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Montañismo y Exploración
Al Polo Norte en la noche polar
20 febrero 2008

Al Polo Norte se dirige una pareja de rusos a pie y en un viaje sin apoyo externo. Es la primera ocasión que se intenta hacer todo el viaje al Polo en los meses de completa oscuridad. La expedición es, por su dureza, centro de atención de los exploradores polares más destacados y se espera que logren una nueva mundial.







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Ruta seguida por Matvey Shparo y Boris Smolin desde el Cabo Arktichesky, el 22 de diciembre del 2007 hasta el 20 de febrero del 2008, casi en el paralelo 87 Norte.







Durante el día es demasiado delgado y el viento demasiado frío para detenerse 10 minutos para comer algo. Pero a pesar del cansancio, las noches no son garantía de que uno pueda dormir pues la banquisa puede romperse debajo de uno y caer al mar.


Nuestra rutina diaria consiste en 10 horas para dormir, luego a levantarse, 20 horas de viaje, cena y a dormir. Durante el descanso necesitamos cocinar la comida, limpiar la ropa de nieve, escribir en el diario y reparar el equipo. Vivimos como con un piloto automático. Todo se ha unido a un solo e interminable día y sólo gracias a nuestro teléfono sabemos qué día de la semana es, aunque no es realmente de importancia para nosotros.


A pesar de esa rutina de 20 horas de viaje y días de 30 horas, el avance puede ser muy lento: en 20 días sólo cubrieron 200 kilómetros. En comparación, Hannah McKeod hizo su viaje hasta el Polo sur en 39 días, 10 horas y 33 minutos en el 2006.


A través de Internet le preguntaron a Mat cómo compararía en dificultad su viaje con otros. Su respuesta fue clara:


Todo mundo sabe que ahora cualquier persona puede escalar la cumbre del Monte Everest si paga 50 mil dólares estadounidenses y podrá decir después “He conquistado la cumbre más alta del mundo”. Estoy plenamente seguro de que aquí no hay clientes ni tampoco un solo guía que pueda llevar a los turistas al Polo norte en invierno. Aquí todo es diferente. La zona de la muerte del Everest se presenta en los últimos 500-700 metros cerca de la cumbre. En nuestra expedición, cada día es como si fuera el día del asalto a la cima, aunque todo se realiza a nivel del mar.


Un reto así es difícil de planear y, de hecho, ellos opinan que “es imposible estar preparado ante una expedición de esta magnitud”. Así que con el intenso frío y el rápido consumo de su combustible, tuvieron que ceder a uno de sus objetivos: terminar el viaje sin apoyo externo. Recibieron suministros desde fuera: comida y combustible para poder continuar. Para ellos, fue maná del cielo.


























Pero les esperaba algo más: una de las estufas falló definitivamente.


Generalmente me gusta cuando hay un margen de seguridad. Es bueno tener dos estufas, dos GPS, dos estaciones de radio y un teléfono de reserva. Pero cuando algo falla comienza a preocuparme que la expedición llegue a un estadio crítico. Era grandioso tener dos estufas porque podíamos calentar la tienda al doble y porque había un margen de seguridad y ahora no lo tenemos. De hecho, tenemos que reparar todo nuestro equipo: esquíes, bastones, tienda y linternas. Todo.


A pesar de todo, los dos viajeros de la noche polar continuaron y algo nuevo ha sucedido: han visto atisbos del sol: apenas una línea que apenas se distingue de entre la noche polar. El 20 de febrero, estaban en 86° 56.693 N, 72° 57.359 E, lo que los coloca a tres grados del Polo Norte, es decir, bastante más al norte de la latitud que alcanzara Nansen (86º13.6’ N).


Hay una sensación constante de que un oso polar está en algún sitio cerca de ti, especialmente durante el mal tiempo. También hay una sensación constante de que mañana amanecerá y que veremos que ayer no alcanzamos un buen sitio para acampar, que estaba muy cerca. Pero son sensaciones, no alucinaciones.


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