Es una gran inmensidad de agua. Un pedazo del Pacífico entrando al abrigo de Baja California. Un mar propio con vida propia, con elementos naturales y fuerzas de la eternidad. Quienes lo conocen quieren regresar a él, pero es siempre elusivo. Antoni Murcia decidió navegarlo en su kayak. Se trasladó a Mulegé (Baja California Sur) en su camioneta con su embarcación encima. De ahí partió hacia el sur y cuando llego a La Paz, regresó a Mulegé y volvió a navegar, pero hacia el norte, hasta el puerto de San Felipe.
Quedó impresionado: soledad, mar, sierra, desierto, escasa pero palpitante vida.
Sol. Agua. Viento. Sal.
A cada palada encontraba un mar diferente, un encuentro decisivo que le fue ganando poco a poco el mote de “Toni de Baja”, como le llamó alguien a quien encontró, pese a ser español. Su viaje fue una aventura completa y cada vez mayor. Por eso la repitió. Dos veces en una mismo año. Viajó a ese otro mundo que es el Mar de Cortés y que fotografió cuanto pudo.
Eso es lo que Toni quiere compartir: un mundo que conoció y al que aprendió a amar desde un kayak. Pese a lo elocuente de las fotografías, Toni también aprendió que lo más importante es imposible de describir. Ni en palabras ni en imágenes. Hay que vivirlo. Por eso, Toni regresa al Mar de Cortés.
Puedes ver la galería completa de su viaje si das click en alguna fotografía. Y si lees cada uno de los pies de foto, encontrarás otra eventura por sí misma.
Antoni Murcia es un kayakista español que ha recorrido varias veces el Mar de Cortés en su kayak. Su próximo reto es cruzarlo, de Topolobampo (Sinaloa) hasta la isla de Espíritu Santo, un recorrido a mar abierto en el que espera estar a bordo de su kayak tres días y dos noches para terminar las 112 millas terrestres (180 kilómetros, sin tener en cuenta la deriva) hasta la playa Pichilingue, al sur de La Paz, Baja California Sur.
Dos noches dormitando a ratos en su kayak no lo hace cualquiera y Toni reconoce que no es un deportista excepcional. Pero lo hará porque le gusta el Mar de Cortés y en apoyo a Mari Carmen Peña, una montañista mexicana que está luchando contra el cáncer.
La metáfora me pareció bella y poderosa. Lanzarse a lo desconocido, a un futuro inmediato donde sabemos que se va a requerir un gran esfuerzo de nuestra parte. Donde puede haber peligros imprevistos. Momentos de soledad. Tentaciones de abandonar. Donde nuestra voluntad será puesta a prueba en todo momento. Pero donde sabemos que al otro lado está la meta, aunque no la podamos ver todavía desde nuestro punto de vista.
No soy, ni mucho menos, un deportista "profesional". Sé que otros grandes kayakistas han conseguido logros muchísimo mayores. Pero para mí, este reto va a poner a prueba mis límites y mi voluntad. Después de todo, nadie es profesional al enfrentarse al cáncer, pero luchamos con todas nuestras fuerzas para enfrentarnos a la enfermedad. Y esto es lo que yo voy a hacer Voy a dar todo lo que tengo dentro de mí para conseguir llegar a la meta.
Toni llevará una embarcación cercana a él, pero tratará de mantenerse aislado, salvo por las comunicaciones. Toni invita a hacer una colaboración voluntaria a la cuenta de banco de Maricarmen para ayudarla a recaudar fondos y seguir luchando contra el cáncer.
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María del Carmen Peña Monroy