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Montañismo y Exploración
Sueña y lucha por ello: el ascenso al Everest
5 junio 2008

Jorge Salazar y Alejandro Aguilar hacían cumbre en el Everest los días 21 y 22 de mayo, respectivamente, después de sufrir las nuevas barreras impuestas por el ascenso chino. Este artículo, enviado a Montañismo y Exploración por Alejandro, narra su ascenso al punto más alto de la Tierra.







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¿Resignación? ¡Para arriba!

Me fui a mi tienda y comencé a hidratarme lo suficiente. Mi meta era tomar cuatro litros de agua, cocinar una sopa “instantánea” para Jorge y para mí, y preparar 1.75 litros de agua para mi ataque a la cumbre. Me llevó horas lograrlo. Descansé unas horas. Mi tranquilidad y mi mente enfocada en descansar para atacar cumbre esa noche del 21 de mayo se perturbó un poco pues Jorge no regresaba de la cumbre. De a poco los españoles fueron volviendo al C4, le pregunté a Lina por Jorge y estaba tan mal que no recordaba quien era Jorge el mexicano. Finalmente Jorge llegó, a las 7 pm. Se sorprendió de verme aún en la tienda, pues pensaba que me había bajado al C2, me felicitó por mi decisión y cayó rendido sin probar siquiera un trago de sopa.

La bandera de México en el punto más alto de la Tierra. Foto: Alejandro Aguilar

La bandera de México en el punto más alto de la Tierra.Foto: Alejandro Aguilar

Dormí una hora y a las ocho comencé los preparativos. A las 9:25 iniciaba el ascenso a la cumbre, ya sin Jorge ni los españoles. La fila de personas escalado a esa hora era interminable, pensé que había elegido buena hora, en realidad era muy tarde.

En mi trayecto al “Balcón” agarré un paso muy bueno y como iba solo rebasaba con relativa facilidad a varios rezagados. Llegó un momento que la cola se paró y no avanzaba, había tramos donde la espera era de media hora o más. Rebasando, me topé con un cadáver al pie de un peñasco. Casi me voy para atrás cuando reconocí los crampones en la nieve. Al llegar al Balcón, dejé una de las tres botellas de oxígeno que llevaba parcialmente llena. Ya sólo llevaba ocho kilos en las dos botellas restantes de oxígeno en la espalda. Luego vino un tramo bastante expuesto donde tuve que esperar hrs en una escalada en roca, donde la gente se atoraba antes de la cima sur.

Ya había amanecido al llegar a la cima sur. Era increíble ver esa inmensidad, un paisaje que estremece el corazón. Asimismo, era horrible pensar en el desnivel que me esperaba si cometía un pequeño error en esos terrenos tan comprometidos, donde el mínimo error podía representar una caída a un vacío de más de 2,500 metros. En esos momentos lo que hice fue simplemente ya no mirar abajo y continuar como si nada.

Al llegar a la cima sur, dejé la segunda de mis botellas semillena otra vez y me dispuse a la ultima parte: el famoso escalón de Hillary, previo a la cima del mundo. Pensé en dar media vuelta al ver la multitud de personas atoradas en ese embotellamiento de altura. Decidí que haber venido hasta acá, esperar tanto y haber pasado por tanto, merecía la pena esperar unas horas más en el tráfico pesado y lento.

Tres mexicanos en el Everest: Jorge Salazar, David Liaño y Alejandro Aguilar. Foto: Alejandro Aguilar

Tres mexicanos en el Everest: Jorge Salazar, David Liaño y Alejandro Aguilar.Foto: Alejandro Aguilar

El punto más alto de la Tierra

Posé mis pies sobre el lugar más alto del mundo, la cumbre del Everest, el 22 de mayo a las 7:25 de la mañana, hora de Nepal, sin ayuda de sherpas. A mi alrededor había más de 30 personas de diferentes nacionalidades. Parecía un picnic de altura y eso me decepcionó un poco. Aquel día se rompió un récord en el Everest: el mayor numero de  cumbres registradas en un día, 78.

Permanecí en la cumbre poco menos de 30 minutos, completamente extenuado pero feliz de haber realizado un sueño más, hasta ahora mi más grande sueño. Di media vuelta para bajar y llegué al C4 a la 13:30 horas. Jorge me recibió con agua, comida pero, sobre todo, con un abrazo de verdadera amistad, orgullo y placer.

Decidimos permanecer una segunda noche en la zona de la muerte para “recuperarnos” un poco. No sufrimos consecuencias a esta altura, y corrimos el riesgo de permanecer esa noche adicional sabiendo que a esa altura el cuerpo simplemente no se recupera y se aumenta el peligro de un edema pulmonar o cerebral y con ello la muerte.

Descendimos el día 23 al C3, lo desequipamos y bajamos al C2. El día 24 quitamos C2 y bajamos hasta el CB pasando y dejando atrás la peligrosa cascada del Khumbu, donde Jorge había caído a la grieta y donde se estremece el cuerpo y el corazón.

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