Volando hacia lo desconocido

Ahora que estoy en el aeropuerto de Katmandú en espera de abordar el avión hacia Delhi hago las cuentas de los vuelos: Katmandú-Delhi, dos horas de vuelo, seis de espera en Delhi; Delhi-Nueva York, 14 horas de vuelo, tres de espera en New York; New York-Houston, tres horas de vuelo mas seis de espera en Houston; Houston-Seattle, tres horas de vuelo mas una de espera en Seattle; Seattle-Anchorage, seis horas de vuelo. Total: 44 horas de viaje y 14 horas de diferencia de horario entre Nepal y Alaska. Me siento cansada anticipadamente y a la vez aliviada que tendremos cuatro noches de descanso en Anchorage, nuestra base en Alaska, antes de empezar la expedición.

Preparándonos antes del despegue en Talkeetna.
Fotografías, cortesía de Andrea Cardona.
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Estamos establecidos en un “Bed & Breakfast”, o pensión familiar que reservamos por Internet. Siento que estoy en víspera Navideña, todas las imágenes que la casa tiene son renos como los de Santa Claus y osos en los ríos pescando salmones en el río con nieve a su alrededor. Además estamos por recibir las muchas cajas de equipo para la montaña que ordenamos también por Internet.

Después de abrir los paquetes uno por uno y de probarnos todo el equipo con la felicidad con que los niños abren y prueban sus nuevos regalos, nos sentimos completos y listos para empezar la expedición.

Decidimos inscribirnos a una expedición comercial y estaremos con un grupo internacional de escaladores con varios niveles de experiencia que pagamos para ir organizados y asistidos por guías con experiencia. Esta decisión fue tomada por las muchas características del McKinley: la presencia de grietas y el gran peso que se debe llevar con equipo y comida ayudados por trineos, entre ellas. Yo no sería capaz de sacar a Manoel de la grieta: pesa 160 libras, más las 100 libras de equipo. Necesitábamos por lo menos un grupo de tres y no pudimos encontrar nuestro tercer compañero.

Grietas increíbles vistas desde el avión.

La segunda razón es la inexperiencia en usar trineo y construir bloques de hielo alrededor de las carpas para evitar que los fuertes vientos las derriben. La tercera son detalles como, ¿qué tipo de comida llevar y cuánta?, ¿cómo ubicarse en la montaña cuando no hay visibilidad?, ¿qué decisiones tomar en caso de tormentas y vientos violentos?

Estoy convencida que hay que reconocer nuestros propios límites y que no hay que ir más allá de lo que somos capaces de hacer con seguridad. Parte de tener la posibilidad de realizar un proyecto exitoso, como escalar el punto más alto de la Tierra, es poder llegar a él entera y con experiencias que voy adquiriendo mientras me aproximo a mi gran meta.