Estábamos preparando nuestra comida…
—“Se oye que viene gente. ¿Qué equipo serán?”—“¡Mira vienen dos equipos juntos!”—“Se ve que se vienen rebasando desde atrás.”
El primero de un equipo estaba comenzando a bajar. El otro anclaba ya su cuerda. En realidad venían bajando a la par. Uno recuperaba su cuerda mientras que del segundo sólo falta el capitán. Sólo llevan un par de minutos entre sí. “¡Va a ser un final a la meta reñido!”
Igual de rápido como trabajaron ese tramo, pasaron y se fueron a la siguiente cascada, en un gran esfuerzo por ganar.
Los preparativos
Desde agosto del año pasado se estaba organizando una competencia de cañonismo. Estas carreras ya son famosas en Europa, pero no se habían practicado en América. En diciembre se dieron todos los detalles y —lo más importante— la fecha (sábado 28 de febrero) y el lugar: Tecolotlán, Jalisco.
Para estas fechas se empezó a mostrar interés por participar de la gente de Guadalajara, Distrito Federal, Monterrey, León y, sorprendentemente, de España.
Después de la reunión internacional de exploración de cañones en el Estado de Durango, Jorge, un español participante en la exploración, me comentó que había visto la convocatoria para participar en la carrera y que estaba muy interesado. En diciembre me avisó que se había inscrito y que estaba muy ansioso de regresar a México. Se había preparado física y mentalmente para la carrera y había decidido ganar.
En el inicio de la carrera.Fotos: cortesía de los organizadores del evento
En enero Jesús Montesa (Chesus) me comentó que también quería divertirse en la carrera, tanto que no importaba si ganaba, aunque estaba confiado en que su técnica haría que fuera muy rápido. Tenía la idea de buscar unas mallas color rosa fosforescente para competir así.
En febrero ya estaba la lista de los equipos: tres equipos para la categoría de varonil, cuatro en mixto y tres en solitario. Y también estaba ya todo el staff definitivo para la competencia. Julia y yo nos apuntamos para participar de voluntarios y participaríamos dentro del barranco como jueces.
A un día de la carrera
Un día antes de la competencia Julia y yo llegamos a Guadalajara. Nos vimos con otros componentes del staff para transportarnos a Tecolotlán, el lugar de la competencia. Salimos tarde porque los encargados de la cena estaban recalentándola. Pero tuvimos que esperar a que se enfriara un poco para poderla transportar a la sierra. En el camino nos enteramos que todo se estaba retrasando un poco. Hasta los equipos. Incluso Chesus me manda mensaje por el celular avisando que llegarían un poco tarde.
Cuando llegamos al campamento donde comenzaría la competencia, ya había iniciado la inauguración. Pepe Navarro daba en esos momentos los detalles del barranco y las dificultades a sortear. El cañón elegido era el de Santa Rosa-Jején, catalogado para transitarse en unas seis horas.
Tiene sitios con distintos niveles técnicos, se empieza con una nadada en una represa y se continua con un lugar llamado El Sistema Digestivo: tres pequeñas cascadas consecutivas en paredes un tanto estrechas. Continúa con la cascada de Santa Rosa que había sido fraccionada en dos secciones, la primera de 20 metros y la siguiente de 40.
Después le sigue El Embudo, con anclajes un poco difíciles de encontrar porque están en la parte superior de una roca y para llegar a ellos hay que escalar o de lo contrario hacer un rapel no muy alto pero sí muy largo donde se utilizaran casi 50 metros de cuerda. El problema es recuperar la cuerda.
Finalmente, se llega a El Dado, piedra en forma de cubo que se encuentra entre dos cascadas. Hay que seguir por una de aproximadamente 15 metros, con los anclajes algo escondidos y otro rapel de aproximadamente 30 metros. Después de esto sólo se trataba de caminar y desescalar hasta la meta.
Se terminó la inauguración y en la cena se dieron los detalles finales de organización.