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Montañismo y Exploración
La Conquista de El Gigante
24 enero 2008

Después de haber descendido Basaseáchic y la Cascada de Piedra Volada, surgía un nuevo reto: descender por la pared de El Gigante. Este primer ascenso, realizado en diciembre de 1996, se convirtió en histórico para Chihuahua. Y también en un destino para los escaladores.







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En la pared de El Gigante Yo sería el primero en descender en esta parte, así que me instalé en la línea principal ya con todo mi equipo puesto, tanto para descender como para ascender. Colocamos una línea auxiliar de unos 40 metros por la cual descendió Oscar Cuan para auxiliarme en las maniobras iniciales de descenso. Estas maniobras a veces son algo incómodas debido al peso del cable que en este caso era soportar los 300 metros de longitud que cuando menos estarán arriba de los 30 kilogramos, además yo iría bajando con un costalito que pendía de mi arnés en donde traía mi bolsa de dormir, algo de comida, equipo y otras cosas necesarias como mi cámara fotográfica con sus aditamentos. Al ir bajando, la primera cosa que me sorprendió fue constatar que el cable no se iba libre, sin tocar la cara de la pared como habíamos supuesto, sino que casi siempre rozaba la pared rocosa, esto tenía algunas implicaciones importantes ya que el cable vendría rozando mucho por la piedra y ése es uno de los mayores peligros que siempre se tienen en este tipo de descenso: los roces de los cables contra las piedras, los pueden desgastar y cortar. Otro factor negativo con el que no contábamos fue la abundancia en la pared de un vegetal conocido como palmilla, el cual se agarraba fuertemente a la roca e impedía que el cable descendiera libremente, enredándose constantemente en este vegetal. Con grandes trabajos fui desenredando la línea hasta que como a los 100 metros de bajar llegué a una palmilla grande donde el cable estaba totalmente enredado y no podía seguir descendiendo, además consideré que hasta ese punto el cable ya llevaba demasiados roces y lo más prudente era buscar un punto en la pared donde pudiera reanclarlo para así evitarle más daños al seguir bajando. Para mi suerte, la palmilla en donde estaba enredado el cable era como una cortísima repisa y pude detenerme con cierta facilidad, además de que localicé una buena grieta en donde coloqué unos anclajes logrando cargar todo el peso del cable y de mi mochila en ellos.  

Enredos Como vi que el cable estaba hecho una maraña, le pedí a Víctor, por el radio que bajara hasta donde yo me encontraba para que me ayudara a desenredarlo, además de que ya me sentía algo agotado por el esfuerzo de haber venido haciendo eso hasta aquí. Mientras que Víctor descendía, yo me instalé en el anclaje que acababa de poner y descansé un poco. Pude liberar un tramo más de la línea y ésta cayó a una distancia que no logré determinar en el momento. Esperé a que Víctor llegara y cuando lo hizo le expliqué la manera en que se pasara de su cable al anclaje donde yo estaba y así pudiera seguir bajando por la línea principal una vez que yo concluyera mi descenso. Esta técnica de colocar anclajes intermedios en la pared es muy utilizada en espeleología y la conocía muy bien; sin embargo, Víctor me manifestó que aunque sabía de ella, no la dominaba bien por no haberla practicado lo suficiente. Recordé que en nuestras prácticas de preparación para esta expedición, le había insistido a él y a los demás miembros del grupo que ensayáramos lo mejor posible esta técnica, pero no lo hicimos confiados en que no se necesitaría ya que en ese entonces suponíamos que el cable caería libremente sin tocar las paredes de El Gigante y así lo pensábamos porque hasta ese momento la gran mayoría de las paredes de la región en que habíamos rapeleado el cable caía libremente, pero aquí fue la sorpresa, y tuvimos que aplicarla en ese sitio con la probabilidad de volver a utilizarla más adelante. A esta maniobra se le llama fraccionamiento ya que justamente fracciona o divide una caída grande en dos o más tiros según se necesite y sus dos principales objetivos son evitar y disminuir los roces y permitir que más de una persona a la vez suba o baje por una línea principal. Mientras Víctor me esperaba en el primer fraccionamiento, yo continué el descenso y tuve que seguir enfrentándome a numerosas enredadas en la palmilla, aunque ya no puse más fraccionamientos. Hacia las 6 de la tarde logré llegar a la R-2; por un momento pensé que no lo lograría y tendría que regresarme a R-1; de desenredada en desenredada lo logré, aunque aterricé encima de una gran madeja del cable sobrante que faltaba por utilizar en el descenso entre R-2 yel río. Cuando inicié el descenso olvidé mi navaja en el campamento de R-1 si no es por esto, desde el fraccionamiento habría cortado el cable de 160 metros para aliviar el problema y poder bajar más aprisa. Este descenso que calculé en 300 metros lo había hecho en cuatro horas cuando normalmente no me habría llevado más de 45 minutos, considerando la instalación del fraccionamiento. Pero en fin, pese a todo y que estaba algo agotado había logrado completar el tramo e inmediatamente avisé a Víctor quien me alcanzó hacia las 7 de la tarde ya casi de noche. Para esto Víctor tuvo muchos problemas para brincar el fraccionamiento debido a lo que ya mencioné y sobre todo a que su mosquetón que aseguraba su descensor se apretó tanto que no lo pudo destrabar, al grado de que se vio en la necesidad de cortar el cable con su navaja para poder destrabarse. Una vez destrabado los volvió unir con un nudo pescador y pudo continuar bajando.

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