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Montañismo y Exploración
La Federación brasileña de montañismo pelea por una zona de escalada cerrada
30 septiembre 2010

En diferentes partes del mundo, los escenarios donde puede escalarse y ya se tiene una tradición, se cierran por personas no escaladoras. Los escaladores Brasil están luchando porque una zona de escalada sea reabierta. Veamos la historia.







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En el Parque Estadual do Monge, en la ciudad de Lapa, a 50 kilómetros de Curitiba, Brasil, los escaladores encontraron un sitio donde poder practicar y desarrollar su deporte. Un día, alguien decidió que la escalada era perjudicial para el medio ambiente y se prohibió la escalada en esa zona. Para tener un panorama más amplio de esto, daremos una vuelta a la historia de la zona y así ver de qué se trata esa prohibición.

Paredes del Parque Estadual do Monge donde los escaladores brasileños practicaban su deporte.
Fotos cortesía altamontanha.com

El Parque Estatal del Monje fue creado en 1960 por la Ley 4170 y el Decreto 8575 de 1962 con una superficie de 371.6 hectáreas. Se consideró entonces como una reserva de patrimonio natural por tener un corredor de vida silvestre. La página oficial de la ciudad de Lapa menciona que uno de los principales atractivos del parque es precisamente esa cueva, adonde llegan “miles de fieles”, es de suponer que de todo Brasil y de los países circundantes.

En el siglo XVIII, Lapa tuvo su primera imagen a venerar: Nuestra Señora de Capón Alto. A la ciudad se le concedió el aumento de status a “Parroquia”. Pero a mediados del siglo XIX, vivió allí un monje carmelita llamado João Maria D’Agostinis, precisamente en una cueva que se llama actualmente Cueva del Monje. Como se había dedicado a estudiar las plantas, conocía las medicinales y con ello aliviaba los malestares de los enfermos que llegaban a él o a quienes iba a ver. Pronto pasó a tener fama de milagroso. Cuando creyó que le llegaba su hora, se fue a buscar por sí mismo un lugar donde yacer. Eso y su leyenda lo hicieron acreedor al reconocimiento de la gente como un santo.

La Cueva del Monje

El parque está a 900 metros de altitud en un clima y latitud que hace que la temperatura permanezca estable todo el año. En 1950, el gobierno decidió introducir especies “exóticas”: pinos (Pinus sp.) y eucaliptos (Eucalyptus sp.). En esa fecha no se conocía mucho de la ecología de estas especies. Los pinos pueden estar desde nivel del mar hasta más de cuatro mil metros y son maderables, mientras que los eucaliptos tienen una característica que los hace indeseables como planta introducida: el olor que despiden y que en algún momento todos hemos usado para aliviar algunos malestares, inhibe el crecimiento de casi cualquier planta para proteger a sus vástagos.

El lunes 30 de marzo, el IAP (Instituto Ambiental del Paraná) cerró el Parque para “revitalizarlo”, es decir: retirar las especies “exóticas” que se habían introducido en 1950. La medida se tomó en una asamblea del consejo y la finalidad era hacer que el parque tuviera la flora original: las araucarias, que estaban siendo amenazadas ya.

¿Deterioro al medio ambiente? Y no por los escaladores.

A quien lo propuso se le ocurrió que si vendían la madera podrían tener el dinero suficiente para hacer del parque algo mejor, sobre todo a sus principales visitantes: los turistas religiosos. "Todo lo recaudado se destinará a reformas y otras mejoras que se promoverá durante el año en el Parque", dijo el jefe de personal de la IAP, José Luiz Bolicenha. Calculaban recaudar 3.5 millones de dólares por esa venta de madera que se puso a licitación, que ganó La Madera de Eldorado. Se llevaría “45 mil metros cúbicos —el equivalente de 640 camiones de Pinus y Eucalyptus. La eliminación de los pinos es parte del Programa Estatal para la Erradicación de Especies Invasoras en Áreas Protegidas, que se desarrolla el IAP desde el año 2005… El programa tiene como objetivo prevenir y controlar la introducción de especies que no son típicos de un entorno.”

Uno de los anclajes quitados de la pared por manos desconocidas.

Pero sucedió algo incomprensible: el dinero pagado ingresó a una cuenta bancaria y nadie del personal del IAP tenía acceso a ella. O al menos así lo declararon. Por supuesto, una gran parte se destinó a otros fines. Sin dinero, el parque se cerró y quedó abandonado. Incluso la infraestructura para los turistas religiosos quedó descuidada. La presión no se hizo esperar y las autoridades ambientales tuvieron que liberar al parque: todo destruido y los árboles en el suelo, sin la infraestructura que habían prometido y ni siquiera la que ya existía.

Para entonces, las plaquetas de las rutas de escalada en las paredes del parque habían estado desapareciendo y los escaladores no eran precisamente los responsables de ello. Las autoridades del Parque declararon entonces que la escalada no podría practicarse ahí por dos razones: la primera es que se trata de un deporte muy peligroso. La segunda es que las paredes son tan frágiles que se deterioran con el paso de los escaladores. Con estas dos razones, quienes llegaran a ser sorprendidos escalando en el área estarían cometiendo delitos ambientales en un parque que justamente está destinado —al menos en papel— a evitarlos.

La zona vista desde el aire por Google Earth.

En un principio, los escaladores protestaron pero ante la amenaza de ser considerados delincuentes, se detuvieron. Entonces vino una segunda etapa: se dedicaron a hacer un estudio profundo que tratara de eliminar los dos puntos de que los acusaban: peligro ilimitado y el daño a la roca.

Para los montañistas es sabido que la escalada es muy distinta si se practica en roca arenisca o en granito. Pero las diferencias no han limitado la práctica sino la han enriquecido. En diferentes partes del mundo se escala en arenisca. Utah es sólo un ejemplo. En Alemania hay una zona de escalada famosa por su roca arenisca. En cuanto a la peligrosidad: sí, es extremadamente peligroso si no se saben las reglas del juego. Pero el documento fue preparado por el director de escalada de Fepam: Peter Hauck y José Luiz Mendes.

La roca arenisca del parque: suficientemente fuerte..

El documento tiene 54 páginas y su calidad impresiona: desde la descripción del lugar hasta la descripción del tipo de roca y su durabilidad, además de la forma en que los escaladores se aseguran de no tener accidentes. Es digno de leerse. Quizá no sea la solución total, pero creemos que el documento es importante porque denota la calidad con la que los escaladores pueden responder y que saben esperar a que la IAP lo lea y dé una resolución al respecto.

Da click aquí para ver el documento original (en portugués).

Ver mapa de Lapa más grande



 



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