En el 2002 apareció la revista cero de Alpinist, que sería calificada tan sólo dos años después por Reinhold Messner como “la mejor revista de montañismo en el mundo actual”. Es, quizá, no sólo la mejor, sino la que defiende el estilo más puro de los deportes de montaña y han sido conocidos como los puristas. El 16 de octubre, Alpinist anunció que cerraba sus operaciones por la crisis financiera de octubre y porque “no hay suficientes de ustedes”: sólo casi nueve mil suscriptores.
Sus “operaciones” no sólo implicaban la revista, sino el sitio web donde se colocaban noticias recientes con una gran meticulosidad, por lo que siempre había sido un centro de información para los más de 50 mil visitantes únicos al mes. También crearon un festival de cine de montaña llamado The Barry Corbet Film Festival en honor del Barry Corbet, pero al año siguiente cambiaba su nombre por The Alpinist Film Festival (AFF).
Los dos fundadores se sienten consternados, pero orgullosos. No ha sido falla suya, sino la crisis financiera mundial. El 5 de diciembre del año pasado, la bodega de Alpinist se quemó y con ello todas las existencias “—ejemplares atrasados, sombreros, camisetas, recipientes para agua, calcomanías, todo— se quemó por completo. Nada se salvó. La destrucción de todo lo que construimos en los últimos cinco años hubiera sido ya bastante malo. Pero esta vez, viene en mitad de las fiestas de fin de año”.
A ese tropiezo, Alpinist entonces llamó a todo mundo que quisiera suscribirse, no para pedir ayuda sino para poder levantarse nuevamente. Pero apenas diez meses después, la crisis financiera hizo que sus mejores esfuerzos no dieran resultado.
Los fundadores y —seguramente— quienes han trabajado en Alpinist durante este tiempo, se sienten frustrados de no poder continuar pero orgullosos de lo que han dejado como legado: una revista que será difícil de repetir, con varios premios ganados en seis años y medio.
Cada esfuerzo editorial es importante, es lograr que algo que no existe aparezca y se comparta con miles de personas. Es creación. Y si esa creación es de alta calidad, por supuesto que duele verla desaparecer. No es una noticia triste, es una pérdida irreparable.
“Alpinist no fue una ruta estándar para publicar una revista. Fue una nueva ruta: una publicación basada en suscripciones, grande y sustanciosa y hermosa”, dice Christian Beckwith, editor en jefe de Alpinist.
El sitio web de Alpinist está siendo desmontado poco a poco y algunas secciones ya no están on line, pero el artículo de Christian ha recibido un alud de comentarios y la gran mayoría pide que se continúe con ese esfuerzo, aún pagando 30 dólares, más del doble de lo que cuesta ahora la revista ($12.95 el número 25). Esperemos que los lectores, que son de quienes vive Alpinist, den una solución.
Ver la nota completa y los comentarios (inglés) en:http://www.alpinist.com/doc/web08f/wfeature-last-one
