p>Es una enorme satisfacción recorrer zonas inexploradas o poco conocidas y ascender cumbres vírgenes. El ser humano tiene el innato instinto de recorrer, buscar, descubrir y el deseo de descollar siendo el primero. El andinismo de exploración conjuga esto y mucho más ya que el que practica esta rama del deporte también se interesa en todo lo que puede observar de interés arqueológico, antropológico, geológico, ecología, faunístico, florístico, etc., y se ocupa de preservarlo y cuidarlo. Para ello aprende por lo menos lo básico de estas ramas científicas y se convierte en un verdadero auxiliar de ellas.
Las bestias de carga
Es un poco volver a los comienzos del andinismo moderno, llenos de mística, donde los primeros andinistas forzosamente debían recorrer zonas inexploradas y aún no cartografiadas. Ellos se convirtieron en naturalistas, montañistas avezados en diferentes disciplinas que al finalizar sus viajes volcaban las experiencias y conocimientos en extensas y voluminosas obras que fueron —y siguen siendo— guías para las generaciones posteriores. Al principio fueron todos extranjeros pero poco a poco algunos argentinos siguieron el ejemplo y luego muchos. Sus nombres han quedado grabados en letras de oro.
Sin embargo, muchos se han dejado seducir por el “andinismo de masas” con los consabidos inconvenientes: rutas hipertransitadas, basura por todos lados, depredación de flora y fauna, pérdida de la aventura en el verdadero sentido de la palabra y qué decir del espíritu altruista del montañista. La zona del Aconcagua es un fiel y triste ejemplo. Por supuesto existe allí gente consciente, la cual sigue al pie de la letra las leyes no escritas de la práctica montañística. Pero otros hacen justo lo contrario.
Penitentes en la cordillera de la provincia de San Juan
Lamentablemente, también ha sido desprestigiado. Algunas personas, generalmente cegadas por su ego, proponen la absoluta superioridad de la escalada sobre el andinismo de exploración y de alta montaña diciendo que “no tiene importancia”.
Están equivocados: ambas actividades son muy diferentes y cada una posee su mérito. Por eso una no se puede imponer sobre la otra. Ambas están unidas por el amor y el respeto hacia la montaña y su entorno.
El montañista completo sabe conjugarlas, aunque se incline por una, y conoce sus virtudes.
En nuestro país existen cientos de cincomiles vírgenes en regiones nula o escasamente recorridas. ¿Vamos a dejarlas inexploradas, inescaladas o esperar que algún extranjero las descubra? Es tiempo de que empecemos a abrir los ojos y concientizarnos y no perder esta oportunidad única. Somos quizás la última generación que pueda darse el lujo de subir una cumbre de alta montaña virgen y no podemos dejar pasar esta oportunidad tan valiosa.
Aunque escrito en 1990, en un boletín del Grupo de Montaña Huaman (hoy lamentablemente desaparecido), esta versión ampliada y corregida es válida en todos sus conceptos. Mucho se ha avanzado y descubierto pero todavía nuestro país, junto a Chile, China, Pakistán, Nepal y otras contadas regiones siguen siendo los países con más cumbres sin escalar del Planeta.
En la Cordillera de Olivares