Aunque es usada con soltura, la palabra velocidad no es la adecuada. La luz tiene una velocidad, lo mismo que una gota de agua al caer. La palabra adecuada es “rapidez”.
En sus inicios, la escalada era abordada sólo para enfrentar la dificultad, casi sin importar el tiempo que se estuviera en la pared. Poco a poco, conforme los escaladores eran más hábiles en técnicas y se tenía mejor equipo, la velocidad fue aumentando pero aún así, las escaladas veloces eran vistas con un dejo de desdén por los alpinistas clásicos que estaban acostumbrados a los horarios establecidos en las rutas ya definidas.
Lionel Terray y Louis Lachenal fueron muy criticados por hacer ascensos rápidos y se les acusaba de ser un tanto suicidas, pero sus logros y sus varias cumbres conseguidas en un solo día en este estilo eran sólo el principio porque pronto comenzó a repetirse. En la década de 1960, Reinhold Messner ascendía grandes paredes con una velocidad asombrosa y en 1974 él y Peter Habeler ascendían la cara norte del Eiger en un tiempo récord de 10 horas, en comparación con los dos a tres días que se hacían normalmente. Al año siguiente la misma cordada ascendía al Gasherbrum I en estilo alpino, en donde la rapidez es determinante para hacerlo en ese estilo.
Con este ascenso a una montaña del Himalaya por sólo una cordada y con medios muy básicos, la rapidez con que se subiera una pared pasó de ser criticada a elogiada pues abría una puerta de acceso a quienes no tenían los recursos económicos para pertenecer a una expedición pesada.
Mark Twight, en Alpinismo extremo, menciona el factor de ir más rápido: “Velocidad es seguridad... Tiene todo el sentido del mundo: un escalador rápido pasa menos tiempo expuesto al peligro.” (p. 167)
“Ir ligero y rápido supone tener la máxima autonomía y decisión posibles, pero siempre que decidas llevar poca comida, combustible y reducir el material a niveles marginales, aceptas un riesgo grande y por tanto tienes que asumir una gran responsabilidad. Si vas demasiado ligero, o se te cae una pieza de material, o el tiempo se estropea, tendrás que abandonar. O si estás demasiado alto, tendrás que abandonar por arriba lo más deprisa posible. Tienes que seguir moviéndote a toda costa. El movimiento es tu único refugio seguro. Si no puedes cumplir tus propósitos de permanecer autónomo y en lugar de ello dependes de la actuación o el material de otros para triunfar o sobrevivir, tienes que considerar que has fracasado. Tienes que se completamente consciente del riesgo en que pones a otros cuando pides ayuda. Y tienes que entender que piensen que fuiste tonto y poco juicioso, al poner en práctica la táctica marginal por la que te decidiste." (p. 123)
Este compromiso, que alguna vez chocó fuertemente con el alpinismo de entonces, está siendo adoptado por muchos montañistas. Así, la Nariz de El Capitán, en el Valle de Yosemite, se convirtió en la meta a conseguir en menos de 24 horas desde que la cordada de Jim Bridwell, John Long y Billy Westbay lo lograra en 17 horas. Así, Lynn Hill hacía el primer ascenso femenil al Capitán en el día y, posteriormente liberaba la Nariz para luego ascenderla en menos de 24 horas.
Hace unas semanas, el 21 de febrero, Ueli Steck escalaba la pared norte del Eiger en menos de 3:54 horas. Ahora, como en el Capitán, escalar el Eiger en un solo día non stop es la meta a conseguir.
En el Himalaya, Iñaki Ochoa de Olza habla también de la velocidad:
“En los ochomiles la única cosa importante es permanecer vivo. El resto es secundario. Pero cómo te mantienes vivo, eso es tu arte. Creo que la velocidad es la mayoría de las veces un medio muy seguro de escalar y que alguien es capaz de bajar de uno de estos gigantes en 12 o 16 horas tiene ciertamente mejores posibilidades de sobrevivir que alguien que necesita esa cantidad de tiempo para luchar con los últimos 500 metros.”
La velocidad es un estilo que se está siguiendo cada vez más en el Himalaya, sobre todo por los montañistas solitarios, por los de expediciones ligeras, por aquellos que ascienden en condiciones invernales. Los grandes retos del montañismo de ahora están en la velocidad, pues puede pasarse por lugares peligrosos con mayor seguridad y, por supuesto, todo lo que ahora es tradicional, está siendo visto con miras a reducir el tiempo de ascensión.
Habrá quien siga permaneciendo fiel a sus tiempos, a su ritmo. Quizá es lo más interesante de un deporte como el montañismo: cada quien a su ritmo, pero también cada ritmo tendrá aparejadas metas distintas.