El 10 de marzo de 1959, el Dalai Lama partió del Tíbet rumbo a la India, al exilio. No podía quedarse ahí si quería seguir siendo el líder espiritual de una nación que es básicamente religiosa. Cincuenta años después, contra todo pronóstico del gobierno de China, el Dalai Lama vive (y para colmo ganó un premio Nobel de la Paz en 1989) y los tibetanos siguen siendo profundamente religiosos, por lo que el Dalai Lama sigue siendo importante para ellos.

El Dalai Lama

El 10 de marzo se convierte entonces en una fecha peligrosa para el gobierno chino, que ha declarado recientemente que la invasión “emancipó  millones de siervos y esclavos hace 50 años”. Ya el año pasado hubo choques violentos cuando algunos monjes tibetanos realizaron manifestaciones en contra del gobierno chino precisamente porque fue el año en que se celebraban las olimpiadas en Beijing. El resultado: más opresión para el pueblo tibetano y su religión.

Por el momento, la región ha sido literalmente sellada a cualquier extranjero, principalmente periodistas, que puedan llevar los sucesos fuera de la zona, aunque los medios hablan ya de violencia. Para esto, China planea “alimentar” a los medios noticiosos con 45 mil millones de yuans (10 mil millones de dólares) para que “la verdad” sea conocida como es y no la de los monjes tibetanos que de la noche a la mañana tienen una ansiedad de ser notados.

En el montañismo, esto puede afectar seriamente los planes de muchos. Ya en el 2008 se cancelaron varios ascensos por la vertiente norte y el Cho Oyu no fue escalado. Muchos de quienes habían elegido al Cho Oyu como una meta, cambiaron de parecer y se dirigieron al Manaslu. Este año probablemente se cancelarán más expediciones y más proyectos. Entre ellos están la primera travesía del Lhotse-Everest sin regresar por el mismo punto y la travesía doble del Everest por el mexicano David Liaño.

La cara del Lhotse