San Juan Tabaá
“No puede tomar fotos aquí”, me respondieron cuando pregunté. Una lástima: varias mujeres trabajaban en la restauración de varias piezas de la iglesia. De hecho, la iglesia toda se estaba restaurando. El altar había sido la primera gran etapa de trabajo. Habían detenido su deterioro y además lo habían cubierto con hoja de oro, un trabajo minucioso que les había llevado tres años. Ahora, el altar luce como el de Santo Domingo, en la capital de Oaxaca. Brillante de lo amarillo, “sólo” falta arreglar el resto de la iglesia.
La iglesia de Tabaá, del siglo XVII
El arquitecto encargado nos invitó a su casa a pasar la noche y nos comentó sobre Tabaá mucho más de lo que hubiéramos esperado.
San Juan Tabaá está a unas horas a pie de San Miguel Talea de Castro. Ambas son cabeceras municipales pero Tabaá luce más próspero: con calles pavimentadas y casas de materiales en lugar de adobe, parece que fluye más dinero. La respuesta es una: aquellos de Tabaá que se van al extranjero, mandan dinero y una parte de ese dinero es para el pueblo. En la restauración de la iglesia están metidos los “emigrantes” (así les llaman) mas el gobierno municipal. Es un proyecto para diez años, de los cuales llevan ya tres.
Puerta de entrada a Tabaá. Pasando este portal, se encuentra uno en otro pueblo
Al presidente municipal lo nombra la asamblea del pueblo, que se reúne una vez al año. El resto del año el presidente y su comitiva son quienes tienen que solucionar los problemas y conflictos del pueblo. Pero no sólo eso, sino también hacerlo progresar. Y para ello tienen a la asamblea de ancianos, que son quienes en realidad toman las decisiones de los temas más importantes y a quienes se acude para tomar consulta.
La sierra hacia el noreste, vista desde Tabaá
Un ciudadano de Tabaá que se convierta a una religión que no es la suya puede ser penalizado con una multa en efectivo, pero si trae a su cónyuge a su religión, la multa no existe. También hay sanciones a los funcionarios que beban por más de tres días seguidos. Una de las penas que se aplica es el que nadie le venda bebida al sancionado. Después de tres meses o se va del pueblo o se corrige. En ningún otro lado había sabido de una sanción así, sobre todo porque en Oaxaca las fiestas duran días y la bebida corre libremente.
Como sea, nos fuimos de Tabaá sin haber hecho una sola fotografía de la iglesia ni de su restauración y nos adentramos en la barranca, rumbo al Puente del Diablo.
San Juan Tabaá