El reciente ascenso de Gerlinde Kaltenbrunner al K2 ha tenido una repercusión enorme en el mundo del montañismo. Quizá se deba al hecho de ser mujer, pero se debe, sobre todo, a la historia que se formó en torno a los ochomiles y las mujeres, comenzando con la legendaria Wanda Rutkiewicz, quien escalara ocho de las catorce montañas más altas del mundo y luego desapareciera en el Kangchenjunga. Después de ella, ninguna mujer lograba llegar a la cifra “mágica” de ocho.
Gerlinde en el Lhotse
Entonces aparecieron en escena, casi al mismo tiempo, la italiana Nives Meroi, la española Edurne Pasaban y la austriaca Gerlinde Kaltenbrunner. Tina Sjogren, en una editorial para ExplorersWeb, las define así:
Edurne Pasaban: “Nunca hubo duda sobre la española Edurne Pasaban… quería todas las cumbres y las quería primero.”
Edurne en el Annapurna.
Gerlinde Kaltenbrunner: “Alpina como la flor Edelweiss, buscó en las hermosas montañas las vías menos escaladas y aunque también quería el éxito, no sería con la ayuda de oxígeno artificial.”
Nives Meroi: “Fuerte resistente y también sin oxígeno suplementario, la italiana Nives Meroi escalaría siempre lado a lado con su esposo Romano. Su marcha solitaria a la cumbre del K2 unidos sólo uno al otro me recuerda el manifiesto al poder del amor”.
Durante años, las tres fueron subiendo ochomiles hasta pasar las ocho de Wanda y romper el tabú de que las mujeres nunca lo lograrían. Pero en la recta final, aparecieron otras dos: Go Mi Sun, una pequeña montañista de Corea del Sur que tuvo la fortuna de sobrevivir a la tragedia del K2 después de ascenderlo y que decidió ir por las demás. Desafortunadamente perdió la vida al descender por la ruta Kinshoffer del Nanga Parbat.
Nives Meroi.
Una compatriota suya, Oh Eun Sun también entró en la carrera, con un apoyo económico muy fuerte y una logística que dejaba en desventaja a todas las demás. Al final, fue ella quien se convirtiera en la primera en alcanzar las 14 cimas. Pronto se avivó una polémica en torno a una de las cumbres de Miss Oh y actualmente su cima del Kangchenjunga está puesta en duda, con lo que Edurne se colocó como primera mujer en lograrlo y sin dudas.
Go Mi Sun.
Hasta ahí todo parecía haber terminado. Como mencionó una vez Jerzy Kukuczka: “¿Quién se acuerda del segundo?” Pero este argumento de Jerzy se vería echado a tierra con uno de los comentarios publicados:
“En el Everest te conviertes en un montañista para el mundo. En el K2, te conviertes en un montañista entre los montañistas… Gerlinde no sólo ha finalizado los 14 ochomiles con muy buen estilo sino que además se colocó a sí misma como la principal montañista femenina mujer a nivel mundial actualmente.”
Hay algo notorio en esta época, fuera de las preferencias por naciones o estilos en una carrera absurda: cada vez hay más participantes en ella. En 1986, Messner se convertía en el primero de la lista y de esa fecha hasta el 2005, la lista cerraba con el estadounidense Ed Viesturs, que lo lograba en el lugar 12. Es decir: en 20 años sólo lo habían logrado 12 personas. Pero del 2007 al 2011, se han sumado 14 más, dando un total de 27.
Hay muchos más que están en la brega por llegar a ser parte de esa lista; y también hay mujeres como Kinga Baranowska, que tiene ya siete. Entre los hombres, es más numerosa la lista, como Carlos Soria, quien tiene ya 72 años pero sigue queriendo alcanzar las 14 cimas.
Oh Eun Sun, la primera en terminar, pero con una cumbre en disputa.
Por supuesto, habrá más que se añadan, pero lo cierto es que el Himalayismo se está masificando y habrá que esperar todo tipo de estilos, como ya lo demostró el contraste brusco entre Gerlinde y Miss Oh. Para todos se trata de alcanzar la cima pero para pocos alcanzarla con estilo, que es otra forma de ser honesto al reconocer que uno se debe esforzar todo lo posible por estar a la altura de la montaña o no ir hasta estarlo.
Y entre todo este barullo me asalta una pregunta: ¿qué hubiera pensado Messner si Kukuczka hubiera sido el primero en subirlo sin oxígeno?
Kinga Baranowska, actualmente con seis ochomiles.