La expedición que Fredrik Ericsson había planeado abarcaba dos puntos. El principal era subir al K2 para descender esquiando desde la cumbre. Eso era parte de su objetivo de bajar las tres montañas más altas del mundo y bajarlas esquiando: Everest, K2 y Kangchenjunga. El segundo punto era su aclimatación en el Laila Peak, junto con su compañero, el italiano Michele Fait.

Ninguno de los dos pisó nunca las cercanías del Laila Peak, porque no se les concedió el permiso para ir a esa montaña. Para Fredrick eso cambiaba los planes porque esta expedición incluía al Laila Peak. Así que se dirigieron al campamento base del K2 y realizaron lo de costumbre: aclimatarse. En una ocasión pudieron subir a un campamento y a la mañana siguiente bajar esquiando hasta 30 metros del CB.

Pero el 23 de julio, todo cambió:

“Estábamos en nuestra segundo ascenso de aclimatación en el K2. Nos sentíamos mejor que en la primera. Sin dolores de cabeza. Después de pasar dos noches en nuestro campamento 2 a 6,350 metros, estábamos esquiando hacia el CB. Habíamos pasado una sección rocosa e inclinada que pensé era la parte más difícil para el descenso en esquí, y estábamos en una gran pendiente abierta. Aún era pronunciada y esquiábamos lentamente, controlando la velocidad.

Fredrick disfrutando el esquí en las pendientes del K2

“Mientras hacía una vuelta, Michele perdió el equilibrio y cayó hacia atrás. Se deslizó y rebotó por varios cientos de metros. Puesto que la pendiente disminuía más abajo, yo estaba seguro que se detendría en algún punto. Pero nunca lo hizo… ME tomó media hora llegar a Michele… Desafortunadamente, cuando llegué no mostraba signos de vida. Estaba muerto.”

Fredrick lo bajó lo más que pudo y en el camino recibió la ayuda de Gerlinde altenbrunner, Fabrizio Zangrilli y David Göttler, pero tuvieron que dejar el cuerpo de Michele porque se avecinaba la noche y era zona de alto riesgo.

“De repente, en el camino al campamento base, me di cuenta de lo que había pasado. Michele y yo estábamos esquiando en la montaña de nuestros sueños. Sonreíamos y teníamos el mejor tiempo de nuestras vidas. En un segundo, la tragedia nos golpeó y Michele se había ido. Nunca había experimentado nada como eso. Fue el peor día de mi vida.”

El cuerpo de Michele fue llevado al CB al día siguiente, pero la expedición terminaba, lo que era un mal menor en comparación con la pérdida de un amigo que había soñado junto a Fredrick en la montaña de los sueños de ambos.

Michele Fait †