensamos que por el cansancio habr\u00edan bajado muy tarde.<\/p>\n


\n “Un precio muy alto…”<\/b><\/p>\n

5 de mayo<\/b>. El d\u00eda amanece con mucho viento. Como estaba previsto, muy temprano Lucio y el sherpa Migma suben al campamento cuatro. En el camino se encuentran con el sherpa Chong, que viene en mal estado. Despu\u00e9s de ser auxiliado, les informa que vio por \u00faltima vez a Hugo en la cumbre y a Alfonso intentando avanzar los \u00faltimos 30 metros hacia su compa\u00f1ero. Seg\u00fan el sherpa, sinti\u00f3 principios de congelamiento en manos y pies y solicit\u00f3 permiso para descender, separ\u00e1ndose de la cordada. En el campamento cuatro, el sherpa los estuvo esperando toda la noche y al ver que no llegaban, por su estado f\u00edsico se vio obligado a descender. Por la tarde, el tiempo empeora.<\/p>\n

6 de mayo.<\/b> A\u00fan con esperanzas, Lucio y el sherpa llegan por segunda vez hasta el campamento cuatro sin encontrar rastro alguno as\u00ed que deciden subir un poco m\u00e1s y con la ayuda de aparatos \u00f3pticos buscar por toda la ladera. No encuentran rastros de ellos. El mal tiempo se avecina y los obliga a buscar refugio en el campamento.<\/p>\n

8 de mayo<\/b>. Consideramos la imposibilidad de que nuestros compa\u00f1eros est\u00e9n con vida y despu\u00e9s de realizar todo lo t\u00e9cnicamente posible Hasta nuestros d\u00edas no se ha logrado un rescate a los ocho mil metros. Con m\u00e1s ganas de quedarnos que de descender, empezamos el regreso, en medio del mal tiempo, abandonando gran cantidad de material.<\/p>\n

De regreso al campamento base se realiza una ceremonia luctuosa, grabando los nombres de Hugo y Alfonso en una piedra, sintiendo cada d\u00eda m\u00e1s su ausencia. Hemos triunfado en el Himalaya, pero hemos pagado a cambio un precio muy alto por ello. Las l\u00e1grimas fluyen de nuestros ojos y el d\u00eda 12 emprendemos la marcha de regreso a Kathmand\u00fa.<\/p>\n

Durante los catorce d\u00edas que dura el regreso, la lluvia nos persigue implacablemente, pues el monz\u00f3n estaba llegando. Una noche, un tremendo aguacero derriba las tiendas, sac\u00e1ndonos de nuestro reposo. El 26 de mayo llegamos a Kathmand\u00fa. Es necesario realizar los tr\u00e1mites para regresar el equipo, lograr las actas de defunci\u00f3n de nuestros compa\u00f1eros, pagar todas nuestras deudas. El 20 de junio, despu\u00e9s de una breve estancia en tres pa\u00edses europeos donde nos esperaban monta\u00f1istas de aquellos lugares para realizar acuerdos que incrementaran el intercambio entre el monta\u00f1ismo mundial, llegamos a M\u00e9xico.<\/p>\n

Nuestro arribo fue muy dif\u00edcil. Innumerables periodistas nos esperaban para preguntarnos m\u00e1s sobre el accidente que sobre la haza\u00f1a deportiva. Sin tener conocimiento alguno sobre monta\u00f1ismo, nos consideraban responsables del funesto suceso. S\u00f3lo el entusiasta recibimiento de nuestros familiares y cientos de monta\u00f1istas universitarios que nos esperaban, nos hizo sentir que nuestro esfuerzo y el sacrificio de Hugo y Alfonso no hab\u00edan sido en vano. <\/p>\n

\n Manuel Casanova. “Ascensi\u00f3n al Kangchenjunga (8420
\nm.)”
\nRevista Puma<\/i> 17, diciembre de 1980, p. 3-8 y 12-15.<\/p>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

La primera expedición mexicana a una montaña de ocho mil metros tuvo diferentes vivencias y un resultado. Estos son extractos del diario del jefe de la expedición sobre su desarrollo.<\/div>\n

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