Caminante no hay camino, se hace camino al andar...
En el Himalaya me ha tocado recorrer todo el camino hasta la cima, hasta el lugar más alto del mundo. El camino lo emprendí mucho tiempo antes, cuando aún era niño y soñé un día con estar ahí arriba. No sabía el nombre ni más detalles, pero sí que quería estar ahí.
En el mundo del alpinismo el Everest no está reconocido como un objetivo de gran dificultad técnica (es triste porque con este argumento muchos “descalificadores” echan abajo el sueño de muchos), pero sí es un sueño grande y llevarlo a cabo requiere determinación, igual que cualquier otro objetivo. El Everest es un símil de lucha y esfuerzo por llegar a lo más alto y de conseguir lo que uno quiere en la vida, y eso es precisamente lo que representó y representa para mi esta conquista: “la conquista de uno mismo”.
La Cascada del Khumbu.Foto: Alejandro Aguilar
Jorge Salazar y yo comentamos el libro de Lionel Terray, Los conquistadores de lo inútil, que relata el universo de la montaña donde hay personas que, arriesgando sus propias vidas, escalan altas cumbres y atraviesan glaciares en una lucha constante contra las fuerzas de la naturaleza, y donde el menor error puede resultar fatal. Estos hombres necesitan más que coraje; necesitan pasión, pasión para lanzarse a un mundo desconocido a enfrentar sus propios miedos, a romper sus paradigmas y a ir más allá de sus propios límites.
Los conquistadores de lo inútil… ¿sirve de verdad conquistar una montaña? En realidad lo que se conquista es a uno mismo. Se le conquista no del todo pero si un poquito; se descubren cosas que no se conocían de uno mismo, para bien y para mal; se contempla el propio espíritu y se crece un poquito más como persona; se aprecia aún más el valor de la vida, el valor de los detalles simples que le dan sentido a la vida; cosas que en otro lugar no tienen ninguna importancia o que son fáciles de conseguir, aquí recuperar su justo valor, tal como el agua caliente, un baño, el aseo diario, la luz, etc.
Miedo vertical: en la cascada de hielo del Khumbu.Foto: Alejandro Aguilar
Dificultades adicionales e inesperadas
Hubo que atravesar muchas dificultades para llegar a la cumbre, además de las que impone y supone la montaña más alta del mundo, entre ellas el resolver de manera rápida el repentino cierre de la vertiente tibetana del Everest, que estaba en nuestro plan original precisamente por ser más barato.
Bastó un escueto escrito redactado en mal inglés —donde argumentaban motivos de seguridad y de conservación medioambiental— para cerrar el acceso no sólo al Everest sino a varias montañas de esa vertiente. La verdad es que existía un gran temor por parte de los chinos de que hubiera algún inconveniente donde el pueblo tibetano o simpatizantes pro-liberación del Tíbet mostraran a los medios de comunicación masivos alguna señal o manifestación lo que pasa en el Tíbet.