El Annapurna volvió a guardar para sí a un montañista español. El 27 de abril, día de cumbre para casi todos, comenzaron un par de horas después de la medianoche y llegaron a la cumbre pasadas las dos de la tarde. Doce horas. En palabras del doctor Morandeira:
“Uno es ya perro muy viejo y cuando vi que la llegada a la cima se desarrollo entre las 15 y las 16 horas habiendo salido del Campo IV a las 2:00h de ese mismo día, la preocupación empezó a dominarme, muy por encima del sentimiento de alegría que nos producía el ver como TODOS alcanzaban la cima. Demasiado tarde, demasiado lento, demasiado esfuerzo, en una montaña temible en la que los descensos suelen convertirse en épicos… La bajada del Annapurna se convirtió al final en una retirada descontrolada en la que tras casi 24 horas de esfuerzos interrumpidos a mas de 7.000 metros de altura, cada uno de los participantes no podía hacer mucho más que pelear hasta la extenuación por su propia vida.”
Annapurna
Los grupos habían subido confiados en una ventana de buen tiempo, pero resultó muy breve y el ascenso fue muy lento mientras que el descenso fue un “sálvese quien pueda”, según el doctor Morandeira. Después de subir, todos estaban agotados pero todos habían llegado al C4. Todos menos Tolo Calafat y su sherpa, que permanecieron a 7,600 metros.
El sherpa continuó después hacia el C4, pero Tolo Calafat quedó en el vivac, sin saber que todos en la montaña tenían sus problemas “los ascensionistas iban llegando destrozados al Campo IV en historias personales de supervivencia increíbles: los Coreanos como Miss Oh, al borde de la extenuación; los dos rusos con ayuda y edematosos…”
El Annapurna por su cara norte. Se distingue claramente "La Hoz"
“Desde el campo Base estamos organizando la operación de rescate y si no salen por sus medios los sacaremos. Quemando todo el enhebro que hay en este monte para ganarnos el favor de los dioses desde luego. Pero los vamos a sacar, a Tolo, su sherpa y a todos los del campo IV. En eso estamos.”
Usando los servicios del helicóptero tripulado por pilotos de Air Zermatt, bajaron a casi todos del C4, menos a Tolo, quien ya había pasado dos noches a 7,600 metros y que al final no respondía por radio, y a los sherpas Sonam y Dawa, quienes se negaron a ser bajados para descender por su propio pie.
“…una montaña temible en la que los descensos suelen convertirse en épicos…”
Trabajando en las pendientes del Annapurna.
Juan Oiarzábal, quien también había subido al Annapurna en el grupo, comentó (“y quiere que se sepa”) que el grupo coreano de Miss Oh había utilizado las cuerdas fijas que colocó el grupo de Edurne mientras que ellos no habían instalado nada. Cuando Oiarzábal planteó a Miss Oh la necesidad de buscar a Tolo Calafat, Miss Oh dejó que los sherpas tomaran su propia decisión. “Juanito piensa que debería haber sido más firme en su petición.”
Por su parte, fue tan firme que mandaron “a la muerte” al sherpa que tenían consigo y que estuvo buscando a Tolo durante once horas sin hallarlo. Los comentarios hechos por Oiarzábal han recibido fuertes críticas, por ejemplo:
Tolo Calafat †
“A ver si me aclaro: se le pide a la coreana que ¿fuerce o presione? a sus sherpas, que es de suponer estarán también agotados, a que se sumen al rescate. ¿A que pongan sus vidas de pobres (6000 euros) en juego por otra persona? ¿Y se les tacha de insolidarios...? Con la miseria en la que viven, ¿cómo estarían de agotados para no aceptar la oferta? Vaya, parece que su dignidad, en este caso, supera a su pobreza. Me alegro por ellos, y no digo que me entristezca por Oyarzábal, del que no espero ninguna lección de moral, pero vaya como se retrató... Desde luego, el alpinismo en el Himalaya hace mucho tiempo que apesta. Mucho rollo de fraternidad intercultural, pero los himalayistas explotan y se aprovechan de los sherpas de forma despiadada. Y que nadie se olvide que la situación en la que quedarían sus familias no tiene nada que ver con las nuestras.”
Al final, el resultado es aproximadamente el mismo que el pasado por la primera expedición que subió el Annapurna: una retirada épica, con la enorme diferencia de que esta vez hay un compañero muerto. Descanse en paz.
El Annapurna
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