En bicicleta por el país de los topes
23 agosto 2008
Se conoce más mientras más lento se vaya, pero si las distancias son grandes, un vehículo puede ayudar. Facun Rekondo decidió viajar por todo México en bicicleta sin tener experiencia previa. El resultado: 16 mil kilómetros de vivencias de todos tipos y un vocabulario impregado de mexicanismos.
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Decidí que un buen lugar para escapar de todo aquello podría ser el estado de Chiapas, donde los hombres y mujeres del color de la tierra. Y fue así como seguí la línea costera hasta llegar a la Frontera Sur. Llegar a Ciudad Hidalgo (Chis.) supuso unir las fronteras norte y sur de México, completar doce mil kilómetros de recorrido y constatar lo absurdo de los límites geográficos, “de las fronteras humanas, no las del misterio”
Con lluvia, viento y frío como compañía escalé la Sierra de Chiapas y un buen día llegué a San Cristóbal de las Casas, el lugar donde había decidido pasar las fiestas navideñas, en compañía de unos pocos mexicanos y unos muchos europeos que habían llegado atraídos por el décimo aniversario (1994-2004) del levantamiento zapatista.
Los zapatistas, que casi siempre hacen lo contrario de lo que la gente cree que van a hacer, decidieron celebrar sus diez años de lucha y rebeldía en sus casas, de modo que no hubo en San Cristóbal marcha de pasamontañas.
Contabilizando un breve viaje de ida y regreso (en camión) a “la ciudad de la esperanza” para ver si los Santos Reyes se habían mochado con algo, durante casi un mes me olvidé de pedalear, de desmañanarme y de batallar con la rojigualda por “el país de los topes” Tanta inactividad y los placeres de “la vida burguesa” me pasaron factura cuando regresé a mi segundo hogar (la carretera) y decidí poner tierra de por medio.
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