follow me
Montañismo y Exploración
Linchamiento en Río Frío
6 octubre 2009

La zona de Río Frío, en el Estado de México, se ha caracterizado en los últimos años por ser un foco de violencia para montañistas y paseantes. En el 2006 hubo un asesinato de un montañista y al parecer las cosas han ido más allá: ahora hay linchamientos. El siguiente es el relato de una de las víctimas.







  • SumoMe

Río Frío es un pueblo con historia. Después de la conquista de México por los españoles, el camino desde la capital de la Nueva España hacia Veracruz, el único puerto de contacto con el mundo exterior, fue un camino que ahora ocupa la carretera. A un lado nació Río Frío. En el siglo XIX había bandas de asaltantes que vivían del botín de las carretas que iban de o hacia la ciudad de México.

El Cerro Telapón, cercano a Río Frío

En la zona han seguido los asaltos a paseantes, familias, ciclistas y excursionistas, que se reportaban de manera aislada de hace unos años. El 27 de agosto del 2007, un grupo de montañistas fue asaltado y uno de ellos fue asesinado. Montañismo y Exploración estableció desde entonces un veto a la zona, como medida de seguridad y aunque uno de los asesinos fue capturado, el grupo completo está libre aún, lo que no hace seguro andar paseando en las inmediaciones.

En el mes de mayo de este año, una familia fue prácticamente linchada. Lo que sigue a continuación es el relato de uno de los sobrevivientes que envió a Montañismo y Exploración su relato pensando en que mientras más gente lo conozca, la gente estará más segura. Lo publicamos con esa finalidad.

El día 9 de mayo de 2009, acudimos como visitantes a un paraje que se localiza después del pueblo de Río Frío en el Estado de México. Éramos todos familia y asistimos con la intención de realizar una oración religiosa para pedir por el descanso de la mamá de mi esposa, quien falleció dos días antes a la edad de 90 años. Íbamos cinco mujeres y cinco hombres con edades que van de los 22 a los 69. Todos mexicanos, hijos o nietos de europeos que vinieron a esta tierra a trabajar y a producir.

En las laderas del Cerro Telapón

Después de realizar la oración en memoria de la mamá de mi pareja, se agrupó la gente del pueblo, argumentando que estábamos contaminando el río, ya que habíamos tirado unos pétalos de crisantemo y de rosas en el río. La gente [estaba] enardecida y azuzada por un grupo menor de gente que, al fin sábado, estaba ebria.

En pocos minutos se agruparon más de 200 personas encabezadas por el propio delegado del lugar y nos obligaron a limpiar los pétalos que habíamos tirado en el río. Accedimos pensando que con ello se calmarían. Pero entonces dijeron que nosotros habíamos hecho una “limpia”, que las hierbas que habíamos utilizado para ese fin las habíamos tirado a río y que a ellos se les iba a pasar todo el mal. Acusaron a las mujeres de brujas. Mi reacción al llegar al lugar donde habíamos hecho la oración, fue meterme al agua y beber de ella para demostrarles que no habíamos hecho nada malo, [pero] no les fue suficiente. Por ello, me gané un golpe en la espalda con un garrote.

Una vez que limpiamos, nos golpearon con palos amenazando con un linchamiento y obligándonos a limpiar todo el río. Caminamos más de 2 kilómetros dentro del río escuchando insultos y amenazas de muerte; a mi pareja, de 57 años, enferma del hígado, amenazaron con golpearla si no entraba al río a limpiar la basura de todos los visitantes, recogimos humildemente 2 bolsas con más de 70 kg de basura.

No contentos con ello, nos condujeron hasta una calle del pueblo donde se agrupaban más de 500 personas, justo en el lugar donde habíamos dejado nuestros vehículos. Las dos camionetas y el coche estaban destrozados, los vidrios rotos, las llantas tasajeadas, las mujeres se resguardaron en el interior de una de las camionetas. En el momento que llegamos uno me golpeó la cara, aún con los lentes puestos y me rompió la nariz; a mi sobrino lo golpearon también, más severamente; a las mujeres también las golpearon. A una de ellas la tiraron al suelo y le patearon la cabeza.

El delegado, en lugar de pedir refuerzos, apoyaba a la horda enardecido. A nuestro paso le gritaban a las mujeres “Brujas, las vamos a quemar vivas”. A mi sobrino, que tiene un hijo recién nacido en el hospital, prematuro de 24 semanas de gestación, luchando entre la vida y la muerte, lo golpearon severamente.

