Las noticias del día de hoy trajeron la mala de que Iñaki Ochoa de Olza había fallecido en la pared sur del Annapurna. Lo primero que me vino a la mente que en el estado en que estaba era algo inevitable: un edema cerebral y luego otro pero pulmonar. Varios días a 7,400 metros de altitud y en una pared de una dificultad enorme… y mal tiempo.
Pero aunque se adivinaba, me resistía, como muchos más, a pensar que fuera cierto. Iba gente camino a la montaña, Ueli Steck y Simon Anthamatten escalaban la pared. Ueli había llegado con medicinas, Denis Urubko estaba ya trepando la pared y más montañistas estaban rumbo a la montaña o trepando hacia los campamentos superiores.
Pero Iñaki había pasado ya cinco noches a 7,400 metros y no pudo resistir más: finalmente su fortaleza fue vencida. Falleció hoy, a las 12:30, hora de Nepal. El 29 de mayo, cumpliría los 41 años. Su familia ha decidido que el cuerpo se quede en la montaña porque lo principal es pensar en la gente que está en la pared.
Ueli Steck está en el campo 4 (7,400 metros) y fue quien atendió a Iñaki el último día. Denis Urubko y Don Bowie están en el campamento 3 (6,900 metros) y Denis intentará alcanzar el campo 4 para ayudar a bajar a Steck, que permanecerá hoy ahí. En el mismo capo 3 está Alexei Bolotov, quien había estado con Iñaki y Horia el día que intentaron la cumbre y Simon Anthamatten. Por debajo de ellos hay muchos más: Mingma Sherpa lleva una cámara hiperbárica. El médico polaco Robert Szymek y el ruso Sergei Bogomolov habían llegado al campo 2 (6,200 metros) pese a que Serguei debería estar en el hospital tratándose las congelaciones adquiridas días atrás. El rumano Alex Gavan y cuatro sherpas de altura se dirigían al campo II.
A esto hay que añadir a varios montañistas más a quienes la noticia sorprendió camino a la montaña. Un verdadero despliegue de organización para un rescate a más de siete mil metros en una pared técnicamente muy difícil, con mal tiempo y en poco tiempo. Es una verdadera muestra de camaradería en montaña.
Sin embargo, los portadores de esa camaradería aún están en la montaña, en medio de la tormenta, la nula visibilidad y una pared cargada de nieve.
Lo que hay que decir sobre Iñaki Ochoa es mucho. Montañista comprometido con su deporte y consigo mismo, no le interesaba competencia alguna sino el deporte mismo: limpio y bien jugado. No le interesaba hacer trampas ni algo que pareciera serlo o no serlo. Era cristalino en ese sentido.
Sus escritos son de una fortaleza y juventud admirables y dejó un libro sin publicar y que editaría él mismo al regreso del Annapurna. No lo terminará más.
Desnivel menciona que es una gran pérdida para el montañismo español. Yo corrijo diciendo que la pérdida es grande, pero para el montañismo mundial.
