Tomasz Lewandowski se planteó un reto: la navegación en solitario alrededor del mundo. Pero debía tener una dificultad adicional: navegaría de este a oeste, es decir: en dirección contraria al viento, lo que significa mucho para una embarcación impulsada por el viento. Partió del puerto de Ensenada, Baja California, el 6 de marzo a las 12:28.
Navegar en pro del viento ayuda mucho: uno corrige el timón de vez en cuando y da bordadas ocasionales para corregir el rumbo. Pero teniendo el viento en contra las bordadas son continuas. La vela debe mantenerse en cierta posición con respecto del viento y en vez de navegar en línea recta, el avance se hace en zigzagues. Algo agotador.
Pero llegó el momento en que Tomasz se desesperó y llegó a declara que ese sentido era el “equivocado” para navegar. “¿Qué hago yo aquí?”
Finalmente, cuando se iba acercando al puerto de Ensenada nuevamente, su última comunicación fue: “Mañana podremos decir: «hemos navegado el mundo». Sólo queda un poco más para cerrar el círculo… todos los eventos de este crucero se cerrarán en un círculo, no podremos añadir nada o dejar fuera nada”.
Esto sucedió el 1 de abril. Después de eso, nada. Durante días, su página no mostraba ninguna noticia. Ni buena ni mala. Quizá estuvieran festejando. Y así fue, en efecto: días después apareció la nota donde se daba por concluida la navegación:
“Navegamos hasta la costa. Fuimos saludados por sirenas y dos chicas bonitas con una cesta de flores. Los marineros en el muelle tomaron la cuerda para anclar, salté la baranda y fui hacia Beata... Ah, qué hermoso huele ella...”
El viaje se había terminado y lo único que tuvo que decir fue: “Este tatuaje es el fin oficial de esta historia. Gracias a todos por estar conmigo, de verdad que no estaba navegando solo sino que todos ustedes eran mi tripulación virtual. Gracias por estar conmigo.”
Así terminaba un viaje en contra de los vientos y que muchas veces había hecho dudar sobre la cordura de hacerlo. El viaje se cerró a los 391 días, 20 horas, 29 minutos y 10 segundos, 61 días más de lo que había planeado inicialmente Tomasz que hizo el viaje junto con su compañero Macek: un perro. Quizá no le valga el título de solitario.