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Suc Bojan y Eslovenia

Hace dos años, (en el verano del 2007), recibí un correo de un esloveno llamado Suc Bojan. Un viajero, tal vez cerca de los 50 con mucha fuerza y bastante experiencia: Bojan ha recorrido Cuba, Madagascar, Islandia, los Alpes y casi toda Europa en bicicleta; ha atravesado la India tres veces de aventón, habla cinco idiomas (entre ellos, un español perfecto que aprendió en la India) y vivió bajo el régimen de Tito en la antigua Yugoslavia. Tiene tres hijos y un matrimonio muy interesante, su mujer también es ciclista y uno de sus hijos hace freeride. Trabaja de croupier en un casino muy cerca de la frontera con Italia, en sus propias palabras, se dedica a “exprimir” a los italianos que van a mostrar —y perder— sus riquezas, haciendo lo que las leyes impiden en Italia. Según él, no es el mejor trabajo, pero le permite hacer lo que le gusta.

Bojan, Radovan, Yoshko y yo en mi nueva casaFotografías: Everardo BarojasHaz click en las imágenes para agrandarlas

Bojan se encontró con mi artículo sobre Baja California buscando algo más de información antes de embarcarse en un viaje más: de L.A. a México D.F. Me escribió mientras yo cruzaba la Barranca del Cobre, también en bicicleta. En cierto modo, su correo fue mi bienvenida a la civilización; llevaba cinco días metido en la sierra, durmiendo en cuevas o con familias extrañas que invariablemente terminaban siendo amigas. En fin, lejos de comunicación y tecnología no pude evitar pensar que era como si tuviera que haber esperado hasta entonces para recibir el correo, allí, en el cibercafé de Guachochi. (Me tomó un segundo de su tiempo para una autocrítica circunstancial: es particularmente irónico que un ingeniero mecátronico busque tan insistentemente alejarse de la tecnología ¿no es así?).

Bojan, Radovan y Yoshko, cruzaron Baja en doce días pedaleando de 140 a 160 km diarios. En la ciudad de México se alojaron conmigo. Ayudé a empacar sus bicicletas, los llevé a comer tacos, a tomar una cerveza y me gané una invitación a Eslovenia. En ese momento me pareció algo inútil.