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Montañismo y Exploración
Las patrañas de las expediciones
21 junio 2008

Las patrañas de expedición inundan todas las disciplinas al aire libre, aunque las escaladas al Everest y las caminatas al Polo Norte tienen más de ello debido a su estatura icónica. Mientras menos técnico es algo y más famoso puedas llegar a ser de inmediato al hacerlo, más atrae a aficionados con motivos muy cuestionables…







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Fotografías: Jerry Kobalenko

9. Hacer uno o dos expediciones, después retirarse y tomar la actitud de un viejo estadista

Una vez más la naturaleza del viaje polar. Los buenos escaladores trepan a diario o cada dos días, pero la mayoría de los arrastradores de trineos polares no están, disculpando la broma, “durante todo el  aullido”, es decir, por mucho tiempo. Típicamente hacen el Polo Norte o el Sur y después se retiran. Algunos hacen ambos. Si son particularmente serios, también cruzan los océanos Antártico o Ártico. Eso es todo. Fin de los iconos polares. Muy mal, porque la vida arrastrando un trineo es realmente una gran vida. Es como si el 99% de los montañistas sólo hicieran el Everest y quizá las Siete Cumbres.

Especialmente en Gran Bretaña, parece que una vez retirado, éstos ponies tramposos toman una postura vigorosa como sabios barbones en todo lo que es polar. (Quizá sea una descripción más conveniente la de reyes tuertos más que ponies tramposos.) Esto era más comprensible en el siglo XIX —por años, Adolphus Greely fue considerado el explorador polar vivo más grande de Estados Unidos, basado en una expedición desastrosa. Pero los estándares de la experiencia son diferentes ahora. Will Steger, por ejemplo, estaba haciendo cosas impresionantes en el Ártico casi como un vago mucho antes de su gran expedición.

10. Erigir placas en el yermo en honor de su propia expedición

Esto puede ser algo puramente ártico, una versión más permanente del pintar con aerosol tu nombre en una roca. Varias veces en sitios históricos he visto elaboradas placas puestas por expediciones recientes, aparentemente para conmemorar al explorador original pero, coincidentemente, también conmemorar a quien puso la placa. El sitio de Franklin en Beechey Island tiene algo de este graffiti que en el ártico durará centenares de años. Pero uno de los ejemplos más notorios es una serie de placas en los varios sitios de Sverdrup en Ellesmere Island. Los noruegos son generalmente viajeros magníficos y minimizados —como Sverdrup mismo— pero hace aproximadamente 15 años un noruego menos modesto hizo un par de viajes en snowmobile guiados, erigiendo placas de bronce en las cuales el nombre de Sverdrup y el suyo propio están en tamaño idéntico. He comprobado con arqueólogos, y mientras que está contra la ley llevarse algo de un sitio histórico, desafortunadamente no parece ser ilegal empotrar una placa de vanidad a una roca. Del lado positivo, es enteramente posible quitar tales placas y lanzarlas en el mar.

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