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Montañismo y Exploración
Invidentes pero visionarios

El volcán Ipala fue el objetivo de un grupo de invidentes de Guatemala. Guiados por el Grupo K’ashem, los guías no esperaban tener una de las experiencias más gratificantes de su vida. Los guías recibimos una gran lección de vida.







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Iniciamos por la ruta de “El Sauce”, en la carretera entre Ipala y Agua Blanca. El volcán tiene vegetación muy baja al ser una zona muy árida, casi desértica, y con un intenso calor y un sol radiante el ascenso se tornó en una tarea agotadora desde su inicio.  Pero el entusiasmo era inagotable, entre bromas y pláticas muy amenas fuimos alcanzando los descansos dispuestos a lo largo del trayecto, únicos en donde se podía disfrutar de una pequeña y refrescante sombra.

La manera de apreciar la montaña fue muy enriquecedora en sensaciones.

Los guías recibimos una gran lección de vida. Al principio no entendíamos por qué un grupo tan grande de personas que no podían ver se entusiasmaban tanto por subir un volcán.  Pero poco a poco entendimos que su manera de ver la montaña era mucho más rica en sensaciones que las nuestras.  Niños desde cinco años hasta personas pasando los 50 se enriquecían de emociones al percibir los cambios de altitud, temperatura y todo el entorno de la montaña.  Su objetivo del día estaba centrado en llegar a orillas de la laguna de Ipala en donde harían campamento por una noche.

El campamento fue una noche muy divertida entre anécdotas, bromas y felicitaciones por el ascenso entre los participantes.

Después de agotadoras horas de ascenso justo antes del anochecer alcanzamos el área del campamento a orillas de la laguna que se encuentra en el cráter del volcán.  Nos pidieron una fogata y al principio no nos apetecía hacerla pero al final Nekane Viota y yo improvisamos una que resultó ser algo nuevo para la mayoría: junto al calor de la misma contaron sus extraordinarias experiencias durante el ascenso y para sorpresa de nosotros comentaban que para la mayoría este era su tercer volcán.  Platicamos por horas pero al final decidimos ir a descansar porque al día siguiente nos levantaríamos temprano para iniciar el asalto a la cumbre para presenciar el amanecer.

A pesar del intenso frío, los 47 que conformábamos el grupo alcanzamos la cumbre del Volcán Ipala para presenciar el sol al amanecer.

Comenzamos a ascender desde las cinco de la mañana hacia. Queríamos ser testigos de los primeros rayos del sol al amanecer. El clima había cambiado: el intenso calor del día anterior había desaparecido y en su lugar nos daba la bienvenida al mirador el frío y la neblina. La cumbre.

Su deficiencia visual no fue obstáculo para que los 40 integrantes de la ANCG alcanzaran su objetivo.

Mientras se daban las felicitaciones, otros grupos de montañistas estaban boquiabiertos con la hazaña de estos particulares ascensionistas. Un grupo de universitarios utilizaron caballos para subir y cuando vieron a un grupo de invidentes de todas las edades que ascendían caminando y cargando su equipo completo, comentaron que se sentían humillados ante tal muestra de pasión y positivismo por parte de la Asociación Nacional de Ciegos de Guatemala.

Nadie mencionó el momento en que desaparecía la neblina y dejaba libre la salida del sol en el horizonte. No era necesario. Sin poder ver ¡sabían perfectamente lo que pasaba a su alrededor y sentían la dirección de donde venían los cálidos rayos del sol!

El volcán Ipala.

De esta manera cumplían su objetivo principal, ahora quedaba el descender. Pero antes de iniciar el retorno, un refrescante baño en la laguna.

Íbamos con la intención de enseñarles muchas cosas sobre el deporte del montañismo, pero resultó que ellos nos dieron unas clases magistrales de cómo ver la montaña y la vida de otra manera.

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