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Montañismo y Exploración
Una hermosa noche de luna en el Dhaulagiri
31 agosto 2007

Les mando este breve cuento. Así lo he llamado, porque todo lo que sucedió fue como eso, un cuento que la vida y Dios ya lo tenían escrito. Esto es un cuento que puede pasar en la montaña y en la vida cotidiana.







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Creo que todos intuíamos algo diferente. La energía que había era muy especial, muy bonita; los días que nos tocaba estar juntos, cocinar lo que llevábamos, limpiábamos nuestra casa, porque así la llamamos.


Un día antes de salir a la expedición, se nos dio la bienvenida con una gran cena, con música y bailables típicos del país, al cual mi hermana Ana también fue invitada. Todo fue muy ameno y nos pareció como si todos nos conociéramos de mucho tiempo atrás. Ana platicó toda la noche con Ricky [Ricardo Valencia]. Así lo llamaban. De vuelta en el hotel comentamos que en Ricardo había algo muy especial.





Al otro día partimos temprano para nuestra expedición. Fue muy gracioso ver todo el cargamento fuera del hotel. ¡Tantos víveres! ¿Saben?, se requirieron 71 porteadores para llevar todo el cargamento al campo base. Imagínense todo lo que había: 350 cervezas, 400 Pepsi-Colas, mucho jamón, latas de toda clase de pescado, turrones, 20 litros de vino, 15 litros de aceite de oliva etc. Todo fue una gran fiesta.


Salimos de Katmandú el día 8 de abril con rumbo al Dhaulagiri, de 8,167 metros. Es una montaña muy bonita que requiere de una técnica algo complicada pero que yo disfruté al máximo. Y creo que todos. La experiencia que vivimos no se podrá borrar nunca de mi mente pero de ella me valdré para aprender más de esta vida.


Llegamos el 14 de abril al campo base después de caminar seis días por montañas espectaculares, todas son muy bonitas, con altitudes de más de cuatro mil metros. Tres días después, Dorzhy Sherpa y yo empezamos a prepararnos para empezar a subir al campo l, al campo ll. Subíamos y luego bajábamos al campo base, descansábamos dos días y volvíamos a subir.





El tiempo en general no era bueno porque a diario nevaba y había poco sol, pero todo lo aprovechábamos al máximo, la convivencia con mis compañeros era excepcional. Quizá ya presentíamos lo que iba a pasar pero el tiempo juntos era de alegría, de platicar de nuestras experiencias anteriores, de anécdotas. Todo fue muy especial.


Los días continuaron… Dorzhy y yo nos la pasábamos subiendo equipo para hacer nuestro intento a la cima lo más pronto posible. Las nevadas y el viento fuerte no cesaban, pero… en fin, así es esto.


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