La muerte de Tomaz Humar ha caído como plomo derretido. Como todo montañista de élite, tenía seguidores y detractores pero además permanecía oculto, atento al anonimato que le permitía no ganar fama, al menos más de la que ya tenía.
Comentarios tan trillados como “murió haciendo lo que le gustaba”, que se usa tanto como el de Mallory del por qué subía a las montañas, también se han dicho. Pero hay más, mucho más por decir, aunque las palabras son realmente escasas ante un sentimiento.
En poco tiempo, grandes montañistas han perdido la vida: Jean Christophe Lafaille, Pavle Kozjek, Iñaki Ochoa, Piotr Morawski… y eso hace reflexionar sobre la validez del alpinismo extremo porque, como menciona María Coffey: “El precio del amor mutuo puede ser negociado con un adulto, pero ¿qué decir del amor confiado e incondicional de un niño?”
Aunque poco publicitado, Tomaz Humar dejó una honda huella. Se puede palpar y sentir en los muchos comentarios que hay en Internet. Y de ellos, el siguiente, escrito por Tina Sjorgen, redactora y co-fundadora de ExplorerWeb, tiene ese valor de los hechos y de los sentimientos por encima de los hechos de su muerte, pues es más importante recordar a alguien por la forma en que vivió.
En el tiempo relativamente corto que ExplorersWeb ha estado en el aire, hemos perdido demasiados grandes escaladores y amigos.
Tomaz Humar fue uno de los primeros que entrevistamos, el 16 de junio del 2003. El chat, ahora perdido de nuestros servidores, fue titulado: “Tomaz Humar, la vida en la línea veloz”.
Tomaz Humar en la cumbre del Annapurna
Nanga y Annapurna
No siempre fue fácil tratar a Tomaz. Intentando una nueva ruta en la cara del Rupal del Nanga Parbat, soloy en condiciones atmosféricas muy malas , fue rescatado en un esfuerzo conjunto por un gran número de gente buena. Al final, la armada paquistaní literalmente lo levantó de la poderosa pared.
No todos estuvieron felices por él. Tomó malas decisiones, dijeron los críticos, manejados por los medios y la fama. En el 2007 llegó su respuesta: una escalada solitaria en secreto al Annapurna. Fue la escalada de alta montaña más impresionante en el Himalaya ese otoño, mantuvo un perfil bajo y se lanzó a fondo por su objetivo.
Pero los críticos avanzaron de nuevo. Tomaz miente, dijeron, y mientras una escalada similar a la pared realizada por un equipo fue considerada hace tiempo como “una de las más grandes” de esa estación, Tomaz fue llemado “cobarde” por algunos medios.
“¿Algunos escaladores están confabulándose contra Tomaz?”, preguntó ExWeb, y revisó los hechos con los montañistas veteranos de la cara sur del Annapurna. Todos estuvieron de acuerdo en dos cosas: la escalada [de Tomaz] era grande y él era honesto.
Tomaz Humar en el Dhaulagiri, en 1999
Jagat, este es mi fin
La impresionante vida de Tomaz Humar llegó a su fin en un pico desconocido, en compañía de un cocinero local, Jagat, en una escalada que la que pocos sabían.
En la tarde del 9 de noviembre, Asian Trekking recibió una llamada desde el CB de que Tomaz había tenido un accidente aproximadamente a 6,300 metros en el Langtang Lirung. Un helicóptero con cuatro escaladores sherpas nepaleses fue enviado al siguiente día. Jagat habló con Tomaz la última vez esa mañana, a las 10 AM. “Jagat, es mi fin”, dijo Humar.
Una búsqueda aérea y una escalada realizada por los rescatistas sherpas fracasó en localizar a Tomas y regresaron al campamento base el 12 de noviembre. El grupo de rescate Air Zertmatt Swiss llegó a Katmandí al siguiente día. En la mañana del 14 de noviembre, los suizos volaron con dos helicópteros a Langtang después de entrevistarse con el equipo de Asian Trekking.
El pioloto Robert Andenmatten y el escalador y rescatista Simon Anthamatten (miembro del equipo de rescate de Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna y reciente ascensionista del Jasemba) encontraron a Tomaz a 5,600 metros en la pared sur. Robert bajó a Simon con una cuerda estática de 25 metros hasta el sitio del accidente. Pero era demasiado tarde. Tomaz había muerto, aparentemente después de fracturarse la pierna en una caída.
Tomaz Humar, en el campamento base del Dhaulagiri, 1999
El mejor hombre
Piotr [Morawski], Iñaki [Ochoa], Pavle [Kozjek]… ¿por qué son siempre los buenos?, preguntamos. ¿Por qué no una gran avalancha cubre a todos los mentirosos y los enredosos y los cobardes?, susurramos. De verdad. ¿Porque estos tipos, de los que tenemos tan pocos?
Todos muy diferentes, tenían una cosa en común: fueron por su propio camino.
El Piolet de Oro premia la innovación, originalidad e independencia, eso si se obedece una serie de reglas y enseñanzas. Tomaz Humar nunca consiguió el Piolet de Ori por el Annapurna, pero sí lo Mejor de ExplorersWeb. Gracias por la salvaje compañía, amigo y por favor di “Hola”.