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Cuando el montañismo era practicado por unos cuantos, nadie les prestaba atención cuando se internaban en lugares que nadie más visitaba más que ellos. Pero con la comercialización de las zonas agrestes y la carencia de regulación para el comercio, comenzaron a aparecer quienes hacían de salir a la montaña un negocio, muchos de ellos no estaban capacitados para la actividad que realizaban.

En muchos países, las autoridades se dieron cuenta de esto porque se les iban impuestos qué cobrar. Así que pusieron a trabajar a su gente en la reglamentación de esas actividades desde prácticamente cero. Es decir: quienes escribían esa reglamentación no tenían idea de lo que hablaban. En el mejor de los casos, se informaban con algunos que practicaban la actividad.

Pronto se dieron cuenta que es una actividad de riesgo que debía ser “restringida” a ser practicada sólo por las personas capacitadas. En algunos países emitieron reglamentos o leyes que así lo manifestaron. Perú fue víctima de uno de estos reglamentos para el Parque Nacional Huascarán.

Por supuesto, las protestas no se hicieron esperar y en el caso de Perú, la protesta fue internacional. ¿Cómo pedirle a un alpinista de élite que deba ir a fuerza con un guía que no tiene la misma experiencia que él? La protesta y el gran trabajo que dieron elagunos peruanos dio resultado: se modificó el reglamento y ahora sólo es necesario cubrir un requisito.

Pero no es lo mismo hablar de la Cordillera Blanca, adonde acuden cientos de montañistas al año, que de una zona de escalada particular en cualquier país. Sobre todo las zonas que carecen prácticamente de afluencia internacional, quedan sin esa protesta internacional y son los escaladores locales quienes tienen que defenderlas.

Una nueva ley de este tipo está pendiendo como la espada de Damocles sobre el Paraná, en Brasil. No sólo eso: también hay leyes que dificultan la práctica del montañismo en otras regiones de Brasil. Es posible que se trate otra vez de lo mismo: alguien creyó que podría reglamentar las actividades en espacios agrestes porque ahí se hace comercio pero no consideró que esos espacios son visitados desde hace mucho tiempo por montañistas, exploradores, escaladores y otros más que no hacen negocio de ello, sino una de sus principales formas de recrear su vida.

Aunque parezca mucho trabajo, hay que hacerlo: hacer entender que el montañismo no es sólo un negocio en el que se llevan clientes. Cuando se trabaja con clientes deben regir algunas reglas pero cuando no es un negocio debe haber otras. Sin embargo, creo que ambas deberían ser prácticamente las mismas en esencia, aunque unas estén orientadas a la satisfacción del cliente y otras al aprendizaje en la montaña, con la diferencia de pago de impuestos.

Y las autoridades deberían tomar en cuenta a las federaciones nacionales, que son la autoridad legal con quien tratar este tipo de temas. O en un ejemplo más sencillo: a nadie se le ocurriría hacer una ley en contra del futbol sin consultar primero a la federación de este deporte.

Mientras tanto, estas palabras que sirvan de apoyo a los montaistas brasileños que están luchando por poder practicar su deporte sin árbitros que no sepan del juego.

Fuentes

Normas voluntarias de turismo se tornan obligatorias para el montañismo de Paraná
Leyes que dificultan el montañismo están presentes en otros estados