- Científicos de la UNAM y la NASA encabezan un proyecto de terraformación para llevar a Marte bacterias y árboles que produzcan oxígeno y otras condiciones necesarias para desarrollar vida
- Trabajan en un modelo de investigación en el volcán veracruzano, donde se ubica el bosque de coníferas más alto del mundo, a cuatro mil 100 metros de altura
- Rafael Navarro, del Instituto de Ciencias Nucleares, y Christopher McKay, del Centro Ames de la NASA, informaron que la colonización iniciaría generando gases invernadero en el planeta rojo, para calentar su atmósfera.
Para colonizar al planeta Marte en el futuro y reproducir las condiciones necesarias para sustentar vida (en un proceso llamado terraformación), un grupo de científicos de la UNAM, la NASA, la Universidad Veracruzana, el Tecnológico de California y la Universidad Estatal de Louisiana desarrollan un modelo de investigación en el volcán Pico de Orizaba, en Veracruz, donde se encuentra el bosque de coníferas más alto del mundo, a cuatro mil 100 metros de altura.
En el auditorio de la Coordinación de la Investigación Científica, Christopher P. McKay, Rafael Navarro, Frederick A. Rainey, y Margarita M. Marinova, explicaron cómo se introducirán a Marte condiciones semejantes a las de la Tierra.
El grupo está integrado por Rafael Navarro González, del Laboratorio de Química de Plasmas y Estudios Planetarios del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de esta casa de estudios; Christopher P. McKay, del Centro de Investigación Ames de la NASA; Luis Cruz Kuri, del Instituto de Ciencias Básicas de la Universidad Veracruzana; Frederick A. Rainey, del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Estatal de Louisiana, y Margarita M. Marinova, de la División de Ciencias Geológicas y Planetarias del Tecnológico de California.
En conferencia de prensa en el auditorio de la Coordinación de la Investigación Científica de la Universidad Nacional y en presencia de los científicos mencionados, Navarro González explicó que se pretende introducir en Marte condiciones semejantes a las de la Tierra, para lograr un ambiente con oxígeno, objetivo que se alcanzaría en tres etapas.
La primera fase consiste en aumentar la temperatura superficial del planeta rojo a través de la liberación de gases de superinvernadero como dióxido de carbono y derivados del flúor, que ayudarían a atrapar en la atmósfera marciana la radiación infrarroja proveniente del Sol, lo que calentaría al astro.
Como hay agua congelada en los polos y en el subsuelo, los expertos calculan que serían necesarios 100 años para que la temperatura sea lo suficientemente alta para derretir el hielo y formar ríos, lagos y océanos que existieron hace cuatro mil millones de años, cuando Marte era joven.
Cuando se haya obtenido agua líquida y una temperatura adecuada, se llevaría a cabo la segunda etapa para llevar bacterias que realicen fotosíntesis y liberen oxígeno. Este proceso podría durar alrededor de mil años, estiman los expertos.
La tercera etapa de la terraformación planea introducir bosques. Para estudiar la manera adecuada de hacerlo, Navarro, McKay y sus colegas hacen investigaciones en el Pico de Orizaba, donde está el bosque de coníferas más alto del mundo.
Los científicos consideran que ese volcán es el lugar de la Tierra más parecido a Marte, una vez que las dos primeras fases de la terraformación se hayan completado. Los trabajos que se realizan en esa zona indagan los factores que limitan o favorecen el crecimiento de los árboles en condiciones extremas.
“La evidencia de que Marte era habitable en el pasado es una prueba de que puede sostener un estado habitable en escalas de tiempo cortas, comparadas con la edad del sistema solar, pero largas en términos humanos”, dijo McKay.
El investigador de la NASA añadió que los compuestos para construir una biósfera –agua, dióxido de carbono y nitrógeno—podrían estar todavía presentes en el planeta rojo en cantidades adecuadas para restablecer la habitabilidad.
Sobre la importancia de su exploración, McKay dijo que será útil para entender si hubo vida y si el origen de la misma fue distinto, así como para expandir la vida humana a otro planeta.
Navarro reconoció que la fijación del nitrógeno es un punto crucial para la tercera parte del proyecto. Las plantas necesitan de ese gas para sobrevivir, pero aunque está libre en el aire y el suelo, la mayoría de las plantas no pueden asimilarlo por sí mismas y requieren de bacterias que actúan como intermediarias para ayudarles a obtenerlo.
De acuerdo a esta teoría, el límite de altitud donde dejan de crecer los árboles marca también el fin del hábitat de los organismos fijadores de ese elemento.
Hay que descartar otras variables para poder asegurar que la hipótesis anterior es cierta, y esto podría tomar algunos años. Pero el resultado será importante para el proyecto a futuro; conocer los ambientes de montaña y plantear programas de reforestación más eficientes en distintas zonas de la Tierra, consideró Navarro.
Los investigadores realizarán, este fin de semana, dos ascensos al volcán Pico de Orizaba para tomar muestras en la línea de bosque, a cuatro mil 100 metros de altura.