El pasado domingo un grupo de cuatro excursionistas se dirigieron a La Malinche. El guía, de 62 años, llevaba a niños de 14 a 15 años de edad. Días después, los cuatro eran rescatados pero lamentablemente uno de ellos perdió la vida en el hospital. El diagnóstico médico fue por hipotermia, lo que le causó un paro cardiaco.
Aún no se saben los detalles técnicos de cómo sucedió y posiblemente no se sepan ya. Lo que sí se sabe es que las autoridades y equipos de rescate tuvieron grandes diferencias entre ellos y que el joven fallecido fue el último en ser evacuado de la montaña. Las razón: mal tiempo, lo que obligó al equipo de rescate a permanecer una noche más en la montaña, con el rescatado.
Los detalles están por todos lados y no hay consistencia en ellos, salvo por la muerte del joven y lo que parece ser una fuerte disputa entre los estados de Puebla y Tlaxcala. Con este panorama tan limitado de información, es imposible dar una nota fiable, pero sí se puede hablar sobre el sistema de rescate de montaña en México.
Fallas en el sistema de búsqueda y rescate
Siempre que hay un accidente y una muerte, se “descubren” fallas. Generalmente se acusa al gobierno o a los mismos grupos de rescate, pero generalmente las fallas comienzan en la planeación de quienes van a la montaña, algunas veces por negligencia pero la mayoría por falta de conocimiento. Este apartado educativo corresponde a las agrupaciones de montañismo y a los medios especializados y no son más que recomendaciones generales que para quienes tenemos mucho tiempo yendo a la montaña son básicas.
El segundo nivel de errores estaría en el accidente mismo y en la forma de actuación una vez producido un evento de urgencia: un accidente o una pérdida. En todos los manuales de búsqueda se menciona éste como uno de los más complicados porque depende de la personalidad de cada individuo. Por supuesto que sí… siempre y cuando no se hayan formado bajo una educación homogénea. Así que este segundo nivel viene a ser en realidad una segunda parte de esa educación que es vital para tener seguridad en la montaña.
Los grupos de rescate aparecen cuando las personas no pueden salir por sí mismas del problema. Hay que considerar que los grupos de rescate en México están formados principalmente de voluntarios que dejarán de trabajar al día siguiente por atender ese llamado altruista, además de gastar su equipo personal (que no les es facilitado como a los miembros del cuerpo de bomberos) que es bastante caro.
Sin incluir el uso de helicópteros, el costo de un rescate es elevado, pero los rescatados nunca tienen que pagar por ellos.
¿Qué quiero decir aquí?
Ante todo, no culpo a nadie pero tampoco eximo a nadie de culpa. En los cursos de primeros auxilios, una de las cosas importantes que se enseña es que cualquier persona que diga “yo sé primeros auxilios”, tiene ya la responsabilidad de la persona que está atendiendo. Se trata de una persona voluntaria que tiene conocimientos y que va pasando pero que ve a otra en peligro y se decide a ayudarla. Lo mismo debe suceder con los equipos de rescate. Ser voluntarios no debe ser sinónimo de no ser responsables. Eso debe quedar claro.
Cada parte del sistema de búsqueda y rescate tiene fallas en México. Y todas pueden ser mejoradas, en realidad con bastante facilidad pero muchas ganas de ser mejores. Cuando los grupos de rescate se vean juntos en la montaña deberían quitarse cualquier bandera que no sea salvar la vida que está en sus manos ya, en el momento de atender ese llamado. Si existieran diferentes banderas, cada una tratará de sobresalir y el objetivo principal quedará minimizado. El altruismo se pierde cuando inicia el protagonismo.
Pienso en las más de 600 personas que participaron en un rescate y en el triste final. Parecer claro que había banderas y patrias chicas que defender en lugar de seguir un plan común. ¿De qué sirven tantas personas si no trabajan en conjunto?
Cómo mejorar
Los planes que los gobiernos emitan para ir a las montañas no tendrán sentido si la gente no es educada para ello. Los rescates no tendrán éxito si no existe una unidad de acción y el objetivo de salvar una vida dejando de lado preferencias de cualquier tipo. Ninguna de éstas tendrá mucho sentido si no se emiten reportes técnicos objetivos que permitan a otros aprender de los errores y evitar cometer los mismos.
Al mejorar a los grupos de rescate solamente no dejará de haber accidentes; al proveerlos de helicópteros muy potentes, tampoco mejorará el rescate. Pero tomando un plan de conjunto que abarque todo el sistema de búsqueda y rescate y que la formación de rescatistas de montaña sea equiparable a las de Europa o Estados Unidos significaría mucho, siempre y cuando se realice una labor de educación global que abarque a quienes terminan siendo siempre las víctimas: los propios montañistas.
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