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Montañismo y Exploración
Los viajes de Júpiter
1 febrero 2010

Viajar alrededor del mundo puede hacerlo cualquiera, pero no todos lo hacen ¿Qué se necesita? A Ted Simon le llevó más de tres años completar el viaje en motocicleta. Su obra, reeditada, muestra una vez más el por qué el valor de este libro: la descripción del mundo por un viajero que también tiene que mudar su forma de ser para sobrevivir.







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Ted Simon. Los viajes de Júpiter. Interfolio, 2009. 767 páginas. ISBN: 978-84-936950-3-3

 

—Venga —dijo—. Nos sentaremos en el coche.
Nos sentamos uno enfrente del otro y dijo:
—Déme su mano.
Se la tendí y él la sujetó como en un apretón de manos. La mantuvo apretada así por unos momentos. Entonces, dándose cuenta de algo, le dio a mi pulgar un rápido tirón hacia atrás y murmuró:
“¡Achcha!”
“Tiene usted un espíritu muy decidido. Y eso también se refleja en su mente.”
“¡Tú eres Júpiter!”
¿Por qué no? Pensé. Me gusta cómo suena.

Los viajes de JúpiterViajar es atrayente y alrededor del mundo… ¿por qué no? Pero, ¿cómo? Con el trabajo, la familia, los compromisos… O, dicho por Ted Simon:

“¿Por qué no lo hace todo el mundo? Creo que es sólo falta de coraje. Yo soy tan miedoso como cualquiera. La gente tiene su carrera, por supuesto, y sus hipotecas. Dicen que lo harían “si no fuera por los niños”. Solía reírme de eso, pero, ¿por qué he de reírme? Es perfectamente legítimo. La mayoría de los que me envidian están completamente absorbidos por sus vidas como para dejarlas atrás. Se quedan maravillados, cuando me cruzo en su camino, si escuchan mis planes y mis historias, pero, al final, son felices dejando que sea yo el que lo haga por ellos.” (p. 178)

“La idea de viajar alrededor del mundo me vino un día de marzo de ese mismo año, sin venir a cuento. No se me ocurrió como una idea vaga o un deseo sino como una convicción completa y firme. En el momento que me saltó sabía que lo haría y cómo lo haría. No puedo decir por qué pensé inmediatamente en una moto. No tenía moto, ni siquiera tenía carné para conducirla, era evidente desde el principio que esa era la forma de ir y que yo mismo podría solucionar cualquier contratiempo que surgiera.” (p. 49)

Así que se consiguió una licencia, una motocicleta, un patrocinio para un viaje de tres años y se fue a dar la vuelta al mundo. Este, como bien lo supuso, “Iba a ser el viaje que se hace una vez en la vida, un viaje con el que millones de personas sueñan y que nunca hacen, y yo quería estar a la altura de todos esos sueños.” (p. 52)

Después de casi cuatro años de viaje, Ted Simon regresó a Inglaterra, a bordo de su motocicleta que ahora se exhibe en un museo “y no se ha lavado desde que salió de Estambul”, un viaje por varios continentes pero que resultó tener un viaje paralelo, más importante que el geográfico: “Me había lanzado a dar una vuelta alrededor del mundo. Sin embargo, me parecía estar realizando otro viaje paralelo, un gran viaje de descubrimiento al interior de mi propio subconsciente. Me asustaba un poco esta idea porque me hacía pensar en qué clase de monstruos me encontraría allí.” (p. 268)

Después de casi un año de haber regresado, el viajero que dio la vuelta al mundo en motocicleta por primera vez, escribió su libro. Se había encontrado a disgusto con la vida sedentaria. Ese libro fue leído por miles y su edición en español no solo se agotó sino que también fue buscada por lectores durante muchos años.

¿Qué es lo que hace este libro tan especial si es un viaje, como muchos otros que ha habido? Que lo escribe un viajero. Un hombre que tiene una idea, que trabaja por ella, que comienza con ansias y miedos, que se va adaptando al medio que lo rodea, que va conociendo personas, aldeas, tribus, gente, pues; que tiene problemas y que aprende idiomas, que come lo que otros comen y como lo comen; un hombre que tiene miedos y flaquezas, que en ocasiones se siente poderoso y en otras sumamente frágil.

Pero también es alguien que va narrando no sólo lo que hay fuera de él, que de eso hay abundante literatura con los viajes del siglo XIX y principios del XX. También describe lo que hay, pero no sólo como un recuento de lo que ve, sino como partes de ese rompecabezas del que él mismo forma parte. Una choza no es sólo una choza, sino una habitación donde habita la persona con quien él habla.

Esto es producto, por supuesto, del viaje de Simon, pero también de la intensidad de sus vivencias y de una gran habilidad para transmitirlas. Incluso el fin parece no ser el fin. Sí, se acaba el viaje, pero es como haber terminado una etapa más del viaje. Sólo una más.

Llena de reflexiones, pensamientos, anécdotas, el lector puede acompañar a Ted Simon alrededor del mundo y ver el desierto, la selva, las guerras, las temibles fronteras, la esperada pero estéril civilización del primer mundo, los amigos que le dan la mano y a quien ellos estrecha.

Esta versión del libro es una nueva traducción de la realizada en la década de 1980 por Grijalbo. Tiene muchas más fotografías y así se entera uno por fin de mucho de lo que vio Simon. Pero lo que más me agradó fue que su tipografía no fuera comprimida. Son más de 700 páginas en lugar de sólo 521 y se puede leer mucho más rápido.

Como sea, el libro, que parece estar lejos del mundo del montañismo, es en realidad un clásico, de esos que se pueden leer más de una vez sin sentir el peso de ello y gozando por hacerlo.

Lee un capítulo del libro (PDF)



 



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