El pasado 1 de enero del 2010, Alan Luna consiguió encadenar la unión de cuatro diferentes rutas en la Cueva de Actopan, en El Arenal, estado de Hidalgo. La ruta en cuestión se llama Tensegridad y éste representa su cuarto ascenso y el primer 5.14b para Alan, que se convierte en el quinto mexicano en lograr este grado.
Alan Luna en Tensegridad (5.14b)
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Alan había logrado su primer 5.14a el 30 de abril en la misma cueva de El Arenal, en el estado mexicano de Hidalgo, en la ruta Galatea. El 1 de enero del 2010 Alan encadenaba Tensegridad, una de las pocas vías 5.14b que hay en México “explosiva, con pasos largos y cortos y con una combinación entre potencia y resistencia corta”.
Tensegridad se conforma por la unión de las rutas ya existentes en la cueva. Galatea, Rarotonga y Matanga. Hasta las primeras cadenas es Galatea (5.14a), después se hace una travesía en desplome hacia la izquierda hasta llegar a las cadenas de Rarotonga, en donde se realiza el crux de esa ruta. Una vez terminados los movimientos más duros de Rarotonga, se entra a la vía Matanga, donde la vía prácticamente se torna más tranquila y cuenta con un descanso muy bueno sin manos. En total el recorrido es de aproximadamente 30 metros con 18 protecciones. Lo más duro de Tensegridad es la travesía de Galatea más los paso de Rarotonga.
Cuando entrevistamos a Mauricio Huerta acerca de su primer 5.14b, comentaba que no es tan fácil subir de un grado al otro. Lo que de 5.9 a 5.10 se puede hacer en una semana, pasar de 5.14b a 5.14c puede costar muchos meses de intenso trabajo. Alan había encadenado su primer 5.14 en abril y en enero subía su primer 5.14b, lo que refleja la dedicación y constancia. Aunque mucha gente cree en él, sólo ha tenido un patrocinador: el Escalódromo Carsolio, quien le permite entrenar gratuitamente.
Por supuesto, en la escalada se vio enfrentado a una barrera, que él mismo describe así:
Sentí no poder más, que mis manos se abrían por el cansancio pero, sobre todo y más importante, la “barrera mental”, esa idea de “No puedo más”, “Me falta lo más duro y ya voy cansado”, “¿Estoy respirando bien?” Es un diálogo interno y tu cuerpo te grita “¡Detente!”; tu mente empieza a pensar todos los contras, ésa es la barrera.
Llegué a un sitio para descansar los brazos y de repente ahí estaba la barrera. Pero me forcé a cambiar el diálogo. “¡Venga un paso más!”. Cuando haces un paso más te dices: “¡Vamos por otro más, vamos por la siguiente anilla!” A partir de ahí escalé al 100% más de doce movimientos: una sensación gratificante.