Cuando llegamos al auditorio, seguidos por una multitud frenética, vimos dos patrullas de la policía de Iztapaluca [sic. Debe decir: Ixtapaluca]. “Llegó la salvación”, pensé. Pero ellos sólo eran 12 policías y la muchedumbre rebasaba el medio millar.

En ese momento me permitieron hablar con todos para explicar lo que estábamos haciendo. Sacando fuerzas del interior, les dije que únicamente habíamos hecho una oración para pedir por el descanso eterno de la mamá de mi pareja que había muerto dos días antes. Esto no fue suficiente. La gente que estaba ebria azuzaba a los demás, incluyendo a los niños. Una joven, vecina del lugar, de no más de 14 años, se acercó  al grupo de mujeres y les ofreció cariñosa chamarras para que se cubrieran del frío.

—No todos en el pueblo somos malos— dijo con una sonrisa bondadosa.

La negociación fue que se quedarían con los vehículos en garantía y que teníamos que pagar una cerca de malla ciclónica de tres kilómetros para proteger el río. Esto debe tener un costo de 500,000 a 600,000 pesos. Entendí que había que negociar con ellos. Nos pusimos de acuerdo y accedimos a sus peticiones, nombraron a un comité de 8 personas, con quienes, supuestamente, tendríamos que coordinar la obra.

La pareja de mi cuñado conoce a un alto funcionario del gobierno y logró comunicarse con él milagrosamente, ya que no nos permitían llamar por teléfono. Tuvo que hacerlo a hurtadillas cubriéndola entre todos; para ese momento había en el pueblo patrullas que habían llegado desde Toluca con la orden precisa de sacarnos del lugar, pero eso no lo sabíamos.

El delegado procedió a realizar el acta que debíamos firmar, comprometiéndonos a construir la cerca de 3 kilómetros a cambio de no ser linchados. Nos pidió nuestros datos y se puso a escribir en la computadora su dichoso convenio. De pronto recibió una llamada de alguien que preguntaba que era lo que estaba pasando. El delegado, muy fresco, le dijo que estaba elaborando el convenio para la cerca. Yo estaba muy junto de él así que pude ver su reacción y escuchar la voz del otro lado del auricular.

—Y usted ¿quién es?— Preguntó el delegado, como dando a entender que no tenía razones para cuestionarlo.

El interfecto se presentó y dijo quién era. Alcancé a oír sus gritos.

—Le ordeno que los libere inmediatamente. La cerca la pondrá el gobierno, pero usted, ¡suéltelos!

El delegado empezó a dar explicaciones aduciendo que él sólo había intentado resguardar nuestras vidas. Se puso nervioso y pálido [pero] atendió todas las recomendaciones y colgó.

En seguida llamó al comité que él mismo había nombrado para explicarles que no había ningún problema, que la cerca se iba a construir aunque no fuésemos nosotros los que la pagásemos, que el gobierno la haría, pero que [nosotros] teníamos que irnos. Nos devolvió las identificaciones y entonces, sólo entonces, permitió que saliésemos.

Ubicación de Río Frío, entre las ciudades de México y Puebla.
Haz click para ir a Google Maps.

El evento inició a las 3 de la tarde aproximadamente y estuvimos secuestrados hasta las 11 de la noche. Los daños materiales ascienden a más de 200,000 pesos. Los golpes y las secuelas físicas no sabemos [hasta] dónde irán a parar. El daño psicológico por las amenazas y la tortura a la que fuimos sometidos tampoco sabemos en que parará, pero aprendimos mucho:

Vimos a un pueblo enardecido por el maltrato intrafamiliar ancestral en el que viven.

Vimos a una horda enfurecida por el maltrato que ha recibido de una sociedad incólume que violenta con su abstracción interna, se hace ajena, y no sólo eso: también los maltrata.

Vimos a una multitud sedienta de venganza.

Vimos a una muchedumbre enajenada por medios de comunicación que los asusta con una epidemia que no entienden.

Supimos que estamos unidos como familia.

Supimos que hay un Dios.

Por razones de seguridad le digo que tenga cuidado con la gente de Río Frío, para la mayoría de mis contactos que son de México y de Puebla ¡CUIDADO!

Por razones evidentes no doy mis datos, pero si quieres usarlos ya no me importa.

 

Fuentes donde ha aparecido la nota

exonline.com.mx
replicaycontrareplica.com.mx



 



Suscríbete al Boletín

Google + Facebook Twitter RSS

 

Montañismo y Exploración © 1998-2024. Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con SIPER
Diseño por DaSoluciones.com©