En 1916, Ernst Shackleton y de sus hombres cruzaban la isla Georgia del Sur de oriente a poniente. Su travesía no era deportiva sino de supervivencia: habían dejado al resto de su tripulación en la Isla Elefante, pendientes de su regreso. Shackleton dirigía entonces una expedición que pretendía ser la primera en cruzar la Antártida, pero el hundimiento de su barco no sólo canceló esa posibilidad, sino que también puso a toda la tripulación en una situación de emergencia: debían sobrevivir.
Imagen: Georgiasat
De una manera asombrosa, Shackleton pudo trasladar a toda su gente hasta la Isla Elefante y de ahí navegar en el océano más tempestuoso del mundo hasta llegar a la isla Georgia del Sur, pero estando ahí, aún tuvieron que cruzar la isla hasta llegar a una estación ballenera. Desde ahí el resto de la tripulación fue recogido de la Isla Elefante. No había muerto nadie y, lo más asombroso, es que todos tenían una moral muy elevada. Hasta ahora, el viaje de Shackleton y sus hombres se sigue considerando como una de las grandes gestas de la historia de la exploración polar.
La travesía de la isla se ha hecho dos veces de norte a sur: la primera por Duncan Carse, quien realizó un mapa de Georgia del Sur, de 1951 a 1956. La segunda por un equipo inglés formado por Patt Lurcock y Angus Finney en 1999. Les tomó un mes cruzar la isla por la costa norte, menos expuesta. Así que aún hay un territorio enorme y prácticamente inexplorado. Ahí se dirigieron tres alpinistas, que decidieron intentarlo de una manera diferente: subiendo algunas montañas. Los franceses Philippe Batoux, Emmanuel Cauchy (conocido como “Doc Vertical”) y Lionel Daudet, apoyados desde mar por el trío compuesto por Isabelle Autissier, Agnes Lapeyre y Tristan Guyon a bordo del Ada 2, completaron la travesía de Georgia del Sur en un tiempo de dos meses y medio.
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En el camino, realizaron el primer ascenso del Sheridan Peak (aprox. 900 metros), hicieron el sexto ascenso del Monte Paget (2,934 m, el más alto de la isla), el tercero del Surprise Peak (aprox. 955 m) y el primer ascenso del Monte Worsley (1,104 metros).
Escalar en un terreno donde todas las montañas tienen nieve es, sin duda, un privilegio, pero uno de sus problemas fueron las colonias de leones marinos que se defendían de los intrusos y que hacían que la logística se complicara. Su plan general era avanzar y regresar a la costa cada determinado tiempo para reabastecerse y descansar en el Ada 2. Los navegantes, por su parte, tenían que navegar evitando las paredes de hielo y los icebergs en el mismo mal tiempo que tenían los miembros de tierra.
“Esperábamos planear nuestra ruta, pero fue imposible porque algunas secciones permanecían invisibles [desde abajo]. Cada paso y cada glaciar que parecía insignificante en el mapa era capaz de bloquear el pasaje en un complejo laberinto de grietas o pendientes de nieve impasables”, escribió Emmanuel Cauchy.
Fotos: Georgiasat
A pesar de las dificultades, al grupo sólo le tomó tres semanas (noviembre 26 a diciembre 15) cruzar la isla, de aproximadamente 170 kilómetros, sin contar las largas excursiones en esquís en ese mismo periodo. El Ada 2 regresó a Ushuaia el 13 de enero después de cruzar el Estrecho de Magallanes nuevamente.
Foto: Georgiasat
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