Cuando estudiaba biología, comencé a escuchar palabras que no eran comunes: contaminación y deterioro ambiental. Con los años, ese clamor reservado a especialistas, pasó a ocupar titulares en los medios de difusión masiva, sea por un llamado de los científicos, organizaciones, naciones y cumbres internacionales o porque había siempre quien dijera que nada de ello podría comprobarse. Hoy, son el pan nuestro de cada día, lo mismo que las polémicas en torno a ellos.
Lo que sí es cierto es que los glaciares del mundo están retrocediendo y también se “desinflan”. El paisaje del Polo Norte hoy no tiene nada que ver con el de hace 100 años y la Bahía de Ballenas desde la que Amundsen partió hacia el Polo Sur, no existe ya porque se desprendió del continente en una gran masa de hielo que fue diluyéndose poco a poco en el mar, el hielo que cubría a Groenlandia casi no existe. Son hechos que quienes no vivimos en países nórdicos o australes no podemos ver, mas no por eso dejan de ser importantes.
Si el agua de los continentes se está yendo al mar, una conclusión lógica es que el nivel del mar suba. Pero eso, siempre y cuando el hielo continental de verdad se esté convirtiendo en líquido. En la última década, los métodos de medición han mejorado mucho y ahora los científicos están viendo que sí está sucediendo: el hielo continental se derrite. No sólo eso: está pasando mucho más rápido de lo que se esperaba.
En el transcurso se descubrió que el derretimiento de los glaciares no tiene una velocidad lineal, es decir: no desaparece a una velocidad específica. Más bien desaparece lentamente si el glaciar es grande y conforme se va adelgazando, lo hace más rápido. Con estos y más datos, durante la reunión anual de la Unión Geofísica Americana en San Francisco, algunos investigadores dieron el pronóstico de que el nivel del mar subirá al menos tres pies (un metro) en los próximos cien años.
“Piensen de esta manera: si el pronóstico del nivel del mar es que se eleve un pie, su rango medio estimado estará entre 0.5 y dos pies. Si el rango medio estimado es ahora de dos e incluso tres pies, el rango posible aumenta súbitamente de 1.5 a seis pies (dos metros). Nuestros habitantes y dirigentes de la costa deben ser capaces de lo que esto significa”
Un metro más al nivel del mar implica que la tierra se estará quedando seca. Los ríos que surgen en las montañas nevadas y surten de agua vastas extensiones, serán cada vez más exiguos. Los científicos también se preguntan si ese pronóstico de tres pies no tendrá un comportamiento similar a los glaciares y se convertirá en seis o incluso diez pies. Tan sólo en Groenlandia hay suficiente hielo como para elevar el nivel del mar en 20 pies y la Antártida tiene 10 veces más hielo.
“Lo que sea que pase en los siglos por venir, el futuro inmediato tiene suficiente potencial para un cambio catastrófico y no podemos enterrar nuestras cabezas en la arena esperando que todo pase o poner un dedo en el dique para que no se rompa.”
Pienso lo mismo. En montañismo hay corrientes que nos dirigen hacia el mejor uso de los recursos. Después de todo, llevamos una casa completa sobre los hombros y no habrá más que ella. Los comentarios continuos de Yvon Chouinard sobre la economía avariciosa que quiere seguir creciendo infinitamente o los postulados de Leave No Trace, son algunos de los clamores que han surgido de hombres y mujeres que hemos visto montañas y naturaleza a lo largo de décadas. El cambio no ha sido de nuestro agrado, pero no por ello debemos cruzarnos de brazos.
En montañismo hacemos las cosas nosotros porque no hay nadie más que las haga por nosotros. ¿Qué voy a hacer? ¿Esperar que dicten reglas para disminuir la contaminación? ¿No es más válido que las hagamos nosotros, que no contaminemos, que no produzcamos basura, que usemos transportes que no usen los derivados de petróleo? Son algunas opciones. O podemos enterrar la cabeza en la arena y dejar el mundo que viene a nuestros sucesores, que se preguntarán en qué estábamos pensando cuando hacíamos todo esto y por qué no hacíamos nada.
