A finales de enero pasado, un grupo de montañistas y espeleólogos, entre ellos dos universitarias pusieron fin a más de diez años de inactividad en esa rama en la zona. Así, estos deportistas hicieron un descenso en el Pozo de los Lentiscos, una de las cavernas verticales más profundas del Occidente Mexicano, localizada en el Ejido El Terrero, en el Cerro Grande, Colima, con 203 metros de profundidad.
Las jóvenes universitarias son Nora García Rodríguez, estudiante del sexto semestre de la licenciatura en gestión turística, y Rocío García Rodríguez, titulada de la licenciatura en ciencias, especialidad en biología. Ambas son integrantes del Grupo de Montaña, conformado por cinco especialistas más en exploraciones subterráneas, escalada y rescates en barrancas.
Esto lo dio a conocer el investigador del Centro Universitario de Investigaciones en Ciencias del Ambiente (CUICA) de la Universidad de Colima, Juan Carlos Gavilanes Ruiz, que es uno de los coordinadores del grupo y quien también participó en el descenso.
“Las actividades que realizan la alumna y la egresada con el Grupo de Montaña les han servido mucho en su formación académica, principalmente en aspectos de turismo alternativo y conducción de grupos bajo condiciones agrestes, por cuanto hace a Nora. En lo que respecta a Rocío García, quien ha participado en estudios zoológicos de campo, le interesan estudios de fauna silvestre, especialmente sobre murciélagos, una de las razones por la que se ha hecho espeleóloga”, comentó Gavilanes Ruiz.
Recordó que el primer descenso al Pozo de Los Lentiscos lo realizó el Grupo Espeleológico de la UNAM-Sociedad Mexicana de Exploraciones Subterráneas, durante sus campañas de 1982 a 1985, encabezadas por el destacado espeleólogo Carlos Lazcano Sahagún. Las últimas tres expediciones de este tipo reportadas a las cavernas del Cerro Grande previas a la presente, datan de 1995 a 1997, y fueron lideradas por deportistas del Instituto Politécnico Nacional, a cargo del espeleólogo Chris Lloyd y por el propio Grupo de Montaña de Colima.
"El Pozo de los Lentiscos es impresionante, ya que a treinta metros de profundidad el pozo aumenta su diámetro de treinta a más de 45 metros, por lo que los 90 metros inferiores del rappel se hacen en el vacío absoluto, sin tocar las paredes de la oquedad, además de que en el fondo se abre una galería que podría dar cabida a un edificio de cinco o más pisos de altura", aseguró el investigador.
El descenso al Pozo requiere de una preparación seria que exige la aplicación impecable de las más recientes técnicas y materiales espeleológicos. El Grupo de Montaña realizó previamente numerosas prácticas de descenso y ascenso por cuerdas, "salto de nudo en rappel", paso de fraccionamientos de cuerda, instalación de anclajes en pared de roca y auto-rescate, en puentes de la autopista a Guadalajara, edificios y paredes rocosas.
Esta preparación fue conducida por Mitchell Ventura, Hugo Ramírez, Benjamín Silva y Aidan Foley, participantes en el descenso, y fue coordinada por Gavilanes Ruiz, quien se formó en la Asociación de Montañismo y Exploración de la UNAM y en expediciones a los Andes y a las Rocosas de Norteamérica.
