Todas las montañas tienen una contracara, una cara oculta poco conocida. La cara oeste del Pissis es sin dudas esa cara oculta de la magnífica montaña de los Andes de Atacama. Alberga en sus sombras, a espaldas del sol, el más grande de los glaciares de zonas desérticas del mundo y sus laderas nunca habían sido superadas hasta la cumbre por ninguna expedición.
El Pissis.
Fotografía cortesía de Adrián Sánchez
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El acceso requiere de más de 200 km fuera de rutas y simplemente se debe avanzar por cauces de ríos secos y laderas arenosas o tapizadas de grandes piedras. Los valles a transitar son tan estrechos que es imposible verla integralmente, salvo desde alguna cumbre vecina.
El todo conformado por la sumatoria de estas características hace que esta cara occidental sea una de las más salvajes e inhóspitas de esta parte de los Andes y se convierta en un gran objetivo para cualquier montañero del siglo XXI con ansias de exploración
El único antecedente era el de un intento liderado por la experimentada escaladora mexicana María del Carmen Peña Monroy en 1994 en cuyo informe señala haber llegado en medio de una tormenta a un punto evidentemente al NO de la cumbre (S 27 44 48,3 – W 68 48 50,6).
La nueva ruta en la cara oeste del Pissis
Fotografías: Guillermo Almaraz
A principios de marzo de 2009 y luego de dos noches a 3,600 y 4,000 metros respectivamente establecimos un CB a 4,600 en el valle del río Salado (S 27 48 04,3 – W 69 01 56,9). El grupo lo formábamos tres escaladores de la ciudad atlántica de Mar del Plata: Eduardo Namur, Daniel Pontín y Guillermo Almaraz, además de uno de la andina ciudad de Salta: Nicolás Pantaleón. En los próximos días en la 4x4 y junto con Jaime Suárez y Hans Siebenhaar con quienes compartíamos estos primeros días de travesía, alcanzamos la cara sur del Pissis, muy pocas veces visitada por escaladores, con el fin de explorar esa vertiente y estudiar un posible acceso vehicular a la parte norte de la cuenca del Inca Pillo.
Ya solos, luego de que nuestros compañeros continuaron viaje hacia el norte, en un día intenso alcanzamos el valle ubicado al oeste del Pissis llegando a ver que en sus laderas altas terminaba el glaciar. En ese punto, a cinco mil metros, establecimos el CB Oeste (S 27 43 04,5 – W 68 54 00,8).
El ascenso continuó por un valle angosto cargado de penitentes y luego de cinco horas de marcha establecimos el C1 a 5,600 metros al lado del glaciar (S 27 44 03,1 – W 68 51 40,8). Esa noche nevó abundantemente y el paisaje se tiñó de blanco transformando la cara oscura en una ladera brillante.
Al otro día cruzábamos el glaciar de más de siete kilómetros de largo acampando al atardecer a 5,950 metros cerca del filo de la ruta polaca de 1937 (S 27 44 21,2 – W 68 48 45,5).
La nueva ruta en la cara oeste del Pissis
El ascenso final lo iniciamos por la ladera nevada y alcanzamos el filo recorriendo en parte el final de la ruta original del primer ascenso. Por él avanzamos hasta un gran nevero y transitándolo llegamos a la cara oeste de la cumbre Gendarmería Nacional (6,675 metros). Mientras Nicolás ascendía hasta ella, nosotros continuamos hasta el collado entre ésta y la cumbre principal. Una vez reunidos recorrimos los últimos 120 metros de desnivel hasta la cumbre llegando todos juntos a las 14:00 horas del día 14 de marzo de 2009.
Gran cantidad de nieve dificultó el encontrar los testimonios de cumbre, pero luego de excavar surgió la lata que contenía la mayoría de ellos. Aprovechamos el momento para rendir un sencillo homenaje a los primeros ascensionistas y dejar en la cumbre las banderas argentina y polaca, rememorando así la vieja costumbre andina de que en las cumbres estén las banderas nacionales del país de la montaña y del de sus primeros escaladores.
En la cumbre del Pisssis
Guillermo Almaraz