El Monte McKinley o Denali —6,294 metros de altitud, en Alaska— es conocida como la montaña más fría del mundo y la más alta cercana a uno de los círculos polares. Localizada a los 63 grados de latitud norte, se encuentra en una región donde los vientos convergen tanto del norte como del sur. Considerada como uno de los objetivos de quienes quieren las Siete Cumbres, también es objetivo deportivo para muchos. Uno de los retos más fuertes es hacer el ascenso invernal del Denali, cuando la temperatura está por debajo de los 100 grados centígrados. Un frío indescriptible.
El Monte McKinley o Denali
En 1967, un grupo dirigido por Gregg Blomberg realizó el primer ascenso invernal, pero perdieron a uno de sus miembros y el resto casi muere durante el descenso en una tormenta. Después de ellos, el japonés Naoemi Uemura se dirigió al Denali en febrero. Esta vez, solo. Llegó a la cumbre el día 12 y el 13 se comunicó con radio con unos fotógrafos japoneses que estaban sobrevolando el Denali.
Jamás se volvió a saber de él, como no fuera la bandera japonesa que dejara en la cima o algunas de sus pertenencias encontradas después, entre ellas su diario donde narraba caídas a grietas salvadas gracias a un dispositivo que él mismo inventó para salir de semejante problema, de la comida congelada y su refugio inadecuado: estaba a -40º C. Pero su última anotación decía: “Desearía poder dormir en una bolsa de dormir caliente. No importa lo que pase, voy a escalar el McKinley”.
Piotr ascendiendo al Denali. Foto de Artur Testov
En enero de 1998, tres escaladores rusos ascendían a la cumbre y realizaban el primer ascenso realizado “en enero”: “en un tiempo en que los días son muy cortos (cuatro o cinco horas de luz diurna) y las temperaturas son extremas”. Vladimir Ananich (40), Artur Testov (32) y Alex Nikiforov (29) gastaron exactamente un mes cavando 14 cuevas de hielo a lo largo de la ruta más conocida: la West Butress. Un piloto confirmó haber visto en la cima a Ananich y a Testov.
Ahora, a diez años de haber subido al Denali en invierno, Artur Testov, que ya tiene 42 años, regresa al Denali en invierno, pero esta vez solo y por la cara norte, que nunca ha sido escalada en invierno y la razón es comprensible: en este tiempo no recibe un solo minuto de luz a lo largo del día (o mejor dicho: de la noche polar) y las temperaturas alcanzan los 60 grados bajo cero, aunque seguramente en las cercanías de la cumbre serán más severas.
Artur caminará cuarenta kilómetros de tundra hasta alcanzar la base de la enorme pared Wickersham (que tiene una altura de 4,267 metros) al norte de la montaña, con comida para 60 días. La pared tiene sólo dos rutas hasta el momento. La Harvard sólo ha sido ascendida una vez mientras que la “Canadiense” se ha repetido una vez y se ha bajado en esquíes en 1998, el mismo año que Artur llegó a la cumbre en invierno. En tiempo “normal”, verano, el ascenso duraría unos cinco días para “escaladores fuertes” y tiene problemas de avalanchas
El Muro Wickersham del Denali. Pared norte.
Y lo hace solo al estilo más puro: incluso prescindió de teléfono satelital. “Es como me gusta. No hay mucho qué hacer de todos modos”, dijo a un grupo de reporteros. Este estilo es lo que Liz Hawley comentaba que sería el más puro para considerar como “solitaria” una escalada. Artur no lleva consigo el invento de Uemura, pero sí lleva tras de sí una escalera con la que seguramente se las arreglará para salir de todos los problemas técnicos.
Como quiera que sea, este es un reto que pone de manifiesto que los retos invernales serios están siendo abordados por los rusos (aunque Artur radica en EUA), los polacos y los eslovenos.