La Medicina de Buda. Así llamó el estadounidense Chad Kellog a la nueva ruta que abrió en la cara sur del Aconcagua. Había llegado con su amigo Tom Milne (Rory) e hicieron cumbre por la arista noroeste sólo para aclimatar, pero entonces Rory tuvo que regresar a Mendoza por una infección pulmonar. Chad se quedó solo en la montaña. La decisión de seguir con el proyecto era suya nada más.
En la cara sur del Aconcagua.
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Quedarse solo es una guerra contra sí mismo. ¿Subiría por una ruta ya establecida o por una nueva? En el reconocimiento encontró una línea dentro de sus posibilidades, pero algo peligrosa: llena de seracs y por donde caían trozos de hielo casi cada hora. Cuando llegó un pronóstico de tres días de buen tiempo, vio el semáforo en verde y comenzó.
Eran las 4:00 de la madrugada del 22 de diciembre cuando abandonaba Plaza Francia con el mínimo de equipo: su ropa, una cuerda de 30 metros, 4 tornillos de hielo, 4 cams, 20 barras energéticas, una comida deshidratada de 300 kilocalorías, una olla y una estufa.
Siguió su línea de reconocimiento del día anterior y escaló por roca para acceder a una serie de rapeles del que no podría regresar, tan sólo para llegar a la base de la pared. Después de mil metros de escalar en una pendiente de 65-70 grados de hielo, Chad estaba en el paso principal de la ruta, un problema “no resuelto” durante su reconocimiento.
Un alud en uno de los pasos clave de la pared, antes de pasar.
Decidió superar este obstáculo por un escudo de hielo de 90 grados. Fue entonces que cayó una avalancha desde lo alto y Chad buscó una protección entre las rocas. Pero la avalancha pasó sin tocarlo. Le tocó, eso sí, el viento que forman las avalanchas y lo llenó de hielo.
Decidió cambiar de ruta y se fue por la izquierda, donde encontró un paso WI4 que lo colocaba muy arriba. “Calculé que tenía sólo una hora antes de la siguiente avalancha”. La escalada fue muy difícil: terreno mixto de 75 grados con hielo delgado y movimientos de 5.8. “Me decía que debía proteger en esa sección, pero no tenía suficiente tiempo antes de la siguiente avalancha”.
Su decisión fue la acertada: cuando ya no estaba ahí, una avalancha pasó por encima de su línea. Habían pasado sólo cinco minutos desde que había pasado. Chad estaba a 5,700 metros y apenas era la una de la tarde, pero estaba justo en el paso más difícil, una pendiente desplomada de hielo de 10 metros.
"Minutos antes, había pasdo por ahí".
“Me llevó dos intentos. En el primero quedé verdaderamente bombeado”. Una vez que pasó, escaló otros 250 metros para llegar al glaciar superior. Más adelante le esperaba “nieve azúcar”, extremadamente peligrosa y su avance se redujo. “En 25 años de escalada nunca había encontrado tales condiciones en la nieve”. Así que a las 11 de la noche, se detuvo para vivaquear. Sólo había avanzado 300 metros: 60 metros por hora.
Como sólo llevaba equipo para escalar, puesto que su tiempo estimado se ascenso era de 24 horas (no esperaba encontrar esa nieve), no llevaba equipo de dormir. Usó sus dos botellas de agua para mantener caliente el cuerpo y los dedos se sus pies.
El día siguiente encontró a un Chad Kellog sin congelaciones ni hipotermia y comenzó a subir. Pronto encontró la ruta Messner y la identificó porque había cuerdas fijas y mochilas abandonadas. Conforme avanzaba el día. Chad comenzó a sentirse atrapado. Ya no tenía agua, comida ni combustible. Llevaba ya 36 horas de haber comenzado y sabía que no debería pasar una noche más en la pared. Pero a las 10 de la noche, Chad Kellog llegaba a la cumbre, después de 42 horas en la cara sur del Aconcagua.
Nueve meses antes, Chad había sido intervenido quirúrgicamente. Esta es su primera escalada severa después de ello y no sintió molestias. Esta ascenso fue hecho como preparación para ir al Everest este mismo año.
Chad Kellog en la pared sur del Aconcagua.
La ruta en los tres mil metros de la cara sur del Aconcagua..