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Montañismo y Exploración
Sueña y lucha por ello: el ascenso al Everest
5 junio 2008

Jorge Salazar y Alejandro Aguilar hacían cumbre en el Everest los días 21 y 22 de mayo, respectivamente, después de sufrir las nuevas barreras impuestas por el ascenso chino. Este artículo, enviado a Montañismo y Exploración por Alejandro, narra su ascenso al punto más alto de la Tierra.







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Banderazo de salida

Finalmente la noticia que todos estábamos esperando llegó en la mañana del 8 de mayo. Se supone que su fecha límite para alcanzar la cumbre era el 10 de mayo, pero suponemos que no tenían prisa ni presión alguna para conseguir su objetivo. Normalmente la montaña libre de restricciones es escalada de manera pausada y escalonada y se crea una curva normal donde se van acomodando los ascensos.

Esta noticia implicó que una horda de escaladores se lanzara impetuosamente a partir del “banderazo” a montar campamentos 3 y 4 y a preparar sus respectivos ataques a la cima, casi todos al mismo tiempo. Al día siguiente, los militares abandonaron la montaña dejándonos a nuestra suerte en el poco tiempo disponible para escalar la montaña más alta del mundo pues para finales de mayo normalmente se espera la entrada del monzón a Nepal y con ello comienzan las lluvias incesantes en las tierras bajas y el mal clima y las tormentas en las montañas. Como dato adicional, algunos reportes climatológicos anunciaban que la temporada de monzón se adelantaría varios días.

Vista desde el Campamento 3. Foto: Alejandro Aguilar

Vista desde el Campamento 3.Foto: Alejandro Aguilar

Nos habíamos hecho amigos del argentino Willie Venegas, uno de los guías de montaña más respetados en el Everest, una persona extraordinaria, humilde, simpática y tan grande como el Everest. Él nos compartió que estaría atacando y equipando el camino a la cumbre el día 21 de mayo. Ese dato fijó nuestra fecha tentativa de ataque y nuestra estrategia que tantas veces había sufrido cambios durante la expedición.

Aclimatación en el C3

Establecimos el C3 el 16 de mayo a 7,100 y dormimos ahí Jorge y yo. Había sobrepasado mi máxima cota de altura alcanzada hasta el momento, los casi siete mil del Aconcagua. El único lugar en el mundo donde se puede superar esta cota es aquí en el Himalaya. Me sentía feliz pero me preocupaba la calidad de sueño que pudiese tener a esta altura. Era un factor clave y decisivo del éxito de las siguientes etapas. Jorge no tuvo mayor problema y yo pasé una noche aceptable.

Bajamos al C2 a descansar y esperar nuestro ataque a la cumbre. El tiempo no era suficiente ni para intentar subir al C4 (8,000 metros) ni tampoco para descender al CB. Normalmente se hubiera descansado en el CB antes del ataque final a la cumbre, pero en vista de que el tiempo que nos quedaba no era suficiente, tuvimos que conformarnos con descansar en el C2 y armar el C4 en el trayecto final del ataque llevando todo lo necesario desde el C3.

Como no llevábamos sherpas, había que llevar todo el equipo a los diferentes campamentos, ahora para arriba, luego para abajo. Se llevan cosas como tienda, colchonetas, bolsas de dormir, estufa, gas, comida, ropa de pluma para la cumbre, válvula y regulador de oxígeno, el tanque de oxígeno, etc. Todo esto hace una gran diferencia en el estilo, forma y significado de escalar estas grandes montañas, donde estos pequeños detalles en los que ayudan los sherpas a otros escaladores representan una gran parte del éxito de la odisea, cosa de la cual Jorge y yo nos sentimos muy satisfechos de haber realizado por nuestra propia cuenta y esfuerzo.

Tumultos en la altura. Foto: Alejandro Aguilar

Tumultos en la altura.Foto: Alejandro Aguilar

Bajamos al C2 el día 17 y descansamos ahí hasta el 18. Diego nos alcanzó en el C2 el día 18. Se había quedado en el CB porque como iba a escalar el Lhotse, y no el Everest, estaba haciendo los últimos acuerdos con David Liaño (otro mexicano) que pretendía (y lo logró) escalar el Lhotse el mismo día 21 de mayo.

El día 19 de mayo salimos Diego, Jorge y yo rumbo al C3 rumbo a nuestras respectivas cumbres. Diego desertó en su intento por escalar su montaña y se quedó al pie de la pared del Lhotse. Era sencillo: si no te sientes con todo completo y en orden es casi imposible encarar montañas de este porte.

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