A las 10 de la noche salimos de Quito en compañía de Sthepi Langpap rumbo a Cayambe, una provincia al norte de Quito y punto de partida hacia el refugio Oleas Rivas a unos 4,600 metros. Aunque desde Quito pudimos apreciar partes del Cayambe, el paisaje seguía siendo todo nubes.
Cuando nos aproximábamos al refugio inició una ligera lluvia que se convirtió en nevada. La temperatura bajaba más. En el refugio sentimos la verdadera fuerza del viento. Ahí era más intenso y frío que en el Iliniza. En el suelo comenzó a formarse una capa de hielo.
Ismael, Juliana y Stephi
Zorro en Pichincha
Entramos al refugio con la esperanza de que el viento amainara pero aguardamos hasta las tres de la mañana y la fuerza del viento no bajaba. A veces era incluso más fuerte.
Para iniciar el ascenso al Cayambe hay que trepar por unas rocas y subir por una arista para llegar al glaciar. A las rocas se les había formado una capa de hielo, lo que hacía el ascenso más peligroso. Decidimos desistir aunque tuvimos que pernoctar sin bolsas de dormir porque la idea había sido subir y bajar esa noche, por lo que no llevábamos nuestras bolsas. Solo Sthepi llevaba uno porque sólo nos acompañaba hasta el refugio. Lo compartió con nosotros.
Una vez que el día clareó, tomamos el auto y regresamos a Quito con caras largas. El paisaje siguió siendo nubes y nieve, una vez mas sólo vimos nubes. “El intento valió la pena”, decíamos en Cayambe, comiendo bizcochos con café.
El Cayambe
Reestructuramos el plan original por el mal tiempo y después de visitar “La Mitad del Mundo” —el lugar donde cruza la línea imaginaria del Ecuador—hicimos un trekking al Pichincha, que se encuentra al lado occidental de Quito y cuenta con un teleférico. El trekking fue, también, un paisaje de nubes por doquier. Y nos fuimos a la reserva Coca-Cayambe.
Coca-Cayambe es una reserva ecológica al oriente de Quito, que cuenta con un Páramo muy húmedo donde la vegetación es muy frágil, por lo que sólo hay que caminar por los senderos marcados. Lo ideal era caminar por las lagunas y poder ver hacia el Cayambe, pero nubes y lluvia fue nuestro paisaje nuevamente. Stehepi y Juliana nos decían que por allá (señalándome con la mano) estaba el Antisana: más nubes.
Pichincha
Los Ilinizas
Pero no, no todo fue nubes. Una mañana amaneció despejado hacia el sur y salimos a dar un paseo en auto. Tal vez podríamos ver el Cotopaxi. Sí, lo vimos. Increíble, un cono con mucha nieve por las nevadas recientes. Para suerte, la mía: no pude tomar fotos. “Todo el tiempo nubes y más nubes y cuando tuve oportunidad no tomé fotos”.
La montaña siempre selecciona a sus espectadores.
A mi regreso a México puede ver desde el avión cómo la nieve recién caída cubría los alrededores de Quito. El colmo: el tiempo mejoró en cuanto nos fuimos de Ecuador. Acaso necesitemos una limpia.
Ahora solo espero el momento para regresar a Ecuador con la esperanza de tener mejor suerte.